Por Octavio Islas
Número
55
Los
privilegios de nuestra clase política
representan el principal impedimento al efectivo
desarrollo de la indispensable Reforma del Estado.
Nuestra clase
política ignora el significado de la palabra
austeridad. Mientras el incremento al precio
de la tortilla afectó la vulnerable economía
de la mayoría de familias en México,
nuestra clase política se atribuye elevados
salarios y conserva intacto un extenso sistema
de privilegios que definitivamente envidiarían
funcionarios de no pocos países del llamado
“primer mundo”.
El pasado miércoles
21, los periodistas Carole Simonnet y Alejandro
Sánchez, dieron a conocer en páginas
de Excélsior cifras relativas
al irresponsable dispendio de nuestros diputados,
sector emblemático de nuestra clase política,
cuya reputación, como reconocen los propios
legisladores, es peor aún a la policía.
Este año,
cortar y arreglar el cabello de los 500 diputados
nos costará a los contribuyentes la cantidad
de 377 mil 915 pesos. Peor aún, el citado
gasto en peluquería fue calificado como
“normal” por Jorge Zermeño,
actual presidente de la Cámara de Diputados.
A tal erogación
además debe añadirse el servicio
de café -que asciende a 320 mil 876 pesos-;
vales para despensa, restaurante, pavos, día
de Reyes y otros por 282 millones 795 pesos;
un millón 690 mil 323 pesos destinados
a la contratación de edecanes para eventos
especiales.
La relación
de los referidos “gastos normales”
fue incluida en el “Programa Anual de Adquisiciones,
Arrendamiento, Obra Pública y Servicios
de 2007”, aprobado por diputados de las
ocho fracciones parlamentarias del Comité
de Administración de la Cámara
de Diputados.
Bajo tales criterios
de “normalidad”, la instalación
de un “comité de ética”
admite ser considerada como respuesta de orden
eminentemente cosmético, incapaz de contribuir
a erradicar vicios e inercias de una reprobable
forma de concebir y hacer la política
en México.
Los mismos diputados
que consideran como “normales” los
referidos dispendios, han impuesto recortes al
presupuesto de otras instituciones –el
Instituto Federal Electoral-, por ejemplo.
Para impedir
que la Cámara de Diputados reduzca 720
millones de pesos del total de 5 mil 255.3 millones
de pesos que forman parte del presupuesto de
gastos de operación en 2007, el IFE ha
impuesto una controversia constitucional ante
la Suprema Corte contra la Cámara de Diputados.
De acuerdo con
información publicada en la reciente edición
del semanario Proceso (1581:20), por la elaboración
del documento de la controversia y por “cabildear”
con ministros de la Suprema Corte la defensa
de la “autonomía del IFE”,
el IFE ha erogado 2 millones 500 mil pesos al
despacho de abogados de Arturo Saldívar
Lelo de Larrea. Para la redacción del
referido documento, el IFE sencillamente no acudió
a los más de 100 abogados y juristas que
tiene en nómina.
El Instituto
Federal Electoral efectivamente es una institución
que también se distingue por el despilfarro.
Los salarios que perciben los consejeros y sus
prestaciones resultan muy superiores a las otorgadas
a los principales directivos de reconocidos corporativos
de la iniciativa privada.
La nueva burocracia que ha desplazado consigo
nuestra incipiente democracia, representa una
costosísima factura al erario de la Nación.
La productividad de nuestra clase política
representa también motivo de profundos
cuestionamientos.
En los primeros
días del mes de febrero en algunos blogs
en Internet, como Team Migraine Logs (http://www.team-migraine.blogspot.com)
dieron a conocer una interesante discusión
sobre el indebido uso del servidor de la Cámara
de Diputados: (http://www.diputados.org.mx)
Gracias al funcionamiento
de historiales y cachés en línea,
específicamente en Google, fue posible
ubicar algunas carpetas en el servidor de la
Cámara de Diputados, que contenían
archivos de música, videos, juegos, imágenes
–principalmente pornografía-, software
y, hasta cartas de amor.
Personal de
la Cámara de Diputados, administradores
del sitio web, y diputados federales guardan
archivos personales en el servidor, en carpetas
creadas por ellos, sin sospechar el paradero
que pudieran tener, como por ejemplo, cartas
digitales del diputado Carlos Oswaldo Pano Becerra,
quien participa en la comisión de “Defensa
Nacional”.
Dr.
Octavio Islas
Director de la
Cátedra de
Comunicaciones Estratégicas y Cibercultura
del Tecnológico de
Monterrey, Campus Estado de México,
México |