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2005

 

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Filosofía, Cultura y Sociedad

Entre el Proceso del Desafuero y el Protocolo de Kyoto: de lo Local a lo Global

 

Por Martha García
Número 43

Cuánto tiempo, cuanta tinta se ha gastado ¿o acaso invertido? en el caso de Andrés Manuel López Obrador (jefe de gobierno de la Ciudad de México) y el desafuero. La prensa nacional se encuentra entre una lluvia de frases absurdas y descalificativos sucesivos que van desde el intento por recordar a Mandela, Walesa, a Gandhi y su movilización pacífica hasta aquellas discusiones grotescas (como las del diputado Wintilo Vega Murillo de la bancada priísta), se encuentra también entre dichos y contradichos del propio jefe del ejecutivo, entre amigos y fuego amigo, entre Yeidckol Poleynsky y Citlalli (candidata a gobernadora del Estado de México, cuyo nombre verdadero no ha sido aclarado a ciencia cierta).

La disputa por la noticia no se sustenta en la oferta calificada sobre la solución a un problema nacional de alguna agrupación política, sino en la diatriba y su respectiva respuesta, pareciera que los importantes problemas del país no importan si antes no se soluciona el problema de quien dice puede ser el redentor de un proyecto que nadie conoce pero que todos dicen defender, lo absurdo supera la razón, y en un país con mínimos niveles de lectura básica todos dicen conocer algo que se llama desafuero.
La banalidad convertida en conferencia día a día consume un valioso activo que cualquier nación que se precie de ser desarrollada tiene y la conserva como su principal recurso de reserva ante la adversidad, sin embargo, en nuestro país ese activo llamado tiempo parece haberse perdido en un túnel sin salida, o al menos nuestra clase política pareciera no darse cuenta que el desempleo, la marginación, la migración, la pobreza y otros tantos problemas que laceran nuestra sociedad requieren un mínimo de acuerdo entre los dirigentes del país.

Más allá de la sucesión presidencial adelantada, también tenemos, obviamente no en primera plana, la denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por los crímenes en Chiapas y las agresiones recurrentes de grupos paramilitares que aún no se investigan, también está el problema del narcomenudeo como sucesión del gran negocio del narcotráfico y la muerte de la joven de 14 años que ante la presión decide quitarse la vida. Y no es el deseo por la nota roja lo que le da relevancia a este suceso, es la facilidad que tienen los jóvenes (no solo del D.F.) de adquirir por sólo 50 pesos “una grapa” a las afueras de la secundaria.

Hace más de 10 años en el marco de la globalización, se firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, se difundió en Internet el levantamiento armado más promocionado en la historia de México, hace dos años vía televisión vivimos la crónica y el inicio de una guerra anunciada, y apenas han pasado un par de meses desde que nos conmovimos ante la devastación provocada por el tsunami en los países asiáticos, día a día veíamos la tragedia y nos presentaban nuevos vídeos de aficionados, y hasta las dolencias del Santo Padre nos acercan a las intimidades del poder del Vaticano. Sin embargo, cuando las tragedias internacionales dejan de ser noticia, continuamos en un México donde prevalece la información local, nos aislamos y desgastamos aún más “nuestras noticias”.

Es cierto, es vital para la democracia de cualquier país conocer los sucesos locales (llámese nacional, la ciudad, los estados), sin embargo, tendría que cuestionarse en este mundo globalizado (donde la información libra fronteras) ¿dónde inicia lo global y dónde termina lo local? Habría que tener presente que en estos tiempos de globalización, la escena internacional condiciona nuestro propio desarrollo futuro, y no solo estamos hablando de las grandes decisiones comerciales y financieras sino las de un ámbito mucho mayor, como son las políticas de migración por parte de los Estados Unidos y la política de seguridad internacional entre otros aspectos.

En esta línea, el Protocolo de Kyoto (el mayor esfuerzo ambiental para frenar el calentamiento ambiental) ¿es un asunto local o global? es obvio que la respuesta es lo segundo, 141 naciones, entre ellas México, se comprometieron a reducir la principal causa del cambio climático del planeta, no obstante, en nuestro país continuamos la discusión estéril en torno a la política doméstica, dando algunos espacios a elecciones estatales e incluso locales pero lejos del acontecer mundial.

