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2004

 

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Miramedia

11-M: la Especulación Ganó al Periodismo

 

Por José Manuel de Pablos
Número 38

La no-información se castiga en elecciones. Al menos eso es lo que acaba de pasar en España, que resultó no ser la “España, una y grande” que el jefe del Partido Popular creía haber logrado con su entrega al otro jefe, su nuevo jefe. Ese partido autodenominado “popular” se ha transferido en partido pinochero, palabra que viene de Pinocho (aquel muñeco mentiroso, al que le crecía la trompa): el diario Le Monde, de París, llevó a su portada una caricatura de Aznar con una nariz muy larga, de la que se columpiaba Bush. Ahora, a ver si Kelly lo baja de ese columpio.

Y en ese 11-M, la especulación, la hipótesis sin contrastar, el morbo, el sensacionalismo y a veces lo amarillo se impusieron al Periodismo, saltaron también por los aires algunos de los fundamentos de la información periodística, al infligirse la suposición a la noticia, al dejarse engañar el periodista director por el político presidente. La prensa fue la víctima 201 del 11 de marzo en Madrid.

Mentiras antes de llegar a la meta
Las mentiras han dirigido al final la acción política de un gobierno que pensó que podía falsear sin que tuviera que pagar factura por ello. Las encuestas indicaban día a día muy cerca de las elecciones que iban a ganar, pero sin tener la mayoría, como había sucedido en las elecciones anteriores. Intentaron lo que hicieron no para ganar, que lo tenían casi asegurado, sino, maximalistas, para acceder de nuevo a la mayoría que les facilitara aplicar el rodillo político. La desinformación tras la terrible serie de atentados de terrorismo de venganza contra trenes de gente humilde y los embustes que armaron cambió todo y hoy están camino de sus mansiones... de sus grandes empresas…

Veamos algunas de las primeras ruinas de ese edificio de mentiras. Sin duda, la piedra angular fue asegurar una y mil veces que en Irak había armas de destrucción masiva y por eso España tenía que entrar en guerra. Después manipularon el lenguaje cervantino y no llamaron guerra a lo que desarrollaban en suelo iraquí. La gente, ya se sabe, es tan tonta…

Aunque no aparecían tales armas de destrucción masiva, estos personajes aliados con Bush y con la mentira seguían erre que erre asegurando que sabían de la existencia de tales ingenios y así han pasado los meses. Llegaron unas primeras elecciones locales y volvieron a ganar, lo que venía a demostrar una de estas dos cosas: el pueblo verdaderamente olvida desastres como el de la guerra y está narcotizado con tanta tele-basura oficial y acepta la mala gestión del petrolero hundido en aguas de Galicia o el votante estaba a la espera de una reprimenda mayor. Parecía más lo primero que lo segundo, porque hasta unos días antes de la matanza de Atocha y alrededores el partido pinochero salía airoso en las encuestas, aunque deseaban con ardor la mayoría.

La mala gestión informativa
Lo sucedido desde el 11 de marzo fue una lección del mal gobierno de la información política, que solamente puede salir airosa y beneficiar a su gestor si porta en todo momento la verdad por delante, no la intoxicación, que siempre acaba siendo tosca, muy burda, en esta ocasión, además, cuajada de prepotencia y descalificaciones, que es un arma arrojadiza de ida y vuelta, que acaba golpeando a quien la esgrima y la lanza.

Aunque es archisabido lo acontecido entre el 11 y el 14 de marzo, veamos algo de lo más grosero.

Los ataques fueron a primera hora de la mañana y la gente los fue conociendo a medida que se incorporaba al día, por llamadas telefónicas y, está claro, por los medios calientes de difusión, emisoras de radio y de televisión, que emitían en directo lo que sucedía en el escenario de las tragedias. En un plazo muy corto de tiempo toda la sociedad sabía lo sucedido y se iba enterando de los nuevos detalles que aparecían en escena.

El significado político y social de El Pozo del Tío Raymundo
No es un error entender que la primera impresión ciudadana era que se trataba de un nuevo atentado de la organización etarra. Era la primera impresión, que enseguida se desmoronaba por sí sola, aún en la duda de si realmente eran etarras los responsables de tanta muerte discrecional y sinsentido. El primero de los datos que sumaba dudas sobre la identidad de los responsables del atentado múltiple era la elección del Pozo del Tío Raymundo para asesinar allí a personas de la sociedad civil.

La duda nacía desde el momento en que se conoce un poco de la historia reciente de este país, España, tan maltratado desde el poder. El Pozo del Tío Raymundo fue durante la (última) dictadura un foco de resistencia constante contra el franquismo, probablemente el barrio obrero y pobre de los alrededores de Madrid donde vivieran más simpatizantes con los etarras, al menos en los tiempos de la dictadura, donde la única voz que resonaba contra el franquismo con hechos contundentes era la de aquellos en un sentido y de éstos en el plano social y más visto, o sea, más represaliado.

Allí, en ese barrio, surgieron movimientos sociales como los de los curas obreros, nada que ver con el movimiento de curas pederastas ni el de los curas empeñados en catolicismo para todos en las escuelas públicas, algo que a dios gracias ya se va a acabar con el nuevo gobierno. Esa, al menos, ha sido una de sus promesas; ya veremos si la cumplen, si la pueden consumar.

