|
Por Hans Egil Offerdal
Especial Big Brother
Temas como el sexo, la infidelidad,
la pérdida, y la tragedia personal han sido utilizados históricamente
con fines de entretenimiento. Una de las últimas adquisiciones
de esta tendencia es el show televisivo "Big Brother"
o "Pig Brother" (Hermano Cerdo) como algunos criticos
lo han calificado. En Big Brother no nos enfrentamos más
a la ficción. Por el contrario, es la realidad pura - no
hay actores involucrados, sino personas y vidas reales. De alguna
manera se podría decir que hemos regresado al Coliseo, donde
la gente era devorada viva por leones para el entretenimiento de
los romanos. Tenía la esperanza de que los seres humanos
fuesen más civilizados ahora, pero, desafortunadamente, la
historia se repite. En el Coliseo del siglo XXI, el antiguo anfiteatro
romano se ha transformado en la pantalla de la TV donde las audiencias
pagan para penetrar en la vida de otros, nuevamente con fines de
diversión.
Ahora, ¿se debe permitir
a las televisoras la transmisión de Big Brother? En una sociedad
libre y democrática, ciertamente se debe permitir. Sé
que la gente verá Big Brother y que probablemente alcanzara
altos niveles de rating, lo cual, por supuesto, es un "El Dorado"
para cualquier anunciante. Sin embargo, como en el espectáculo
del Coliseo, existen una serie de problemáticas, no de carencia
de moral sino de falta de ética.
De la misma forma en que la moral
del la antigua Roma permitía que la gente fuese el alimento
de los leones, la moral de nuestra sociedad "desarrollada"
permite el uso de la vida personal y los sentimientos reales de
seres humanos como entretenimiento. Al distinguir la moral como
el sistema de valores y normas prevalecientes en una sociedad; y
la ética como las relaciones entre seres humanos en una comunidad,
es mucho más interesante, en mi opinión, el analizar
Big Brother desde una perspectiva ética más que moral.
Creo que estamos enfrentando lo que se podría denominar "una
batalla por una civilización ética".
Espectáculos en la categoría
de Big Brother han generado reacciones con tintes morales a gran
escala, pero pocos han provocado la discusión fundamentalista,
por llamarla de alguna manera, en la forma que Big Brother lo ha
hecho. Debo decir que, después de haber visto algunos episodios
del programa en otros países (Reino Unido y Noruega), lo
encuentro aburrido y de mal gusto. Sin embargo, jamás haría
el mínimo esfuerzo por detenr su transmisión o censurarlo.
Considero que es contraproducente, simplemente no vale la pena el
esfuerzo. Entonces se preguntarán ?porqué perder el
tiempo escribiendo acerca de Big Brother? Permítanme tratar
de explicarlo.
Creo que el problema con Big Brother
no es el programa en sí mismo y lo que éste puede
o pueda generar. Considero que este programa es más bien
un síntoma de la civilización "pervertida"
en la que vivimos. Por lo tanto, las personas que supuestamente
están luchando en favor de la moral y el bien común,
imponiendo su punto de vista al respecto; están en realidad
actuando en contra de la libertad de expresión de las televisoras,
sin haberse dado cuenta que la batalla por proteger sus valores
ha sido perdida mucho tiempo atrás.
Además, aquellos que argumentan
que Big Brother daña a las personas, están exponiendo,
en mi opinión, un antiguo punto de vista aristocrático
sobre la gente, en el cual no hay confianza en el sentido común
de la misma. Estos grupos, que generalmente se pueden ubicar en
la corriente de derecha, han defendido, tradicionalmente el valor
de la libertad de expresión y limitado la interferencia gubernamental
en asuntos públicos. Ahora, repentinamente, se tornan en
los Lenin del siglo XXI, argumentando que la gente es demasiado
estúpida y poco educada para pensar por sí misma.
Por lo tanto es esta "élite iluminada", quien tiene
la responsabilidad de pensar por el grueso de la sociedad de tal
manera que la protege del mal (Big Brother) que la destruirá.
