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Noviembre 2003

 

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Miramedia

TVE, Camino de la Pseudotelevisión

 

Por José Manuel de Pablos y Concha Mateos
Número 35

"¿Qué debo hacer?
No veo más que tinieblas?
¿He de creer que no soy nada?
¿Debo creer que soy Dios?"

Blas Pascal3

Televisión Española, TVE, acaba de entrar en el oscuro mundo de la pseudo televisión, en el entorno de la basura informativa. No ya en los programas basura, sino desde el mismísimo telediario, basura periodística televisada. Los lectores podrán apreciar la calidad de una historia, que se expondrá en las aulas universitarias de Comunicación Social, como ejemplo de lo que no se puede hacer, como muestra del dirigismo televisual, de cómo un director de servicios informativos apuntado al nacional-catolicismo suspendería la asignatura de hacer televisión con la dignidad que se merece una profesión, un medio y una audiencia. Veamos la historia que acaba de hacer TVE, de la mano de un aguerrido legionario de la información al servicio del mando.

Hace unos meses, la emisora pública española de televisión fue condenada por manipulación informativa4, denunciada por el sindicato Comisiones Obreras, CCOO. Si ya es dura esa acusación, esa sentencia condenatoria, más lo es, si cabe, si se trata de un ente público, esto es, incluso de quienes se vieron maltratados por ese medio de comunicación. Todavía será más duro, si tercia una condena de un tribunal, aunque la prepotencia del ente denunciado y condenado acuda a una corte superior, pagados esos gastos con dinero público, con 'pólvora del rey', o sea, del pueblo, que es quien aporta impuestos por su trabajo.

Mientras la sentencia no sea confirmada por un tribunal superior, la decisión judicial no es firme, pero es condena a todos los efectos mediáticos y ante la opinión pública: la televisión pública española se pone al servicio del gobierno de la derecha, manipula la información con motivo de una huelga legal y un tribunal judicial falla por semejante actuación aberrante con los principios elementales de la profesión periodística y de la actuación ética de un medio de comunicación de masas, sea de titularidad pública o privada.

Hasta aquí, hechos que parecen irrefutables. No todos los días un juez censura a un medio de comunicación por manipulación, aunque haya más manipulaciones de las que pueda aguantar un cuerpo social en democracia. La circunstancia de que se trate de un medio público agrava la situación, entre otras razones porque ese medio público opera con la confianza del pueblo y a costa de él (extremos que no son aplicables a la empresa privada), mientras se está manifestando a la calle como un medio gubernamental y de un gobierno cada día más a la derecha del mundo, que está al oeste del norte.

Un juez decidido
El magistrado asume que su dictamen no es firme hasta que el tribunal superior decida, pero interpreta que una manipulación informativa en un ente público ha dañado el espacio social y se ha de reparar la corrosión cívica desprendida de la contaminación mediática. La condición de titularidad pública de esta emisora resulta clave, pública (de todos), que no gubernamental (de unos pocos), por mucho que tal cambio sea somatizado por sus directivos. No olvidemos que son designados por el gobierno y ésa es una aberración mediática, que, en España, se ha dado con las diferentes siglas que han ocupado el poder legítimo, ya no hablamos de la dictadura, claro está: la dictadura, como se ve, ha dejado su poso bien sembrado.

Al respecto, Soledad Gallego-Díaz5 escribe:

"Criticar la calidad de las televisiones públicas es algo muy frecuente en los países democráticos. Lo que no es frecuente, sino muy extraño, es que una parte importante de los ciudadanos de uno de esos países dé por supuesto que los servicios informativos de los medios de comunicación pública mientan y que lo normal es que, esté quien esté en el gobierno, manipulen la información. Eso sucede casi exclusivamente en España y por más de que nos hayamos convencidos a nosotros mismos de que es algo normal, no lo es".

