|
Por Leonardo
Peralta
Número
48
Es
un fenómeno que se extiende a través
de Latinoamérica: la sucesiva toma del
poder político por parte de la izquierda.
Con distintos matices, con diferentes personajes
(unos mesurados, otros estridentes) América
Latina se ampara en la opción de izquierda
en países como Venezuela, Uruguay, Brasil,
Argentina y recientemente Bolivia. En naciones
como México y Perú, donde se llevarán
a cabo procesos electorales en el presente año,
la izquierda se encuentra con interesantes perspectivas
de avance tanto por la candidatura de Andrés
Manuel López Obrador (quien presenta hasta
el momento una ventaja en las encuestas) como
por el ascenso repentino de la opción
política representada por Ollanta Humala
en Perú.
Este cambio
en la tendencia, que revierte lo ocurrido en
los últimos 20 años, cuando los
gobiernos militares dieron paso a regímenes
civiles dominados por socialdemócratas
y conservadores, se ha adoptado no sin una buena
dosis de temor por parte de la derecha política
y de numerosos actores ubicables en el sector
del liberalismo económico. Y aunque cada
gobierno y propuesta de izquierda responden a
necesidades específicas del tiempo y lugar
político donde se llevan a cabo, es también
verdad que en todas ellas se expresan visiones
críticas respecto de la implantación
y desempeño del modelo económico
y político seguido por los regímenes
liberales en el pasado reciente.
La crítica
económica señala que algunos de
los modelos de izquierda triunfadores en las
elecciones de los últimos años
(especialmente en Venezuela y Bolivia) representan
graves regresiones ante la tendencia señalada
por la globalización, la apertura de mercados
y el desarrollo de la libre empresa a cambio
de una nueva política económica
basada en el desarrollo de las materias primas
y las manufacturas básicas para sostener
modelos estatales clientelares que, en lugar
de estimular la actividad económica, la
solidifican y la ponen al servicio de políticos
caudillistas.
Punto y aparte
de los análisis políticos y económicos
pertinentes, lo cierto es que las ideas de la
izquierda y el severo cuestionamiento del liberalismo
económico y del libre comercio se han
vuelto muy populares en la región. En
países de izquierda moderada (como Chile
y en cierta medida Brasil) el discurso de los
poderes públicos ha introducido elementos
que piden una reflexión antes de ir más
adelante en los procesos de liberalización,
mientra que otras naciones con gobiernos más
enérgicos al respecto (como Venezuela
y paulatinamente Argentina) plantean un cuestionamiento
más severo.
Sin embargo,
lo que nos ocupa en esta ocasión no es
el contenido del discurso, sino el hecho de que
tales discursos hayan cobrado popularidad en
los últimos tiempos al punto que en casi
todos los países de Latinoamérica
se hayan vuelto mucho más cautos respecto
a promocionar las bondades liberales. He aquí
algunas pistas al respecto:
- Desesperación
en el largo plazo: Con un par de décadas
a lo sumo, los cambios económicos introducidos
(venta de empresas estatales, acuerdos de libre
comercio) no han satisfecho aún las expectativas
creadas, abriendo paso a la inconformidad de
la población. De acuerdo con los datos
de la última encuesta de Latinobarómetro
realizada en la región (edición
2005), la población de apenas dos países
se muestra convencida mayoritariamente de un
progreso económico siendo estas dos naciones
Venezuela y Chile.
- Percepción
de inequidad en los beneficios del liberalismo:
La misma encuesta Latinobarómetro señala
que no hay un solo país de la región
que se encuentre mayoritariamente contento con
el sistema económico de mercado: la mayor
aceptación se encuentra paradójicamente
en Venezuela con el 48% de aceptación
y la más baja en Perú con sólo
un 12% de opiniones aprobatorias.
- Imagen de
abandono social en el proceso liberalizador:
Aunque el libre mercado es elogiado como el
único método posible para el progreso
social (el 63% de los latinoamericanos encuestados
por Latinobarómetro lo consideran la
vía única para alcanzar el desarrollo),
también se percibe una fragilidad en
la trama social de protección: entre
el 86% de los salvadoreños y el 40% de
los argentinos vieron al menos a un adulto en
situación de desempleo en el último
año en el ámbito familiar.
- La corrupción
contamina todo: Una desafortunada combinación
de hechos de corrupción en los proceso
de privatización parte del modelo de
liberalización, aunados a la percepción
mayoritaria en 16 de 18 países latinoamericanos
(sólo Uruguay y Chile se salvan) de que
la mayoría de los fucionarios son corruptos
ha acarreado una masiva pérdida de confianza
en los actores políticos presentes, abriendo
una peligrosa brecha para que las opciones políticas
extralegítimas o que al menos así
se proclamen, prosperen.
Bajo este panorama,
podemos deducir que el proceso de liberalización
ha traído una serie de consecuencias inesperadas,
entre las que se encuentra el desgaste en la
confianza ciudadana por los mensajes liberalizadores.
Los argumentos manejados por diversas instancias
del liberalismo (la insuficiente de los cambios
realizados, la singularidad de los actos de corrupción,
la necesidad de más tiempo para verificar
los beneficios de la liberalización) no
han logrado detener este proceso erosivo y la
población se inclina con cada vez mayor
convencimiento hacia los mensajes que promueven
soluciones económicas de distinta índole.
Lo cierto es
que del lado liberalizador, los mensajes comunicacionales
han sido extremadamente difíciles de asimilar
en la población. Las bondades que el desarrollo
en el libre mercado ofrece se han visto contrastados
con los costos políticos que la corrupción
ha impregnado a un proceso teóricamente
sencillo y limpio. Y aquí me permito un
comentario personal: muchos analistas políticos
y representantes de sectores sociales liberales
(empresarios, industriales, etc.) alertan contra
los peligros de la llegada de la izquierda al
poder.
Ante un público
que ha terminado por relacionar de manera tan
íntima al modelo económico con
efectos nocivos como la corrupción o la
extendida creencia redactada por Noam Chomsky
que habla de la “privatización de
las ganancias y la socialización de las
pérdidas” es necesario que desde
ese lado de la arena se realicen los ajustes
discursivos para, en primer lugar, aceptar los
errores incurridos durante los año de
liberalismo económico permeado de mala
planeación y actos de corrupción,
por decir lo menos. Todo ello antes que caer
en el señalamiento a posteriori de
la paja en el ojo ajeno, lo cual sólo
incita más rechazos hacia el liberalismo
económico.
Lic.
Leonardo Peralta
Escritor,
colaborador del Grupo Editorial
Expansión México. |