Razón y Palabra

México

Inicio

JUEGO DE OJOS

CENSURA

AddThis

Por Miguel Ángel Sánchez de Armas

 

 

“Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, hambrientas, histéricas, desnudas, arrastrándose por las calles de los negros al amanecer en busca de un colérico pinchazo...” dice el comienzo del famoso y provocador poema Aullido de Allen Ginsberg, producto de la creación experimental con drogas que proponía la generación beat a la que pertenecía el poeta.

El libro de Ginsberg apareció en 1956 y poco después fue prohibido. La cancelación de esta censura debió pasar por un proceso legal en el que fue invocada la Primera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos que protege las libertades de culto, de expresión, de prensa, de reunión y de petición. Cierto que para la época resultaba desafiante la propuesta estética de los escritores beat que pregonaban el rechazo a los valores estadounidenses, la libertad sexual y el uso de las drogas como vehículo creativo.

Cuando allá por 1740 don François Marie Arouet -mejor conocido por su nom de guerre:“Voltaire”-, tuvo noticias de que el gobierno de Francia había mandado incinerar en la plaza pública cuanto ejemplar de sus Cartas inglesas fue posible confiscar, exclamó maravillado: “Hombre, cómo hemos progresado: antes se quemaba a los escritores… hoy únicamente a sus libros. ¡Esto es civilización!”

Doscientos años después, James Joyce se quejaba en carta a su editor norteamericano: “No menos de veintidós editores leyeron el manuscrito de Dubliners, y cuando, por último, fue impreso, una persona muy amable compró toda la edición y la hizo quemar en Dublín —un nuevo y privado auto de fe.”

En el arte, de manera más nítida que en la construcción de las ciencias sociales, se observan los procesos de totalización, destotalización y retotalización de los que hablaba Nietzsche. Es decir, la construcción de una propuesta o cuerpo conceptual e ideológico que es negado por otro que llega a desplazarlo. La búsqueda de nuevas formas de expresión artística es un fenómeno que aparece una y otra vez en la línea del tiempo y en las que se conjugan una serie de circunstancias que permite a unas iniciativas volverse de tal modo relevantes que marcan hitos en la historia y otras, en cambio, se convierten sólo en manifestaciones efímeras o estrictamente individuales con escasa repercusión social.

Los artistas son quienes muestran el mayor gusto e inclinación por exceder los límites del comportamiento socialmente aceptado, incluso más que la disidencia política, que suele aparecer como respuesta a determinadas decisiones del poder. En esta transgresión que parece inherente al arte radica quizá la razón de la censura que una y otra vez regresa en un intento por tener, parafraseando a Antonio Gramsci, artistas orgánicos, artistas complacientes con el ejercicio del poder y cuya producción contribuya a la permanencia de aquél, lo cual, cuando sucede, condena casi siempre al artista a pasar inadvertido.

Un caso curioso y contrario de algún modo a mi afirmación anterior fue la película La batalla de Argel, producción italo-argelina del director Gillo Pontecorvo sobre el movimiento de independencia de Argelia. Este filme, auspiciado por el gobierno de Ahmed Ben Bella, primer presidente de la Argelia independiente y realizado en 1965, muestra la lucha del pueblo argelino contra el colonialismo francés. La batalla de Argel se exhibió en la ciudad de México en la década de los setenta, en el cine Diana, ubicado en la avenida Paseo de la Reforma. Las escenas tuvieron un impacto inmediato: inflamaron la conciencia antiimperialista del respetable y al terminar la función fue improvisado un mitin que terminó apedreando el edificio de la Embajada de Estados Unidos a unos metros de distancia sobre el Paseo de la Reforma. Of course, el filme fue retirado del cine Diana.

(Como dato de mi archivo personal, en 1998 localicé y entrevisté a Ahmed Ben Bella en su refugio en Suiza. El presidente, como le llaman sus allegados, tenía 82 años y una mente poderosa. Me dijo, en aquella primera conversación con un periodista mexicano desde que en 1958 Luis Suárez lo entrevistara para la revista Siempre!, que la lucha del pueblo argelino se había inspirado en el movimiento zapatista y que él, Ben Bella, había moldeado su estrategia militar en la del Caudillo del Sur. Ésa fue quizá la mejor de mis entrevistas. Naturalmente no recibí el premio nacional de periodismo, pero la dirección del grupo radiofónico dueño del noticiario matutino Enfoque de la ciudad de México, que yo conducía, quiso pagar de mi salario el importe de las llamadas de larga distancia que hice para localizar al presidente. Así que presenté mi renuncia para ir a un lugar mejor. Como bien dice mi querida amiga CM, no es bueno trabajar para alguien que ni entiende, ni aprecia ni le importa tu trabajo.)

La potencialidad disidente del arte, no obstante, siempre se ha sobredimensionado; la magnitud de los manotazos que se le asestan no tiene correspondencia con el nivel de peligrosidad de los productos artísticos sino con el nivel de autoritarismo con que se ejerce un gobierno y que corre a la par de la ausencia de mecanismos ciudadanos para contrarrestarlo. A medida que la sociedad gana instrumentos para ejercer sus derechos, la censura tosca e irracional pierde terreno. Hoy, no podemos imaginar una censura como la que sufrió la cinta La sombra del caudillo, basada en la novela del mismo nombre de Martín Luis Guzmán y realizada en 1960, pero que se pudo exhibir comercialmente hasta 1990 durante el gobierno de Carlos Salinas. Treinta años de censura que llevaron a su director, Julio Bracho, a morir sin ver exhibido el filme.

