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2006

 

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In-mediata

Modelo para Armar en la Caída Liberal

 

Por Leonardo Peralta
Número 48

Es un fenómeno que se extiende a través de Latinoamérica: la sucesiva toma del poder político por parte de la izquierda. Con distintos matices, con diferentes personajes (unos mesurados, otros estridentes) América Latina se ampara en la opción de izquierda en países como Venezuela, Uruguay, Brasil, Argentina y recientemente Bolivia. En naciones como México y Perú, donde se llevarán a cabo procesos electorales en el presente año, la izquierda se encuentra con interesantes perspectivas de avance tanto por la candidatura de Andrés Manuel López Obrador (quien presenta hasta el momento una ventaja en las encuestas) como por el ascenso repentino de la opción política representada por Ollanta Humala en Perú.

Este cambio en la tendencia, que revierte lo ocurrido en los últimos 20 años, cuando los gobiernos militares dieron paso a regímenes civiles dominados por socialdemócratas y conservadores, se ha adoptado no sin una buena dosis de temor por parte de la derecha política y de numerosos actores ubicables en el sector del liberalismo económico. Y aunque cada gobierno y propuesta de izquierda responden a necesidades específicas del tiempo y lugar político donde se llevan a cabo, es también verdad que en todas ellas se expresan visiones críticas respecto de la implantación y desempeño del modelo económico y político seguido por los regímenes liberales en el pasado reciente.

La crítica económica señala que algunos de los modelos de izquierda triunfadores en las elecciones de los últimos años (especialmente en Venezuela y Bolivia) representan graves regresiones ante la tendencia señalada por la globalización, la apertura de mercados y el desarrollo de la libre empresa a cambio de una nueva política económica basada en el desarrollo de las materias primas y las manufacturas básicas para sostener modelos estatales clientelares que, en lugar de estimular la actividad económica, la solidifican y la ponen al servicio de políticos caudillistas.

Punto y aparte de los análisis políticos y económicos pertinentes, lo cierto es que las ideas de la izquierda y el severo cuestionamiento del liberalismo económico y del libre comercio se han vuelto muy populares en la región. En países de izquierda moderada (como Chile y en cierta medida Brasil) el discurso de los poderes públicos ha introducido elementos que piden una reflexión antes de ir más adelante en los procesos de liberalización, mientra que otras naciones con gobiernos más enérgicos al respecto (como Venezuela y paulatinamente Argentina) plantean un cuestionamiento más severo.

Sin embargo, lo que nos ocupa en esta ocasión no es el contenido del discurso, sino el hecho de que tales discursos hayan cobrado popularidad en los últimos tiempos al punto que en casi todos los países de Latinoamérica se hayan vuelto mucho más cautos respecto a promocionar las bondades liberales. He aquí algunas pistas al respecto:

  • Desesperación en el largo plazo: Con un par de décadas a lo sumo, los cambios económicos introducidos (venta de empresas estatales, acuerdos de libre comercio) no han satisfecho aún las expectativas creadas, abriendo paso a la inconformidad de la población. De acuerdo con los datos de la última encuesta de Latinobarómetro realizada en la región (edición 2005), la población de apenas dos países se muestra convencida mayoritariamente de un progreso económico siendo estas dos naciones Venezuela y Chile.
  • Percepción de inequidad en los beneficios del liberalismo: La misma encuesta Latinobarómetro señala que no hay un solo país de la región que se encuentre mayoritariamente contento con el sistema económico de mercado: la mayor aceptación se encuentra paradójicamente en Venezuela con el 48% de aceptación y la más baja en Perú con sólo un 12% de opiniones aprobatorias.
  • Imagen de abandono social en el proceso liberalizador: Aunque el libre mercado es elogiado como el único método posible para el progreso social (el 63% de los latinoamericanos encuestados por Latinobarómetro lo consideran la vía única para alcanzar el desarrollo), también se percibe una fragilidad en la trama social de protección: entre el 86% de los salvadoreños y el 40% de los argentinos vieron al menos a un adulto en situación de desempleo en el último año en el ámbito familiar.
  • La corrupción contamina todo: Una desafortunada combinación de hechos de corrupción en los proceso de privatización parte del modelo de liberalización, aunados a la percepción mayoritaria en 16 de 18 países latinoamericanos (sólo Uruguay y Chile se salvan) de que la mayoría de los fucionarios son corruptos ha acarreado una masiva pérdida de confianza en los actores políticos presentes, abriendo una peligrosa brecha para que las opciones políticas extralegítimas o que al menos así se proclamen, prosperen.

Bajo este panorama, podemos deducir que el proceso de liberalización ha traído una serie de consecuencias inesperadas, entre las que se encuentra el desgaste en la confianza ciudadana por los mensajes liberalizadores. Los argumentos manejados por diversas instancias del liberalismo (la insuficiente de los cambios realizados, la singularidad de los actos de corrupción, la necesidad de más tiempo para verificar los beneficios de la liberalización) no han logrado detener este proceso erosivo y la población se inclina con cada vez mayor convencimiento hacia los mensajes que promueven soluciones económicas de distinta índole.

Lo cierto es que del lado liberalizador, los mensajes comunicacionales han sido extremadamente difíciles de asimilar en la población. Las bondades que el desarrollo en el libre mercado ofrece se han visto contrastados con los costos políticos que la corrupción ha impregnado a un proceso teóricamente sencillo y limpio. Y aquí me permito un comentario personal: muchos analistas políticos y representantes de sectores sociales liberales (empresarios, industriales, etc.) alertan contra los peligros de la llegada de la izquierda al poder.

Ante un público que ha terminado por relacionar de manera tan íntima al modelo económico con efectos nocivos como la corrupción o la extendida creencia redactada por Noam Chomsky que habla de la “privatización de las ganancias y la socialización de las pérdidas” es necesario que desde ese lado de la arena se realicen los ajustes discursivos para, en primer lugar, aceptar los errores incurridos durante los año de liberalismo económico permeado de mala planeación y actos de corrupción, por decir lo menos. Todo ello antes que caer en el señalamiento a posteriori de la paja en el ojo ajeno, lo cual sólo incita más rechazos hacia el liberalismo económico.


Lic. Leonardo Peralta
Escritor, colaborador del Grupo Editorial Expansión México.

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