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Enero 2003

 

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In-mediata

El Ala Oeste del Poder

 
Por Leonardo Peralta
Número 30

Una de las características que el poder político contiene dentro de sí en el contexto latinoamericano es el aire de secrecía, complot y movimientos debajo de la mesa que permea el quehacer político al igual que nuestro muy magullado país. El ejercicio de la política se concibe enmedio de llamadas telefónicas furtivas, personas conversando en la oscuridad y siempre a las calladas, apareciendo enmedio de la multitud sólo para certificar que las cosas que mandan sean obedecidas.

Bajo este paradigma, una de las escasas telenovelas que se han atrevido a cruzar el río del drama facilón y los personajes de papel maché fue Nada Personal, producida por la empresa independiente Argos y transmitida por TV Azteca a finales de la década de los 1990. Esta telenovela (que giraba alrededor de complots políticos, búsquedas de la verdad y periodistas enmedio del fuego cruzado de narcos y policías) tuvo a bien atreverse a exponer la teoría -moneda cotidiana en el entorno cotidiano- de que en las cimas del poder conviven los más conspicuos delincuentes y los más honestos políticos haciendo buenas migas, jugosos negocios y de vez en cuando, ejecuciones coordinadas.

Uno de los personajes más oscuros de dicha serie era un político encumbrado que movía las piezas del ajedrez de la historia estableciendo llamadas con secretarios de estado, procuradores de justicia y con narcotraficantes de los cuales era aliado, Sin embargo, todos los tejes y manejes de dicho personaje aparecían ocultos por el efecto del efecto de contraluz con el que siempre era retratado.

El poder parece estar en las sombras, y tal vez sea cierto, pese al nuevo panorama político que gravita en nuestro país desde el 2000, de hecho, pese al trabajo seminal de intelectual mexicano Daniel Cosío Villegas y las novelas (poco apreciadas) del escritor Luis Spota para develar el funcionamiento del poder en México, parece al día de hoy que muchos mecanismos del ejercicio del poder siguen siendo secretos, oscuros.

Los medios de comunicación en México no han podido abordar de manera directa el funcionamiento de los hilos del poder detrás de las conferencias de presa y las declaraciones de secretarios de estado y funcionarios encumbrados sobre los asuntos que tocan la médula espinal del funcionamiento de nuestro país. Fuera de algunas dramatizaciones, la televisión se mantiene al margen del poder, quizá por la extraña simbiosis que viven ambos poderes a raíz del particular regimen de propiedad vigente.

Sin embargo, parece que en los Estados Unidos tienen muy claro que la transparencia es un positivo motor del ejercicio del poder y lo muestran sin mayores restricciones ante la teleaudiencia. Su más acabado producto es una serie que trata, lisa y llanamente del funcionamiento de la Casa Blanca, desde el punto de vista de sus protagonistas, Presidente incluido.


Esta serie, emitida en Estados Unidos por la cadena NBC y en Latinoamérica por el canal de TV restringida Warner Channel ha sido ganadora de múltiples premios, además de que ha generado todo un culto de la serie, sus protagonistas y el país paralelo que han creado.

Su trama es sencillamente la vida de los colaboradores más cercanos del ficticio presidente Josiah "Jed" Bartlet, demócrata, quien gobierna los Estados Unidos desde hace ya un período presidencial. Y si bien esta serie es una ficcionalización de la Casa Blanca, podemos decir que tiene a su favor un equipo guionistas competentes, así como la ayuda de gente como Patrick Caddel (estratega y encuestador de Jimmy Carter) y Dee Dee Myers (secretario de prensa durante la administración de William Clinton). El creador de la serie, Aaron Sorkin, se ha especializado en escribir guiones relacionados con la figura presidencial norteamericana. Fruto de esto son sus películas "The American President" y "A Few Good Men".

Punto y aparte de la crítica de televisión (que no pretendo hacer aquí) quisiera agregar que el estilo visual y narrativo de la serie es altamente complejo, pero atrayente, por lo que a pesar de que mucho del contexto donde ocurren las peripecias del equipo presidencial de The West Wing es ajeno a la realidad nacional, nada parece fuera de lugar y el argumento corre del enfrentamiento militar de los Estados Unidos con la ficticia república de Qumar (un estado islamista que rememora a la Arabia Saudita), pasando por enfermedades crónicas, enredos amorosos sin perder en momento alguno el tono de que las cosas que allí ocurren son plenamente factibles y posibles.

Nuestro país se encuentra muy lejos de poder emular series con este enfoque del poder político, tanto por la infraestructura que requiere como por la apertura y franqueza de quienes participan en él. Me parece que el verdadero cambio se verá cuando el poder político no solamente se pueda ver a través del prisma de los noticieros, sino a través de la narrativa y la ficcionalización, donde podrá el poder verse a sí mismo sin temer los fantasmas judiciales que ahora parecen perseguir a los protagonistas del gobierno del cambio mexicano.


Lic. Leonardo Peralta
Colaborador del Grupo Editorial Expansión y el semanario Cambio. Escritor y socio de la consultora Alebrije Comunicación

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