Si eran etarras los que atentaban en El Pozo, no eran ‘etarras normales’: tenían que ser tan jóvenes que desconocieran ese dato histórico… o eran extranjeros. Que la Eta esté dirigida por gente tan joven que desconozca el significado de El Pozo del Tío Raymundo era posible, pero muy poco probable. Cabía la tercera posibilidad, que estuvieran tan desarticulados, tan al borde del cierre, que hicieran el atentado más facilón, el único al que pudieran poner su sello. Ésta fue una de las primeras aseveraciones sin sentido que manifestó algún pinochero. Y se equivocó, se empezaron a confundir también al no plantearse con un mínimo de rigurosidad la poca credibilidad del binomio maligno Eta – Pozo.

Esto sólo valía para los primeros instantes, que como es lógico fueron momentos de nerviosismo y rabia, pero de poca gimnasia con la inteligencia.

Despreciar el dato que no gusta
El segundo dato que aconsejaba dirigir las sospechas hacia otro lado que no fuera el ángulo superior derecha de Iberia fueron las palabras que nos llegaron desde allí, por boca del dirigente de la organización política puesta fuera de la ley por los cachorros del franquismo en el poder, que saludaron la idea equívoca de que es mejor tener a los malos fuera del sistema que integrados en el mismo. Otegui, responsable de la ilegalizada organización política Batasuna, aclaró en conferencia de prensa que los atentados de Madrid no tenían nada que ver con Eta y que ni siquiera como hipótesis se planteaban tal cosa.

Sin saberlo, este político independentista forzaba a los gubernamentales a seguir la política de Pinocho: empezaron a insistir en la vía etarra y a descalificar a Otegui.

No tuvieron el mínimo de lucidez para percatarse de algo funcionalmente importante: el terrorista ‘doméstico’ que opera en la península ibérica comete sus atentados para que se sepan que los ha perpetrado. No es un ‘terrorismo de venganza’ sino ‘de propaganda’ (con la alianza mediática)2, aunque en ocasiones el etarra también haya sido indiscriminado. Si la Eta comete el atentado y lo desmiente un supuesto portavoz político, sólo podía implicar que se hubieran asustado por las consecuencias, pero, ¿es creíble semejante temor en estos activistas? Aquí se equivocaron en el gobierno pinochero; no tuvieron cintura suficiente para captar el dato. O tal vez sí, pero la autoría etarra les podía ayudar tres días más tarde a alcanzar la mayoría que las encuestas cantaban como perdida.

Alguno dijo que los mensajes etarras no podían ser atendidos, que no eran creíbles, pero como las hemerotecas y los fondos audiovisuales también cantan, poco tardaron algunos medios en recordar el episodio de la entrevista de Carod Rovira con etarras en Francia. Con aquel motivo, los que ahora tildaban de no aceptable el mensaje que llegaba del norte, antes decían que la Eta no mentía, aludiendo al comunicado alusivo a que dejarían de atentar en Cataluña. O sea, lo que valía en enero ahora no se apreciaba en marzo. Aquí se iniciaba el rosario de mensajes enemistados con la información, empezaba la desinformación y la manipulación más burda y grosera que se ha visto nunca (y captada como tal) por estos lares.

Aparecen pistas y se tratan de obviar
El mismo jueves se tuvo noticia de la furgoneta encontrada con indicios que aludían a personas de lengua árabe.

(Hay que ‘resistirse’ a hablar de ‘islamistas’, porque sería lo mismo que denominar ‘cristianistas’ a los terroristas occidentales, ambas palabras sustentadas en que unos y otros de alguna manera han tenido una formación religiosa, pero, ¿no hay que aceptar que, al menos en la teoría, las religiones están en contra de estas actividades que culminan con la muerte de semejantes? Está claro que decimos ‘en teoría’, porque la historia y la realidad nos habla sobradamente de los atentados que, por ejemplo, cruz en mano, se han hecho en tantas partes del mundo: América nuestra, África, Oriente... El hecho de que la Cruz Roja se viera obligada a cambiar la cruz por una media luna en suelo árabe habla por sí solo de esa realidad, que en el mundo árabe ha dejado la impronta del binomio cruz – salvajismo, desde los tiempos de los cruzados que iban a imponer sus creencias a sangre y fuego. Por eso no hay que dar mucha cancha a la cuestión religiosa, al menos para los seguidores de Isabel… la Católica… Por ejemplo.)

Hablemos, entonces, de Alqaedistas y no de islamistas. Generalizar siempre es discutible.

En ese vehículo se encontraron temporizadores, precisos para realizar explosiones, pero de un material diferente a los empleados por los etarras. Ése tenía que haber sido otro dato que unido a lo anterior podía aconsejar llevar la mirada, o sea, las investigaciones, hacia otros lugares. No se hizo. Al menos, no se dijo y se siguió insistiendo en la hipótesis etarra.