No es necesario puntualizar que este proyecto nunca ha sido precisamente
exitoso a lo largo de la historia, pero a pesar de esto, los aristócratas
continúan con su lucha. Personalmente, sospecho que hay un
asunto entre líneas que tiene más que ver con el control
de la gente, que con la preocupación del alcanzar el bien
común.
Por otra parte, el problema tampoco
radica en la avaricia de las estaciones de televisión y de
ciertos productores degenerados (los modernos directores del circo),
quienes piensan que "un alto nivel de rating es incluso mejor
que el sexo"; sino en el hecho de que estamos enfrentando a
una población que, aparentemente, se va a encadenar a la
pantalla para ver un programa que, metafóricamente, graba
tres horas de programa sobre la arena de Sahara, pretendiendo ser
originales, inteligentes y por lo tanto interesantes.
Más allá de esto,
el problema no es que existan personas queriendo hacer dinero basándose
en la miseria de otros. Esto es, dificilmente, algo nuevo en la
historia; sino que la humanidad ha producido una sociedad donde
la población general (incluyendo a la clase con altos niveles
de educación) acepta este tipo de programas como una forma
de entretenimiento. Lo grave de todo esto es que en nuestra sociedad
existe un mercado para este tipo de espectáculos. Igual que
con el circo romano, esta situación nos habla elocuentemente
sobre los valores y la moral de una sociedad. Desde esta perspectiva,
la lucha contra Big Brother es una negación de la realidad
actual donde la moral clásica ya no existe. Creo que la discusión
no radica en controlar lo que se puede o no ver en TV, sino en humanizar
a la gente; por ejemplo, ayudándonos unos a otros a preservar
esa humanidad y reforzar el espíritu crítico y reflexivo
de los seres humanos de tal forma que podamos tomar decisiones éticas.
Confío en que si logramos lo anterior y lo transmitimos a
las futuras generaciones, probablemente cambiaremos de canal cuando
transmitan Big Brother, no necesariamente porque el programa sea
un escándalo o moralmente peligroso, sino simplemente porque
se trata de mala televisión, considerado desde un punto de
vista humano.
La explotación de otros seres
humanos, ha sido siempre, y sigue siendo, defendido con la ayuda
de la moral imperante en la sociedad. La esclavitud y el hecho de
que paguemos mil veces más a algunos seres humanos que a
otros por hacer su trabajo, son dos ejemplos muy simples de esto.
Vivimos en una situación en la que hemos perdido, nuestra
humanidad, nuestro valores civiles y éticos, siendo por lo
tanto capaces de ponerle precio a los seres humanos, de la misma
forma en que lo hicieron los romanos.
Visto de esta manera, considero
que Big Brother es un síntoma de, más que una amenaza
para, nuestra sociedad contemporánea. Nunca alcanzamos la
civilización, humanamente hablando; dado que nunca evolucionamos
más allá del "síndrome del Coliseo".
Terminamos como animales, más específicamente como
"Hermanos Cerdos". Un cerdo paga para observar a otro
cerdo comer, ir al baño, despertarse, tener sexo y discutir
con otros cerdos. O visto desde otra perspectiva, la sociedad se
ha convertido en un laboratorio experimental, donde algunos de nosotros
jugamos el papel de doctores, mientras otros juegan el papel de
conejillos de indias.
Considero que Big Brother es solamente
una muestra del menosprecio por la dignidad humana que el mundo
contemporáneo está sufriendo. El reto radica en darnos
cuenta que estamos a punto de perder la batalla por alcanzar una
civilización donde los seres humanos sean percibidos y tratados
como tales y no como cerdos.
Originalmente publicado
en el diario Unomásuno
Dr.
Hans Egil Offerdal
Investigador en Teología y en Comunicación
y profesor visitante del Departamento de Comunicación del,
ITESM Campus Estado de México, México. |