Dice el magistrado que se ha de leer una nota de rectificación en todos los servicios informativos de un día, pero que mientras llega la sentencia confirmatoria -si llega-, que se lea una nota aclaratoria en los telediarios de una jornada acordada de antemano y anunciada.

Es tal la insistencia del sindicato Comisiones Obreras, CCOO, que se han de reunir con los sindicalistas los directivos de TVE y acordar un texto para la ocasión. Y la ocasión llega. Es entonces cuando TVE hace historia de la más reprobable, como si España se tratara de una democracia orgánica, como si hubiéramos regresado a la dictadura, aunque como tal seamos gobernados a veces los españoles de 2003, en una sociedad no de la información sino del cinismo y la intoxicación gubernamentales. Veamos.

En los titulares con los que se abre el telediario principal del jueves 16 de octubre, 2 de la tarde, se incluye uno referido a la nota de rectificación que se va a presentar a los espectadores. El telediario avanza con sus presentadores habituales, o sea, como siempre, con un fondo normalizado donde prevalece el color azul6, en la mesa habitual que todo el mundo conoce. El telediario avanza y en él se van desgranando todos los temas de titulares, excepto el referido a la condena judicial. El telediario se agota y llega su capítulo final, la información del tiempo, pero sus editores todavía no han incluido la aclaración. Así, hasta que los presentadores habituales se despiden.

Por fin salta la sorpresa. Después de la información meteorológica, o sea, después del telediario -que no se cierra con su carátula de cierre, sino con la última información de cada emisión-, el fondo cambia a negro y aparece el director de los servicios informativos de TVE, Alfredo Urdaci.7 Éste, todavía con la distinción caliente que le ha concedido el Vaticano por la paliza que dio a los espectadores españoles por la reciente visita del papa moribundo a España, un país laico en su constitución tantas veces pasada por agua y esgrimida solamente cuando interesa a los poderosos.

El hecho de elegir un fondo negro implica despreciar la técnica universal de instalar un fondo azul, como el mejor para la pequeña pantalla, que en ocasiones puede cambiar, pero siempre será alejado del negro. El negro, tal vez para las notas necrológicas.

Este director de informativos va a ser el encargado de leer la nota, grabada en un vídeo, pues en el mismo telediario ha informado desde Roma de la celebración de los 25 años de estancia del papa en el Vaticano. Ya es extraño que no se haya incluido en el guión normal del telediario, que se haya llevado fuera del propio telediario y que ahora aparezca con un fondo negro, o sea, una nota de excepción, para una televisión de excepción, todo cerca de un estado de excepción mediático.

En el consenso previo entre el sindicato y la televisora se había acordado que la nota se presentaría en el bloque de información nacional.

Empieza la lectura de la nota consensuada con el sindicato CCOO, que la gente lee e identifica 'Comisiones Obreras'. El señor Urdaci se debe preguntar como Pascal "¿Qué debo hacer? No veo más que tinieblas". Tal vez por eso lo lee a una velocidad endiablada (con perdón): es imposible entender lo que está pronunciando, pero no comunicando.

La comprensión de la noticia, de lo que se transmite por un medio de comunicación, es preocupación básica para todo emisor. Una emisión que no accede al destinatario es fallida. En este caso, queda patente que ésa era la intención primera y última del responsable de los servicios informativos de TVE: desde hace tiempo se sabe que lo que se lee, se oye o se ve, hablamos de prensa, radio y televisión, queda enraizado muy pobremente en la mente y el recuerdo de los deseosos fruidores del mensaje. Recordemos, por ejemplo, lo que sobre el particular afirmó Teun A. van Dijk hace ya más de diez años:

"Una revisión de los trabajos actuales sobre la comprensión de la noticia ha revelado que en realidad la gente recuerda muy poco de las noticias que lee en la prensa o ve en la televisión, especialmente cuando transcurre mucho tiempo. Lo mismo pudo deducirse de un experimento de campo que efectuamos sobre la retención de la noticia".8

Si la comprensión, el entendimiento, la absorción del mensaje es pobre ("En términos generales, se puede concluir que la evocación natural del discurso periodístico es más bien pobre"9), más empobrecida quedará su llegada a la audiencia si la lectura que hace el locutor es con ruptura de todas las normas más canónicas y elementales, a toda velocidad: se trataba, está claro, de que el mensaje no llegara a la audiencia… a la audiencia traicionada desde un medio de titularidad pública.

