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Por José Manuel de
Pablos
Número 35
Con tres días
de diferencia, el jueves 28 y el sábado 30 de agosto de 2003,
dos diarios, uno mexicano (Milenio) y otro español (El País),
han publicado sendas fotografías, que, aunque diferentes,
en el fondo eran la misma: una mujer de espaldas, donde lo que destaca
es parte de sus glúteos al aire.
Los dos periódicos, aún sin ponerse de acuerdo y más
allá de la ética, han conseguido el sueño de
muchos directores o responsables de redacción: erotizar cada
día su diario por algún lado, aprovechar algo de piel
desnuda de una mujer para lograr tal objetivo. Igual entienden que
es algo meritorio.
En el primer caso,
se trata de la mexicana que gana una prueba atlética en los
campeonatos mundiales de atletismo; en el otro, una modelo en una
foto extraída en una exposición que muestra 25 años
de moda española.
El caso mexicano es una falta de
respeto a la atleta ganadora de una prueba, a quien no le sacan
fotografiada su cara, sino su culo, amparados en que de esa manera
se ve mejor (¿) la bandera mexicana que la chica lleva sobre
su cuerpo: ¿si la hubieran retratado de frente, no se hubiera
visto igual la bandera, de la que se ven en la imagen reproducida
dos de sus tres colores, el blanco sólo en parte?
El caso español guarda similitudes:
¿cómo se explica que una de las dos fotos que elige
el periódico para ilustrar un texto sobre la exposición
de 25 años de moda española sea precisamente la de
una modelo por detrás, con parte de sus glúteos al
aire? ¿Es que la moda española en los últimos
25 años se ha caracterizado por ese tipo de '(des)vestimenta'
mostrado en esa segunda foto?
No, en los dos casos ha predominado
la idea de ciertos sectores profesionales (masculinos, muy machos,
aquí y allá) de ofrecer lo que entienden que es la
parte más vistosa de una mujer fotografiada. Unas veces son
los pechos al aire de la modelo que desfila por una pasarela con
un vestido que nadie va a llevar por una calle como la modelo luce
por la pasarela de un desfile. Otras veces son las refugiadas de
alguna guerra balcánica que mientras huye llena de pavor
da su pecho al niño que lleva en sus brazos y allí
está el fotógrafo que sirve el sentimiento machista
del editor gráfico que sueña con una señora
con un pecho al aire, sea una modelo en un desfile sea una pobre
mujer en un desfile de refugiados. Lo que importa no es la escena
sino el detalle útil para erotizar cada vez que se pueda
alguna de las planas del diario, o sea, subrayar la teoría
de las manchas de amarillo en prensa, por muy de rigor que se crean
en el periódico de referencia que no deja de jugar esta partida,
como vemos en este caso del diario español de referencia.
Dr.
José Manuel de Pablos Coello
Catedrático
de Periodismo, Universidad de La Laguna,
España.. |