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Agosto 2003

 

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In-mediata

Elementos Inexplorados sobre la Piratería en México

 
Por Leonardo Peralta
Número 34

Las digitalización de la industria fonográfica acaecida a inicios de la década de 1990 tuvo consecuencias inesperadas cuando la tecnología hizo posible que las computadoras caseras pudieran "succionar" la música localizada dentro de los CD's y almacenarla en disco duro con el fin de escucharla en otro momento. Sin embargo, el fenómeno que realmente ha puesto a la industria de la música en un estado semicomatoso ha sido, más que nada, la piratería profesional que se ha expandido al punto que en países como Taiwan, Rusia y México, la cantidad de fonogramas (y videogramas) comercializados a través del mercado negro superan los vendidos por los canales tradicionales (supermercados, tiendas especializadas, librerías, etc.)

En todos estos casos la reacción de los organismos que defienden los intereses de las casas productoras (la RIAA en los Estados Unidos) recurren invariablemente a un enfoque punitivo dirigido a castigar a quienes producen discos piratas y a la destrucción de la mercancía. Esto junto con campañas publicitarias en las que se pretende concientizar al público acerca del daño que la piratería causa ea los artistas.

Sin embargo, esta política de acción no ha podido hacer mella en la floreciente industria del disco pirata y (tal como sucede en el combate a las drogas ilegales) apenas se apagan los reflectores de los últimos decomisos para que los proveedores vuelvan a la carga con nuevos envíos de mercancía que inundan (literalmente) al país. Pero hete aquí que los encargados de la protección a la propiedad intelectual quizá han pasado por alto algunos detalles inherentes de la cultura mexicana que deberían tomar en cuenta antes de cargar contra la siguiente bodega de CD's piratas.

1.- El diferencial económico: el hecho de que los discos vendidos en nuestro país tengan costos equivalentes (e incluso superiores) a los precios de países desarrollados es un elemento que se suele obviar a la hora de comprender por qué la gente ni siquiera se anima a considerar la compra de un CD legítimo como primera opción. Para comprobarlo muestro una tabla comparativa de precios del último álbum de la banda Metallica, Saint Anger en tiendas de los Estados Unidos y de México:

Nombre de la tienda
País
Precio
Amazon.com Estados Unidos $ 13.49 USD
TowerRecords USA Estados Unidos $ 13.00 USD
Mixup.com México $ 23.19 USD *
El Palacio de Hierro México $ 17.80 USD *

* Precios calculados en USD a un tipo de cambio de $ 10.65 pesos por dólar

Haciendo una rápida consulta al índice de salarios mínimos vigentes en el Distrito Federal (los más altos del país) encontramos que el salario mínimo vigente es de $ 4.09 USD al día1, por lo que el disco Saint Anger de Metallica cuesta 5.66 días de salario mínimo mexicano si lo compramos a través de Mixup.com, y de 4.35 días de salario mínimo si lo compramos en El Palacio de Hierro. A este respecto puede decirse que no es problema de las disqueras que los salarios sean tan bajos, pero tampoco podemos decir que es culpa de los consumidores que exista una opción más barata, cosa muy natural en cualquier economía de mercado (aún cuado esta opción violente disposiciones legales de todo tipo).

Los Canales de Distribución
Desconozco los mecanismos de distribución empleados por la industria del fonograma y del videograma para hacerle llegar sus productos al público consumidor. Sin embargo, es un hecho que si el material requerido no pertenece a los éxitos del momento, comienzan los problemas para dar con el material en su versión original.

En mi experiencia personal, cuando quise comprar el DVD de Animatrix con el fin de analizarlo (ver artículo mes de julio), me encontré conque a dos semanas de su introducción al país, se había agotado en todas las tiendas de discos, librerías y tiendas departamentales de la Ciudad de México, siendo la mayor agravante que nadie supo informarme cuando llegaría un nuevo embarque (y en esto incluyo tiendas especializadas en discos, donde solamente atinaron a decirme que vendría un nuevo cargamento en un punto no determinado de los próximos meses).

