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En directo desde el GÓlgota: justicia en tiempo real

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Por Leonardo Peralta C.

 

Para Alí, dulce diéresis
in memoriam

En 1992 el escritor norteamericano Gore Vidal publicó una novela titulada Live From Golgotha, donde hace uso de una satírica interpretación de los evangelios y sus protagonistas, así como de los recursos de la ciencia ficción para ilustrar los malabares de un equipo de televisión cuya misión es transmitir en vivo y en directo la crucifixión de Jesús. En su lucha por el rating, los reporteros no dudan en recurrir a la última tecnología para mostrar la realidad de un hecho y simultáneamente destruirla con su avasalladora prescencia en un mundo que les desconocía por completo.

Con este contexto literario de fondo, los hechos acaecidos a partir de la madrugada del lunes 25 de enero de 2010 (con la agresión armada contra el futbolista paraguayo Salvador Cabañas en un antro del sur de la Ciudad de México) merecen una mención especial ya que, muestran un revelador corte de caja de lo que significa la labor de los órganos de justicia cuando los medios pasan de testigos a fiscales revestidos con investidura extraoficial.

Cabe señalar que la prescencia de los medios de comunicación en hechos violentos no es nuevo en absoluto: ya desde la segunda mitad del siglo XIX medios de comunicación como el británico The Illustrated London News daban cuenta y ejercían presión simultánea para la resolución de los crímenes cometidos por Jack el Destripador o el papel que jugó el New York Journal para estimular la participación de los Estados Unidos en la guerra contra España de 1898.

Sin embargo, en México la presión directa de los medios de comunicación es un fenómeno con menor data. Sólo hasta la década de 1990 es cuando los medios comienzan a ejercer un importante papel de presión pública a contrapelo de la voluntad de los órganos del estado. Ello a partir del asesinato de Luis Donaldo Colosio y especialmente de la matanza de Aguas Blancas ocurrida en el estado de Guerrero en 1995, cuando el video original de la masacre (que reveló un acto de violencia premeditada de fuerzas del orden contra campesinos desarmados) fue transmitida por el periodista Ricardo Rocha un año después, lo que terminó en la solicitud permanente de licencia del gobernador de dicho estado, amén del apresamiento de algunos actores de la masacre.

Un papel más directo de los medios de comunicación ejercería la empresa Televisión Azteca luego del asesinato del conductor Francisco Paco Stanley en 1999. Tras las primeras noticias del crimen, conductores e incluso el propietario de la empresa, Ricardo Salinas Pliego, dedicaron horas a cuadro para denostar el crimen, demandar justicia y responsabilizar directamente al gobierno del Distrito Federal por su inacción ante el hecho, lo que de hecho derivó en una guerra política entre ambos actores que se extendió durante la administración de Cuauhtémoc Cárdenas como Jefe de Gobierno.

Con el paso de los años, algunos hechos han profundizado la influencia de los medios de comunicación en procesos judiciales: la transición política de 2000 que además de otorgar la presidencia a un partido distinto al PRI (que había gobernado continuamente por más de 7 décadas) atenuaron e incluso cancelaron mecanismos que el Estado ejercía para controlar los contenidos de los medios de comunicación como la discrecionalidad en el otorgamiento de concesiones de empresas de telecomunicaciones y el debilitamiento institucional de la Dirección General de Radio, Televisión y Cinematografía en la Secretaría de Gobernación, ante la aparición y paulatina consolidación de la colegiada Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel).

Sin embargo, quisiera hacer notar algunos cambios tecnológicos que han potenciado la influencia de los medios de comunicación. Tecnologías como el sitio web de videos YouTube y la capacidad de los teléfonos celulares para captar video han ampliado las vías de adquisición de imágenes en movimiento, lo que acrecienta las posibilidades de que un hecho criminal sea atestiguado por lo que antiguamente se conocía como videoaficionados, y que en cuestión de horas la imagen está disponible al alcance de quien desee observarla, sin censuras ni mediaciones gubernamentales de por medio.

