Por Leonardo Peralta
Número 35
Para Alí: youth
is power / youth is flower / youth are you
Hace algunos años circunstancias
de la vida me pusieron en la situación de dar clases en una
escuela preparatoria. Sin estar muy convencido de ello me di a la
tarea de ilustrar a un grupo de adolescentes nociones básicas
de ortografía y redacción (y vaya que tenían
que ser básicas). Los resultados de mi labor docente fueron
más que lamentables en términos de audiencia (terminé
reprobando a más de la mitad de mis pupilos) y hubo por allí
un par de padres de familia bastante molestos por haber castigado
a sus hijos por jugar inocentes juegos de plagio, sin mencionar
que me gané en unos meses la fama oscura de ser un profesor
dálmata (perro manchado), lo cual no me importaba, pero tampoco
me hizo muy feliz.
Más allá de mi papel
como catedrático (muy breve y discultible por cierto), dar
clases en una escuela preparatoria me hizo conocer una variedad
de experiencias que iban de lo sublime a lo grotesco. De las pequeñas
faltas e insolencias propias de adolescentes acostumbrados a no
ponerle diques a sus caprichos pasamos en unas cuantas semanas a
conocer narraciones bastante oscuras de sexualidad adolescente,
consumo de alcohol y drogas, dramas familiares, nihilismo existencial
y el sinsentido de la vida en lo que algunos llaman "la flor
de la vida".
Al terminar mi asignación
académica, durante el transcurso de unas vacaciones me quedé
reflexionando que lo escuchado en pasillos y prescenciado en el
salón de clases valía la pena como material para hacer
una película o una serie televisiva sobre la vida de una
preparatoria. En aquel entonces mi único referente sobre
el particular era una serie mexicana de la década de 1980
llamada "Cachún Cachún Ra Ra", donde un
grupo de estereotipos desafortunados actuaban enmedio de situaciones
poco graciosas con una acción narrativa mendicante y resultados
desabridos.
En cuanto al panorama norteamericano,
sabía que series televisivas como The Wonder Years, y Beverly
Hills 90210 a finales de la década de 1980 e inicios de 1990
habían tocado el tema de la vida escolar, aunque de manera
ciertamente tangencial. Tuvo que pasar una década y media
para que el tema de la escuela preparatoria fuera tomado íntegramente
para construir una serie televisiva alrededor de la vida en una
escuela preparatoria (gringa, dicho sea de paso) contemporánea.
Me refiero a la serie Boston Public, producida por David E. Kelley,
responsable en buen parte del auge del canal FOX (propiedad del
conglomerado de medios News Corp.) a través de series muy
populares como Los Practicantes, Ally McBeal y Chicago Hope.
La serie de marras tiene lugar en
la ciudad de Boston en el tiempo actual y el centro de la acción
es la preparatoria Winslow High, donde trancurren las vidas de alumnos,
profesores y directivos. Esto sin mencionar que en el escenario
de esta preparatoria sirve como teatro para reflejar temas de la
sociedad norteamericana contemporánea de todo tipo: desde
la sexualidad entre adolescentes, pasando por la anorexia y la bulimia;
la violencia juvenil, la música rap, las drogas, la religiosidad;
e inclusive se dan el lujo de criticar situaciones como la pederastia
ejercida por ministros del culto católico en la ciudad de
Boston o la precaria situación económica que prevalece
en el sistema educativo público de los Estados Unidos.
Por ello no deja de sorprender que
la audacia temática presentada en cada capítulo no
esté reñida con la agilidad de la trama o la verosimilitud
de los personajes, quienes se mueven entre varios niveles, tanto
como miembros de una comunidad educativa como parte de estructuras
como familias, parejas e incluso como ciudadanos de su ciudad y
su país. Todo ello en el lapso de apenas media hora aproximada
de duración.
Sin recurrir a escenarios suntuosos
o efectos especiales costosos, un reparto de actores relativamente
poco conocidos (en la que se encuentra un ex miembro del grupo de
pop New Kids on the Block y una actriz famosa por sus apariciones
en la serie Star Trek), junto con un grupo de actores jovencísimos
(afortunadamente ya no estamos en las épocas donde un adolescente
era representado por un adulto de 35 años) y un equipo de
16 guionistas (una cantidad impensable para los estándares
latinoamericanos) logra un trabajo creíble donde los personajes
existen sin caer en clichés o en la repetición de
historias o el simple tedio narrativo.
En momentos en los que las producciones
televisivas de Latinoamérica padecen serias penurias económicas
y donde los killer formats (formatos televisivos de gran
popularidad y efímera duración como los talk shows
o los reality shows) se llevan la mayor parte de los
recursos, esta serie nos recuerda que los formatos "tradicionales"
tienen todavía mucho que decirle al público. Sin embargo,
también este es un tema para reflexionar en torno al papel
del guionista en el producto (sea una película, una serie
televisiva u otro medio expresivo como el teatro o la ópera).
