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Por Enriqueta
Rivera
Número 43
En esta ocasión,
nos detenemos para analizar una película que aún está
en cartelera en la Ciudad de México, es “Constantine”.
Una historia que nos muestra diferentes mundos en un mismo sitio,
infierno y cielo en la tierra, luchando con el hijo del demonio
que quiere dominar la tierra, rompiendo las reglas que su padre
a respetado por tanto siglos, con la confianza de que los seres
humanos no podremos decidir por el Bien y caeremos tarde o temprano
en sus manos, en el Mal.
Fuente: <http://constantinemovie.warnerbros.com/mobile/>
Entre una Biblia del Cielo y otra del Infierno,
donde cada uno da la versión que más acomoda a sus
intereses – nada nuevo para los terrenales- , resulta que
sí existe la alternativa de que el hijo del demonio pase
a la dimensión terrenal, pero necesita de ayuda para hacer
el viaje entre un mundo y otro, requiere de una lanza especial,
de una persona con cualidades especiales que le sirva de puerta
y de ayuda de Gabriel. No comentaré más de la historia
de la película pues la invitación está en la
mesa. Sin embargo...
Muchos podrían ser los puntos a discutir,
pues siempre tener como medio al libro más famoso de la Humanidad,
resulta una tentación desde diferentes perspectivas. Aquí
quiero rescatar pequeñas secuencias a la que se dedican tan
sólo unos minutos, aquí la figura es el inmigrante
mexicano:
La secuencia fílmica muestra a dos mexicanos,
en harapos, morenos con la piel quemada por el sol, que buscan “algo”
en una zona despoblada, como abandonada, con pequeñas construcciones,
que se puede ubicar en un territorio justo al lado de la frontera
con Estados Unidos, pasan coches a toda velocidad. En esta búsqueda,
uno de ellos rompe como un piso de madera, en la oscuridad del espacio
abierto, sumerge su brazo y saca “algo”; envuelto en
una bandera nazi, encuentra una punta de lanza – con la que
fue matado el hijo de Dios - que enseguida de entrar en contacto
con ella, transforma al mexicano en un ser poseído por lo
maligno, por un soldado del infierno, sus ojos como con fuego camina
decidido y un coche choca con él, el auto queda destruido
pues en el impacto el mexicano sobrevive, está dotado de
cualidades especiales. Sigue su camino ante un amigo que queda atónito
ante el suceso. En su trayectoria se observa una barrera de alambre,
ha llegado a la frontera y salta sobre la cerca y entrando al territorio
estadounidense a su paso va muriendo el ganado, uno a uno cada animal
entre las sombras del día. Posteriormente, se acerca a un
estadounidense que está en su camioneta, el mexicano inmigrante
lo mata y maneja el auto para llegar a la Ciudad de los Ángeles
donde el ritual de entrada del hijo del demonio se va a realizar
y donde se requiere de esa lanza que él lleva consigo, para
poder reunir los elementos necesarios y que finalmente el infierno
sea también la dimensión terrenal.
Vaya historia!...no cabe duda que
la narrativa se puede manejar de muchas formas, con diferentes personajes,
en diferentes tiempos, con diversos colores de piel, con vestimentas
que viajan por el tiempo, en coyunturas históricas particulares,
como en la Guerra de las Galaxias donde el casco de los “malos”
semeja un casco nazi, pero...si la punta de lanza con que fue matado
Jesucristo estaba envuelta en una bandera nazi, símbolo de
la capacidad de autodestrucción de la Humanidad – toda
la Humanidad, se habla de la especie así que no se hagan
a un lado ¡eh!- , ¿podría ser casual que un
mexicano que pasa a ser inmigrante en territorio de los Estados
Unidos sea uno de los instrumentos del Mal?...
Definitivamente son muchos los frentes para promover
tanto lo mejor de la Humanidad, la esperanza de un mundo mejor,
de menos xenofobia, menos violencia, menos mentiras, menos asesinatos,
comportarnos menos irracionales, ya no se puede decir que como animales
pues en muchas ocasiones ellos se comportan mejor que nosotros.
Si bien no es el centro de la película,
se llega a la reflexión sobre el tipo de publicidad que se
sigue difundiendo sobre lo que somos, sobre cómo somos vistos
y recibidos, y ahora resulta que no sólo somos los mexican@s
narcotraficantes, violadores, corruptos, vende patrias, entre muchos
otras “cualidades”, sino que se nos etiqueta como instrumento
del MAL, mal endemoniado, cómplice del hijo del demonio,
que es un irrespetuoso de los acuerdos celestiales hechos antes
de todos los tiempos, matamos al ganado del vecino país,
matamos ciudadanos estadounidenses que “no nos hacen nada
malo”...de nuevo ¡Vaya!.
Creo que esta película marca una nueva
época en los arquetipos de nosotr@s l@s mexican@s, ¿seremos
conscientes de ello?...¿qué haremos al respecto? ¿dejaremos
que sigan marcando ese tipo de estigmas en nosotros?...¿qué
opinan?...o acaso dirán: “es una peliiiiiícula,
qué puede pasar”...¿no es el cine una herramienta
de la difusión de una ideología, para mantener una
hegemonía?
Mtra.
Enriqueta Rivera
Catedrática del
ITESM, Campus Estado de México y
de la UNAM, México. |