La siguiente perla, tóxica también, llega cuando en el texto está escrito CCOO. Ha de ser tal la repugnancia del personaje que milita en el nacional-catolicismo hacia el sindicato de corte comunista ("No veo más que tinieblas") que no lee como marcan los cánones del lenguaje y del periodismo más primario, no, él dice: Ceceoó. ("¿Debo creer que soy dios?")

Como nadie usa esa forma expresiva ni hay un solo presentador en el mundo que lea en pantalla a semejante velocidad, nadie ha entendido. ¡Bingo! Objetivo cumplido. Que después se origine un escándalo no es digno de ser tenido en cuenta.

Al director de informativos amarillista no le importa conculcar ese principio que se aprende en las escuelas y facultades de periodismo, aquel que dice que las siglas y acrónimos se han de leer con todas sus letras, que de tratarse de un diario al menos una vez hay que poner completas. Tampoco le ha importado lo que dice el Manual de estilo de TVE, en el apartado titulado, no por casualidad, "Siglas y acrónimos":10

"En general, ha de evitarse el uso de siglas y acrónimos. Sólo está justificado el empleo de las ya incorporadas al lenguaje común: RENFE, SEAT, Cesedén, ATS… Si, pese a ello, se incluye alguna sigla o abreviatura en el texto, será inexcusable11 añadir su significado: OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), Enagás (Empresa Nacional del Gas".


¿Habrá alguna explicación para saltarse una orden tajante e inexcusable, determinada y expresa, escrita, en un libro de estilo, hacerlo un directivo? Sólo se puede entender -que no justificar- en esa ola de anticomunismo ralo que aparece por algunos sectores españoles, hasta en algunos medios de calidad.

Carlos Boyero12 ha escrito sobre este detalle en particular:

"Me intriga, me da morbo, me provoca anticipado alucine y también me promete diversión el previsible formato surrealista que va a utilizar el rugiente condenado (el citado Urdaci) ante la odiosa obligación de informar desde su opulenta casa que Salomón ha dado la razón a los insurgentes, al proletariado inequívocamente comunista (está de abyecta moda entre el antiguo, renovado, frontal o disfrazado fascismo14 utilizar el derrotado invento de Marx para etiquetar con cuernos, rabo y tridente a cualquier tipo de disidencia) que demandó a los amos y a los capataces de la fábrica por mentir abusivamente sobre la huelga del 20-J".

La única detención en su carrerilla hablada que hace este demócrata de la televisión es para dejar constancia de que el ente público ha recurrido la sentencia a tribunal superior. Y cuando ha de referirse a la 'huelga general' olvida lo de 'general'.

Ésa es la historia -negra, pero historia- que acaba de firmar la emisora pública española de televisión. Es un caso que será estudiado en las facultades de Comunicación Social como lo que jamás se podrá hacer en una democracia. Los profesores expondrán que todo medio de comunicación tiene la obligación moral de aplicar la fórmula que les permita llegar a sus seguidores, sean lectores, oyentes o telespectadores, con la máxima comprensibilidad. Y que no hacerlo es una inmoralidad mediática. Los docentes, igualmente, recordarán a sus alumnos que la lectura de un texto ha de ser pausada y tranquila, para que los oyentes puedan asimilar lo que escuchan y que hacerlo como aquí se ha visto no es una contrariedad sino una traición a los principios profesionales de un ejercicio laboral que en ocasiones adquiere grandes cotas de credibilidad y honradez, que en amargas ocasiones lleva hasta la muerte a sus ejercientes. Lo que aquí se ha visto es una traición a todos esos principios profesionales.

