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Por Marcela Suárez
Número
53
Jacques
Lacan escribió un texto titulado “Kant
con Sade” en un contexto en el que Michael
Foucault acababa de publicar “La Historia
de la Locura”, trabajo que junto el texto
“Dialéctica de la Ilustración”
de Adorno y Horkheimer lo habían inspirado1.
Le interesaba escribir con la intención
de vincularse con la filosofía y de trabajar
los temas ley, goce, perversión y deseo,
estudiando la figura del libertino y el discurso
sobre el imperativo categórico2.
El trabajo constituye una reflexión sobre
la ética, principalmente a partir de la
pregunta que surge de la relación entre
deseo y ley.
Lacan comenta
a Kant y recuerda que éste rechaza la
idea de que el principio del placer es la ley
del bien que es la ley del bienestar porque ningún
fenómeno puede tener una relación
constante con el placer. Señala que Kant
propone así el bien que es objeto de la
ley moral, bien que surge como sustracción
de peso de la respuesta que el sujeto siente
ante la satisfacción de sus placeres3.
Se parte del principio kantiano de “la
moral como una práctica incondicional
de la razón”, y el bien que se acerca
al obedecer la pura forma de la ley, obediencia
que implica la expulsión del objeto de
bienestar; una moral que implica la obediencia
a la pura forma de la ley, un incondicionado
universal. Partiendo de esto Lacan reflexiona
sobre la posibilidad de que el sujeto, “al
encontrarse frente a ningún objeto”,
encuentra una ley que al articularse como máxima
se convierta en ley que deba tenerse como universal4.
En el discurso sobre la moral para Kant no interesa
la búsqueda de la felicidad sino de la
dignidad, ya que la meta para los seres humanos
no debe ser el ser legales, sino actuar conforme
a la legalidad. Así Lacan llega al personaje
Sade, el libertino de “Las Luces”,
ese que plantea la libertad sin límites,
para acercarse a la idea de que el imperativo
del goce en el Marqués reúne los
requisitos del imperativo categórico de
Kant5. Lacan
en este texto colocará el discurso Sadiano
a nivel de cualquier otro discurso filosófico.
Aquí
se tiene un Sade que sostiene un ateísmo
llamado por algunos “naturalista”
porque critica las leyes que impiden a los hombres
situar la particularidad del goce, Donatien Alphonse
Francois propone una nueva ley moral, la obligación
de gozar porque la naturaleza lo ordena6,
y con esto va más allá de los libertinos
de su época, porque rebasando la libertad
moral que éstos promueven, propone una
moral nueva, la de la estricta obediencia: “hay
que gozar, es una obligación”7.
Rolando Karothy señala que los libertinos
de “La Ilustración” sustituyeron
de alguna manera a Dios en la posición
de Sujeto supuesto saber, propusieron a la naturaleza,
hablaron así de una sustancia supuesto
gozar, desplazando el valor de la verdad desde
el polo del saber al del goce8.
Lacan señala
que Sade plantea su regla del goce como universal,
y establece un vínculo entre el imperativo
kantiano y la máxima Sadiana : “tengo
derecho a gozar de tu cuerpo, puede decirme quienquiera,
y ese derecho lo ejerceré sin que ningún
límite me detenga en el capricho de las
exacciones que me venga en gana saciar en él”9,
idea que viene a situar la máxima del
derecho al goce; Lacan introduce aquí
la obediencia pura de la ley, el gozo y la extracción
o expulsión del objeto, todo forma pura
de la ley.
Lacan opina
que la ley moral se instaura con una bipolaridad
que no es otra cosa que la escisión del
sujeto que se opera por la intervención
del significante, el sujeto de la enunciación
y el sujeto del enunciado y así la máxima
Sadiana al producirse por boca del Otro desenmascara
la escisión del sujeto, y lo interesante
radica en que Sade propone al Otro libre, la
libertad del Otro como central del derecho al
goce que pone como sujeto de la enunciación.
El goce es lo que modifica la experiencia Sadiana
porque sólo acaparará la voluntad
cuando ya la haya atravesado10.
Y aquí Lacan al referirse al verdugo que
lleva a la práctica la tortura que sufren
las protagonistas de su obra, coloca al objeto
como agente de tormento11.
