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2004

 

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Filosofía, Cultura y Sociedad

@-tica.com*
*Valores_éticos_a_la_carta

 

Por Marina González
Número 42

Inicio de un maridaje
En las últimas décadas ha crecido notablemente el interés por la reflexión ética en el campo de la economía y, específicamente, el de la empresa. Sin embargo, las opiniones sobre este fenómeno se polarizan radicalmente: Por una parte tenemos a los amantes del holocausto que aseguran que vivimos en una crisis absoluta de valores, que la empresa se ha vuelto inhumana –prueba de ello es el creciente índice de desempleo mundial– y que es urgente devolver a ésta los valores humanos que ha perdido. Por el otro lado, tenemos a los escépticos que afirman que la ética no tiene nada que ver con la economía, que los fines de la empresa son exclusivamente económicos y que sus mecanismos se regulan solos, independientemente de los intereses de las personas.

Hoy en día la inclusión de temas éticos en las congresos, conferencias, diplomados, etc. es un hecho común del que nadie podría objetar su relevancia. Sin embargo conviene pensar en el origen y trascendencia que la reflexión ética está teniendo en todos estos ámbitos. Dos son los senderos que ha recorrido la reflexión ética a lo largo de la historia. Por un lado la preocupación por el cumplimiento de la ley, por el establecimiento de un estado de derecho que permita la obtención de los bienes personales, llamada ética de mínimos o ética cívica. Y, por otro lado, la preocupación por los valores como fines o realizaciones personales, llamada ética de máximos. Aunque eventualmente estos dos ámbitos de la ética se han visto como posiciones opuestas irreconciliables, hoy en día se apuesta por la posibilidad de producir espacios en pleno estado de derecho que permitan el desarrollo de valores particulares personales y públicos. Esta preocupación se realiza en distintos ámbitos de la sociedad: en lo político, en lo económico, en lo social. Sin embargo, en el ámbito económico es en donde mayor fuerza ha cobrado a través de la idea de empresa socialmente responsable. Si bien no faltan los escépticos que consideran que no hay ninguna interés genuino en el ámbito empresarial para ser ético y que esto es solo un maquillaje; hay otro grupo de intelectuales que considera que aunque el acercamiento del ámbito económico a la ética sólo parta de un interés mercadotécnico, éste debe ser aprovechado como plataforma para nuevas condiciones más humanas de convivencia. Finalmente, analizaremos cuáles son las nuevas posibilidades que está propiciando el matrimonio “mal avenido” pero indisoluble entre la economía y la ética y qué nuevas condiciones de convivencia está propiciando.

¿Qué es el dicurso ético?
Si partimos de la idea de que la filosofía es siempre egofilosofía: esto es, que cualquier cuestionamiento de la filosofía desde cualquier escuela que se quiera, es un cuestionamiento que parte del ser humano y cuyo fin es él mismo: Entonces, la ética, el discurso ético, es un discurso ordenador como trabajo de construcción de sí y como de toma de posición como individuo.

Cabe agregar que el discurso ético es siempre en proceso de reconfiguración. Si anteriormente el discurso ético se caracterizaba por ser un discurso del deber, de la deuda y del castigo, tal como lo atestiguan los discurso teológicos y deontológico en la historia del pensamiento; hoy en día, el discurso ético se caracteriza por la preponderancia de los ideales individualistas de felicidad inmediata, alejados notablemente de la idea de deuda, abnegación y sacrificio por el otro. Lo que el famoso sociólogo francés Gilles Lipovetsky llamó con razón: ética indolora.

Actualmente, mucho se oye la idea del retorno de la filosofía, de la vuelta a los valores, pero en realidad esto es falso, se trata en todo caso de la panacea de la moralina, de la ética de ESPECTÁCULO, de la búsqueda de filosofía light que tranquilice a las malas conciencias flojas de ejercitar una profunda reflexión sobre las dimensiones más acuciantes y profundas de la realidad humana. Nuestra época se caracteriza, afirma Lipovetsky, por una moral sin obligación ni sanción. Una moral intermitente que se manifiesta en ocasión de grandes aflicciones humanas. Pero esto tampoco significa la muerte de la moral, por el contrario, nos encontramos frente a una moral relativa y plural que no es lo mismo que nihilismo moral; la misma historia muestra que los amantes del holocausto se han equivocado más de una vez y que, por ejemplo, en el caso de la libertad sexual la relatividad de los valores tiene su límite. Así, el individualismo actual no corresponde al egoísmo. El nuevo individualismo corresponde al de un sujeto responsable de sus límites, como condición sine qua non puede encontrar la realización de su propia libertad. Individualismo que promulga: “No a deberes máximos de obligaciones, sí a deberes mínimos de respeto de libertades”.

Precisamente la democracia liberal –altamente valorada en nuestros días– implica el tema de la moral relativa y su concomitante tolerancia, pues en la democracia liberal no se trata de que todos valoren lo mismo pues no sería democracia liberal, sino de garantizar los valores mínimos que procuren el mantenimiento de una sociedad con diversas opciones de moralidad. Hoy, el éxito de la ética corresponde a la derrota de los grandes discursos mesiánicos, al fracaso de las ideologías de progreso e igualdad.

