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O de cómo la perdida de nuestra
capacidad de asombro y la aparición de nuevas tecnologías,
aunado a la mercadotecnia, hicieron de Big Brother un 'fenómeno'.
Por José I. Varela
Especial Big Brother
Acéptalo. Al menos
en una ocasión has visto "Big Brother".
Es uno de esos placeres de la vida que odias admitir pero que te
encanta realizar. Y lo haces ya sea para saciar tu apetito voyeurista,
para estar al día con el tema de moda; o simplemente por
pura curiosidad. Y ya sea por esa única ocasión, o
porque eres un fiel fanático, tienes una opinión bien
definida sobre el programa. O lo amas o lo odias, pero no te es
indiferente.
Hasta aquí, no hemos revelado
nada nuevo, Lo realmente intrigante de la idea anterior es el porqué.
Como lo mencionaba Julieta García en un artículo escrito
para el periódico Reforma con motivo de los 50 años
de la televisión: "Nadie se ha preguntado por qué,
si suele ser tan aburrida la vida cotidiana, resulta excitante verla
a través de la televisión". ¿Porqué
prendemos el televisor para observar las actividades diarias de
doce personas comunes y corrientes, cosa que, según palabras
de algunos de ellos, no lo harían? ¿Porqué
estamos al tanto si Diego ayuda o no en la casa, si El Rasta y Rocío
tienen algo más que amistad, si Azalia estará o no
nominada? ¿Por qué existe un canal, de paga, dedicado
las 24 horas a su transmisión?
La razón es simple. Como
resultado del constante bombardeo a los medios de comunicación,
hemos perdido nuestra capacidad de asombro. Aún cuando la
complejidad de los efectos especiales ha aumentado, cuando la estructura
y giros de la historia se han diversificado, cuando la cámara
se ha introducido más allá de la intimidad, ya nada
nos sorprende. Hemos visto todo y de todos, y la TV ya no nos es
interesante. La proliferación de nuevas tecnologías,
en la forma de cámaras de video caseras más económicas
o páginas personales de Internet; ha aumentado en contra
de nuestro beneficio. Cuando uno ha visto en pantalla el asesinato
a sangre fría de un candidato presidencial, sabe que la ficción
ya no lo asombrará tan fácilmente.
Aquí es donde entran los
Reality Shows. O mejor dicho, EL Reality Show. Distinguiéndose
por no contar con un guión definido, por mostrar personas
ordinarias en lugar de actores en un tipo de documental, esta programación
no era nueva para nuestro país. Ya existía "El
Inquilino", del sitio web zoom.tv, "Más allá
de la música", que retrataba la vida del grupo musical
Mercurio en el canal Discovery Kids, y la serie de productos importados
en la TV por cable como "Love Boat", "The Real World",
"Tempatation Island" entre otros.
Lo realmente novedoso de "Big
Brother" fue el aparato publicitario por el que llegó
respaldado; llegando al extremo de vendernos la idea como un 'fenómeno'.
¿Cuál es el fenómeno de ver a un joven de 21
años dormir 16 horas seguidas? Y aún cuando te dieras
cuenta de ello, era - y es - prácticamente imposible encender
el televisor sin ver o escuchar alguna referencia al ya mencionado
Reality Show. ¿En cuántos programas no apareció
Denisse después de ser expulsada? Pero a pesar de todo, el
Brother tiene un rating espectacular.
Acéptalo. Al menos en una
ocasión has visto "Big Brother".
Algunos datos del Gran Hermano
- 106; los días que durará
BB, alrededor de 3 meses y medio
- 2 500 000; los pesos mexicanos
que se llevará el ganador
- 15.9, los millones de personas
que sintonizaron la emisión del míercoles 6 de marzo
- 28 000; el número de groserías
pronunciadas por los habitantes en un lapso de 8 días;
del 13 al 20 de marzo
- 2 000; el número de repeticiones
diarias, de la grosería más utilizada ("Guey")
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La
China, una de las razones para seguir al programa |
Fuente: reforma.com
<http://www.reforma.com>
Si
sabes cuál de los 12 habitantes originales no
está en esta foto de grupo, es que has visto demasiadas
veces BB |
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Fuente: reforma.com
<http://www.reforma.com>
Bibliografía:
GARCÍA GONZÁLEZ, Julieta,
"Eso llamado realidad", Reforma, Año 7 No.
2460, 4 de septiembre de 2000.
Lic.
José I. Varela
Licenciado en Ciencias de
la Comunicación por el ITESM-CEM. |