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Diciembre 2001

 

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Comunicación y la Telaraña

Cuando la tecnología no sirve: 4 historias cortas

 
Por Edgar Gómez
Número 25

Quisiera decir que, como estudioso de la tecnología (y tengo que sincerarme y decir que como enamorado de ella), me parece importante el hecho de que esta no es sólo una herramienta y, por lo que propongo cuatro historias breves como una forma de recordarnos (¿o recordarme, quizá?) que a veces sigue siendo mejor el viejo estilo de las cosas que las tecnologías utilizadas sólo por el hecho de usarlas. Vayan entonces estos ejemplos.

Un mal necesario (ahora en multimedia)
Hace un par de semanas fui al dentista. Sin ánimo de convertir este relato en una historia de horror o en un drama (más horror que la visita en sí y más drama que el que hice no puede haber), diré que en principio todo aconteció con normalidad: el dentista hablando del viejo refrán que dicta que el "sacamuelas" es uno de los males necesarios (en respuesta a mi queja acostumbrada de cada visita) y él aprovechándose de que mi boca no podía en ese momento, ser una fuente de insultos. De repente, el dentista me dijo: "Quiero enseñarte algo". Con las reservas comprensibles ante una frase de ese tipo en un contexto como el anterior, esperé a que se alejara un poco. Él encendió su computadora (con la cual había tomado mis datos al principio) y comenzó a cargar un programa de cuyo nombre no quiero acordarme. Empezó a mostrarme cómo afectaban las caries a los dientes, cómo debían cuidarse estos y lo turbio que se ponía el futuro si dichas caries llegaban a extenderse. Luego del educativo uso, en repetidas ocasiones, de la misma animación, regresamos al asunto que nos competía, el dentista siguió su recorrido higiénico por mi boca, ya de por sí torturada, y de repente exclamó de nuevo: "Mira, esto también es interesante". Débil por la situación tan poco democrática en la que me encontraba, bajé de la silla (o como se llame ese instrumento de tortura), le seguí nuevamente hasta el monitor de su computadora y vi un par de animaciones más, esta situación que se repitió en 4 ocasiones en total. Al final, deprimido por todos los males que acababa de ver en Flash1 le pregunté al doctor si todo eso que acababa de ver estaba dentro de mi boca, a lo que él respondió "Oh, no, tu boca está bien, lo que pasa es que acabo de comprar este programa y quería enseñártelo"

"No hay, no hay"2 cibernético
Llegando a la central camionera (que es como el aeropuerto, pero de los pobres) pedí un boleto a una señorita que, artísticamente, se lijaba las uñas con una precisión digna de ser aplaudida. Con una mezcla de incredulidad y hastío, me informó de que el sistema se había caído. Sin querer herir sus sentimientos, pero sí subir a un camión que me trajera a casa, le pregunté si era posible que me vendiera un boleto y lo llenara a mano. Ella, mirándome como se suele mirar a los pecadores, los bandidos o los que desconocen que con la tecnología no se juega, me devolvió un rotundo: "No". Quisiera decir que la historia tuvo un final feliz, que el sistema se recuperó de su caída, que mi boleto pudo imprimirse, que tomé el camión. Sin embargo, no todas las historias terminan bien y ésta llegó a su fin cuando me trasladé al módulo de otra compañía y me informaron sobre la ruta que quería cursar: "Acaba de salir, el siguiente es en 3 horas".

Viajar sin salir de casa (ni para comprar el boleto)
En su libro "La Psicología del Internet", Patricia Wallace cuenta la anécdota de cuando iba a hacer un viaje y decidió buscar los vuelos más económicos y que le convinieran más en el sistema SABRE (sistema en línea para hacer reservaciones e itinerarios de vuelo). Encendió su computadora, se conectó al Internet y comenzó la búsqueda. Después de 45 minutos de frustraciones porque no entendía el uso del sistema, tomó la salomónica decisión de hablar por teléfono a una agencia. Una señorita muy amable le resolvió su problema dándole el mejor itinerario, a muy buen precio, en sólo 10 minutos.

10+10 siguen siendo 20
Esta historia me la contó un alumno de la Maestría en Tecnología Educativa de la Universidad, que comentaba que en una ocasión fue a una oficina gubernamental y la señorita tenía que hacer varios cálculos, uno de los cuales, era sumar diez más diez. Después de hacerlo hábilmente en la calculadora, Milton (así se llama el protagonista de esta historia) le dijo "diez más diez es veinte, no tenía que usar la calculadora para ello", a lo que la señorita respondió "Si, sólo estaba comprobando".

Sin duda ninguna de estas historias es lejana de las experiencias diarias de muchas personas en distintas partes del mundo, y aunque la tecnología aporta grandes avances en casi todos los ámbitos de la vida moderna, los negritos en el arroz siguen siendo constantes: cajeros que se quedan con las tarjetas, cobros de llamadas telefónicas que fueron hechas desde un teléfono clon, virus que terminan con toda la información de nuestros discos duros, horas y horas gastadas en buscar información en Internet, etc. Si usted, estimado lector o lectora, tiene alguna historia similar, compártala conmigo (ya que todavía no existe una PROFECO3 para la civilización o para la tecnología). Aunque bien dicen que mal de muchos, consuelo de tontos.


Notas:

1 Programa que se utiliza para hacer animaciones
2 El "No hay, no hay", era un personaje de la serie cómica mexicana "¿Qué nos pasa?". Este personaje, siempre detrás de un mostrador, era una parodia de aquellos que tienen poco tacto con los clientes y siempre niegan que haya el producto que se vende en la tienda, siendo además absurdos en sus pretextos.
3 Procuraduría Federal del Consumidor, organismo que se encarga en México de atender las quejas ciudadanas sobre empresas y servicios.


Mtro. Edgar Gómez
Profesor-investigador en la la Facultad de Letras y Comunicación de la Universidad de Colima, México. Se ha dedicado a investigar la cibercultura desde hace 5 años. Ha escrito textos sobre Comunicación Internacional, Comunidades Virtuales y la Comunicación Mediada por Computadora (CMC) en diversas publicaciones. Es colaborador del laboratorio para la Cibersociedad y es coproductor de un programa de radio de músicas del mundo

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