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Por José Manuel de
Pablos
Número 34
Había
escuchado dos días antes que el gobierno de Estados Unidos
no sabía si publicar o no las fotos de los dos hijos de Sadam
Husein, muertos a tiros después de que un colaboracionista
con las fuerzas de ocupación los delatara. Ese respeto y
pudor del Pentágono sólo podía exigir una sonrisa,
por el cinismo que llevaba encima, en este tiempo de sociedad del
cinismo, que no de la información o de la desinformación,
como se prefiera.
Si los dos hijos de Sadam estaban
en una casa, rodeados por los militares estadounidenses, ¿por
qué no esperar a que no pudieran aguantar más allí
dentro, a que fueran ellos quienes decidieran el final al acoso?
Lo que se decidió fue un tiroteo tipo película hollywoodense,
con el final consabido. Se despreció capturarlos vivos, se
despreció la fuente de información que sin duda suponían.
Venció la ley del oeste, todo muy acorde con lo que estamos
viendo.
El gobierno que había protestado
semanas antes por la exhibición de fotos de prisioneros invasores,
ahora decía al mundo que no sabía qué hacer
con aquellas fotos. Cuánta precaución y cuánto
pudor. Había truco, no obstante: sólo se trataba de
hacer ver que había dudas, antes de hacerlas públicas,
manifestar de alguna manera que lo habían dudado antes de
hacerlo. La disculpa era clara: para hacer ver al pueblo iraquí
que estos dos individuos ya no están, ya no les van a molestar,
cuando de lo que se trataba era de mostrar un trofeo de guerra,
todo muy acorde con la hipótesis de la sociedad del cinismo
marcada desde la Casa Blanca.
Al día siguiente, los telediarios
dieron las dos fotos, las de dos personas muertas con los rostros
destrozados por la metralla. Se intentaba, repetimos, hacer ver
al pueblo iraquí que uno y otro hijo de Sadam estaban muertos
y fuera de combate. Si ésa era la intención de los
dueños de los dos cadáveres, si se trataba de convencer
a los iraquíes de esa nueva realidad, ¿qué
interés podría tener semejantes imágenes para
la prensa occidental, en países donde no hay abrumadora mayoría
de ciudadanos iraquíes? Es evidente que nulo interés
informativo tendría para, por ejemplo, un diario español,
insertar las dos fotos de los hombres masacrados tras un tiroteo,
en auténtica minoría con las fuerzas ocupantes, autodenominadas
'aliados'.
Así las reflexiones previas
al sábado 26 de julio de 2003, este lector se queda de una
pieza cuando encuentra que la portada de El País, de Madrid,
reproduce las dos fotos a una columna cada una, con las caras irreconocibles
de los personajes: 'Las fotos de los cadáveres de Qusay y
de Uday, exhibidas ayer en Bagdad', reza el pie de foto. La mera
noticia de la publicación de las dos fotos por el ejército
de ocupación no era noticia de primera página y esto,
de forma indiscutible: la mejor prueba de ello es que las dos fotos,
una sobre la otra, aparecen bajo un título que no hace referencia
alguna a las fotos ("La guerrilla iraquí extiende los
ataques contra EEUU") y hemos de
acudir al subtítulo para ver la conexión: "El
Pentágono exhibe las fotos de los cadáveres de los
hijos de Sadam".
Si una foto tiene referencia con
un título -principio periodístico elemental, si la
foto ilustra el texto que aparece bajo un título-, ambos
elementos han de hablar de lo mismo, cosa que aquí acabamos
de ver que no ha sucedido, que la conexión es entre subtítulo
y fotos. Esto significa que la importancia de las fotos es de segundo
nivel y así y todo aparecen en la primera página.
