Generación McLuhan
Primera Edición Especial
Julio 1997


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Cultura y Comunicación

Comunicación, vida cotidiana e identidades
urbanas en S.L.P., en tiempos de globalización

por: Haydeé García Bravo (1)

I. Pequeña Introducción

En un primer momento haré un recorrido por algunos conceptos que considero clave en mi proyecto de investigación: la ciudad y la identidad. Este recorrido puede pensarse más antropológico que comunicológico, sin embargo es necesario para, posteriormente, establecer la crisis, la ruptura paradigmática, la irrupción de las nuevas tecnologías

II. Algunos Conceptos Clave

1. Las identidades, o los caminos de la diferencia
Hablar de comunicación e identidad tiene algunas implicaciones de orden teórico, la identidad es un concepto formulado desde la antropología y la psicología y retomado por todas las ciencias sociales. Frente a la complejización de los objetos de estudio, una sola ciencia no puede dar cuenta de la totalidad, así que hay que construir redes cognitivas inter y transdisciplinarias para poder comprehender la realidad social. Hagámos pues el recorrido por los caminos de la identidad que son también los caminos de la diferencia:

De manera sencilla, la identidad es la pertenencia a una comunidad, pero ¿cómo se representa esa pertenencia, con qué elementos y cómo se construye una comunidad identitaria? Estas preguntas remiten a la subjetividad, al imaginario social y al mundo de lo simbólico.

"Los procesos conformadores de la identidad están hechos de las negociaciones de las expectativas, del planteamiento de ciertas interrogantes, de la evaluación crítica, de la concepción de un futuro posible". (Díaz Cruz, 1994).

La identidad es concebida como dimensión subjetiva de los sujetos sociales, no es un atributo o propiedad del sujeto en sí mismo, sino que tiene un carácter intersubjetivo y relacional. La identidad, dice Gilberto Giménez (1993), es un sistema de relaciones y de representaciones, sin embargo la identidad no es algo esencial e inmutable, es un proceso activo y complejo, resultante de conflictos, de negociaciones. "De ahí su plasticidad, su capacidad de variación, de reacomodamiento y de modulación interna. Las identidades emergen y varían con el tiempo, son instrumentalizables y negociables, se retraen o se expanden... y a veces resucitan". (Las cursivas son mías).

Considero que estas características de la identidad remiten al ámbito del poder. De la lucha por lograr la hegemonía identitaria, es decir, por homogeneizar, por ubicar a los sujetos, por asignarles/designarles un lugar, por delimitar una situación y aquí se intersectan el papel de los medios, las ideologías y el proceso de construcción de las identidades.

La identidad es una actitud colectiva, una cualidad, orientación cognitiva y afectiva bajo un cierto sistema de valores culturalmente compartido.

La identidad es también sede de la competencia discursiva ("uno habla como quien es y desde donde se sitúa"). La identidad individual y la identidad colectiva es una distinción analítica, la identidad individual es el resultado de las múltiples pertenencias a las identidades colectivas. Toda identidad individual es multidimensional. Y hoy cada vez más esto es palpable. No sólo actuamos papeles y cumplimos roles sino que también pertenecemos a diversos públicos, a grupos de consumo, a redes cibernéticas.

Siempre la identidad trae consigo el problema del reconocimiento, es un proceso de percepción-acción con base en un proceso de construcción de un "nosotros" frente a "los otros".

La identidades, porque ya no podemos hablar de una única y estática, las comprendo como procesos dinámicos e históricos, en el que se negocian los significados que dan sentido a la prácticas, que van construyendo las relaciones sociales en un determinado espacio y estas dinámicas están necesariamente mediada por las relaciones de poder. La identidad remite a un territorio geográfico o a una construcción espacio-temporal no geográfica (comunidades imaginarias e imaginadas).

