Razón y Palabra Bienvenidos a Razón y Palabra.
Primera Revista Electrónica especializada en Comunicación
Sobre la Revista Contribuciones Directorio Buzón Motor de búsqueda


Mayo
2005

 

Número del mes
 
Números anteriores
 
Editorial
 
Sitios de Interés
 
Novedades Editoriales
 
Ediciones especiales



Proyecto Internet


Carr. Lago de Guadalupe Km. 3.5,
Atizapán de Zaragoza
Estado de México.

Tels. (52) 58 64 56 13
Fax. (52) 58 64 56 13

Filosofía, Cultura y Sociedad

El Aspecto Deontológico y Teleológico de la Ética, y la Responsabilidad a Futuro

 

Por Carlos Palmeros
Número 44

A lo largo de la historia de la ética, como una de las ramas más importantes de la filosofía, diversos pensadores han propuesto diferentes formas tanto de ver y evaluar la naturaleza de las relaciones que el hombre guarda con otros miembros de su especie (sobretodo cuando se trata de la forma en que los hombres se relacionan con otros dentro de una misma comunidad); como de determinar si dichas relaciones se generan buscando genuinamente el bien de la comunidad, o solamente el bien de algunos de sus miembros.

Como resultado de todas estas propuestas, se vislumbraron dos corrientes principales dentro de las diversas propuestas en el campo de la ética: la primera de ellas es la vertiente deontológica (que busca actuar conforme al deber o a ciertas normas), dentro de la cual uno de sus principales exponentes en un principio fue Immanuel Kant, y la segunda es la teleológica (que busca la felicidad y el actuar con base a virtudes y valores), que tuvo como uno de sus principales precursores a John Stuart Mill. En su tiempo, ambos filósofos proclamaban sus respectivas propuestas como “la forma” o “la manera” en que se debía considerar la ética, es decir, para cada uno de ellos, la ética debía de verse y considerarse de manera global prácticamente desde el punto de vista que ellos mismos proponían. Esto no fue exclusivo solamente a los filósofos mencionados anteriormente; también sucedió con muchos otros filósofos como Nietzche, Kierkegaard, Shopenhauer, Hume, etc.

Esto siguió así por muchos años… hasta que llegó el siglo XX. Durante el transcurso de este periodo, y principalmente durante la segunda mitad del mismo (a partir de la Segunda Guerra Mundial), los avances tecnológicos que ha logrado el hombre han alcanzado límites insospechados por muchos; inclusive hoy en día muchos nos asombramos por ejemplo de la rapidez con la cual nuestra computadora “nueva” se vuelve totalmente “obsoleta”. En cuestión de tan solo un año o año y medio, el modelo vigente ya duplicó las capacidades de rapidez y almacenamiento de nuestra computadora “nueva” o “seminueva”. Esta tendencia de constante progreso tecnológico en relativamente poco tiempo no se limita al ámbito computacional, también ha estado presente en otros ámbitos como el automotriz, la construcción, los medios de comunicación, la medicina, la ciencia, etc.

¿Qué ha traído como consecuencia esto?... El hombre, haciendo uso de los diversos avances tecnológicos que ha logrado, ha podido transformar su entorno con una facilidad nunca antes sospechada, en aras de poder satisfacer sus necesidades de una manera más efectiva, tanto desde el punto de vista de la calidad de dicha satisfacción, como de la cantidad de personas que son capaces de satisfacer dichas necesidades (de la más diversa índole: alimento, vestido, refugio, información, etc.). Esto representa la indudable ventaja de que se logran atender las necesidades de la población en un grado mucho mayor, como nunca antes se había logrado hacer.

Sin embargo, Hans Jonas nos advierte que las acciones del hombre que están ligadas al uso de la tecnología han afectado también en los últimos años la forma en que el hombre se relaciona con la naturaleza. Desde el punto de vista de la ética, Jonas establece que antes, la relación del hombre con la naturaleza no tenía relevancia para la evaluación de un acto (si éste era bueno o malo, o si era correcto o incorrecto el realizarlo), lo que era importante en este sentido era solamente la interacción existente entre los seres humanos (del hombre con sus semejantes). De igual manera, se presuponía que la naturaleza del hombre permanecía constante en tiempo y espacio, y que además, la determinación de si un acto era bueno o malo, se hacía con base en las consecuencias que tuviera en el corto plazo; el largo plazo tampoco era objeto de la ética, o al menos de las diversas propuestas o formas de ver la ética de los filósofos mencionados al principio de este artículo (entre muchos otros).