Un guionista en Latinoamérica
(por no mencionar nuestro país) se encuentra en el nivel
más recóndito en la estructura de trabajo de los medios.
Es conocido que los guionistas suelen enfrentarse con severas carencias
económicas y un sistema laboral que los condenaa la inestabilidad
y a la precariedad. El trabajo deja de ser creativo y se convierte
en un infierno que todo lo degrada. Ello contrasta con la importancia
que se le concede al guionista en las producciones norteamericanas,
europeas y países como Brasil; los resultados hablan por
sí solos: buenas historias atraen audiencias que se convierten
en mercado potencial por los anunciantes y, a la larga, en garantía
de ganancias para todos.
Y aunque quisiera pensar en que
el trabajo de los guionistas se revaluará con el correr del
tiempo, me veo en la necesidad de expresar oscuros augurios: las
empresas de medios electrónicos no se encuentran dispuestas
a invertir cantidades de dinero en el desarrollo a largo plazo de
creadores que puedan llenar con historias coherentes y bien pensadas
las horas de televisión. Como suele ocurrir en estos casos,
priva la ley del menor esfuerzo y se echa mano de los killer formats
arriba citados, del refrito y, en ocasiones, del plagio descarado.
Y si dudan de la afirmación,
Televisa quiso recrear a su manera el ambiente de una escuela al
crear una telenovela llamada Clase 406 (bajo la coordinación
literaria de Marimar Oliver Coindreau), que supone una mezcla entre
series norteamericanas como Melrose Place, Beverly Hills 90210 y
Boston Public. Sin demeritar lo hecho en México, los resultados
son más que menesterosos ya que (aunque presumen estar en
su cuarta temporada) la narración se vuelve tediosa (clásico
síntoma de una telenovela de esta empresa) y al ser una telenovela
de periodicidad diaria, los dramas que bien podrían ir condensados
en media hora se ven obligados a extenderse artificialmente hasta
perderse en un mar de sucesos inconexos.
¿Más pruebas? Veamos
la sinopsis de la serie Clase 406:
La escuela preparatoria es el
escenario principal de Clase 406 , la crónica realista
de un grupo de jóvenes como muchos, que viven aquel manojo
de años llamado adolescencia con intensidad y descuido,
alegría y temor.
Pero ésta es también
una historia de amor en todas sus facetas: el amor de adolescente,
ciego y abrumador; de hormonas y caramelo; amores eternos que
duran un mes... el amor responsable que antepone el deber a la
entrega... el amor de un hijo que sacrifica su juventud para mantener
a su familia... el amor que da fuerza a una madre para luchar
por sus hijos... el amor de un maestro por sus alumnos... el amor
entre un hombre y una mujer.
Y ahora la de la serie Boston Public
La serie ganadora del Emmy BOSTON
PUBLIC explora la vida profesional y personal de los maestros
y administradores que trabajan en una escuela preparatoria de
Boston. BOSTON PUBLIC usa sorpresivos y controversiales tópicos
en sus historias e incentivan a los espectadores a hablar del
estado de la educación hoy en día.
Con atletas graduándose
de preparatoria y firmando contratos profesionales de siete cifras,
billonarios del Internet de 25 años y estudiantes de preparatoria
que se han dado de baja y ganan fortunas en programas de juegos,
¿Se ha vuelto el profesor que gana $42,000 al año
un anacronismo, peleando por obtener el respeto de estudiantes
cansados y padres que quieren el éxito a toda costa? BOSTON
PUBLIC nos da un vistazo de cerca de lo dramático y a veces
cómico que puede ser la vida de los profesores y administradores
en Winslow High enfocándose en su constante batalla por
tener un impacto en la vida de sus alumnos.
Como pueden darse cuenta, ambas
series tratan el mismo tema con enfoques radicalemente distintos
(y cualquier comentario sale sobrando). Solamente queda pensar en
que más allá del dinero, el principal obstáculo
para que uno de los pilares de la televisión nacional (los
teledramas) sobreviva es el arrojo para mirar hacia el frente y
apostar por historias ágiles, verosímiles y sobre
todo, que reflejen en realidad el mundo real (y disculpen la reduncancia).
Más
información:
Website de la serie Clase 406
<http://www.esmas.com/clase406/>
Website de la serie Boston Public
en español
<http://www.mundofox.com/index.html/nodeID/05E440C8-AF5C-4BE7-AE12-E40BFEC01467>
Lic.
Leonardo Peralta
Colaborador del Grupo
Editorial Expansión y socio de la consultora Alebrije
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