¿Por qué la empresa acude a a ética?
En las últimas décadas ha trascendido la idea de que los principios éticos son necesarios para el éxito económico, esto se debe principalmente a 4 factores que son hechos innegables en la racionalidad económica:

1. El desarrollo tecnológico ha evidenciado los límites de la Naturaleza y de la misma condición humana: Desastres nucleares, manipulación de la vida humana, manipulación genética de la producción de alimentos, contaminación ambiental, son sólo algunos ejemplos. Los desastres tecnológicos han llevado al surgimiento de dos sentimiento fundamentales y omnipresente: el miedo y el deseo de protección en una era en la que este mismo poder tecnológico se antoja como ilimitado.

2. El modelo económico capitalista se ha tornado en un nuevo orden financiero con escándalos bursátiles que son “autogoles” para las mismas firmas, situación evidentemente no rentable para la economía. Así, ha surgido la necesidad de propiciar éticas deontológicas que funcionen como camisas de fuerza para prevenir el curso de acontecimientos no deseables, éticas normativas contrarias a la misma lógica del capital, pues el fundamento de éste es la libre circulación. Poner límites al capitalismo sale de su propia lógica, sin embargo, nuevamente se presenta la ética como un discurso autorregulador, ordenador y creador de identidad y de continuidad.

3. El nuevo marketing ético. La empresa ya no solo vende un servicio específico, agregado a éste, vende identidad ética a un nuevo sector de mercado, en dos ámbitos principales: Publicidad como empresa filantrópica; y productos verdes o mercados verdes. Ambos aspectos como valor de marca que agrega a su producto. Así, la sociedad individualista se mira a sí misma como Narciso atrapado ante su propia imagen, es decir, solicita a la empresa lo que ella misma necesita: una imagen ética.

4. La revalorización del trabajo como condición sine qua non se logra acelerar la productividad de la firma. Revalorización que apunta a otorgar identidad al trabajador motivado para ser más productivo. “En el año 2000, un estudio de 200 ejecutivos de 158 grandes empresas internacionales demostró que un número creciente de compañías multinacionales realizan grandes reducciones de costos e incrementan su desempeño después de implantar nuevas formas de trabajar que estimulan a los trabajadores a crear y compartir sus conocimientos. Así, por ejemplo, BP Amoco y Ford Motor Company han ahorrado cada una más de 600 millones de dólares gracias a sus programas de administración del conocimiento.” <http://www.cemefi.org/index.cfm?page=RSE_QUE_ES>

Cabe acentuar que cada una de estas variables causales se dan de facto por lo que es una ingenuidad pensar que la ética de los negocios no es una moral interesada. A ello apunta Lipovetsky:

En los negocios, la ética no constituye una práctica desinteresada, sino una inversión estratégica y comunicacional al servicio de la imagen de marca y del crecimiento de la empresa a mercados a largo plazo (Lipovetsky, 2003: 71).

La ética de los negocios es un maquillaje utilitarista funcional para la empresa, pero es un maquillaje que hay que utilizar y de los ciudadanos consumidores depende esa utilización. Precisamente, en esta racionalidad económica, nos encontramos con la creación del llamado Sello Ético que ya cotiza en las bolsas internacionales como Fondos de Inversión Éticos.

¿En qué consisten el sello ético de Empresa Socialmente Responsable y los Fondos de Inversión Éticos?
Este Sello Ético se adjudica a la empresa que ha asumido explícitamente su responsabilidad social como "La conciencia del compromiso y la acción de mejora continua medida y consistente, que hace posible a la empresa ser más competitiva, cumpliendo con las expectativas de todos sus participantes en particular y de la sociedad en lo general, respetando la dignidad de la persona, las comunidades en que opera y su entorno". <http://www.cemefi.org/index.cfm?page=RSE_QUE_ES>

La responsabilidad social empresarial se comprende y se ejerce de acuerdo a cuatro líneas estratégicas:

  • Ética empresarial
  • Calidad de Vida
  • Vinculación y compromiso con la Comunidad y su desarrollo
  • Cuidado y Preservación del Medioambiente

Con sustento en los siguientes principios:

Explícitamente el Sello Ético de Empresa Socialmente Responsable

(Sello Ético en México otorgado por el Centro Mexicano para la filantropía CEMEFI)

ofrece grandes beneficios a aquellas que lo obtienen; entre los que se encuentran el mejoramiento de su desempeño financiero, la reducción de costos operativos y, sobre todo, la mejora de la imagen de marca y reputación. Obviamente, cada uno de estos beneficios debidamente documentado en asociaciones y centros de investigación internacionales como la Business and Society Review, instituciones como la Universidad DePaul, la Universidad de Harvard, el Boston College, por mencionar sólo algunos.

