Por Xavier Vilchis
Número 27
El
respeto como la honestidad y la responsabilidad son valores fundamentales
para hacer posibles las relaciones de convivencia y comunicación
eficaz entre las personas ya que son condición indispensable
para el surgimiento de la confianza en las comunidades sociales.
La falta de respeto
a nuestras instituciones surge de la laxitud en la que ha caído
la cultura moderna por el excesivo énfasis que hemos puesto
a la libertad y los derechos de los individuos con el olvido de
la responsabilidad y el deber como contra parte complementaria .
Esta actitud ha traído como consecuencia una mala intrepretación
de lo que significa la dignidad de la persona y su responsabilidad
social. Me refiero a una interpretación muy generalizada
de que nuestro individualismo es “sagrado” que al sentirnos
dueños de nuestra propia manera muy personal de interpretar
al mundo, podemos críticar a quien sea, y ridiculizar a la
persona que represente cualquier autoridad, como estudiantes no
respetamos las clases que imparten nuestros maestros y ejercemos
nuestra profesión con prepotencia en función de nuestros
privilegios, de la misma manera que nos sentimos con el derecho
de no respetar normas, ni políticas, ya que las normas y
las políticas fuerón hechas en base a una autonomía
de la conciencia.
La
idea de la democracia con fundamento en nuestra
soberania nos hace olvidar el peligro de la anarquía.
De hecho una mala interpretración de la
ética autónoma de Kant podría
llevarnos a las siguientes conclusiones: como
entendemos que de acuerdo a su “autonomía”
las normas se fundamentan únicamente en
nuestra subjetividad, pues esta misma subjetividad
nos da “derecho”de cambiarlas o de
interpretarlas a nuestra propia conveniencia
e interés personal, de tal manera que
la ética se convierte en un instrumento
más de “la voluntad de poder”.
Pero, es aquí en donde se relaciona la
dignidad con el respeto a sí mismo. De
acuerdo con la interpretación que hace
Heidegeer de la ética de Kant; “
respeto significa responsabilidad hacia uno mismo
y esto a la vez significa ser libre” (Heidegger;
2000: 169). De acuerdo con Heidegeer para Kant,
el sentimiento moral es el respeto. En el respeto
debe hacerse patente la conciencia moral de sí
mismo, la persona moral que es la auténtica
personalidad del hombre: esto es también
la honestidad, con uno mismo y con los demás.
En efecto, sin el respeto a nuestra conciencia
moral carecemos de dignidad y por lo tanto de
un auténtico amor hacia nosotros mismos,
ya que es en el ámbito de la moral en
donde realmente nos distinguimos de los animales,
pues al guiarnos por la ley moral tomamos conciencia
de nuestra propia autonomía existencial:
“Así, al someterme a mi mismo ante
la ley moral, me enaltezco a mí mismo
como libre, como un ser que se determina así
mismo, y me descubre en mi dignidad” (Heidegger;2000:174).
Sin
embargo Hans Jonas discípulo de Heidegger,
considera que: “no basta el respeto a la
ley moral si éste no viene acompañado
del sentimiento por la responsabilidad que vincula
este sujeto a este objeto y nos hará actuar
por su causa” (Hans Jonas; 1995:160).
En
efecto la responsabilidad está en el poder
que yo tengo de causar un daño, o un beneficio
de todo aquello que se halla en el campo de mi
acción. La palabra responsabilidad significa
que yo puedo responder por mis acciones y solamente
se entiende en el sentido de interpretar la libertad
como poder respetar o no respetar aquello que
es valioso.
Es
decir, está en mi valoración con
respecto del objeto el respetar o no respetarlo,
por ello es importante agregar el amor a los
valores de los que se es responsable:
A
esa especie de responsabilidad y de sentimiento
de responsabilidad, y no a la responsabilidad
formal y vacía de todo agente por su
acto, es la que nos referimos cuando hablamos
de la ética, hoy necesaria, de responsabilidad
orientada al futuro (Hans Jonas; 1995: 164).
Si mi sentido de responsabilidad
se fundamenta más en el cumplimiento del deber por temor
al castigo,entonces mi responsablidad no sería un verdadero
compromiso.
El
verdadero compromiso es siempre moral y por lo
tanto voluntario porque esta en función
de mi aprecio y respeto de aquello de lo que
soy responsable. Por ello la irresponsabilidad
emana de la poca conciencia de aquello de lo
que se es responsable por no considerarlo verdaderamente
valioso. Lo contrario de la responsabilidad es
la irresponsabilidad: yo no respondo por lo que
hago porque no lo considero valioso (aquí
se excluye ser irresponsable porque no se tiene
capacidad para serlo).
Jonas
nos da un ejemplo de lo que significa actuar
irrresponsablemente:
El jugador
que se juega su fortuna en el casino actúa
con ligereza ; y si la fortuna no es suya sino
de otro, actua de manera criminal; pero si es
padre de familia, entonces actua irresponsablemente
aun en el caso de que su fortuna sea indiscutiblemente
suya, y esto con independencia de que gane o
pierda.” (Hans Jonas; 1995:165)
El ejemplo es claro y nos dice que:
el ejercicio del poder sin la observancia del deber constituye una
ruptura de esa relación de fidelidad que es la responsabilidad.
Pero, esta irresponsabilidad del padre de familia se debe a la falta
de respeto del bien estar de sus seres queridos. Al poner en peligro
su patrimonio que es la condición de supervivencia de sus
hijos demuestra el poco cuidado e interés que siente por
ellos, rompiendo con ello la confianza que es la base de la vinculación
espiritual familiar que es el amor.
Jonas sostiene
que es difícil (si bien no imposible)
cargar con una responsabilidad de algo que no
se ama, de tal modo que uno genera el amor a
ello antes de cumplir un deber sin inclinación
alguna. Por ello la asunción que demande
mayor responsabilidad de nuestra parte debe ser
algo selectivo. Este es el fundamento y la importancia
de las profesiones liberales, el estudiar y ejercer
una carrera por vocación implica necesariamente
un respeto por la dignidad y la responsabilidad
de los conocimientos aquiridos por el joven profesionista,
por eso es que la vocación no la da la
profesión sino la manera como se le ejerce
. La educación debe estar abierta a que
cada alumno encuentre un significado de su profesión
que esté de acuerdo con su carácter
único y personal y encuentre en ella la
oportunidad de realizar su vocación .
Por ello la función del profesor debe
ser también formativa en el sentido que
debe ayudar al alumno a que descubra amor y respeto
por su profesión.
Obras
consultadas:
Jonas, Hans (1995) El principio de responsabilidad,
Herder Barcelona.
Heidegger, Martín (2000) Los problemas
fundamentales de la fenomenología
, Trotta Madrid .
Dr.
Xavier Vilchis
Catedrático del Departamento de Humanidades
del ITESM Campus Estado de México,
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