Más importante, a mi juicio, es la propagación del ciclo de noticias 24/7 (o permanente) entre el público mexicano. Con la expansión masiva en la década de 2000 de dispostivos tecnológicos, Internet y el creciente acceso de la población mexicana a una oferta de televisión restringida (que pasó de 1 millón de suscriptores en 1992 a más de 7.4 millones en 2009 según Cofetel) los medios locales de comunicación (impresos y audiovisuales) han aumentado sus necesidades de cobertura informativa. Ya no sólo se requiere cubrir con imágenes el noticiero de la noche o la edición del día siguiente: estaciones de radio como Reporte 98.5 o Formato 21 en la Ciudad de México y canales nacionales como Milenio TV producen noticiarios cada hora incluso en la madrugada. Por su parte, sitios como eluniversal.com.mx o reforma.com presentan información cada pocos minutos, sin importar la hora del día o la noche.

A despecho del contenido generado por agencias informativas como Reuters o Notimex, los medios de información requieren mantener un flujo de información local constante y fresca en todo el día. Y lo requieren ya que, de acuerdo con Neil Postman, en su libro How to watch TV News, “la forma y contenido de los programas de noticias están hechos con el propósito de mantener a los televidentes observando la pantalla para ser expuestos a los comerciales”. Huelga decir que esta lógica ha prevalecido incluso en los medios de comunicación digital: es preciso atraer a la audiencia exponerla a banners y anuncios de los patrocinadores.

Un factor adicional: el surgimiento de las redes sociales en Internet (Facebook, Twitter, etc) crea una capa de información en dos vías: una fuente inagotable de tendencias (trends, hashtags), rumores, blogs, perfiles personales con material inédito (fotos, videos), grupos de apoyo y denostación de causas coyunturales que nutren con información y datos crudos a los medios “profesionales” de comunicación como diarios y televisoras; a cambio de lo cual reciben contenidos “formalizados” (reportajes, opiniones con voceros de alto nivel), con los que los usuarios de las redes sociales pueden generar más respuestas, adhesiones y opiniones y colocar más contenidos audiovisuales propios, que siguen siendo el mayor número de las participaciones de los usuarios en Internet.

¿Cómo afecta esto la relación medios de comunicación - procesos judiciales? Hasta hace algunos años, la comunicación entre las entidades del Estado y los medios de comunicación estaba circunscrita a boletines de prensa y ocasionales entrevistas concedidas por funcionarios autorizados en casos excepcionales. Hoy día las necesidades informativas se han ampliado al punto que en asuntos de alto impacto (como la agresión contra el futbolista Cabañas) los medios demandan y obtienen conferencias de prensa diarias e incluso varias veces al día. Además se les hace llegar (en ocasiones de manera extraoficial) información de las investigaciones en curso, sospechosos y líneas de investigación.

Esto abre problemas adicionales para un sistema judicial de suyo afectado por problemas estructurales. Ya no se admite la liberación de información sólo al finalizar las investigaciones (lo que solía hacerse para diluir el interés de los medios de comunicación en un asunto), y si bien las filtraciones a los medios son una práctica de larga data, la creciente velocidad en las demandas de estos hacen que la información liberada contega errores que lleven al señalamiento de personas que no tienen que ver en el asunto o de plano, se haga referencia a pistas inexistentes, todo en el lapso de pocas horas, causando graves daños a la honra pública de personas inocentes, así como distorsiones en los procesos judiciales.

La tendencia de los medios de comunicación en México se mueve hacia una cobertura permanente de hechos (con la aparición de nuevos actores como el canal de noticias de Televisa, anunciado para este año y en un largo plazo, la expansión en las operaciones de canales internacionales como CNN), por lo que los sistemas de comunicación en los diversos poderes del Estado deberán prepararse lo más pronto posible ante las necesidades de los medios de comunicación.

Sin embargo, el problema no es único del Poder Judicial: la epidemia de influenza A/H1N1 del año pasado mostró que el Poder Ejecutivo (especialmente en los organismos encargados de la gestión de la salud) no está preparado para responder a las necesidades de los medios de comunicación cuando la situación requiere de un flujo de información constante.

Pero no es un problema que sólo atañe a las entidades estatales. Desde las mesas de redacción de los medios digitales, tradicionales y mixtos es precisa una reflexión en torno al modelo de información naciente, nuestro país corre el riesgo de pasar de una situación de medios controlados a un panorama de medios frivolizados, atentos a buscar la última declaración (aún cuando esta sea suntuaria o de plano inútil) y regresar a los valores que han hecho en otras naciones y en otras épocas, baluarte de la confianza y de información de calidad para el mejor ejercicio de la ciudadanía democrática.

Pero esto es otro tema.

Leonardo Peralta C.
Periodista


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