Debido a los impresionantes avances tecnológicos que el hombre ha logrado en las últimas décadas, y principalmente por la forma en que el hombre se ha valido de la técnica para satisfacer sus necesidades, Jonas vió que hoy en día la relación del hombre con la naturaleza ya juega un papel importantísimo para la ética. En este sentido, Jonas establece que las diversas propuestas éticas de siglos pasados ya no son adecuadas para evaluar las acciones del hombre de la actualidad porque aquella premisa de que la naturaleza del hombre no cambia ya no puede considerarse como válida en nuestros días. Gracias a la tecnología, la naturaleza del hombre ahora es cambiante, además de que constantemente vemos en los medios la capacidad que ahora tiene el hombre de destruir la naturaleza y destruirse a sí mismo. Debido a lo anterior, Jonas establece que ahora la ética deberá estar basada en la responsabilidad, sobretodo en la responsabilidad que tiene el hombre ante los demás; pero esto no está limitado solamente al presente, es decir, no está limitado a las consecuencias inmediatas que tengan las acciones del hombre en el presente o en el corto plazo. Lo que Jonas propone es que ahora debemos ver a la ética desde el punto de vista de la responsabilidad que tenemos nosotros por nuestras acciones ante los demás, ante la naturaleza y, sobretodo en el futuro a largo plazo, ya que ahora más que nunca la supervivencia de la humanidad está en riesgo.

Por otro lado, otro autor que establece algo realmente interesante respecto a la ética es Xabier Etxeberria. Así como en siglos pasados los filósofos pregonaban que su propuesta de ética era “la propuesta” (independientemente si se trataba de una propuesta de carácter deontológico o teleológico), Etxeberria propone que hoy en día la ética debe combinar dialécticamente ambas corrientes, y que nosotros al evaluar nuestras acciones desde el punto de vista ético, debemos hacer uso de nuestra conciencia moral, responsabilidad y sabiduría práctica…

Otra vez vemos involucrada la “responsabilidad” como algo de suma importancia en la ética de hoy dentro de la propuesta de otro autor diferente (Jonas era de origen alemán –falleció en 1993-, y Etxeberria es español).

En realidad, estoy de acuerdo con las propuestas de ambos autores, me parece que son propuestas plausibles y que tienden a estar mucho más adecuadas a las condiciones que imperan hoy en día en nuestro mundo. De hecho, yo propondría una combinación de las dos. Por un lado, considero que hay aspectos de la vida o de las acciones del hombre que deberán ser evaluadas desde el punto de vista deontológico para determinar lo bueno o malo de dichas acciones (en este sentido quizás tengan que considerarse acciones que estén más relacionadas con la disciplina, como la educación escolar que debemos impartirle a nuestros hijos, etc.). Sin embargo, no podemos vivir sin considerar el aspecto teleológico de la ética; la aspiración a la felicidad, los valores y las virtudes también ocupan un lugar importante en las acciones del hombre, y este aspecto de la ética nos da una guía importante en nuestro actuar diario. Pero, a pesar de que Etxeberria menciona la responsabilidad como parte importante del hombre como sujeto moral que realiza la ética, creo que también se le debe dar más énfasis hacia lo que propone Jonas. Lo que yo propongo en cuanto a la forma de ver la ética en nuestros días es que se sigan considerando los aspectos deontológicos y teleológicos de la misma pero, al estar evaluando nosotros nuestras acciones desde el punto de vista ético, debemos también tomar muy en cuenta la responsabilidad que tenemos de responder ante nosotros mismos, ante los demás integrantes de la sociedad y también de RESPONDER ANTE EL FUTURO A LARGO PLAZO.

¿Por qué enfatizo esta última parte?... Debido a lo siguiente, todos nosotros hemos escuchado algo acerca del hoyo en la capa de ozono, presente en nuestro planeta, que a partir de algunos estudios que se han realizado, se ha determinado que el daño a la capa de ozono ha sido ocasionado por los clorofluorocarbonos (CFC) emitidos a la atmósfera muchos años atrás (mediante el uso de productos en aerosol), es decir, este proceso de la destrucción de la capa de ozono es un proceso que toma varios años una vez emitidos los CFC.

Otra razón para enfatizar lo anterior es el hecho de que, tecnológicamente hablando, ya somos capaces de realizar clonaciones en animales. Pero, ¿cuál o cuáles seran las consecuencias a largo plazo si nos da por clonar seres humanos?, ¿qué tipo de efectos podríamos esperar nosotros en este sentido?, realmente, los resultados a largo plazo y de manera general, ¿serán benéficos para todos?...

Lo que quiero recalcar con estos ejemplos es el hecho de que muchas de las acciones del hombre tienen consecuencias que no sólo están limitadas en el futuro al corto plazo, sino también abarcan el largo plazo. Indudablemente, los avances tecnológicos han traído grandes beneficios al hombre, de los cuales todos hemos sido partícipes de alguna u otra manera. Sin embargo, creo que ha llegado el momento de que realmente pensemos a conciencia las consecuencias de nuestras acciones a futuro. Creo que ante cada nuevo avance tecnológico importante tenemos que pensar en los efectos que tendrá en nosotros (tanto buenos, como malos, como a largo plazo), es decir, debemos de asegurarnos de utilizar dichos avances para un progreso genuino de la humanidad y no un retroceso de la misma; y creo que considerar la ética centrada en nuestra responsabilidad es una buena herramienta para facilitarnos el éxito en esta tarea.


Mtro. Carlos Rafael Palmeros Avalos
Profesor del Departamento de Estudios Sociales y Relaciones Internacionales del Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México, México.

Columnas anteriores