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26 de Febrero
2007

 

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La Clase Cínica

 

Por Octavio Islas
Número 55

Los privilegios de nuestra clase política representan el principal impedimento al efectivo desarrollo de la indispensable Reforma del Estado.

Nuestra clase política ignora el significado de la palabra austeridad. Mientras el incremento al precio de la tortilla afectó la vulnerable economía de la mayoría de familias en México, nuestra clase política se atribuye elevados salarios y conserva intacto un extenso sistema de privilegios que definitivamente envidiarían funcionarios de no pocos países del llamado “primer mundo”.

El pasado miércoles 21, los periodistas Carole Simonnet y Alejandro Sánchez, dieron a conocer en páginas de Excélsior cifras relativas al irresponsable dispendio de nuestros diputados, sector emblemático de nuestra clase política, cuya reputación, como reconocen los propios legisladores, es peor aún a la policía.

Este año, cortar y arreglar el cabello de los 500 diputados nos costará a los contribuyentes la cantidad de 377 mil 915 pesos. Peor aún, el citado gasto en peluquería fue calificado como “normal” por Jorge Zermeño, actual presidente de la Cámara de Diputados.

A tal erogación además debe añadirse el servicio de café -que asciende a 320 mil 876 pesos-; vales para despensa, restaurante, pavos, día de Reyes y otros por 282 millones 795 pesos; un millón 690 mil 323 pesos destinados a la contratación de edecanes para eventos especiales.

La relación de los referidos “gastos normales” fue incluida en el “Programa Anual de Adquisiciones, Arrendamiento, Obra Pública y Servicios de 2007”, aprobado por diputados de las ocho fracciones parlamentarias del Comité de Administración de la Cámara de Diputados.

Bajo tales criterios de “normalidad”, la instalación de un “comité de ética” admite ser considerada como respuesta de orden eminentemente cosmético, incapaz de contribuir a erradicar vicios e inercias de una reprobable forma de concebir y hacer la política en México.

Los mismos diputados que consideran como “normales” los referidos dispendios, han impuesto recortes al presupuesto de otras instituciones –el Instituto Federal Electoral-, por ejemplo.

Para impedir que la Cámara de Diputados reduzca 720 millones de pesos del total de 5 mil 255.3 millones de pesos que forman parte del presupuesto de gastos de operación en 2007, el IFE ha impuesto una controversia constitucional ante la Suprema Corte contra la Cámara de Diputados.

De acuerdo con información publicada en la reciente edición del semanario Proceso (1581:20), por la elaboración del documento de la controversia y por “cabildear” con ministros de la Suprema Corte la defensa de la “autonomía del IFE”, el IFE ha erogado 2 millones 500 mil pesos al despacho de abogados de Arturo Saldívar Lelo de Larrea. Para la redacción del referido documento, el IFE sencillamente no acudió a los más de 100 abogados y juristas que tiene en nómina.

El Instituto Federal Electoral efectivamente es una institución que también se distingue por el despilfarro. Los salarios que perciben los consejeros y sus prestaciones resultan muy superiores a las otorgadas a los principales directivos de reconocidos corporativos de la iniciativa privada.

La nueva burocracia que ha desplazado consigo nuestra incipiente democracia, representa una costosísima factura al erario de la Nación. La productividad de nuestra clase política representa también motivo de profundos cuestionamientos.

En los primeros días del mes de febrero en algunos blogs en Internet, como Team Migraine Logs (http://www.team-migraine.blogspot.com) dieron a conocer una interesante discusión sobre el indebido uso del servidor de la Cámara de Diputados: (http://www.diputados.org.mx)

Gracias al funcionamiento de historiales y cachés en línea, específicamente en Google, fue posible ubicar algunas carpetas en el servidor de la Cámara de Diputados, que contenían archivos de música, videos, juegos, imágenes –principalmente pornografía-, software y, hasta cartas de amor.

Personal de la Cámara de Diputados, administradores del sitio web, y diputados federales guardan archivos personales en el servidor, en carpetas creadas por ellos, sin sospechar el paradero que pudieran tener, como por ejemplo, cartas digitales del diputado Carlos Oswaldo Pano Becerra, quien participa en la comisión de “Defensa Nacional”.


Dr. Octavio Islas
Director de la
Cátedra de Comunicaciones Estratégicas y Cibercultura del Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México, México

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