Generación McLuhan
Primera Edición Especial
Julio 1997


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A Mil Días del 2000

por: Carmen Gómez Mont
Directora del Depto de Comunicación
y de la Cátedra UNESCO
Telecomunicaciones y Sociedad

El 5 de abril será una fecha que no podrá pasar desapercibida. En efecto, a partir de este día varias organizaciones civiles inician una cuenta regresiva de mil días para el el año 2 000. A pesar de que estamos sólo a tres años de concluir un milenio, debe reconocerse que en México poco se vive un ambiente de fin de siglo.

Quienes tenemos una preocupación por el abandono en que se t iene el estudio de las nuevas tecnologías de información y comunicación nos unimos a tan importante iniciativa a fin de realizar una declaración, o carta de propósitos, donde queden claros algunos de los riesgos que se corren al pervivir en la ignorancia ante el avance tecnológico.

La tecnología de información siempre se ha originado y ha permanecido ligada al poder político y militar. De ahí su importancia y de ahí el rol determinante que juega en los procesos eonómicos, políticos y sociales del mundo actual.

Lo evidente sería entonces condenarla de entrada. No hablar ni querer saber nada de un sistema de información que queda determinado por su origen. Sin embargo en unos cuantos años, los límites del hecho tecnológico han revelado que ningún análisis parece tener la última palabra. Sus dominios llegan mucho más lejos que los que marca su origen, el militar, y su campo de desarrollo, el comercial.

A diferencia de la era mecánica, y de la era de los medios de comunicación masiva, los nuevos medios de información y comunicación, en pocos años de vida, no más de 26 si se parte de la invención del microprocesador, han demostrado superar las tesis más optimistas así como las más condenatorias, dejando al investigador y al crítico de los medios la difícil tarea de crear nuevos desafíos para construir una interpretación real ante dicho fenómeno.

Resulta soprendente constatar hasta qué grado las tecnologías de información siguen siendo un factor de moda para gran parte de los académicos. En el mejor de los casos son apéndices de la televisión (televisión por cable, televisión vía satélite, videos, etc.) La confusión parte de una concepción errónea en el objeto de estudio. Hasta la actualidad son pocos quienes han aceptado verlos como un sistema de información y comunicación -un proceso de convergencia tecnológica y social- donde los viejos medios se fusionan a los nuevos creando un aparato de información y comunicación sin precedentes.

Si se revisan algunas de las investigaciones realizadas sobre el tema, en muchos casos trata de redimir la vieja tecnología contra la nueva. Se trata ,entonces, de desmembrar a un solo cuerpo en una especie de semi-cuerpos sin relación aparente.

Es urgente que escuelas y universidades asuman en sus planes y programas de esudio una postura seria y comprometida ante esta realidad. No es suficiente integrar el estudio de uno o dos autores -en el mejor de los casos McLuhan- para entender las tecnologías. Se requiere un cuerpo teórico bien constituído y de una concepción interdisciplinar del conocimiento. Las especializaciones quedan desde esta perspectiva como parte de la historia del pensamiento del siglo XIX y principios del XX. La Historia, la Filosofía, las Matemáticas o la Sociología se quedan sin soporte si no se acompañan de la ingeniería y de la ciencias de la información y de la comunicación.

La actualización es y deberá ser una postura permanente y de por vida. Las materias de investigación deberán de revisar y enriquecer los avances teóricos. Su espacio ideal será el campo experimental. La simulación estará en todos los órdenes del conocimiento. Finalmente la comunicación de resultados se hará a través del dominio de los lenguajes digitales al ocupar la imagen en movimiento un lugar primordial para hacer avanzar el conocimiento científico. La reflexión cultural y social debe de quedar en el centro del escenario. Retomar y analizar desde una prospectiva, temas que en décadas pasadas quedaron sin una respuesta concreta: el nuevo orden informativo mundial, el desarrollo, la educación, los impactos sociales y culturales, las nuevas profesiones, la definición de lo público (universal) de las redes, los nuevos lenguajes y formas de leer en red, el impacto de la tecnología en los medios tradicionales de comunicación, la identidad cultural y la política cultural en fin, buena cantidad de temas y materias que están en la agenda de la UNESCO.

Sin esta consideración las más de 100 escuelas de comunicación que existen en México -así como la mayoría de las profesiones universitarias- estarán dejando en el olvido un buen porcentaje del campo social y profesional que deparan estos mil días. El 5 de abril marcó para los espíritus más despiertos y comprometidos con el cambio, el inicio de una cuenta regresiva.

Con este motivo se reunieron en el Departamento de Comunicación de la Universidad Iberoamericana, amparados por la Cátedra UNESCO, más de 25 investigadores y profesores de varias facultades y universidades para asumir este punto de partida.

La raíz del problema Son muchas las universidades en México que se están equipando de forma acelerada en materia de cómputo y redes de comunicación, sin tener un proyecto común que de sentido a la interdisciplina que debe de caracterizar los procesos de conocimiento que amparan al 2000.

