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Por Martha García y
Alejandro Díaz
Número
55
A
pesar de que la izquierda no tiene un referente
histórico actual, que el modelo económico
sigue condicionando la política social,
y que la izquierda electoral ha demostrado que
también es susceptible de corrupción,
el avasallador triunfo del presidente de Venezuela
Hugo Chávez en las elecciones federales
del 2006 cerró el ciclo electoral en la
región y potenció el viejo discurso
nacionalista y antiimperialista. Evidentemente,
las urnas confirman que hay una tendencia hacia
la izquierda electoral en la región, pues
de nueve elecciones federales que se sucedieron
en América Latina el año pasado,
sólo cuatro: Colombia, México,
Perú, y Costa Rica abiertamente se consideran
gobiernos de centro derecha (Tabla 1).
País |
Fecha
(2006) |
Presidente
electo |
Chile |
Enero |
Michelle
Bachellet |
Costa Rica |
Febrero |
Oscar Arias |
Colombia |
Mayo |
Álvaro
Uribe |
Perú |
Junio |
Alan García |
México |
Julio |
Felipe Calderón |
Ecuador |
Octubre |
Rafael Correa |
Nicaragua |
Octubre |
Daniel Ortega |
Brasil |
Octubre |
Lula Da Silva |
Venezuela
|
Diciembre |
Hugo Chávez |
Estos resultados
constituyen una clara respuesta a las políticas
de ajuste que imperaron en la década pasada
y que limitaron el crecimiento económico
incrementando la pobreza y marginación,
y que llevó al cuestionamiento de la democracia
como régimen óptimo para solucionar
los grandes problemas de la región tal
como los señaló el Programa de
las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)
en América Latina al afirmar que “existe
malestar en la democracia pero no con la democracia”1.
El avance en
el ejercicio de una democracia electoral es evidente
a lo largo de las últimas décadas.
En la región, ahora se realizan elecciones
prácticamente sin ningún tipo de
cuestionamiento a su legitimidad, sin embargo,
es mínima la satisfacción en la
enorme mayoría de la población,
pues las democracias latinoamericanas se han
instalado en sociedades pobres donde más
del 40 por ciento se encuentra por debajo de
la línea de la pobreza -la mitad de ellos
indigentes-, donde conviven sociedades altamente
desiguales y tanto la exclusión como la
corrupción campea nuestra cotidianidad.
Esta situación se destaca en el Informe
sobre la Democracia en América Latina,
el PNUD advierte que la proporción de
latinoamericanos que estarían dispuestos
a sacrificar un gobierno democrático en
aras de un progreso real socioeconómico
supera el cincuenta por ciento, lo que se evidenció
con el triunfo de Chávez en Venezuela,
el regreso de Daniel Ortega en Nicaragua, y el
de Alan García en Perú –a
pesar de los grandes problemas económicos
y sociales en que dejó este último
a su país en el segundo lustro de los
años ochenta.
El informe que
presenta el Centro para la Apertura y el Desarrollo
de América Latina (CADAL)2
nos revela información relevante que permite
evaluar el grado de libertad económica
y política así como los niveles
de corrupción. En este estudio sobre democracia
y desarrollo, nítidamente se observa que
Venezuela aparece muy mal evaluado sólo
superando a Cuba y Haití; al respecto,
recordemos que este último encabeza la
lista en América Latina de la clasificación
de Estados Fallidos3
y en el caso de la isla es conocido su alto grado
de opacidad en la gestión gubernamental.
Si bien es cierto
la izquierda ha ganado espacios, sin embargo,
es claro que ésta ha perdido sus referentes
históricos, lo que los ha obligado a ampliar
las opciones de gestión de gobierno, en
donde el “abanico de izquierda” abarca
desde la izquierda confrontacional bajo el liderazgo
de Chávez y aglutina a Evo Morales en
Bolivia y tibiamente a Ecuador y Nicaragua, pasando
por una izquierda con programas al viejo estilo
keynesiano como la de Kirchner en Argentina y
Tabaré Vázquez en Uruguay hasta
una izquierda más vinculada a los procesos
de globalización como la de Lula en Brasil
y Bachellet en Chile.
No obstante,
es evidente que lo que sustenta a la izquierda
(en singular – la del chavismo
y la del diálogo-) electoral
en América Latina, es la lucha contra
la pobreza y la desigualdad, son los 40 % de
pobres en Venezuela, los 42% de Brasil, 58% de
Nicaragua, 52 % de Ecuador, los miles de desempleados
de Argentina, los millones de indígenas
marginados en Bolivia y Ecuador , en pocas palabras
cerca de 210 millones de personas agobiadas por
la pobreza y desigualdad en América Latina
que claman por una mejora en la “calidad
de vida” aún sacrificando democracia
(como es el caso de la República Bolivariana
de Venezuela).
