Por
Leonardo Peralta
Número 39
Uno de los conceptos
más interesantes dentro del corpus ideológico
de Marshall McLuhan (1911-1980) salió a la luz años
después de su muerte en un libro titulado Leyes de los Medios:
la Nueva Ciencia donde se hablaba de la transición de un
medio a través de cuatro niveles donde modifica las condiciones
y capacidades del medio que le precidió y recupera algunas
características de un medio más anterior aún.
Estas cuatro etapas (simplificadas casi hasta el minimalismo) son,
si no mal recuerdo:
- Extensión: La
capacidad humana ampliada por el nuevo medio.
- Caducidad: Aquello que
el nuevo medio desplaza o vuelve inoperante
- Recuperación:
Características y funciones retomadas por el nuevo medio.
- Reversión: Características
que pueden volverse obsoletas del nuevo medio en cuando la evolución
del siguiente medio que lo reemplace.
Sin entrar en detalles teóricos
descriptivos sobre estos cuatro niveles para el análisis,
es mi voluntad emplear esta plataforma con el fin de analizar uno
de los fenómenos emergentes en el mundo del cine: la aparición
del documental cinematográfico, un género que parecía
estar condenado a las gavetas de la segregación y la marginalidad
en un negocio donde la ficcion y los grandes presupuestos son las
fuerzas que impulsan este medio de comunicación, en obvia
oposición a la realidad y los presupuestos modestos en el
documental cinematográfico.
Cubanos en digital
Aunque el género de documental tiene una historia que se
remonta hacia las primeras décadas del siglo XX con títulos
como Nanook en 1922 y Las Hurdes (dirigido por Luis Buñuel)
en 1933, este género vivió una época dorada
en los tiempos previos a la televisión por su capacidad de
plasmar la realidad y llevarla al ojo del espectador a la manera
que hoy lo hacen los noticiarios de TV. Con la llegada de la televisión
en la década de 1950, el documental cinematográfico
dejó de ser necesario, pasó a la arena de la experimentación;
y también de la marginalidad.
Además, con el tiempo el
costo de producir cine se volvió mucho más oneroso
al punto en que las fuentres de financiamiento del documental cinematográfico
pasaron a ser organismos especializados en el apoyo a la producción
de cine (públicos y privados) ya que los documentales dejaron
de aparecer en los circuitos de cine comercial quedándo limitada
su exhibición a cinetecas y festivales de cine en formatos
económicos y tratadas con una postproducción austera
que en ocasiones demeritaba la calidad del producto final.
En el año 1999 el director
alemán Wim Wenders (concido por sus películas Historia
de Liboa, Tokio-Ga y Las Alas del Deseo) filmó un documental
titulado Buena Vista Social Club. Este documental de 101 minutos
de duración parecía un no tener mayores pretensiones
que mostrar la vida de los integrantes de un grupo musical formado
por cubanos de la tercera edad que vuelven del retiro para una gira
triunfal en Europa y los Estados Unidos. Sin embargo el documental
tenía por peculiaridad el que había sido grabado enteramente
en video digital, empleando la plataforma Digi-Beta desarrollada
por la empresa Sony en 1993.
Lo interesante es que este formato
digital de alta resolución permitió un traslado al
cine sin demérito en la calidad de la imagen, efecto típico
en la producción de video que es llevado a la pantalla grande.
Siendo el primer documental producido profesionalmente enteramente
en video digital y no en cine, los resultados abrieron brecha a
una nueva generación de cineastas interesados en el canal
digital como forma económica de producir documentales de
calidad agregando el celuloide como proceso final y no como plataforma
integral, tal y como se realizaba anteriormente.
El lenguaje de la reality
TV
Durante el reinado de la televisión que se extiende por los
últimos 40 años el lenguaje empleado para plasmar
la realidad en forma de noticia ha pasado (para bien o para mal)
del análisis profundo a la breve exposición del hecho
y sus protagonistas. Dada la constante limitación de tiempo
en la exposición noticiosa, las notas apenas abarcan unos
cuantos segundos de imagen, obligando a los realizadores a producir
segmentos de video tan sintéticos como sea posible, creando
también una estética de la imagen que, aunque no ha
sido analizada a profundidad, nutrió al documental de técnicas
equivalentes en cierto sentido al movimiento del Nuevo Periodismo
que en la segunda mitad del siglo XX le dio nuevos enfoques al periodismo
escrito..
