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Octubre 2002

 

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En-Sueño Publicitario

Xenofobia publicitaria

 

Por Enriqueta Rivera
Número 28

Las noticias que constantemente escuchamos y vemos describen un panorama de intolerancia, ya sea en cuestiones religiosas, preferencias políticas o sexuales, desde las guerras planeadas en una racionalidad irracional hasta el rechazo al vecino que acuciosamente cual inquisidor vigila cada uno de los movimientos... obviamente para la seguridad y tranquilidad de todos.

Nos escandalizan las luchas étnicas de África, o del centro de Europa, como si fueran escenarios lejanos que sólo corresponden a un mundo entre la realidad y la ¿fantasía?. Pero ¡oh sorpresa! La xenofobia está a la vuelta de la esquina, en la parte central de la sala, en la cocina, la propia recámara cual actor que no permite que alguien más sea el protagonista de la historia...¿dónde...quién? podrían preguntarse...por supuesto! La publicidad también es xenofóbica, aún en 20 segundos.

Tras una observación detalla y una disciplina casi enfermiza, se han analizado más de 20 anuncios publicitarios, se identifican dos constantes básicas: las mujeres y las personas obesas como dignas de ser burladas, atacadas, sancionadas.

La mujer se enchila tras su novio cambiarle el nombre, dolor de cabeza causado por un largo y tedioso discurso de una mujer frente a su novio, la mujer es un animal que fácilmente puede manipularse por un desodorante mágico, es tan limitada que debe hacer cuarenta y dos movimientos para estacionarse, la mujer puede excitarse por un mágico shampoo que la rodea de hombres que la seducen, la mujer es aquella que corre aún de manera frenética para salvar a su hijo de mojarse las orejas ante la mirada atónica de un hombre, se alista muy guapa, tanto que el hombre le pregunta que con quien va, los ejemplos son interminables.

Pudieran pensarse que son "simples detalles" pero la constante en el paisaje publicitario es de preocuparse, ya que, sin caer en posición de feminista radical, el entorno social es adverso en muchos sentidos, sólo recordar la situación desigual en el trabajo, la violación como delito no sancionado en sus verdaderas dimensiones y un sadismo social (de hombres y mujeres) que la descalifica constantemente. Si la publicidad es eje básico de la socialización, puede uno preguntarse como puede reforzar ciertos prejuicios sociales y su consecuente impacto en el desarrollo armónico de un ser humano.

En este mismo sentido, las personas obesas o aquellas que no corresponden al estereotipo de belleza premiado, representadas como aquella mujer que tiene como castigo caerse del piso superior, el sufrimiento por tener kilos de más al ver las caderas de mujeres esbeltas, o bien aquel niño al que se le caen los dulces o se le aísla, es objeto de burlas, presentado sudoroso pero sucio, entre muchas otras características que seguramente recuerda. Si bien el sobrepeso puede ser un problema de alimentación, también es cierto que la complexión de una persona depende de factores fisiológicos, genéticos y aún sociales. La belleza de las pinturas de Botero pudieran romper con esos estereotipos que son un elemento más para el sadismo social. Es claro que las manifestaciones xenofóbicas tienen más de una representación, no señalados aún en este espacio.

Finalmente, la invitación aquí es la siguiente: los profesionales de la publicidad y la comunicación reconocen y aplauden la presencia de los productos publicitarios en el mundo, y los consumidores la disfrutan aún en una mirada "inocente", faltaría asumir la responsabilidad para no seguir colaborando con una visión poco biófila de la Humanidad... o acaso ¿es imposible conjuntar el éxito con el respeto a los demás y por lo tanto a sí mismo?


Mtra. Enriqueta Rivera
Catedrática del ITESM, Campus Estado de México y de la UNAM, México

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