El estudio de la identidad, siguiendo a Guadalupe Valencia tiene implicaciones en el plano epistemológico... "se trata de concebir la identidad como parte de la problemática de los sujetos, con un carácter relacional y no esencial, mutable y no dado; que posee eficacia, esto es, que no sólo representa lo real sino que lo tranforma. Estamos hablando de una realidad que exige, para su reconstrucción, la consideración del movimiento (como historicidad) y la multidimensionalidad (como la aprehensión y articulación entre las dimensiones constitutivas de lo social), ambos requisitos del análisis concreto".

2. El concepto de ciudad: una construcción antrocomunicológica

"...una ciudad corazón, una ciudad memoria, una ciudad infamia." Julio Cortázar.

"Escenarios urbanos entendidos como "lugares" de constitución de lo simbólico y puesta en escena de la ritualidad ciudadana, producción y recreación de una cultura en la que participan los grupos y los individuos como "actores" mediante su actividad de selección y reconocimiento" Jesus Martin-Barbero.

Para desarrollar nuestro proyecto es necesario construir a la ciudad como objeto de estudio. Y esto implica varias cuestiones: la primera tiene que ver con su definición teórica y su relación con otras categorías que la definen y determinan. (Una de ellas es cultura urbana).

Hay una serie de elementos que, geopolítica y administrativamente, determinan lo que se entiende por ciudad: Número de habitantes, grado de urbanización, desarrollo de los sectores económicos, desarrollo industrial, etcétera.

En la comunicación y en la antropología, la ciudad también es concebida como comunidad imaginaria, construcción de representaciones vividas en un espacio, "hay que entender la ciudad como un espacio generado pero también generador de estilos de vida" (Safa, 1993) y como "una gran red de comunicación que interpela a los sujetos de diversas maneras" (Reguillo, 1995)

Anteriormente mencioné un concepto clave para la definición de ciudad, este es el de cultura urbana, la cual para Eduardo Nivón (1994) implica:

1. Que la ciudad es el espacio privilegiado de la modernidad, aunque también de la "sobremodernidad", diría Auge (2).

2. Que los habitantes de la ciudad han desarrollado una serie de instituciones con un principio de identificación social: la ciudadanía. Es importante mencionar que la ciudadanía, la mayoría de las veces, se relaciona con la política. Se vuelve necesario estudiar cómo se vive diferenciadamente la ciudadanía y los procesos políticos (3).

3. Que hay un vínculo entre el individuo y las instituciones. Un sistema de prácticas unificadas en las que los medios son fundamentales (cultura de masas).

Como lo señala García Canclini (1995): "los estudios urbanos reconocen ahora como el agente económico más dinámico no a la industrialización sino a los procesos informacionales (mediáticos y tecnológicos)".

Retomo aquí el trabajo sobre imaginarios urbanos de Armando Silva (1992) porque es una propuesta interesante donde plantea estudiar la ciudad como lugar del acontecimiento cultural y como escenario de lo imaginario. "Una ciudad, desde el punto de vista de la construcción imaginaria de lo que representa, debe responder, al menos, por unas condiciones físicas naturales y físicas construidas; por unos usos sociales; por unas modalidades de expresión; por un tipo especial de ciudadanos en relación con las de otros contextos, nacionales, continentales o internacionales; una ciudad hace una mentalidad urbana que le es propia".

Lo urbano de la ciudad se construye, "en una ciudad lo físico produce efectos en lo simbólico: sus escrituras y representaciones. Y las representaciones que se hagan de la urbe, de la misma manera, afectan y guían su uso social y modifican la concepción del espacio".