Con la llegada de los formatos de
reality TV en la segunda mitad de la década de 1990
aparecen nuevas técnicas y encuadres destinados a potenciar
la “testimonialidad” de la imagen, emulando la baja
calidad de las imágenes provenientes de cámaras caseras
o de vigilancia, agregando elementos de dramatismo que en cierto
sentido reconcilian la estética noticiosa con la diversión
de la televisión comercial contemporánea. Bajo este
panorama de finales de la década de 1990 es cuando aparece
Michael Moore, quien le daría al documental el impulso necesario,
no sólo para volverse una herramienta de discurso político
(que de hedcho ya lo era), sino también en un gran negocio.
Michael Moore o el buen
cine para idiotas
El cineasta norteamericano Michael Moore se dió a conocer
al mundo por su documental Bowling for Columbine donde hace una
denuncia sobre la polarización social y el culto a la violencia
que prevalece en los Estados Unidos de hoy (sin mencionar su breve
arenga contra George W. Bush durante la ceremonia de entrega del
Oscar en 2003). Sin embargo es importante hacer notar que una buena
parte de su trabajo como creador lo realizó en la televisión
norteamericana. Series como The Awful Truth, TV Nation y Pets or
Meat: The Return to Flint le inculcaron la estética de la
reality TV (con un buen porcentaje del denominado periodismo gonzo),
misma que ha empleado de manera consistente en sus películas
(Bowling for Columbine, Canadian Bacon, Roger & Me, The Big
One).
La fórmula de Moore parece
sencilla y tiene la suficiente amplitud para abarcar públicos
no especializados que buscan un momento de diversión al amparo
de una bolsa de palomitas:
- Una postura política
que confronta al establishment.
- ·Un documental que emplea
a fondo numerosas técnicas de reality
TV y otros géneros populares como el videoclip
(de hecho, junto con el grupo de rock System of a Down dirigió
el videoclip llamado Boom!, en el año 2003).
- El cineasta se convierte en
parte de su obra en el papel de protagonista.
- Un punto de vista extremadamente
humorístico que lo aleja de la rigidez académica
que suele predominar en el documental.
Los resultados de Bowling for Columbine
fueron más que elocuentes: con una inversión de 3
millones de dólares pudo retornar a los productores la suma
de 40 millones de ingresos en taquilla, todo un suceso en la industria
del entretenimiento. Todo ello sin demeritar su propuesta cinematográfica
y crear una formato para hacer documentales que pueden enfrentar
temas realmente escabrosos sin perder coherencia al convertirse
en interesantes productos de mercado.
¿Y McLuhan?
Resumiento, esta es mi interpretación del nuevo documental
cinematográfico a la luz de las tétradas de Marshall
McLuhan:
- Extensión: El nuevo documental
cinematográfico profundiza la investigación y el
análisis empleados cotidianamente por la televisión
noticiosa.
- Caducidad: El nuevo documental
cinematográfico termina con la marginalidad del documental
tradicional.
- Recuperación: El nuevo
documental cinematográfico retoma la espectacularidad del
cine (que se pierde en la pequeña pantalla de televisión)
y retoma la narrativa profunda e íntima propia del cine.
- Reversión: La posibilidad
de que estas características sean retomadas por nuevos
formatos como la televisión en Alta Definición,
cuya introducción se realizará en un plazo de 10
años.
La nueva ola
Como dice el refrán, el camino que un día abren los
locos después será transitado por los cuerdos. Por
ello, nuevos documentales siguen la brecha abierta por Moore en
la idea de documentales que no por divertidos pierden sustancia
informativa ni crítica. El documentalista norteamericano
Morgan Spurlock ha creado una gran controversia con su obra Supersize
Me que trata acerca de la obesidad en Norteamérica y Errol
Morris (concido por su documental A Brief History of Time, basado
en el libro homónimo de Stephen Hawkins) en su documental
The Fog of War: Eleven Lessons from the Life of Robert S. McNamara
utiliza el testimonio de Robert McNamara (ex presidente de la Ford
Motor Company y Secretario de Defensa durante las presidencias de
John Kennedy y Lyndon B. Johnson) con el fin de cuestionar los fundamentos
éticos de la guerra.
Así pues, los indicios parecen
ser alentadores sobre el surgimiento del documental cinematográfico
como un género que finalmente se ha sobrepuesto a la aparición
de la TV y robustecido por el lenguaje de la pantalla chica, que
en principio podría interpretarse como una herejía
contra el cánon cinematográfico, ha creado un híbrido
que aparenta tener un futuro promisorio… al igual que provocativo.
Lic.
Leonardo Peralta
Escritor, colaborador del Grupo
Editorial Expansión |