Esto sin considerar que en buena parte del país los discos no solamente llegan tarde, mejor dicho, no llegan siquiera.

La Cultura del Mercado Negro
Pese a que, gracias a los tratados de libre comercio suscritos por México tenemos acceso a productos provenientes de todo el mundo, este país padeció desde tiempos inmemoriales de un bloqueo hacia los artículos provenientes del exterior e, incluso de otras regiones del país. Impuestos como las alcabalas (impuestos a las mercancías que cruzaban de un estado a otro) estimularon la creación de amplias y sólidas redes de contrabando que se han perfeccionado a lo largo de la historia del país.

Por otro lado, el crecimiento desmesurado del ambulantaje ha provisto a los piratas de un amplísimo canal de distribución minorista que llega a todas partes del país e inclusive (al ser los ambulantes consecuencia del pobre desempeño de la economía nacional) se convierten en una salida al desempleo creciente en el país, por lo que las autoridades se muestran poco dispuestas a atacar este canal de distribución, por temor a desatar inconformidades sociales apenas contenidas.

Sobre este particular podemos concluir que la piratería es la taratanieta de prácticas de mercado negro establecidas hace ya varios siglos, por lo que su erradicación será tan difícil como barrer con otras prácticas enraizadas en nuestra sociedad como la corrupción y la impunidad.

Los Valores Mexicano:
E
l Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM realizó en 19962 un estudio acerca de lo que los mexicanos pensábamos acerca de un cúmulo de elementos referentes a nuestra identidad. Una de estas preguntas decía: ¿Usted cree que el pueblo debe obedecer siempre las leyes, cambiarlas si no le parecen o desobedecerla si la consideran injusta? El 36% opinó que la ley debería obedecerse siempre, el 29% dijo que habría que cambiar la ley si no le parecía y un 29% dijo que el pueblo puede desobedecer la ley si la considera injusta (el 6% no contestó).

Así pues, tenemos que el 58% de la población encuestada no siente que el orden legal sea en modo alguno mandatorio, por lo que puede ser violado sin grandes remordimientos de conciencia. Los esfuerzos por concientizar a los ciudadanos sobre la inconveniencia de adquirir artículos piratas son semillas que caen en tierra árida y auguran que el mercado de mostrará impermeable a los argumentos expresados por los empresarios del disco. Esto sin mencionar que esta debilidad en la aplicación de la ley es una puerta abierta para que la corrupción degrade los esfuerzos por poner orden en el caótico panorama de la piratería.

Conclusión
Podemos concluir que la piratería ha encontrado en nuestro país un terreno fértil caracterizdo por una economía donde bienes culturales como los discos y DVD's (sin mencionar otros bienes víctimas de la piratería) poseen precios prohibitivos para la mayor parte de los mexicanos, una frágil red de distribución de artículos legales, una infraestructura de negocio de la piratería bien establecida y pulida a lo largo no de décadas, sino de siglos de labor clandestina; así como una población que no siente conflicto alguno al comprar artículos piratas, sino que los ve más bien como un remedio barato a la necesidad de poseer artículos que satisfagan las capas superiores de la célebre pirámide de Maslow.

Es evidente que la erradicación de la piratería requiere se ratacada por el frente legal (ni duda cabe), pero también es necesario una visión de amplio rango que permita que la piratería se acabe por un método más natural y deseable para todos: el fin de la piratería por simple ausencia de demanda.


Notas:

1 El salario mínimo se calculó en base al salario mínimo general vigente en la zona A de la República Mexicana y se dividió entre un factor de 10.65 que fue la cotización del dólar al día 31 de julio de 2003
2 BELTRÁN, Ulises; CASTAÑOS, Fernando et al., Los mexicanos de los noventa., Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM., 1996., 208 p.


Lic. Leonardo Peralta
Colaborador del Grupo Editorial Expansión y socio de la consultora Alebrije Comunicación

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