3. La potosinidad, discursos y prácticas

Es importante preguntarnos:
¿Cómo se vive la mentalidad urbana potosina? ¿Cuáles son las metáforas colectivas de la identidad en S.L.P.? ¿Cómo narrar linealmente la ciudad? ¿Cómo hacerlo cuando en ella convergen voces y tiempos distintos? Una ciudad es una estrutura polífona en la que existen diversos signos y símbolos y muchas maneras de leerlos, de interpretarlos. Sin embargo se construyen referentes colectivos. La ciudad es un lugar de construcción simbólica, pero hay lugares y o "centros" que parecen concentrar esos símbolos. En San Luis, la Plaza de los Fundadores y la Plaza de Armas se han constituido en los centros recurrentes de la política, la primera porque al ser una explanada era el lugar de las grandes manifestaciones y la segunda porque ahí se encuentran no sólo el palacio municipal sino también el palacio de Gobierno, el Congreso del Estado y la Catedral. Es decir se constituye en un lugar de alta densidad simbólica, en cuanto que contiene los poderes (político, eclesiástico, y económico) y se cree encontrar en estos escenarios las soluciones a los problemas urbanos. El centro forma parte también de la oferta artístico-cultural más importante de la ciudad. Ahí se concentran los museos, el Instituto de Cultura, el Teatro de la Paz, etc.

Conforme se avanza hacia la periferia la potosinidad en cuanto tal se desdibuja, pierde dimensión porque las características urbanas son muy semejantes a las de otras ciudades: colonias marginadas, con muchas carencias en cuanto a servicios, aunque no se deja de tener cierta relación con el centro o con los centros pues cada vez más la ciudad se vuelve policéntrica, sin por ello perder su especificidad.

Hay lugares que mapean nuestra experiencia y tienen que ver no sólo con lo pragmático sino con una cosmología, con una configuración intersubjetiva. Así podemos hablar de que la avenida Carranza, (una de las avenidas principales de San Luis, no sólo porque conecta el centro histórico de la ciudad directamente con la zona de Las Lomas y la zona universitaria, sino porque en ella se encuentran lugares nocturnos de diversión, tiendas de artículos importados, el jardín de Tequis, bancos y varios de los edificios comerciales más importantes de la ciudad) los domingos por la noche tiene un sentido de encuentro, y por supuesto, es un lugar de ligue. El carrancear puede caracterizarse como una práctica ritual, de cortejo e identidad.

Hay espacios que se resignifican. En S.L.P., la plaza del Carmen, por ejemplo, otrora símbolo de capital artístico y testigo de acontecimientos históricos tiene hoy un nuevo sentido como lugar de reunión de jóvenes rockeros, generalmente de clase media y baja, que visten de negro y que a pesar de que viven lejos de este punto se concentran en él para escuchar música y encontrarse con otros que comparten sus gustos e intereses.

Los usos sociales se diversifican, son múltiples y variados pero se unifican frente a lo otro. Ese otro extranjero, extraño. ¿Qué ofrece San Luis Potosí al visitante que llega por primera vez? Las postales, los recuerdos turísticos y los lugares que se recomiendan, guardan relación estrecha con lo tradicional. En este sentido podemos decir que se retratan y "ofrecen" los lugares históricos y lo potosino típicamente colonial: el Teatro de la Paz, el museo de la Máscara y la iglesia del Carmen. La Caja del Agua (construcción que se encuentra en la Calzada de Guadalupe, camino que va al Santuario de Guadalupe y antiguo paseo dominical, además de ser el símbolo del municipio).

Los lugares son resemantizados y en ellos se vive una lucha por obtener capital simbólico. Un lugar que puede decir mucho de la potosinidad es La Lonja, club (por lo que se requiere membresía para entrar) que cuenta con restaurante, bar (exclusivo para hombres, por ninguna razón puede entrar una mujer) y un salón, en el cual se llevan a cabo las fiestas de los políticos y algunos empresarios. A la Lonja no puede entrar cualquier potosino, sino aquel que comparte ciertos valores y prácticas. No es sólo el dinero (hay quienes van y ya no lo tienen) sino también el ser conocido y reconocido dentro del grupo, el apellido, la familia, la tradición.

