Por Octavio Islas
Número 42
En la edad eléctrica,
en la que nuestro sistema nervioso se ha extendido tecnológicamente
hasta implicarnos con toda la humanidad e incorporarla toda en nuestro
interior, participamos necesaria y profundamente de las consecuencias
de todos nuestros actos
McLuhan
La mañana
del 26 de diciembre de 2004, un terremoto de 9.5 grados en la escala
de Richter - el cuarto más fuerte que se ha registrado en
el mundo desde el año 1900- desencadenó una serie
de tsunamis que llevaron terror, muerte y destrucción a una
amplia franja del sudeste de Asia.
De acuerdo con ideólogos
de la llamada “ecología profunda”, el referido
desastre exhibió una vez más el sensible deterioro
que registra nuestro atribulado planeta a causa de la factura impuesta
por un progreso indiferente al más elemental humanismo.
La magnitud del desastre efectivamente
conmovió a la comunidad sensible de Internet, que de inmediato
procuró ofrecer su generosa respuesta para atenuar los devastadores
efectos que dejó el terremoto en por lo menos once países
del sudeste asiático.
Algunos medios de comunicación
en línea y un amplio número de weblogers independientes
han realizado una detallada cobertura informativa del desastre.
El indescriptible realismo que distingue muchos de los testimonios
gráficos que han sido publicados en Internet, indudablemente
ha contribuido a sensibilizar a un mayor número de personas
y organizaciones de la gravedad de la tragedia.
Una de las funciones inherentes
al uso propositivo de Internet es el enlace ciudadano y la vinculación.
Algunas de las imágenes que han sido publicadas en Internet
han contribuido a localizar damnificados que formaban parte de las
extensas listas de personas desaparecidas.
Como en anteriores situaciones de
desastre, miles de cibernautas se han dado a la tarea de reunir
fondos y solicitar alimentos y medicinas a los principales organismos
internacionales. La generosidad que han manifestado amplios sectores
de la llamada “comunidad sensible de Internet”, definitivamente
permite afirmar la pertinencia del concepto “humanismo digital”,
propuesto por Michael Dertouzos, destacado investigador del Media
Lab del MIT.
Referencias:
Dertouzos, M. (2001): The unfinished
revolution. Human-Centered Computers and what they can do for us.
New York. HarperCollins Publishers.
McLuhan, M. (1996). La comprensión de los medios como
extensiones del hombre. Barcelona: Paidós.
Dr.
Octavio Islas
Director de la Cátedra
de Comunicaciones Estratégicas y Cibercultura del Tecnológico
de Monterrey, Campus Estado de México, México |