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2005

 

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In-mediata

Canal 40 y Legislación de Medios: Dos Instantáneas del 2005

 

Por Leonardo Peralta
Número 48

Canal 40: jaque al monitor
Es un hecho consumado. Después de años de conflictos legales, de una escandalosa toma de instalaciones, así como de una huelga de varios meses y de un intento serio de adquisición por parte de un corporativo multinacional, es que Televisión Azteca se hizo del control del Canal 40 en la Ciudad de México. Este hecho sirve como coyuntura propicia para la reflexión sobre la propiedad y manejo de los medios de comunicación usuarios del espectro radioelectrico público, justo en el umbral de un período electoral decisivo para el país y bajo la sombra de una reforma a la legislación en medios electrónicos que se ha caracterizado por su, por lo menos sui generis aprobación.

Más allá de las incidencias del Canal 40, lo cierto es que la programación que hará su aparición en las próximas semanas en la frecuencia manejada antaño por la Corporación de Noticias e Información, será muy diferente de lo que se conoció hasta el final de sus transmisiones a mediados del año que fenece. Con una programación diseñada y producida bajo los estándares del corporativo de TV Azteca, la voz crítica, la libertad de expresión, la imaginación desbordada (y también las penurias financieras) serán cambiadas por otros panoramas, seguramente dentro de las tendencias y las preferencias de este grupo televisivo transformado en los últimos años en un corporativo alrededor del cual giran negocios de telecomunicaciones, venta de muebles y servicios financieros.

Las lecciones del experimento CNI Canal 40 en el devenir de los medios de comunicación mexicanos son varias, sobre todo para dilucidar las posibilidades de crear nuevos espacios de expresión televisiva.

  • El negocio es primero: En un entorno publicitario dominado por grandes entidades (agencias creativas y centrales de medios) la sustentabilidad financiera no sólo es un requerimiento, es una prioridad de orden supremo. Los problemas del Canal 40 comenzaron cuando, acicateado por las necesidades de capital (en un negocio tan demandante de flujo de dinero como la televisión), el dueño, Javier Moreno Valle se acercó a Televisión Azteca para establecer un acuerdo de comercialización que, con el tiempo se volvería el punto de apoyo para las pretensiones anexionistas de la televisora propiedad de Ricardo Salinas Pliego.
  • El laberinto de la televisión en solitario: Las televisoras locales que deciden mantenerse al margen de la incorporación en grandes holdings se presentan con una enorme debilidad ante los vaivenes de la industria. Sin negocios laterales de soporte y sin la ayuda de otros canales que pueda paliar las malas rachas, la independencia editorial se presenta muy frágil. Después de emisiones donde se presentaron hechos que involucraba la presunta pederastia del dirigente de la orden religiosa de los Legionarios de Cristo, un embargo publicitario decretado por empresas afines a esta organización erosionó rápidamente la estabilidad financiera del proyecto de CNI, cancelando algunas de sus producciones más creativas y acortando el florecimiento de sus producciones a finales de la década pasada.
  • La inteligencia también es mercado: A contracorriente de las tendencias que predominaron en el estudio de los medios electrónicos, es un hecho que el consumo de televisión se atraviesa un período de fragmentación. El surgimiento de Internet y la aparición de narrativas no lineales de consumo de información (como el DVD y la televisión bajo demanda) han propiciado la aparición de la televisión de nicho: televisión cuya programación ha sido diseñada en torno a un tema en particular: canales deportivos, culinarios, especializados en películas, noticias o música. El proyecto CNI tenía como objetivo producir contenidos de alta calidad y que apelaran a la inteligencia del espectador, y por lo menos, ante la supervivencia del canal por años (pese a los problemas citados anteriormente), queda de manifiesto que la calidad no está reñida con el negocio.
  • Sin árbitro no hay juego: El papel de las autoridades mexicanas de telecomunicaciones ante los problemas de CNI Canal 40 ha sido vergonzoso, por decir un término suave. Ante la carencia de leyes claras y factibles en la regulación de medios, las autoridades se vieron sometidas a situaciones inéditas bajo las cuales predominó la permisividad y la apatía ante una toma de instalaciones del Canal 40 que, por lo menos, se había realizado con argucias legales oscuramente sustentadas. La Secretaría de Comunicaciones y Transportes, la Secretaría de Gobernación y la Comisión Federal de Telecomunicaciones, entidades estatales con atribuciones de intervención sobre el asunto, debatieron concluyeron en débiles admoniciones para que Televisión Azteca dialogara con CNI, en lugar de ejercer el derecho que les amparaba y forzar a la devolución perentoria de las instalaciones transmisoras en el Cerro del Chiquihuite.
  • ¿Es posible la televisión independiente?: Desde hace décadas se ha planteado en nuestro país la necesidad de televisoras independientes que puedan ejercer un contrapeso ante las grandes corporaciones de medios. Intentos por parte de empresarios privados se han hecho desde la década de 1970 (Canal 8, la primera fase de Televisión Azteca, el intento de Canal 52 en señal abierta y de Zoom TV por parte de la productora Argos). Sin embargo, estamos ante una disyuntiva de orden discursivo. Si la televisión independiente es una televisión producida al margen de las corrientes de negocio globales, estamos hablando de una televisión de alcance limitado y existencia precaria; pero si una administración eficiente o algún otro elemento le hace crecer, entonces la independencia se verá comprometida por las necesidades de su propia existencia como ente económico.

Agujeros legislativos
Quizá la consecuencia más visible de lo sucedido entre el caso del Canal 40 es el surgimiento de una corriente de opinión en demanda de una nueva legislación que pueda prevenir y paliar los efectos del nuevo horizonte político y económico que envuelve a los medios electrónicos de comunicación en México y con los ojos puestos en el inevitable proceso de globalización. Desafortunadamente, la aprobación a principios de este mes de una iniciativa impulsada al margen de los numerosos espacios de reflexión creados desde hace varios años para tal término ha hecho que las reacciones negativas sean la respuesta ante la ley aprobada, puesto que se asume (y hay inquietantes indicios al respecto) que la reforma fue realizada a petición y gusto de algunos empresarios de televisión.

Al día de hoy (11 de diciembre) la iniciativa aún debe ser aprobada por el Senado de la República y al parecer, algunos senadores trabajarán para impedir que la iniciativa sea aprobada de la manera obrada por la cámara baja (es decir, con enorme premura y sin debate previo). Sin embargo, queda claro que cualquier legislación sobre medios de comunicación estará sometida a la presión de empresarios del ramo, quienes echarán mano de todas las argucias disponibles, lo que aunado a la coyuntura de las elecciones en puerta constituirá un elemento que ralentizará lo que parecía ser un hecho ireversible. Es tiempo pues, de que los debates y las opiniones vertidas durante los procesos de diálogo en torno a los medios de comunicación electrónicos cristalicen en la forma de propuestas que le den a los medios de comunicación electrónicos el piso que requieren para volverse herramientas útiles para la nación del siglo que nace.


Lic. Leonardo Peralta
Escritor, colaborador del Grupo Editorial Expansión.

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