Las obras de contenido explícitamente político son blanco fácil de la censura, como sucedió con La batalla de Argel que estuvo vetada en Francia durante varios años, las mexicanas Rojo amanecer sobre la matanza en la Plaza de Tlatelolco del dos de octubre de 1968 y La ley de Herodes de Luis Estrada que caricaturiza la forma en que se ejerce el poder en México. Los resultados de la censura han sido casi siempre contrarios a los fines que llevan a impedir que una obra sea vista, por lo cual resultó incomprensible la pretensión de retirar de las salas de cine el documental Presunto culpable. El momento y la sociedad actual ya no resisten estos actos de autoritarismo y opacidad, pero como decía Nietzsche, “Hay espíritus que enturbian sus aguas para hacerlas parecer profundas”. El fango que se agregó a la protección de un supuesto derecho a la privacidad, sin embargo, no fue suficiente para cubrir la intención de censurar.

El arte trasciende a las mordazas de la política. Claro que en un primer momento el puño del censor cae con estrépito sobre el escritorio y en ese mismo instante Caballería roja es purgada de las editoriales e Isaac Bábel enviado al paredón; La sombra del caudillo se queda en España lo mismo que Martín Luis Guzmán; Ulises se confisca en las aduanas y Joyce no obtiene una visa; Cariátide es satanizada y Salazar Mallén va a los tribunales; No me voy a casar es echada del escenario a punta de pistola y Ngugi wa Thiong’o encuentra alojamiento en el apando de la cárcel más cercana… y un largo etcétera para el que no tengo espacio. Mas al paso del tiempo, Bábel, Guzmán, Joyce, Mallén, Thiong’o y todos los habitantes de mi etcétera, vuelven a nosotros más vivos que cuando caminaron sobre la tierra, mientras que los nombres de sus verdugos, si alguien los recuerda, es con oprobio.

 

Miguel Ángel Sanchez de Armas
Profesor - investigador en el Departamento de Ciencias de la Comunicación de la UPAEP Puebla.


Anteriores de la columna

(2006)

La ProfesiÓn MÁs Antigua

El Mundo de Jimmy

Para Vivir Mejor

Robots y Cucarachas

AMLO, ¿Dique a la Desesperación Popular?

Anna Politkovskaya

(2007)

Mercaderes de la Muerte

La Academia Va a la Guerra

Doble Moral

La Risa, Remedio Infalible

TelevisiÓn, Agenda PÚblica y Chinogate

EL DIARIO DE MÉXICO

(2008)

AÑO NUEVO

historia intelectual

CONOCIMIENTO Y PROPAGANDA

esa montaÑa

el molcajete y la licuadora

en defensa del molcajete

de nuevo la burra al trigo

LA RADIO, INSTRUMENTO DE “LA PAIDEIA”

PENA AJENA

prometeo sin cadenas

Octavio Paz

¡QUÉ TIEMPOS AQUELLOS, SEÑOR DON SIMÓN!

EL INCIDENTE DE TAMPICO

el embajador daniels

el amigo americano

En defensa del periodismo

el deber del editor

del encuentro de poesÍa y polÍtica

EN LETRA DE MOLDE

ENOLA GAY Y LITTLE BOY

EL SCHINDLER MEXICANO

HAMILTON NAKI

SEIS REFLEXIONES SOBRE EL PAPEL DE LOS MEDIOS EN LAS SOCIEDADES MODERNAS

“EL PELIGRO MEXICANO” II

JOHN REED EN EL MÉXICO INSURGENTE

¿QUIÉN MATÓ A GEORGE POLK?

EN ESTADO DE GRACIA

(2009)

SU NOMBRE ES ANDRÉS HENESTROSA

LINCOLN, OBAMA, MÉXICO…

El nuevo continente virtual

Propaganda y sobrevivencia polÍtica

El paisaje en la guerra

Nuestro petrÓleo

AdiÓs, Robert, adiÓs

LA ÉTICA Y LA POLÍTICA

goodbye, walter

SE RENTAN PERIODISTAS

Los marginados

MÁS DEL PANBOL

La ÚLTIMA Y ME VOY

Giovanni en Chihuahua

Bienaventurados los pobres...

Indiferencia a la polÍtica

EL DOLOR

(2010)

¡Ay, quÉ tiempos aquellos…!

lecciones de el cuento

memoria de cÁrdenas

en el mes de albert, el gran profesor

diablo crucificado

por caminos de proust

los periodistas no somos vanidosos...

los reporteros (1 de 3)

los reporteros (2 de 3)

ve y dilo

el prÍncipe de la palabra

el mÁs triste de los alquimistas

PÍntame angelitos negros

el verano de 1975

El escritor y Los Periodistas

James Joyce, profeta de la nueva moral

De La onda y El juvenilismo

Cultura y comunicaciÓn organizacional

He tenido una vida maravillosa

MORIR DE AMOR

El silencio como gÉnero literario

John Reed en el MÉxico insurgente

CUANDO EL FUTURO NOS ALCANCE

(2011)

Fin de decenio

violencia

HAITÍ

PROFESIONALIZACIÓN DEL CRIMEN

angustia tecnológica

PROFESIONALIZACIÓN PARA COMBATIR AL CRIMEN

ASALTAR LA LITERATURA A PUÑETAZOS

 

 

 

© Derechos Reservados 1996- 2010
Razón y Palabra es una publicación electrónica editada por el
Proyecto Internet del ITESM Campus Estado de México.