Venezuela
un laboratorio político
En
este contexto es que el experimento venezolano
se debe analizar con mucho cuidado pues
constituye un régimen que declaradamente
busca establecer el socialismo – exactamente
como se escribe – en pleno siglo XXI, este
concepto que en voz de Chávez incluso
alcanza dimensiones desconocidas y contradictorias,
por ejemplo, cuando afirma “Nosotros, el
Movimiento Bolivariano, yo Hugo Chávez,
no soy marxista pero no soy antimarxista. No
soy comunista pero no soy anticomunista”.
Ante el difícil
panorama social que enfrenta la región
evidentemente la geopolítica que busca
el chavismo pretende aglutinar en su entorno
a gobiernos tan disímiles como los considerados
de izquierda moderada (Brasil y Argentina) y
gobiernos extraregionales como el caso de Irán
y Corea del Norte
Si bien es cierto
que la historia se escribe desde el presente,
es evidente que para el Comandante la historia
no sólo cae en el olvido, sino que incluso
realiza una relectura diametralmente opuesta
a lo que la última década del siglo
pasado nos mostró, es decir parecería
que el experimento del socialismo real no hubiera
fracasado estrepitosamente a finales del siglo
XX, y que las raíces de dicho fracaso
evidentemente no se relacionaban con la pésima
gestión burocrática y abusiva de
una dirigencia que sí tuvo los beneficios
que puede otorgar el poder absoluto y que en
el nombre del socialismo cometió errores
importantes en la gestión social y económica
de dichos países.
Obviamente a
su nuevo socialismo le da un toque de “originalidad”
para poder ser vendido al auditorio que reclama
un cambio en la calidad de vida no sólo
en Venezuela, sino en todo el continente De tal
manera que Chávez se presenta como un
líder que aparentemente escapa del paradigma
del líder oscuro y tirano como los que
nos presentaron de la antigua Europa Oriental.
Es obvio, Chávez el nuevo líder
de la izquierda electoral –radical-
en su discurso adiciona el pensamiento de Bolívar
a la idea del nuevo socialismo, pretendiendo
hacer creer que Bolívar fue un socialista,
cuando es evidente que se trató de un
liberal, apegado a la mejor tradición
de Montesquieu4.
En esta línea
es importante señalar la temporalidad
de las dos grandes figuras que se repiten constantemente
en la retórica de Chávez: Bolívar
y Marx (aunque éste último de manera
indirecta). Ambos aparecen en el discurso como
figuras cuyo pensamiento se relaciona y abona
a la idea de lo que hoy es el discurso oficial
en Caracas. Y como la historia se escribe de
acuerdo al dictador de turno, se olvida que cuando
Marx nació ya Bolívar tenía
treinta y cinco años y cuando Marx escribe
su primera obra conocida, su tesis doctoral en
18415, Bolívar
había muerto. Por tanto, Simón
Bolívar no se pudo inspirar en Marx puesto
que no conoció la obra del socialista
más importante. Más aún,
cuando se logra la independencia de Venezuela
y de los países bajo influencia de Bolívar
en 1821, Marx apenas tenía tres años,
obviamente, no pudo haber influido en la formación
política de Bolívar. Sin embargo,
Marx sí conoce la obra de Bolívar
y escribe para la New American un artículo
biográfico sobre Simón Bolívar.
Marx trabajó la biografía conjuntamente
con Engels, la cual se publicó en 1858
bajo su autoría con el título de
Bolívar y Ponte6.
Lo anecdótico del escrito de Marx es que
considera a Bolívar traidor, cobarde,
desleal, militarmente inepto, racista y dictador.
Todo indica
que el pensamiento de Bolívar tenía
esencialmente una base liberal, asentado en los
principios de la Ilustración y que nada
tenía que ver con el socialismo, ni el
marxista ni el utópico. Y tal como sabemos,
Marx fundamentó sus principales ideas
de socialismo como cuestionamiento a la teoría
del liberalismo. Por tanto, es contradictorio
afirmar que alguien como Bolívar, a comienzos
del siglo XIX, adherido a la fe liberal pudiese
ser simultáneamente precursor del socialismo7.
No cabe duda,
el modelo económico que hoy promueve Chávez
para Venezuela es rentista, primario exportador,
con la aplicación de un viejo keynesianismo
y con una fuerte política asistencial
de desarrollo social a los estratos más
bajos que indiscutiblemente dan viabilidad a
su mandato a través de enormes circuitos
de apoyo y de vigilancia del régimen.
