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monsivÁis, final y comienzo

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Por Leonardo Peralta C.

 

En las horas posteriores a la muerte de Carlos Monsiváis, apenas inicia el inventario de su obra variopinta y multitudinaria. Una labor que durará meses, años y que probablemente será el último capítulo en la figura del intelectual engendrado tras la Revolución Mexicana. Por décadas Monsiváis escribió y describió una sociedad mexicana que transcurrió de la violencia armada a la construcción de un modelo cultural que habría de mantenerse a lo largo del siglo XX y que probablemente seguirá influyendo en los años por venir.

Sin embargo, tras su fallecimiento, queda una pregunta. ¿Cómo será la generación de pensadores e intelectuales que sucederá a Monsiváis? Él nació y cultivó su obra en un mundo cultural que podía ser asido por grupos bien definidos, medios impresos y empresas culturales preocupadas en crear espacios para el pensamiento y la reflexión: instituciones que pierden peso e influencia con la creciente complejidad de la sociedad mexicana y el surgimiento de nuevas plataformas para hacer y difundir cultura.

La sociedad de la que Monsiváis (y quizá otros escritores como José Emilio Pacheco y Carlos Fuentes) se nutrió ha cambiado profundamente en las últimas décadas: el crecimiento explosivo de las ciudades, el surgimiento de las mujeres como gran fuerza laboral, el nacimiento de las tecnologías de información, que conectan y erosionan el tradicional centralismo cultural de la Ciudad de México, así como el acelerado proceso de globalización de la sociedad mexicana, han hecho de la sociedad mexicana un ente cada vez más difícil de comprender en su totalidad como lo hizo admirablemente el afectuosamente conocido como Monsi.

Los grupos culturales, como el creado por Fernando Benítez en el suplemento México en la Cultura de la revista Siempre!, o el habitado por quienes hoy escriben en las revistas Nexos y Vuelta (hoy Letras Libres) es cada vez más improbable. La cultura ha rebasado los límites de los grupos y en una nación que roza los 110 millones de habitantes, para bien o para mal, la época de los cronistas únicos, los intelectuales absolutos ha terminado con el telón que cae tras la vida del autor de Amor perdido y Los rituales del caos.

Pero la pregunta persiste. ¿Quién y cómo será el intelectual del presente siglo? Ante la coyuntuta emergente, sólo es posible trazar algunos trazos imperfectos de su génesis y rol en el mundo presente y quizá el futuro.

- Será mediático: El intelectual encerrado en su casa, escribiendo su obra sin ir más allá que el contacto con su editor, ha terminado. Su papel estará íntimamente vinculado a su exposición en todo tipo de medios, ante la incapacidad de un número limitado de grupos y personas para hacerse de la autoridad absoluta para hablar a nombre de la cultura mexicana.

- Estará en múltiples plataformas: El intelectual contemporáneo no sólo hará esporádicas apariciones en los medios masivos para promover su último trabajo literario. Tendrá escaparates permanentes (como blogs, podcasts, timelines de Twitter o muros de Facebook) que le permitan hacerse de un grupo de seguidores, moneda de cambio en el mundo cultural de hoy.

- Tendrá una opinión definida y polémica: La simple descripción o explicación de los sucesos sociales y culturales ya no basta. A medida que las herramientas tecnológicas provean una mayor cantidad de información, el intelectual tendrá que aparecer ante el espacio público ya no como una voz neutra, sino que deberá fungir como portavoz de opinión, lo que suscitará interés público y una mayor afinidad entre sus seguidores en las diversas plataformas donde se expone.

- Será un empresario de sí mismo: Ante la reducción del papel del Estado como patrocinador de la cultura y ante el cierre o reducción en la operación de los medios de comunicación tradicionales, el intelectual tendrá que recurrir, en primera instancia, a un ingreso fijo quizá vía la academia, que complementará con ingresos como escritor freelance, apariciones en otros medios y quizá usando su prestigio en papeles de portavoz o endorser de causas corporativas o sociales.

- Será un especialista: Ante el crecimiento y diversificación de la cultura mexicana, el intelectual sólo abordará un haz de temas o asuntos de su interés o conocimiento particular. El intelectual total, capaz de hablar lo mismo de estética que de medios o de política irá perdiendo terreno ante el explosivo crecimiento cultural y social de la nación.

- Podrá venir de cualquier parte: Aunque el centralismo de nuestro país sigue estando presente y ejerciendo un peso innegable, también es verdad que las tecnologías de información hacen que las distancias geográficas sean menos relevantes y que el papel de intelectual pueda ejercerse desde cualquier parte. Un cultivo de inteligencia podrá fecundar cualquier parte incluso, por extraño que parezca, fuera del territorio nacional.

¿Habrá otro Carlos Monsiváis en el futuro? Quizá imposible. Sin embargo, tras sus pasos, es seguro que nuevas generaciones buscarán a su modo, la forma de dibujar la cambiante cara de nuestro país.

Que así sea.

Leonardo Peralta C.
Periodista


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