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JUEGO DE OJOS

CONOCIMIENTO Y PROPAGANDA

Por Miguel Ángel Sánchez de Armas
Número 60

Fue hace ochenta años, el 9 de enero de 1928, cuando Joseph Goebbels, quizá por vez primera, hizo pública la estrategia de comunicación sobre la que se montaría la acción política del nacionalsocialismo.

Los nazis tuvieron temprana conciencia de la capacidad de los medios para operar como movilizadores de masas. Goebbels reconoció en la radio a la herramienta política por excelencia, pero también previó lo que sería la televisión: alrededor de 1934 estableció en Berlín un circuito de televisión para el que se recibió asesoría de J.L. Baird, el inventor del medio. Respecto al cine, tenemos el testimonio de la producción de Leni Riefenstahl.

Este temprano uso político de los medios de masas facilitó a los agitadores del nazismo presentarse como única esperanza en el imaginario de un pueblo que creía cancelado su futuro. En el camino, desarrollaron uno de los más formidables aparatos de propaganda de los tiempos modernos. De un trabajo académico en curso, transcribo algunos fragmentos de la conceptualización teórica armada por el Reich para “trascender” durante mil años:

“¿Qué es la propaganda y qué papel juega en la vida política? Esa es la cuestión que más nos interesa. ¿Cuál debe ser la apariencia de la propaganda, y cuál es su papel en nuestro movimiento? ¿Es un fin en sí misma, o es un medio para alcanzar un fin? De eso debemos hablar, pero sólo lo podremos hacer si comenzamos con el origen de la propia propaganda, es decir, la idea, para luego pasar a la meta de la propaganda, es decir, la gente.

“Las ideas en sí mismas son eternas. No están vinculadas con individuos, mucho menos con un pueblo; yacen en un pueblo, es verdad, y afectan sus posturas. […] Cuando aparece alguien que puede verbalizar lo que todos sienten en sus corazones [dicen], ‘Este hombre puso en palabras todo lo que yo he estado buscando durante años. Por primera vez, alguien dio forma a mis anhelos.' Otros están perdidos en la confusión, pero de pronto alguien se levanta y lo verbaliza, volviéndose realidad la frase de Goethe: ‘Perdido en una muda miseria, Dios envió a alguien a que expresara mi sufrimiento.'

“Algún tipo de idea se encuentra en el inicio de todo movimiento político. No es necesario plasmar dicha idea en un grueso volumen, ni que tome forma política en cien largos párrafos. La historia ha probado que los mayores movimientos en el mundo siempre se han desarrollado cuando sus dirigentes supieron cómo unificar a sus seguidores bajo un tema breve y claro. Eso resulta evidente de la Revolución francesa o del movimiento de Cromwell o el budismo, el Islam o el cristianismo. La meta de Cristo era clara y sencilla: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo'. Él reunió a sus seguidores en pos de ese mensaje llano. Debido a que esta enseñanza fue sencilla, escueta, clara y comprensible, permitiendo a las grandes masas avalarla, al final conquistó al mundo.

“Después, todo un sistema de pensamiento se construye alrededor de una idea formulada tan escueta y brevemente. La idea no se limita a esta sola frase, sino que se aplica a todos los aspectos de la vida cotidiana y se vuelve la guía para toda actividad humana — la política, la cultura, la economía; todos los aspectos de la conducta humana. Se convierte en una visión del mundo. Está presente en todos los grandes movimientos revolucionarios, los que dan inicio con una idea clara, escueta, comprensible, de gran alcance. Se difunden más y más y se convierten en un espejo de vida que refleja todas las actividades de los pueblos, y en efecto de una manera particular.

“Después, puede decirse que una persona tiene una visión del mundo — no porque sepa mucho o haya leído mucho — sino porque ve toda la vida desde cierta perspectiva, y mide todo con una cierta norma. Soy cristiano cuando creo que el significado de mi vida es la enorme responsabilidad de amar a mi prójimo como a mí mismo. Kant una vez dijo: ‘Actúa como si el principio de tu vida pudiera ser el principio de tu nación entera.' […] “Si desarrollo esta idea escueta y clara en un sistema de pensamiento que incluya todos los impulsos, deseos y acciones humanas, entonces tengo una visión del mundo.

“[…] La propaganda siempre es flexible; dice cosas diferentes aquí y otras allá. No es posible pulirla, laminarla y rellenarla; más bien debe ocupar el espacio entre el individuo y la mayoría. Yo hablo diferente en el tranvía con el conductor que con un empresario. Si no lo hiciera, el empresario pensaría que he perdido la razón y el conductor del tranvía no me entendería, lo que quiere decir que no es posible limitar a la propaganda; cambia según a quién esté tratando de abordar. […]”

Pablo Hermoso de Mendoza

Mucho había escuchado de este rejoneador y decidí verle en “El Relicario” el sábado pasado, pese a que yo me cuento entre quienes prefieren la lidia pie a tierra. Mis respetos. Es un artista. Es un valiente. Tiene un don. Si Lara viviera ya lo hubiera inmortalizado en una canción.

Lástima de la plaza, sin embargo. Bastante demerita a la fiesta techar el coso, pero, vamos, pudieran aceptarse razones de índole económica. Pero “El Relicario”, por lo menos esa tarde, fue un zoco en donde un comercio feroz e incivil, se dedicó a saciar la glotonería y la sed de los villamelones que abarrotaron el local, sin consideración alguna ni por el reglamento ni por quienes fuimos a vivir la fiesta. ¿Y la autoridad? Igual que en el resto del país –tapando grandes soles con pequeños dedos.


Miguel Ángel Sanchez de Armas
Profesor - investigador en el Departamento de Ciencias de la Comunicación de la UPAEP Puebla.

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