La convergencia tecnológica es un principio técnico -la pérdida de fronteras entre un medio de información y otro- que los lleva a incidir en un sistema único de información y comunicación. Esta convergencia en los aparatos y redes así como la convergencia en los lenguajes están llamando a una convergencia en los espacios físicos y sociales. ¿Pueden la escuela y la universidad seguir adquiriendo equipos a título departamental sin mirar la necesidad de crear un espacio físico y experimental que lleve a sensibilizar al actor más importante de este proceso: profesores e investigadores ?.

Las tecnologías dejadas al azar no tienen ningún sentido. Integrarlas en su confirguración física, social y emocional es deber de toda entidad educativa. Así como contamos con un área de integración del conocimiento general, es deseable crear un área de integración cultural ante los diferentes aparatos, redes y servicios que conforman este sistema de información y comunicación. Area de integración donde desde las diferentes disciplinas del pensamiento humano se conozcan y evaluén los adelantos tecnológicos. Será un espacio de creación y experimentación tendiente a formar la mentalidad necesaria para abordar la ciencia en el año 2001: la interdisciplina.

Los alumnos -jóvenes menores de 25 años en su mayoría- conocen y dominan la tecnología. A diferencia de los adultos, ellos no necesitan vivir un proceso de sensibilización tecnológica que parta de cero. Ellos requieren orientación y elaboración de proyectos comprometidos con su sociedad; éstos deben partir de una nueva relación ante el proceso enseñanza-aprenizaje: alumnos y profesores que intractúan e intercambian conocimientos. Una tecnología sin dirección educativa, es una tecnología que explota el proyecto neoliberal en los marcos de un capitalismo salvaje.

De ahí la necesidad de contar con un espacio común de experimentación tecnológica, de exploración de iniciativas culturales y educativas, de investigaciones apicadas a las ciencias básicas. Mientras no se conjunguen los recursos tecnológicos con los proyectos de desarrollo social, se estará dejando el potencial más rico de la tecnología a un lado: la intercomunicación, la información en doble flujo, los procesos de comunicación e intercambio de datos.

Crear una cultura tecnológica está en nuestras manos. Por tal debe entenderse saber explorar las rutas que demandan las telecomunicaciones, pero también adentrarse en nuevos principios educativos. Es decir, saber hacer público el conocimiento privado, poder compartir información con redes nacionales e internacionales de tal manera que se gesten verdaderos procesos de intercambio y avance en el conocimiento. Los estudios de prospectiva como parte inherente a toda investigación es también uno de los desafíos que depara esta cultura tecnológica. Actualización, interactividad, análisis y conocimiento del objeto tecnológico así como capacitación de por vida en el manejo de aparatos y software computacionales. Sólo así se podrá incidir directamente en el terreno social y artístico de nuestra sociedad; sólo así se podrá reducir el carácter elitista de la tecnología de punta.

Entre las preguntas fundamentales que surgieron durante esta reunión: ¿por qué la computadora no trasciende al salón de clases? ¿Por qué aún esta nueva forma de investigar no incide en planes y programas de estudio de la mayoría de las disciplinas universitarias? ¿Por qué las ingenierías y las ciencias sociales aún no encuentran un punto de coincidencia?

Para que cada uno de estos puntos sea viable es imprescindible que escuelas y universidades, -fincadas aún en los principios de enseñanza-aprendizaje del siglo XIX- se acerquen a aquéllas estructuras económicas que ya colindan con los intereses y formas de pensar en el XXI: las empresas de telecomunicaciones.

Se convoca, también, a que las nuevas compañías telefónicas que se forman en México incluyan entre sus actividades la fundación de un instituto de investigaciones sociales sobre el desarrollo de las telecomunicaciones. Se trataría de construir un concepto sobre lo universal de las redes (equivalente al concepto de servicio público que se utilizó en la época de la Radiodifusión). El caso FUNDESCO de Telefónica española es un buen ejemplo. Entre sus objetivos estaría crear una serie de proyectos de interés social, relacionados con la academia sobre estos temas así como divulgar investigaciones a través de libros y publicaciones periódicas. Impartir seminarios, capacitar a los trabajadores, sensibilizar a la sociedad en su conjunto ante el uso de la tecnología para el desarrollo.

Es importante también concentrar estudios y análisis en los contenidos de los nuevos medios, subrayar la ética en las comunicaciones que derivan de multiplicidad de nuevos actores, donde es difícil identificar la autenticidad de las fuentes. Por cada peso que se invierta en tecnologías, deberá de invertirse otro en creatividad, de no ser así nuestra actividad se reducirá a la de simples consumidores de programas de software y material audiovisual, generados por países cuya condición económica y social es totalmente diferente a la nuestra. A las universidades y a los universitarios les corresponde abrir esta nueva vía.

La cátedra UNESCO Telecomunicaciones y Sociedad del Departamento de Comunicación hace patente esta preocupación para que se convierta en una propuesta de trabajo interdisciplinaria e interuniversitaria a fin de discutirla y encaminarla a lo largo de estos mil días.

Generación Mcluhan


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