El sádico es el instrumento, el goce no
está de su lado, se encuentra tratando
de demostrar el goce del Otro; Lacan afirma que
el perverso se imagina ser el Otro para asegurar
su goce.
Así
Lacan llega en su texto al concepto “Fantasma
Sadiano” en dónde el ejecutor aparece
como el instrumento. El fantasma hace el placer
propio para el deseo, placer que tiene su término
en el desvanecimiento del sujeto; Lacan define
al fantasma “a” dónde el rombo
se lee “deseo de”12,
representando al fantasma Sadiano con un esquema:
En posición de objeto el verdugo se hace
voz de una voluntad que quiere gozar, es instrumento
de una voluntad que ordena el goce, verdugo que
se hace instrumento del goce del Otro. Sosteniendo
este goce el verdugo se dirige a su víctima,
víctima que está en el lugar del
sujeto, sujeto que se encuentra entre la sumisión
al imperativo y la rebelión contra el
dolor hasta la producción de su desvanecimiento.
La voluntad que se representa “V”
es llamada en la obra del Marqués “La
filosofía en el tocador” “ley
de la naturaleza, y Lacan la escribirá
en este texto así: a-->V13.
Se puede afirmar aquí que existe una ética
del verdugo, porque éste actúa
en nombre del bien supremo. En este esquema en
el lugar de sujeto es dónde se va a colocar
a la víctima porque es la que asume todo
el peso de la subjetividad del sujeto, porque
el que se encuentra del otro lado es el sujeto
trascendental, ese que dice “yo obedezco
órdenes”14.
Aquí resulta interesante relacionar esto
y remitirse a Hanah Arendt y su obra, en particular
su trabajo sobre el discurso de Eichmann y la
“obediencia debida”15.
Refiriéndose
a Sade, Lacan afirma que “Hay que forzar
la oreja, hay que decirlo, hay que oir”,
forzar la oreja del lector porque hay que cumplir
la voluntad de decirlo todo. Se trata de un fantasma
del tormento continuo hasta poder agotar todo
lo que pueda decirse16,
se trata de construir un sujeto no barrado y
para Sade, el imperativo del goce se convierte
en el imperativo de decirlo todo, de escribirlo.
Nombrarlo todo sería convertir a todo
en significante, pero hay un goce que no queda
capturado por el significante, hay algo que no
es significante, es un resto, el objeto. Gabriela
Padrán señala que en la erótica
Sadiana se trata de reintegrar en el decir lo
imposible de ser dicho, una reintegración
que intenta integrar el homicidio a una lógica
de la razón, intento de integrar algo
no significante al campo del significante, que
produce una paradoja, la del exceso17.
Y Lacan analiza
algunos de los conceptos vertidos en la obra
“La filosofía del tocador”.
Así habla de la “belleza de las
víctimas como la “barrera extrema
para prohibir el acceso a un horror fundamental”;
reflexiona también sobre el infierno en
esta obra Sadiana, un infierno negado por el
libertino, pero al mismo tiempo traído
a colación en la persona de Saint-Fond18.
En particular Lacan enfatiza la afirmación
Sadiana de “una segunda muerte”,
ante imposibilidad de otra vida después
de la muerte19.
Lacan considera
el desdoblamiento del Marqués, el Sade
escritor y el Sade héroe del relato, el
primero siervo de su fantasma, el primero como
víctima20
y así imprime una vuelta al grafo. Señala
que el legado del Marqués, el derecho
al goce, sólo se puede traducir por una
rotación de un cuarto de círculo
y así escribe su esquema
Karothy afirma
que el segundo esquema de alguna manera representa
al Sade escritor, se puede ver la “V”
como voluntad de goce y el Sujeto tachado; el
perverso funciona a partir de la voluntad del
goce y atormenta a la víctima para lograrla
plenitud del ser.
Lacan afirma
que el deseo “basta para hacer que la vida
no tenga sentido si produce un cobarde”
y que cuando la ley está verdaderamente
ahí el deseo no se sostiene por la razón
de que la ley y el deseo reprimido son “una
sola y misma cosa”21.
Agrega un comentario con respecto a Sade y su
doble situación de héroe del relato
y de escritor22,
recordando la posición que para el segundo
Pinel señalaría como “locura
moral” que le significó a Sade trece
años en Charenton, cuando ante la opinión
de muchos de sus contemporáneos debía
de otorgársele la cárcel o la pena
de muerte23.