Bajo esta lógica intentaré hablar del Protocolo de Kyoto desde México, desde lo local, intentando no cruzar abiertamente esa línea apenas perceptible entre lo local y lo global:

  • México ocupa el lugar 16 entre los países más contaminantes. Genera 2% de los gases efecto invernadero (con emisiones per cápita que corresponden al promedio mundial de cuatro toneladas de bióxido de carbono por habitante por año, en quema de combustibles fósiles1).
  • De acuerdo a un informe presentado por el Programa de Naciones Unidas para el Ambiente (PNUMA), México es el país de América Latina que más contribuye al cambio climático en nuestra región.
  • México, junto con Brasil, Venezuela y Argentina contribuye con más del 70 por ciento de los gases de efecto invernadero en la región latinoamericana .
  • A decir del ecólogo José Sarukhán (ex rector de la UNAM), en México, la Sierra Madre Oriental, las costas del Golfo de México y del Pacífico, así como los arrecifes de coral de la Riviera Maya y Veracruz, son los puntos que corren más peligro debido al calentamiento global. Afirma además, que de “continuar las mismas tendencias de contaminación global, cientos de especies animales que viven en México estarán amenazadas porque no tendrán hacia donde emigrar para buscar alimento y habrá problemas de mortalidad muy serios”3.
  • Fundamentalmente el Protocolo obliga a los países firmantes a reducir entre 2008 y 2012, un 5% respecto a los niveles del año 1990 las emisiones a la atmósfera de los gases que provocan el efecto invernadero (cabe mencionar que Australia y Estados Unidos no firmaron el documento, justificando su negativa al considerar que el convenio limita el potencial de su crecimiento económico, a pesar de que éste último genera casi la cuarta parte de los gases contaminantes a nivel mundial4).

Ante estas cifras, podemos continuar con la discusión estéril del desafuero, la pareja presidencial y el regreso de los hombres de la “dictadura perfecta”, creo que nuestros excelentes caricaturistas se los agradecerán. Sin embargo, recordemos que en México, existen 24 millones de personas en condiciones de pobreza alimentaria, que no pueden esperar a que el próximo presidente se decida por el desarrollo sustentable, esta población junto con la que se encuentra en pobreza de capacidades y patrimonio (53.7 por ciento de la población de nuestro país5), necesitan una respuesta pronta, de aquí que sea necesario aprender de la historia. Obviamente nuestro espacio aéreo no termina en el río Bravo o en el Suchiate, es evidente que la naturaleza no selecciona la población que será devastada por los desastres naturales, sin embargo, bastaría con observar las noticias internacionales para reconocer que hay una relación (no espuria) entre las muertes humanas y la pobreza ante un desastre natural.


Notas:

1 Zepeda Patterson, J. “Todos somos Kyoto”. Periódico El Universal, 20 febrero de 2005.
2 En el artículo, “El protocolo de Kyoto y el futuro crecimiento económico mundial, Alejandro Diaz Quiroz nos dice, que en contraposición el “continente africano y el sudeste asiático debido a su débil desarrollo económico aún no generan importantes sustancias contaminantes”.
3 José Sarukhán, en entrevista para el periódico El Universal, 17 de febrero de 2005.
4 Al respecto, en el artículo “El protocolo de Kyoto y el futuro crecimiento económico mundial, Alejandro Diaz Quiroz nos dice que en el otro extremo de la Unión Norteamericana se encuentra Suiza quien con solo siete millones de habitantes suscribió el protocolo, dándose así la posibilidad de pedir y cuestionar sobre el cuidado del medio ambiente al resto de los países.
5 Cifras que da la SEDESOL en el Informe sobre la Medición del Desarrollo en México, 2000 – 2002. 23 de junio 2003.


Mtra. Martha García Damián
Profesora del Departamento de Estudios Sociales y Relaciones Internacionales del Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México, México.

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