|
Por Carlos Palmeros
Número
44
A
lo largo de la historia de la ética, como
una de las ramas más importantes de la
filosofía, diversos pensadores han propuesto
diferentes formas tanto de ver y evaluar la naturaleza
de las relaciones que el hombre guarda con otros
miembros de su especie (sobretodo cuando se trata
de la forma en que los hombres se relacionan
con otros dentro de una misma comunidad); como
de determinar si dichas relaciones se generan
buscando genuinamente el bien de la comunidad,
o solamente el bien de algunos de sus miembros.
Como resultado
de todas estas propuestas, se vislumbraron dos
corrientes principales dentro de las diversas
propuestas en el campo de la ética: la
primera de ellas es la vertiente deontológica
(que busca actuar conforme al deber o a ciertas
normas), dentro de la cual uno de sus principales
exponentes en un principio fue Immanuel Kant,
y la segunda es la teleológica (que busca
la felicidad y el actuar con base a virtudes
y valores), que tuvo como uno de sus principales
precursores a John Stuart Mill. En su tiempo,
ambos filósofos proclamaban sus respectivas
propuestas como “la forma” o “la
manera” en que se debía considerar
la ética, es decir, para cada uno de ellos,
la ética debía de verse y considerarse
de manera global prácticamente desde el
punto de vista que ellos mismos proponían.
Esto no fue exclusivo solamente a los filósofos
mencionados anteriormente; también sucedió
con muchos otros filósofos como Nietzche,
Kierkegaard, Shopenhauer, Hume, etc.
Esto siguió
así por muchos años… hasta
que llegó el siglo XX. Durante el transcurso
de este periodo, y principalmente durante la
segunda mitad del mismo (a partir de la Segunda
Guerra Mundial), los avances tecnológicos
que ha logrado el hombre han alcanzado límites
insospechados por muchos; inclusive hoy en día
muchos nos asombramos por ejemplo de la rapidez
con la cual nuestra computadora “nueva”
se vuelve totalmente “obsoleta”.
En cuestión de tan solo un año
o año y medio, el modelo vigente ya duplicó
las capacidades de rapidez y almacenamiento de
nuestra computadora “nueva” o “seminueva”.
Esta tendencia de constante progreso tecnológico
en relativamente poco tiempo no se limita al
ámbito computacional, también ha
estado presente en otros ámbitos como
el automotriz, la construcción, los medios
de comunicación, la medicina, la ciencia,
etc.
¿Qué
ha traído como consecuencia esto?... El
hombre, haciendo uso de los diversos avances
tecnológicos que ha logrado, ha podido
transformar su entorno con una facilidad nunca
antes sospechada, en aras de poder satisfacer
sus necesidades de una manera más efectiva,
tanto desde el punto de vista de la calidad de
dicha satisfacción, como de la cantidad
de personas que son capaces de satisfacer dichas
necesidades (de la más diversa índole:
alimento, vestido, refugio, información,
etc.). Esto representa la indudable ventaja de
que se logran atender las necesidades de la población
en un grado mucho mayor, como nunca antes se
había logrado hacer.
Sin embargo,
Hans Jonas nos advierte que las acciones del
hombre que están ligadas al uso de la
tecnología han afectado también
en los últimos años la forma en
que el hombre se relaciona con la naturaleza.
Desde el punto de vista de la ética, Jonas
establece que antes, la relación del hombre
con la naturaleza no tenía relevancia
para la evaluación de un acto (si éste
era bueno o malo, o si era correcto o incorrecto
el realizarlo), lo que era importante en este
sentido era solamente la interacción existente
entre los seres humanos (del hombre con sus semejantes).
De igual manera, se presuponía que la
naturaleza del hombre permanecía constante
en tiempo y espacio, y que además, la
determinación de si un acto era bueno
o malo, se hacía con base en las consecuencias
que tuviera en el corto plazo; el largo plazo
tampoco era objeto de la ética, o al menos
de las diversas propuestas o formas de ver la
ética de los filósofos mencionados
al principio de este artículo (entre muchos
otros).
Debido a los
impresionantes avances tecnológicos que
el hombre ha logrado en las últimas décadas,
y principalmente por la forma en que el hombre
se ha valido de la técnica para satisfacer
sus necesidades, Jonas vió que hoy en
día la relación del hombre con
la naturaleza ya juega un papel importantísimo
para la ética. En este sentido, Jonas
establece que las diversas propuestas éticas
de siglos pasados ya no son adecuadas para evaluar
las acciones del hombre de la actualidad porque
aquella premisa de que la naturaleza del hombre
no cambia ya no puede considerarse como válida
en nuestros días. Gracias a la tecnología,
la naturaleza del hombre ahora es cambiante,
además de que constantemente vemos en
los medios la capacidad que ahora tiene el hombre
de destruir la naturaleza y destruirse a sí
mismo. Debido a lo anterior, Jonas establece
que ahora la ética deberá estar
basada en la responsabilidad, sobretodo en la
responsabilidad que tiene el hombre ante los
demás; pero esto no está limitado
solamente al presente, es decir, no está
limitado a las consecuencias inmediatas que tengan
las acciones del hombre en el presente o en el
corto plazo. Lo que Jonas propone es que ahora
debemos ver a la ética desde el punto
de vista de la responsabilidad que tenemos nosotros
por nuestras acciones ante los demás,
ante la naturaleza y, sobretodo en el futuro
a largo plazo, ya que ahora más que nunca
la supervivencia de la humanidad está
en riesgo.