En las ciudades ya no podemos hablar de las dicotomías tradición/modernidad y lo público/lo privado, en la ciudad estas tendencias y su gama se empalman, se trastocan. Se torna necesario hacer la crónica del imaginario urbano y cómo ese imaginario se despliega en múltiples sentidos y prácticas.

La ciudad es un espacio físico, un espacio social y un espacio histórico. Jorge González señala que la ciudad y todo su desarrollo y distribución de sus equipamientos culturales pueden ubicarse como "resultado de luchas históricas permanentes entre actores sociales con posiciones, intereses, valores y proyectos antagonistas en pugna por la definición de lo que Castells llama 'el significado urbano'". Menciona que hay que ver a las ciudades como centros neurálgicos de las inequidades del mercado, de las desigualdades del poder y de los desniveles culturales. Lo anterior nos permite entrar a un cruce: la ciudad y el poder. ¿Cómo se vive el poder en la ciudad? ¿Es distinto de como se vive en una comunidad rural? La ciudad es un un territorio social e históricamente construido, pero que al mismo tiempo construye, propicia o impide, genera o limita la vida de sus habitantes. Vivir en determinado lugar no es ajeno a la manera como se usa el tiempo libre, se educa a los hijos, se construyen las expectativas y los deseos, se satisfacen las necesidades, se disfruta o sufre, y se da sentido a la vida. (Safa, 1993).

Es necesario mencionar que hay una una tipología de las ciudades de acuerdo con su número de habitantes y su extensión: metrópolis, ciudades medias y ciudades pequeñas. El concepto de ciudades medias tiene más una naturaleza descriptiva que analítica. Entendemos por ciudad media al "conjunto de procesos sociales, económicos, políticos y culturales que son específicos de las ciudades que, sin ser pequeñas comunidades, tampoco son grandes metrópolis". Son espacios urbanos que adquieren debido a lo anterior una significación propia. (Estrada, et al). Generalmente las ciudades medias son capitales de estados (como S.L.P.) y tienen por lo mismo un peso político, económico y administrativo particular.

El reto de la antropología y de la comunicación es cómo dar cuenta de la ciudad en tanto que totalidad compleja y múltiple.

He hablado de la ciudad como un espacio simbólico, como un lugar donde se despliegan representaciones acerca de lo que es lo urbano y de lo que debiera ser. En la ciudad se pone en accion la identidad. Se materializa en actitudes colectivas, en cualidades, en símbolos que operan dentro de un sistema de valores compartido. Por ende no todas las ciudades son iguales, hay cosas que las caracterizan y las hacen diferentes. Estas diferencias son dadas por la ubicación geográfica, por el clima, por su historia, así como por la forma contemporánea de vivir en ella, y también, por supuesto, por la forma de pensarla, de imaginarla.

"Lo que hace diferente a una ciudad de otra no es tanto su capacidad arquitectónica, (...) cuanto más bien los símbolos que sobre ella construyen sus propios moradores. Y el símbolo cambia como cambian las fantasías que una colectividad despliega para hacer suya la urbanizacion de una ciudad". (Silva, 1992).

Siguiendo a Silva podemos hablar de que a cada ciudad corresponde una mentalidad y un estilo de vida; en ese sentido, aquí abordaremos la potosinidad. Es decir, la forma cultural que nos señala cómo se vive (en) la ciudad de San Luis Potosí.

El ser potosino de la capital, en un primer momento, es identificarse con canciones, comidas, fiestas, formas de sentir, es una forma de tratar y ver lo público y lo privado, es reconocerse con quienes se comparte lo anterior por oposición a otros, como los regios, los jarochos, y hasta los huastecos.

Sin embargo, no podemos olvidar que hay muchas formas de ser potosino. Estas formas de vivir la ciudad están mediadas por el lugar social que ocupe el sujeto, por el sexo, por la edad, etcétera.