Luego está la falta de pudor al practicar semejante manipulación nueva en un ente público, que no privado, aunque privatizado en su gestión… política y la falta de respeto no tanto a la audiencia, que es obvio que no les preocupa, sino al juzgado que dictó una sentencia condenatoria. En el segundo telediario del día ya incluyeron la nota donde correspondía.

Si ese juez callara ante el atropello, no sería juez sino cómplice de lo que acabamos de ver sorprendidos en un país donde cada día se da un paso hacia el franquismo, recuperado por sus nietos en el poder. Es un poder ganado por los votos de un pueblo intoxicado desde la televisión basura, incapaz de ejercer el derecho a la mejor decisión política derivado de un sistema mediático en paz con la verdad y la sensatez. Ése y no otro es el serio peligro de intoxicar desde los medios, con mayor gravedad desde una emisora de televisión y más aún si ese ente es público.

Tras el escándalo originado, Zaplana -ministro-portavoz del gobierno de Josemaría Aznar- tampoco tuvo empacho en manifestar que no entendía las críticas: se acordó un texto y éste ha sido leído en un telediario, manifestó sin recato, como había hecho un portavoz anónimo del ente público.

Con esta manifestación se eleva el nivel de inmoralidad política habido: ahora ya no hay duda, el atropello mediático al que aludimos está amparado por un gobierno elegido por los ciudadanos, es un atropello del gobierno hacia sus ciudadanos. ¡España va bien!


Notas:

3
Blas Pascal, Ensayos. Correspondencia. Pensamientos. Barcelona: Ediciones 29, página 131.
4
Ver "De TVE a la BBC, el abismo", publicado en Sala de Prensa (México), en: <http://www.saladeprensa.org/art486.htm>
5
"Parece normal, pero no lo es", en El País, Madrid, viernes 17 de octubre de 2003, página 39 / Sociedad.
6
Los fondos de los telediarios de TVE suelen ser una gran diapositiva fragmentada del tema del que se habla y tiene como color predominante el clásico azul de los fondos televisuales informativos.
7
Este mismo periodista fue quien transmitía en directo la entrada de la ministra española de Educación en el teatro donde se iban a entregar los últimos premios Príncipe de Asturias. Sin pensarlo dos veces, no tuvo empacho en hablar de los aplausos que recibía la ministra… cuando los espectadores escuchaban más silbidos que salvas. Para que no hubiera duda, guardó silencio, para que los oyentes se percataran bien de la intensidad de los silbidos, sobre los suaves aplausos que se escuchaban. Es el mismo director de Servicios Informativos que en el telediario del miércoles último de octubre, durante la información de la presentación de los presupuestos en el parlamento español -una sesión que dura varias horas- la primera imagen que ofrece del líder de la oposición es cuando éste mira nervioso su reloj de pulsera. ¿No tendrían mejores imágenes de un jefe de la oposición de una sesión que dura horas o es otra manera de manipulación televisual?: otro caso de manipulación y mala educación mediáticas.
8
Teun A. van Dijk, La noticia como discurso / Comprensión, estructura y producción de la información. Barcelona, Paidós Comunicación, 1990, p. 257.
9
Ib., p. 238.
10
Manual de estilo de TVE, por Salvador Mendieta, Madrid, Editorial Labor, 1993, página 121.
11
El subrayado es nuestro.
12
"Ha nacido un sindicato: Ceceoó", en su columna de crítica televisual 'El voyeur', publicada en el diario El Mundo, Madrid, el viernes 17 de octubre de 2003, página 60 / Comunicación.
13
El paréntesis es nuestro.
14
El subrayado es nuestro.


Dr. José Manuel de Pablos Coello
Catedrático de Periodismo, Universidad de La Laguna, España.
Concha Mateos Martín
Especialista Universitaria en Comunicación y Gestión Política, España.

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