Por otro lado,
otro autor que establece algo realmente interesante
respecto a la ética es Xabier Etxeberria.
Así como en siglos pasados los filósofos
pregonaban que su propuesta de ética era
“la propuesta” (independientemente
si se trataba de una propuesta de carácter
deontológico o teleológico), Etxeberria
propone que hoy en día la ética
debe combinar dialécticamente ambas corrientes,
y que nosotros al evaluar nuestras acciones desde
el punto de vista ético, debemos hacer
uso de nuestra conciencia moral, responsabilidad
y sabiduría práctica…
Otra vez vemos
involucrada la “responsabilidad”
como algo de suma importancia en la ética
de hoy dentro de la propuesta de otro autor diferente
(Jonas era de origen alemán –falleció
en 1993-, y Etxeberria es español).
En realidad,
estoy de acuerdo con las propuestas de ambos
autores, me parece que son propuestas plausibles
y que tienden a estar mucho más adecuadas
a las condiciones que imperan hoy en día
en nuestro mundo. De hecho, yo propondría
una combinación de las dos. Por un lado,
considero que hay aspectos de la vida o de las
acciones del hombre que deberán ser evaluadas
desde el punto de vista deontológico para
determinar lo bueno o malo de dichas acciones
(en este sentido quizás tengan que considerarse
acciones que estén más relacionadas
con la disciplina, como la educación escolar
que debemos impartirle a nuestros hijos, etc.).
Sin embargo, no podemos vivir sin considerar
el aspecto teleológico de la ética;
la aspiración a la felicidad, los valores
y las virtudes también ocupan un lugar
importante en las acciones del hombre, y este
aspecto de la ética nos da una guía
importante en nuestro actuar diario. Pero, a
pesar de que Etxeberria menciona la responsabilidad
como parte importante del hombre como sujeto
moral que realiza la ética, creo que también
se le debe dar más énfasis hacia
lo que propone Jonas. Lo que yo propongo en cuanto
a la forma de ver la ética en nuestros
días es que se sigan considerando los
aspectos deontológicos y teleológicos
de la misma pero, al estar evaluando nosotros
nuestras acciones desde el punto de vista ético,
debemos también tomar muy en cuenta la
responsabilidad que tenemos de responder ante
nosotros mismos, ante los demás integrantes
de la sociedad y también de RESPONDER
ANTE EL FUTURO A LARGO PLAZO.
¿Por
qué enfatizo esta última parte?...
Debido a lo siguiente, todos nosotros hemos escuchado
algo acerca del hoyo en la capa de ozono, presente
en nuestro planeta, que a partir de algunos estudios
que se han realizado, se ha determinado que el
daño a la capa de ozono ha sido ocasionado
por los clorofluorocarbonos (CFC) emitidos a
la atmósfera muchos años atrás
(mediante el uso de productos en aerosol), es
decir, este proceso de la destrucción
de la capa de ozono es un proceso que toma varios
años una vez emitidos los CFC.
Otra razón
para enfatizar lo anterior es el hecho de que,
tecnológicamente hablando, ya somos capaces
de realizar clonaciones en animales. Pero, ¿cuál
o cuáles seran las consecuencias a largo
plazo si nos da por clonar seres humanos?, ¿qué
tipo de efectos podríamos esperar nosotros
en este sentido?, realmente, los resultados a
largo plazo y de manera general, ¿serán
benéficos para todos?...
Lo que quiero
recalcar con estos ejemplos es el hecho de que
muchas de las acciones del hombre tienen consecuencias
que no sólo están limitadas en
el futuro al corto plazo, sino también
abarcan el largo plazo. Indudablemente, los avances
tecnológicos han traído grandes
beneficios al hombre, de los cuales todos hemos
sido partícipes de alguna u otra manera.
Sin embargo, creo que ha llegado el momento de
que realmente pensemos a conciencia las consecuencias
de nuestras acciones a futuro. Creo que ante
cada nuevo avance tecnológico importante
tenemos que pensar en los efectos que tendrá
en nosotros (tanto buenos, como malos, como a
largo plazo), es decir, debemos de asegurarnos
de utilizar dichos avances para un progreso genuino
de la humanidad y no un retroceso de la misma;
y creo que considerar la ética centrada
en nuestra responsabilidad es una buena herramienta
para facilitarnos el éxito en esta tarea.
Mtro.
Carlos Rafael Palmeros Avalos
Profesor
del Departamento de Estudios Sociales y Relaciones
Internacionales del Tecnológico
de Monterrey, Campus Estado de México,
México. |