Frente a esto hay un discurso que puede llamarse del deber ser. Un deber ser mediado por un proceso ideológico; aquí echamos mano de los conceptos propuestos por Claudio Lomnitz (1995) para dar cuenta de este proceso. La potosinidad tiene una base histórica, es parte de un proceso identitario no exento de conflictos:

La cultura de relaciones sociales es el campo simbólico en el que se establecen objetivamente las relaciones de poder entre culturas íntimas , es decir, es el campo en el que se da la negociación de significados entre culturas íntimas (4). Esto puede verse claramente en la organización de las fiestas religiosas, las cuales se viven de manera diferenciada, con sentidos distintos y sin embargo en conjunto representan una parte de la potosinidad y así se "vende" a los visitantes.

Para que pueda darse la negociación de significados sin que la ruptura cultural sea tan grande como para desintegrar una identidad es necesario llegar a formar consenso en torno a los signos y símbolos urbanos y este consenso se logra cada vez más en los medios de comunicación, imponiendo lo que Lomnitz llama ideología localista ("conjuntos de elementos que se sintetizan, sistematizan u ordenan de diferentes maneras y que se relacionan con lo intereses de un grupo o de una clase"). La imposición a la que hacemos referencia tiene que ver más con sanciones socio-morales que con alguna acción de represión física, aunque esta última no se descarta.

Si se mantiene el consenso a través del tiempo estamos hablando de hegemonía, de una configuración cultural que conlleva la construcción de ideologías institucionales, mediadoras entre los intereses de las diversas elites.

Se retoman y resemantizan elementos de las distintas formas de ser potosino para entretejer una imagen con la que haya identificación, una representación identitaria. La potosinidad es pues un discurso que da cuenta de expresiones, de prácticas en espacios simbolizados y ritualizados.

Los centros comerciales, por ejemplo, son apropiados como espacios de encuentro, se tornan en "vitrinas" donde generalmente los jóvenes van a "mostrarse". El ir a la plaza comercial que está de moda representa, todavía hoy, un rasgo de distinción. El ser potosino se construye en la cotidianidad, hay habitus que constituyen la potosinidad.

Tiene una parte positiva y una negativa, como toda identidad, en ocasiones se relaciona con el atraso, con el estancamiento por las pugnas politicas, con la freses y la doble moral o hipocresía y otras se exalta la educación, las buenas costumbres y la tolerancia política.

La potosinidad tiene que ver con el consumo del tiempo y el espacio en SLP con el ritmo de la ciudad, un ritmo asociado con el tiempo de "la provincia", del centro de la República, un ritmo que comparte con Zacatecas, Guanajuato, Aguascalientes y un poco menos con Querétaro.

Aun así, el ser potosino es una identidad que se construye frente a los otros estados de la República y frente a la nación entera. Corresponde a un ethos, a un estilo o tono cultural, a unas prácticas específicas que caracterizan a S.L.P. como ciudad.

III. Intersección: Tecnologías, Medios e Identidades

En estos tiempos de globalización las identidades se están reconfigurando, se resignifican en distintas dimensiones. Se pueden observar dos grandes tendencias:

1.- Aquella por la cual se desintegran las identidades construidas desde poderes autoritarios, y resurgen identidades fundamentalistas que enfatizan las diferencias. (Lógica de la diferencia), y

2.- La "famosa" tendencia a la masificación, desterritorialización, estandarización de las prácticas, de los usos, de las identidades. (Lógica de la integración). Aunque podemos dar cuenta de dinámicas intermedias, donde también se están construyendo identidades diferentes. Como ejemplo están las llamadas culturas de frontera y/o las culturas híbridas. (García Canclini, 1989).

La vida cotidiana se ha vuelto una serie de tiempos y espacios diversos y complejos. Como importantes mediadores en este proceso están los medios de comunicación y las nuevas tecnologías. Hoy, cultura y tecnología van de la mano.

La era de la globalización está marcada por la tecnología en la vida cotidiana, por la desestructuración del antiguo orden.

