Por Leonardo Peralta
Número 34
Debo confesar
desde este primer momento que no soy fanático del fútbol
y que no he tenido el gusto de manchar de sudor una camiseta al
corretear un balón en mis años de vida. Sin embargo,
también debo decir que muchos de mis amigos sí son
adictos a este honorable deporte y, gracias a ellos he podido encontrar
información suficiente para armar poderle dar forma y coherencia
al presente texto.
Ahora sí, comenzamos.
El fútbol soccer siempre
se ha definido como un deporte de localidades. Las rivalidades de
los equipos de dos empresas que se enfrentan pueden ser tan intensas
como las de dos equipos de primer orden mundial. De hecho, una de
las raíces más profundas del soccer se encuentra en
el deseo de poner frente a frente las identidades contrapuestas
y confrontarlas en la cancha antes que en el campo de batalla.
Así pues, la historia registra
equipos locales famosos que devienen verdaderas leyendas populares
de esquipos que se vuelven símbolos y emplemas de sus localidades
y de determinados barrios, inclusive. En esta lógica el soccer
ha sido desde siempre hogar de lo local como fortaleza por defender.
Sin embargo, en el inicio del siglo XXI, una revolución de
origen mercadotécnico está cambiando paradigmas y
está por crear una nueva forma de comprender el deporte en
un contexto global.
Desde que en la segunda mitad del
siglo XX los movimientos migratorios se convirtieron en una constante
que hizo que la vida de millones de personas cambiaran de lugar
de residencia y terminaran en ciudades como Londres, Berlín
y los Angeles, siguiendo los flujos migratorios establecidos con
gran fuerza (económica y bélica) después de
la Segunda Guerra Mundial.
Así pues, estas millones
de personas que por gusto o por la fuerza de las circunstancias
se vieron obligados a cambiar de residencia, se encontraron en tierras
extrañas donde, como una de tantas medidas espontáneas
para mantener la cohesión cultural, llevaron consigo su idioma,
su religión y sus aficiones.. entre las que venían
su admiración por el equipo local de soccer que tuvieron
que dejar atrás.
Por tal motivo, las aficiones del
futbol se movieron de una base local a regiones diferentes del mundo.
Así pues, la afición de equipos como el Guadalajará
se trasladó a regiones de los Estados Unidos donde la migración
los fue llevando. Este es el mismo caso de equipos como el Galatasaray
de Turquía donde una parte de la afición se mudó
a regiones de Alemania llevados por las fuerzas migratorias y otros
de países en vías de desarrollo cuyas aficiones se
han mantenido pese a las fuerzas migratorias y al paso del tiempo,
convirtiéndose en una suerte de símbolo de identidad
diferenciadora en tierras extrañas.
La visión de la FIFA de volver
el ejercicio profesional del soccer como una actividad económicamente
lucrativa (política impulsada durante los 24 años
durante los que fungió como dirigente el brasileño
João Havelange) redituó frutos ya que los equipos
de soccer dejaron el modelo de clubes deportivos que apoyaban a
un equipo para convertirse en consorcios financieros bien organizados;
sea como parte de conglomerados empresariales (como el caso del
América de México perteneciente a Televisa o el A.C.
Milán, propiedad del grupo Finivest del magnate y premier
Silvio Berlusconi) o como empresas bien establecidas que inclusive
cotizan en bolsas de valores (como el Manchester United, el Lazio
o el Ajax, que cotizan en diversas bolsas de valores).
De este modo, la seguna mitad del
siglo XX transcurrió bajo la globalización de la afición
y la transformación del sistema del soccer profesional en
un negocio perfectamente bien establecido y de alcance mundial.
Para completar el esquema, la aparición de la televisión
como actor de poder en el esquema de negocio del soccer ha sido
decisiva para darle a este deporte el flujo de efectivo necesario
y el canal de promoción adecuado para la creación
de leyendas del soccer, de equipos estrella y, sobre todo, para
crear una afición glbal que lo mismo puede sintinizar un
partido con dos equipos de soccer españoles o un partido
de la liga brasileña.
Así las cosas, un equipo
de soccer español (famoso de suyo) ha decidido dar el siguiente
paso y convertirse en el primer equipo de soccer de proyección
global. El presidente del equipo, Florentino Pérez, ha decidido
darle a su equipo una nueva perspectiva, aprovechar las ventajas
de la globalización de manera integral y, de paso, acrecentar
las ganancias del equipo.
Al crear un equipo "de estrellas",
(Zinedine Zidane, David Beckham, Luis Figo, Ronaldo, etc.) cuyos
miembros son jugadores cuyos costos de transferencia suelen rebasar
el millón de dólares sin problema alguno ha traído
consigo contratos de publicidad provenientes de empresas como Siemens
Mobile, Adidas, Mahou, Pepsi, Sanitas, Rexona, Elektrolux y Viceroy.
Esto sin contar los derechos de transmisión de los partidos
de televisión que pueden ascender a varios millones de euros
(en conjunto con la empresa española de televisión
Sogecable) y los ingresos de promocionales y merchandising a nivel
global.
Si bien, con estas estrategias el
Real Madrid actúa como cualquier otro equipo de soccer moderno;
la fama de los jugadores (se dice que cuando juega el Real Madrid,
en la cancha hay 600 millones de dólares), aunado a la visión
global de la directiva del equipo, le ha permitido expandir las
lealtades del equipo a lugares tan lejanos como China y Japón,
al tiempo que establece franquicias de negocio en academias de soccer
en países como México, vinculándose con organizaciones
como la Universidad Anáhuac y el Grupo Pegaso.
El establecimiento de negocios paralelos como un equipo de baloncesto,
su incursión en el automovilismo y la posible creación
de un canal de televisión exclusivo para la transmisión
de contenidos propios hace que el Real Madrid se perfile más
como un conglomerado de entretenimiento de alcance mundial que un
simple equipo de soccer representante de una ciudad española.
Lo más interesante es que
este proceso corre en paralelo al de equipos en todo el mundo, inclusive
en México, donde los equipos están creando canales
propios para la distribución de sus contenidos (revistas,
principalmente), así como el desarrollo de estrategias de
promoción para los aficionados que radican en el extranjero.
De hecho, el empresario Jorge Vergara afirma que aplicará
para el equipo Guadalajara de soccer las mismas estrategias de alcance
global del equipo madrileño.
El soccer, como otras tantas esferas
del quehacer humano, cambia de rostro ante un siglo XXI y se aleja
cada vez más de aquellos grupos de personas que se reunían
para jugar su deporte favorito en un rato libre (la escencia del
soccer primitivo), tal y como sucede domingo a domingo en canchas
(profesionales e improvisadas) desde el Ecuador hasta las cercanías
de los Círculos Polares Artico y Antártico.
Lic.
Leonardo Peralta
Colaborador del Grupo
Editorial Expansión y socio de la consultora Alebrije
Comunicación |