Hemos de recordar que la intención teórica del Pentágono
-más allá de la simple propaganda de esta posguerra
tan costosa en vidas de soldados
y de iraquíes- era
la de hacer ver a los iraquíes que los dos individuos estaban
muertos: ¿afecta ese posible interés informativo a
los lectores españoles? Parece dudoso, cuanto menos. Más
parece que apunta al capítulo del haber de la propaganda
del Pentágono que a servir a sus lectores.
Hasta aquí, lo que parece
un nuevo lapsus que afecta a la credibilidad del gran diario y al
eclipse de prensa originado desde las pantallas televisuales, medios
donde no dudan en ofrecer esas dos caras desfiguradas, como un número
más del gran espectáculo en que todo acaba cuando
aparece en la pequeña pantalla.
Estas reflexiones, no obstante,
se quedan cortas cuando el lector abre el diario y en la página
3 (en la misma edición) se vuelve a encontrar las fotos de
los cadáveres. Las mismas imágenes se ven ahora en
orden contrario y junto a dos retratos de los dos hijos-del-dictador
en vida. ¿Cómo se explica la repetición de
fotos, en la misma edición, con una página de por
medio? Ya sólo se podrá hablar de morbo, de exhibición
mortuoria en las páginas del diario de referencia: nadie
espera que la distribución de una foto origine su publicación
dos veces en la misma edición. Es una contrariedad con los
principios periodísticos, es una decisión
bien recibida en la embajada de EEUU y en línea con la crónica
de sucesos, "que siempre ha constituido el pasto predilecto
de la prensa sensacionalista (sangre
drama
) ingredientes
que las ansias de respetabilidad impuestas por el modelo de prensa
escrita (sic) seria habían hecho destacar o relegar a segundo
termino hasta ahora" (Pierre Bourdieu, 1997: 22). Hasta ahora,
sí, hasta ahora.
Alguien podría decir: se
han vuelto a publicar las dos fotos de los personajes muertos porque
no había foto mejor para ilustrar esa tercera página.
Hubiera sido una disculpa poco creíble: hablamos de un episodio
de una casa cercada por las tropas invasoras que disparan hasta
decir basta, o sea, hasta liquidar a quienes se encontraban en el
interior, como una nueva mala película
violenta de Hollywood. Teníaque haber, por consiguiente,
fotos en abundancia, visto que estamos ante unos hechos que han
durado horas, con tiempo más que suficiente para que los
fotógrafos de prensa se personen en el sitio. En efecto,
leyendo prensa del mismo día encontramos, por ejemplo, la
página que dedica a este asunto 'Diario de Avisos' (Tenerife),
ilustrada con las fotos de los cadáveres y una tercera foto
de soldados en plena faena, una foto de acción, en la mejor
tradición de la foto bélica, justo en el momento en
que los buenos lanzan un misil contra los malos
Otras vez las fotos
En el ejemplar de 'El País' del día siguiente, sábado,
26 de julio de 2003, y todo de acuerdo con la hipótesis de
que el Pentágono ha diseñado una agenda de propaganda
con las fotos de estos dos cadáveres, el periódico
anuncia en el índice de portada lo que sigue:
"EEUU expone a la prensa los
cadáveres de los hijos de Sadam" y en la página
4, a cuatro columnas, vemos el escenario teatral preparado en el
aeropuerto de Bagdad, de una tienda ('con aire acondicionado'),
donde hay dos camillas y los cuerpos maquillados o retocados, en
imagen transmitida, cómo no, por una agencia de bandera de
las barras y las estrellas, Associated Press. En el texto del enviado
especial del rotativo, Ramón Lobo, leemos unas líneas
que no suelen ser tenidas en cuenta, en este caso ni en otros semejantes,
y que tienen una validez completa: "
es
costumbre en el mundo árabe que la imagen de los muertos
quede en la privacidad de la familia". Es costumbre en el mundo
árabe
y en el periodismo serio al que aludía
Bourdieu, pero claro que referido a la prensa seria y hasta ahora.
Hasta ahora.
Dr.
José Manuel de Pablos Coello
Universidad de La
Laguna, España.. |