En los medios de comunicación, las identidades son metaforizadas, materializadas, objetivadas. En tanto que mediaciones construyen, reconstruyen, fragmentan las identidades.

Hoy, los medios se han vuelto la arena donde se negocian los significados. La división entre lo público y lo privado está continuamente resemantizándose, (¿qué pasa cuando tenemos la guerra de Bosnia en el centro de nuestra sala o en la intimidad de la recámara?. Es una paradójica sensación de cercanía lejana). Cada vez más lo que pasa en la televisión mapea nuestra experiencia, muchas de las pláticas cotidianas giran en torno de los relatos televisivos.

En este contexto me parece de suma importancia traer a un autor que propone una serie de conceptos que apuntan hacia lo emotivo, las sensaciones y nos extrae del paradigma político y económico para apuntar hacia un paradigma ético y estético: Michel Maffesoli.

Maffesoli "construye una galaxia -quizá nebulosa- de miniconceptos: comunidad emocional, potencia subterránea, socialidad, tribalismo, policulturalismo, proxemia" (prol. de J. Ibáñez).

Nos invita a pasear por los vericuetos de las atmósferas o ambientes afectuales, a mirar por el caleidoscopio difractado al infinito que son las sociedades actuales. Entre la masa y el individuo, la tribu, como grupo con una sensibilidad colectiva, como grupos de composición cambiante, efímeros, donde la comunicación toma el papel principal porque constituye las redes, esas redes que se multiplican con el apoyo de la proxemia. Sensibilidad vivida en común. Es estudiar la cotidianidad como, escribiera Walter Benjamin, lo "concreto más extremo".

Lo anterior nos orilla a dejar de pensar en polaridades y a abrirnos a pensar rizomáticamente.

Sin embargo hay que tener cuidado con la superficialidad. Intentemos conocer la superficie para llegar a lo profundo, donde la dimensión emocional es fundamental. Donde esa dimensión emocional da paso a la socialidad, es decir, lo lúdico de la socialización. Eso lúdico que siempre está presente y que muchas veces negamos por inasible, por cambiante, por mútliple.

Es la calidad de los intercambios lo que nos interesa, los momentos del encuentro, el aquí y el ahora. Ese aquí y ahora que los medios materializan.

Es estudiar el cotorreo intrascendente, trivial, el comensalismo, la proximidad, comunidad, promiscuidad.

Para Maffesoli, la comunidad agota su energía en su propia creación y genera un círculo energético en su re-creación.

Apunta hacia atender las expresiones vanguardistas de una socialidad que ya se está viviendo. Y que aún nos cuesta comprender.

Otro concepto para pensar la globalización y el poder es el de potencia subterránea: esa manera de vivir que resiste los poderes, construyendo pequeños poderes alternativos, en la lucha por vivir: empowerment.

Las nuevas tecnologías han puesto en crisis las formas de ver el mundo, su apropiación ha dado como resultado, entre otras cosas, nuevos dispositivo culturales, nuevas formas de percibir, sentir y pensar las relaciones sociales, pero sobre todo nuevas formas de vivir el tiempo y el espacio.

Si hoy estamos aquí hablando de esto, y construyendo una tribu, va pues la apuesta por ver la incertidumbre como construcción de redes plurales, tolerantes, afectuales, cognitivas, donde se reflexione sobre el nuevo orden mundial y se genere una nueva socialidad.

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Notas al Pie:

(1) Técnica académica en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM. Actualmente cursa el 2o. semestre de la maestría en Antropología en la ENAH.
Regreso

(2) La sobremodernidad entendida como saturación de imágenes, de tiempos, de espacios.
Regreso

(3) Hablar de ciudadanía y de política son temas que por cuestiones de espacio no abordaré aquí.
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(4) Entendidas como el "conjunto de las manifestaciones reales, regionalmente diferenciadas, de la cultura de clase".
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