Lacan así habla de un no lugar para Sade
en medio de la división de las conciencias,
en plena efervescencia revolucionaria y del discurso
sobre los derechos del hombre. Lacan opina que
hablar de derechos del hombre en realidad se
reduce a la “libertad de desear en vano”24.
Posteriormente
Lacan se remite a Kant para comentar la posición
de éste frente a la ley, señalando
que éste sostiene que el imperativo moral
contrabalancea no sólo el placer, sino
el dolor, felicidad, presión de miseria
y hasta amor a la vida, y que por medio de semejante
suspensión el imperativo moral revela
al hombre su libertad, así imperativo
y libertad se encuentran estrechamente implicados25,
en contraste, Lacan sostiene que el imperativo
moral universal no es la “verdadera palanca,”
sino el deseo.
Lacan recuerda
que el psicoanálisis reconoce en el deseo
la verdad del sujeto y entonces el placer anima
a reconocer la ley, agrega que si Kant afirma
que la felicidad es agrado sin ruptura ésta
no se otorga a quien no renuncie a la vía
del deseo26.
Agrega con respecto a Sade que la felicidad al
convertirse en factor de la política se
ha vuelto impropia, que la libertad de deseo
es el factor nuevo porque la revolución
deja que su lucha sea por la libertad de deseo
y por que la ley sea libre, así el derecho
al goce relegaría al principio del placer27.
Ante esto Lacan se pregunta: "¿hasta
dónde nos lleva Sade en la experiencia
de ese goce, o sólo de su verdad?"28
y responde señalando que lo que rebasa
ciertos límites no tiene nada que ver
con el deseo y que la obra Sadiana por más
de pretender ser malvada no lo es29,
que la obra no presenta éxito “en
la coronación del fantasma Sadiano”30.
Lacan demuestra así que el deseo es el
reverso de la ley ya que eso se sostiene en el
fantasma Sadiano; es decir, en su crítica
a Kant introduce “la opacidad del deseo
allí dónde se instaura la transparencia
de la ley formal”31.
En el perverso no está en juego el deseo
del Otro sino el goce del Otro.
Finalmente
Jacques Alain Miller comenta que en el psicoanálisis
el tema Sadiano no se remonta a Lacan, Freud
ya había sostenido que el secreto de la
conciencia moral era el elemento sádico
y por otro lado aludió a Kant señalando
que su imperativo categórico era el heredero
del complejo de Edipo. Kant planteando así
el principio de la más alta moralidad
y el complejo de Edipo como fuente de nuestra
moral, moral desexualizada. El masoquismo moral
que sexualiza la moral y la represión
cultural de los instintos que retorna al sujeto
impidiendo que lo instintivo se ejerza en la
vida, volviéndolo contra el sujeto mismo.
Tanto Kant como Sade proponen la sumisión
del sujeto a la ley pero Lacan expone las diferencias,
mientras que Sade hace surgir al Otro dejando
aparecer el objeto de deseo (“a”),
Kant lo desaparece al crear una teoría
de la autonomización del sujeto por medio
del derecho, en tanto el primero plantea la obligatoriedad
del goce, Kant propone la muerte del deseo y
así plantea el surgimiento de la ley moral.
Elisabeth Roudinesco señala que de esta
manera Lacan sugiere que la moral kantiana nace
no de una teoría de la libertad, sino
de una teoría del deseo en dónde
el objeto es reprimido32,
y muestra la simetría entre el imperativo
de Kant y el de Sade. Freud ya había abordado
a ambos autores, pero la originalidad de Lacan
fue el unirlos otra vez33.
Notas:
1
El artículo “Kant con Sade”
fue redactado por Lacan en septiembre de 1962
con la intención de constituir la presentación
al tercer volumen de las obras completas del
Marqués de Sade, se le calificó
de ilegible y fue rechazado; después su
autor lo publicaría en la revista Critique
en abril de 1963.