Como se puede observar, este reconocimiento no niega sus fines empresariales “... sino una inversión estratégica y comunicacional al servicio de la imagen de marca y del crecimiento de la empresa a mercados a largo plazo.” (Lipovetsky, 2003: 71)

Por ser públicamente reconocidas como socialmente responsables, estas empresas líderes son frecuentemente citadas en los medios de comunicación y son recomendadas a los inversionistas que buscan empresas socialmente responsables, de hecho existen ya Fondos de Inversión específicamente Éticos compuestos por empresas que han recibido este tipo de reconocimientos, Fondos de Inversión que prometen tener un gran crecimiento, al menos en países europeos como Francia en los que es evidente su promoción. Según un sondeo realizado en 2001, el 50 % de los gestores europeos de fondos favorecen a las empresas calificadas como socialmente responsables pues la ética les ofrece un seguro financiero.

Si el consumidor de bienes y servicios y también de bonos bursátiles hace ejercicio de su soberanía como consumidor y dirige sus preferencias a empresas con Sello Ético garantes de que en ellas no se realizan prácticas laborales de dominación e injustas, que los materiales utilizados son de la mejor calidad respetando el medio ambiente, que el servicio posventa respeta la dignidad de los consumidores, que sus políticas financieras son confiables, en fin, que son empresas rentables por ser éticas, entonces podrá sacarle partido al dudoso coqueteo de la empresa hacia la ética. En esto consiste utilizar el acercamiento de la empresa a la ética para posibilitar mejores condiciones de convivencia.

La empresa ¿demonio o dios?
Hemos constatado el maridaje por el que han transitado la ética y la empresa; y hemos afirmado que éste se trata de una unión estratégica. Sin embargo, falta agregar que tal relación tiene sus límites:

No debemos olvidar que nos encontramos frente a dos tipos de racionalidad distintas con objetivos, principios y normas dispares. El fin específico de las instituciones económicas no es la filantropía, su fin es la generación de riquezas a través del ofrecimiento de un bien o servicio. Tampoco la empresa es una sociedad de individuos con las mismas condiciones dialógicas ni materiales, por tanto, aunque la empresa acuda a la ética no puede ser democrática sino autoritaria, no puede perseguir la justicia distributiva o equidad (en el reparto de cargas y de ventajas), sino la justicia conmutativa (justicia de los contratos). La empresa no es el demonio causante de todos los males, ni tampoco es el nuevo dios reivindicatorio, pues la realidad no es unidimensional ni tampoco unidireccional. No por ello deja de ser positivo invitarla al diálogo de las responsabilidades, pero hay que estar conscientes de sus fines y sus límites.

Asimismo es necesario delimitar el dominio de la ética como disciplina filosófica. Ésta, contrariamente a lo que ha promovido la filosofía light, no es un conjunto de normas o caminos preestablecidos que lleven al éxito como un recetario determinista, sino una forma de racionalidad que tiene su aplicación en el ámbito de la libertad humana. La formulación procedimental de una organización económica no es el espacio de la ética que tiene que ver con un compromiso personal. Compromiso personal que es la toma de decisión de la persona concreta en el momento presente, y donde no hay criterio absoluto más que el de la libertad. Se le adjudica a la empresa lo que es decisión intransferible de la persona, pues para la pregunta “¿qué debo hacer?” no existe repuesta preconcebida, hay que inventarla en la incertidumbre. (Cfr. Lipovetsky, 2003: 89)

Sin embargo, sí hay un nivel en el que la ética de la empresa está obligada incondicionalmente a acoplarse: el espacio que le da posibilidad de ser y que es el espacio de la dignidad de la persona. El punto nodal de la realidad empresarial es la dimensión humana, pues la empresa es una institución social, es decir, una institución humana. Nos referimos al respeto a la dignidad de las personas concretado en la protección a la vida de todos los involucrados (trabajadores, clientes, sociedad en general), a la seguridad, y al respeto a la palabra dada. Sin este respeto no puede haber intercambio posible, minándose el fundamento de la organización. Si bien establecimos que la empresa no es una institución de beneficencia poseedora de todas las responsabilidades ni de todas las obligaciones, no obstante, el cuidado y motivación del factor humano es una obligación de la empresa inscrita en la ética absoluta. Se trata, pues, de una ética ubicada en sus límites propios, pero dentro de ellos su modestia debe ser absoluta. Así, la ética de los negocios no es otra que la especificación de la ética del respeto a la dignidad de las personas.

Finalmente, si bien afirmamos que el “retorno a la ética corresponde a la derrota de las ideologías mesiánicas, al fracaso de las grandes representaciones del progreso y de la historia”; en el ámbito de los negocios; los principios éticos básicos no pueden ser el retorno de la filosofía como recetario de la felicidad, como filosofía tranquilizante, menú de un sitio llamado:

@-tica.com*
*Valores_éticos_a_la_carta


Referencias:

Lipovetsky, Gilles. Metamorfosis de la cultura liberal. Ética, medios de comunicación, empresa. Editorial Anagrama. Barcelona, 2003.
¿Qué es la responsabilidad social empresarial?. Centro mexicano para la filantropía A. C. Consultado en línea el 24 de noviembre de 2004 en
<http://www.cemefi.org/index.cfm?page=RSE_QUE_ES>


Mtra. Marina González Martínez
Profesora del departamento de Estudios Sociales y Relaciones Internacionales del ITESM Campus Estado de México, México.

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