La fuerte afluencia de divisas ha sido la pieza
fundamental para el éxito del gobierno
en turno. Desde la llegada de Chávez al
poder en 1999, los precios del petróleo
han aumentado de cerca de 10 dólares por
barril a los máximos históricos
de más de 75 dólares, lo que ha
representado para las finanzas venezolanas recibir
hoy cerca de 60 mil millones de dólares
por concepto de exportaciones, situación
que ha permitido estabilizar su economía
a pesar de la estrepitosa caída del período
2002-2003
Con sus gigantescas
reservas del hidrocarburo y gas que se ubican
entre las cinco primeras del mundo, Venezuela
presagia que seguirá contando con ingentes
recursos para financiar su sueño de la
integración bolivariana bajo tutela de
Caracas. Sin embargo, Venezuela evidencia que
a pesar de las promesas políticas y/o
deseos bien intencionados de los gobiernos de
izquierda, el modelo económico sigue condicionando
a la izquierda electoral8,
baste como ejemplo señalar que en las
antípodas del discurso “antiyanqui
y anti-imperialista”, Venezuela exporta
actualmente 1.5 millones de barriles de petróleo
a Estados Unidos constituyendo el cuarto proveedor
mundial de este estratégico recurso. ¿Quién
gana en esta relación? Evidentemente es
una simbiosis, la suma es importante para la
economía de Estados Unidos quien desea
mantener esta relación, sin embargo, también
para Venezuela representa el 60% de sus exportaciones,
además no sólo exporta crudo, sino
que lo procesa en suelo estadounidense a través
de Citgo, una filial de PdVSA. Y aunque existe
posibilidades de que Venezuela cambie de mercado
hacia China, esto se traduciría en un
incremento de costos en términos de transporte
y refinación del crudo, situación
que tendrían que analizar los responsables
de la política petrolera en Venezuela,
pues los costos reducirían la posibilidad
de ampliar el número de beneficiarios
de su política social y en consecuencia
agotaría su margen de acción basado
en el clientelismo político, no obstante,
en definitiva la última palabra la tiene
el propio Chávez.
Finalmente,
en términos políticos el chavismo
le apuesta a la democracia directa, la cual puede
parecer un planteamiento atractivo, porque se
traduciría en mayor participación
de los ciudadanos en la vida política,
sin embargo, no necesariamente implica una profundización
de la democracia. Por el contrario, deviene en
un control político férreo de los
canales de decisión democrática.
La razón estriba en que los sistemas degeneran
fácilmente en sistemas aclamacionistas
donde el pueblo juega un papel activo en apariencia,
toda vez que las decisiones importantes ya han
sido tomadas previamente y el colectivo únicamente
la refrenda, como ocurre hoy en Venezuela.
Notas:
1
Informe sobre la Democracia en América
Latina 2004. PNUD
2 Ver Democracia,
Mercado y Transparencia 2006, CADAL, 2007.
3 La revista
Foreign Policy y el Fund for Peace presentaron
en agosto de 2005 la primera edición del
índice de Estados Fallidos, en el se analiza
la situación de los países del
mundo que podrían estar al borde del “colapso”
por sus problemas sociales, económicos,
políticos y militares.
4Una importante
aportación sobre la relación de
Bolívar y Marx se puede encontrar en el
texto de Guerrero, C (2005), “Liberalismo
y republicanismo en Bolívar: usos de Constant
por el padre fundador”, Universidad Central
de Venezuela.
5 A los 23
años presenta su disertación doctoral
“La diferencia de la filosofía de
la naturaleza en Demócrito y Epicuro”.
6 Para un estudio
completo ver: Karl Marx : Bolívar y Ponte,
Introducción de José Aricó.
Ediciones Sequitur, Madrid, 2001.
7 Evidentemente,
esta referencia es intrascendente para los millones
de venezolanos que viven en pobreza y que apenas
alcanzan un mínimo porcentaje de escolaridad.
Un análisis similar se podría realizar
tras los discursos de los dos líderes
políticos más confrontados en los
dos últimos años en México:
Andrés Manuel López Obrador y Vicente
Fox, ambos juarista de corazón a pesar
de ser ideológicamente opuestos.
8 Además
de Venezuela, “la otra izquierda”,
liderada por Chile y Brasil lo ejemplifican.
El primero gobernado por Michelle Bachellet está
realizando tratados de libre comercio con Estados
Unidos. Brasil por su parte, realiza medidas
que serían la envidia de gobiernos de
derecha como es el no tener déficit fiscal.
En situación similar se encuentra Bolivia,
quien difundió la idea de que se nacionalizó
el gas y petróleo, y sin embargo, es un
hecho, más que un proceso de expropiación
de empresas podemos hablar sólo de una
negociación de contratos.
Mtra.
Martha García Damián
Profesora investigadora del Departamento de Estudios
sociales y Relaciones Internacionales. Tecnológico
de Monterrey Campus Estado de México,
México.
Mtro.
Alejandro Díaz Quiroz
Profesor del Departamento de Economía Humanidades
delTecnológico
de Monterrey Campus Toluca, Estado de México,
México. |