2 Max Horkheimer
y Theodor W. Adorno hablando de coincidencias
cuando se refieren a Kant y a Sade encuentran
una similitud importante en el discurso sobre
la “apatía”, para Kant la
virtud presupone la apatía como una fuerza,
una apatía moral como algo distinto a
la insensibilidad en cuanto a los estímulos
sensoriales. Para ambos autores la serenidad
y resolución constituyen la fuerza de
la virtud en tanto el afecto es algo evanescente,
todo esto fue muy importante para la constitución
de la ideología burguesa. Véase
“Juliette o Ilustración o moral”
en Max Horkheimer y Theodor W. Adorno. Dialéctica
de la Ilustración. Madrid, Trotta,
1994 p.142. Sobre la apatía en Sade véase
también Gilles Deleuze. Presentación
de Sacher-Masoch. Lo frío y lo cruel.
Buenos Aires, Amorrortu, 2001, pp 31-33.
3 Cf. Jacques
Lacan. “Kant con Sade”. Escritos
2. México, Siglo XXI, 2002, pp 745-748.
4 Cf. Ibid,.
pp 746-747.
5 Cf. Rolando
H. Karothy. “El goce Sadiano”. Contexto
en Psicoanálisis. Los Goces. Buenos
Aires, Ed. Lazos, 2006, p. 33.
6 La historiadora
Francines Du Plessik Gray en su obra Marqués
de Sade. Una Vida. Buenos Aires, Vergara,
2000, p.278 señala que el Marqués
era un hombre culto, representante de los Ilustrados
de la época, tenía como obras predilectas
las obras de Voltaire, Rousseau y el “Sistema
de Naturaleza” del Barón Holbach,
este libro resumen del materialismo de la Ilustración.
7 Cf. Rolando
H. Karothy, op, cit,. p. 37.
8 Cf. Ibid,.
p.36
9 Cf. Jacques
Lacan, op, cit,. p.748.
10 Cf. Ibid,.
pp 749-750.
11 Cf. Ibid,
.p 751.
12 Cf. Ibid,.
p. 753.
13 Cf. Alexandre
Stevens. “Una carta de Sade”. Jacques
Alain Miller et al,. Perversidades. Buenos
Aires, Eol, Paidós, 2001, pp 61-62..
14 Comentarios
de Mtra Laura Páez. Centro de Investigación
y Estudios Psicoanalíticos. 2006
15 Hannah
Arendt en su obra Eichmann en Jerusalén.
Un estudio sobre la banalidad del mal. Madrid,
Lumen, 1999 realiza una reflexión sobre
“El Mal”, creando un calificativo
para este, “lo banal”. Arendt hace
una reflexión sobre el mal en la conducta
humana refiriéndose al genocidio realizado
por los nazis; habla de conducta y castigo y
de destrucción y muerte justificados por
“una obediencia debida”. Su obra
y su reflexión me resultan pertinentes
hoy para pensar en Afganistán, Irak, Líbano
y en particular Palestina, así como en
las justificaciones múltiples que se pueden
construir para lo que constituye un elemento
de la paradoja, la destrucción.
16
Comentarios de
la Mtra Gabriela Padrán. Centro de Investigación
y Estudios Psicoanalíticos. 07-02-06.
17Cf. Loc
cit,.
18 Cf. Jacques
Lacan op, cit ,p. 755.
19 “La
filosofía en el Tocador” contiene
unas páginas que resultan una muestra
importante del racionalismo de “las Luces”,
por ejemplo en el “Quinto Diálogo”
Sade aporta una crítica interesante al
discurso religioso católico. Ver. La
filosofía en el Tocador. Madrid,
Melsa, 2003, pp 135-190.
20 El Marqués
es colocado por Lacan como víctima por
la prisión de que fue objeto a instancias
de su suegra, Mme Montreuil que por algunos es
ubicada en la posición de verdugo. Quien
conozca la biografía de Sade debe saber
que a Donatien lo encerraron por primera vez
por largo tiempo en Vicennes, del año
1777 al año 1784 y que no sólo
fue a instancias de su suegra sino también
de un tío del Marqués, el Abad
de Sade; ambos lo habían protegido del
brazo de ley por diez años porque la conducta
de Sade había dañado a varias mujeres
y había hecho escándalo entre las
conciencias ilustradas de París. Ambos
protectores habían invertido mucho sentimiento,
dinero y esfuerzo en proteger a Sade, hasta que
se dieron por vencidos sobretodo porque si lo
mantenían preso podría salvarse
el honor ya mancillado de la familia, principalmente
del los hijos aún pequeños del
Marqués. Sade estuvo preso muchos años
pero no continuos, algunas veces llegó
a prisión porque volvía a repetir
su conducta, o porque publicaba algún
texto considerado obsceno o por circunstacias
derivadas de su situación de aristócrata
en plena efervescencia revolucionaria.
21 Cf. Jacques
Lacan op, cit,. pp. 761-762.,
22 Lacan
se refiere sobre todo al texto “La filosofía
en el tocador”. El Marqués había
estudiado en su infancia con los jesuitas franceses
que más que cualquier otra orden se interesaban
por determinar las raíces de la conducta
pecaminosa. Lo importante era analizar los pecados,
más que castigarlos, de ahí que
gran parte del discurso de Sade utilice la casuística
jesuita para justificar los actos en sus obras
como indispensables para profundizar el conocimiento
del corazón del hombre. Véase a
Francine Du Plessix Gray op, cit,.p.43
23 Donatien
había estado preso en Vicennes 13 años,
después en Saint Pelagie de 1801 a 1803,
después en Bicetre en 1803 y sólo
fue trasladado a Charenton -en dónde moriría
en 1814- ante la presión familiar. Su
estancia en Charenton no es obra de benevolencia
o de elección gubernamental como sugiere
Lacan, fue debido a que la familia gestionó
el traslado para una mayor comodidad del Marqués
(Charenton implicaba una erogación por
parte de la familia) y para preservar el honor
de los hijos del Marqués. Fouché
y Dubois tramitaron el traslado.
24 Cf. Jacques
Lacan op,cit,., pp. 762.
25 Comentario
de Jean-Baptiste Fages. Para comprender a
Lacan, Buenos Aires, Amorrortu, 2001, p.
148.
26 Cf. Jacques
Lacan, op, cit,. p. 765.
27 Cf. Ibid,
p. 765.
28 Cf. Loc
cit.
29 Tal vez
“La filosofía en el tocador”
pueda ser una expresión muy importante
del discurso que Sade había heredado de
los jesuitas. Con las narraciones de orgías
se mezclan interesantes discursos filosóficos
en particular tratando de justificar los hechos,
agregando además discursos políticos
que realmente atacaban a Robespierre y a Rousseau.
Ver a Francine Du Plessix Gray, op, cit,.pp
377-379.
30 Cf. Jacques
Lacan, op, cit, p. 767
31
Cf. Loc cit,.
32 Cf. Elisabeth
Roudinesco. Lacan. Esbozo de una vida, historia
de un sistema de pensamiento. México,
Fondo de Cultura Económica, 2005, p. 457.
33 Cf. Jacques
Alain Miller. “ Fundamentos de la perversión”.
Perversidades, op, cit,. p. 37
Referencias:
Hanna Arendt.
Eichmann en Jerusalén. Un estudio
sobre la banalidad del mal. Madrid, Lumen,
1999.
Gilles Deleuze. Presentación de Sacher
Masoch. Lo frío y lo cruel. Buenos
Aires, Amorrortu, 2001.
Franncines Du Plessik. Marqués de
Sade. Una vida. Buenos Aires, Gray Vergara,
2006.
Jean Baptiste Fages. Para comprender a Lacan.
Buenos Aires, Amorrortu, 2001.
Max Horkheimer y Theodor W, Adorno. Dialéctica
de la Ilustración. Madrid, Trotta,
1994
Jacques Lacan. “Kant con Sade”. Escritos
2. México, Siglo XXI, 2002
Jacques Alain Miller “Fundamentos de la
perversión. Perversidades. Jacques
Alain Miller, et, al. Buenos Aires, Paidós
2001.
Rolando H. Karothy. “El Goce Sadiano”.
Contexto en psicoanálisis. Los Goces.
Buenos Aires, Lazos, 2006.
Elisabeth Roudinesco. Lacan. Esbozo de una
vida, historia de un pensamiento. México,
Fondo de Cultura Económica, 2005.
Donatien Sade. La filosofía en el
Tocador. Madrid, Melsa, 2003.
Alexandre
Stevens. “Una carta de Sade”. Perversidades.
Jacques Alain Miller, et, al, Buenos Aires, Paidós,
2001.
Marcela
Suárez Escobar
Universidad Autónoma
Metropolitana Azcapotzalco., México. |