Se inicia la intoxicación desde el gobierno
Cuando a algún iluso se le ocurrió hablar de la posibilidad del terrorismo árabe, otro pinochero dijo que no, que lo más probable era un matrimonio entre etarras y árabes…, que era algo que ya entraba en el terreno del sainete, y de la mentira, cuando el presidente Aznar le manifestó al director de El País, Jesús Ceberio, que eso era un bulo lanzado por el entorno de la Eta:

Añadió [el presidente Aznar, en la primera de sus dos llamadas telefónicas al director del periódico, como no había hecho en los ocho años anteriores] que las versiones que empezaban a apuntar hacia otro tipo de terrorismo nacían del propio entorno de ETA para desviar la atención3.

Las mentiras se manifestaron ya con toda rapidez: se supo la idiotez de la ministra de Asuntos Exteriores que pasó un fax a todos los embajadores españoles en el exterior, donde les aconsejaba que mantuvieran la teoría etarra, frente a gobiernos y medios de comunicación. Fue una manifiesta deficiencia, porque si un político quiere difuminar un rumor o una mentira, no lo hace por escrito ni de forma indiscriminada. Lo realiza por teléfono y solamente cerca de aquellos diplomáticos que a carta cabal son de su cuerda.

Al enviar ese fax a todos, lo más probable es que al menos haya uno que piensa en la manipulación idiota y si casualmente se da la coincidencia de que también sea una persona seria o sensata, pues su mente le aconseja pasárselo a alguien, a un periodista o a los compañeros de su partido, por ejemplo, para que la mentira quede al descubierto. Hecho. Poco después, las emisoras que no juegan al gobierno pinochero contaron con detalles el contendido del fax, que después incluso sería reproducido en algunos periódicos. Puestos a mentir y a intoxicar con la información, al menos que lo hagan con un mínimo de inteligencia y no de forma tan torpe.

La intoxicación llegó a los niveles más altos: al Consejo de Seguridad de la ONU. Allí, los responsables diplomáticos creyentes en la mentira convencieron a los demás diplomáticos para que se acordara una condena contra la Eta por los atentados de Madrid. Cuando se conoció el engaño, el mundo supo lo que era una mentira de altos vuelos y el crédito de Naciones Unidas quedó tocado una vez más. No importaba, había que ganar el domingo y hacerlo por goleada.

El muerto 201
El embuste fue engordando y acabo por contaminar a los periódicos. La prensa fue el muerto 201 el 11 M4.

Los grandes periódicos prepararon ediciones extras. El diario madrileño El País se salió de los límites del periodismo y en portada mintió a sus lectores. Se olvidó de virtudes periodísticas como la templanza y cayó en el sensacionalismo y en la mentira. En su edición especial insertó un titular enorme, nada habitual, con un mensaje falso: “Matanza de ETA en Madrid”. Torpes, reproducen una foto en la edición normal del viernes, en la que aparece un lector con el diario abierto y la mentira resonando de nuevo en sus páginas. [Ver 1ª reproducción] Esto, sin contar con los numerosos textos que llevaban su mirada hacia la Eta, cuando ya resonaba Al Qaeda en las nuevas que eran noticias y no intoxicaciones.

Ya en la edición del viernes, con un cuerpo bastante más bajo, el titular de portada, también a toda plana, cinco columnas, y en dos líneas, se acercaba más a la verdad: la portada retornaba a los límites del Periodismo. Decía: “Infierno terrorista en Madrid: 192 muertos y 1.400 heridos”, con un subtítulo que centraba la situación respecto a la autoría: “Interior investiga la pista de Al Queda sin descartar a ETA”. [Ver 2ª reproducción]

Los dos graves errores de El País en su portada, contrarios a su historia, era decir lo que no era más que una especulación, una posibilidad, una sospecha o una intoxicación gubernamental. Informaban de algo de lo que no estaban seguros ni habían confirmado, contrastado, su fuente, como se establece con toda claridad en su Libro de estilo. El problema de la fuente informativa es en tantas ocasiones el vicio que arrastra muchas noticias aparentes a la cesta de la basura, extremo que a veces no llega a captar el lector.

El propio presidente desinforma a los periódicos
En este caso, la fuente fue ni más ni menos que don José María Aznar, quien no tuvo empacho en telefonear a los directores, aunque a algunos de los cuales no los había ni siquiera saludado en sus ocho años de mandato. Nunca había hablado con algunos de ellos, como es el caso de Franco, el director de El Periódico de Catalunya, o Jesús Ceberio, director de El País. O sea, fue una acción intoxicadora a la desesperada. Se jugaban mucho los pinocheros o así lo debieron haber entendido.

Aznar les aseguró que era Eta, que no se equivocaran en la información que fueran a dar en las ediciones extra. Y ahí aparece el nuevo error de Jesús Ceberio, director de El País: aseguró lo que le dijo su fuente, pero sin citar a la fuente, que en periodismo entra en el plano de los vicios infantiles, porque después falla ‘el soplo’ que era intoxicación y te ves con tus galeradas al aire, necesitado de pedir disculpas, de aclarar el error, después de cometido. Está claro que no podía haber reproche alguno si el titular “Matanza de ETA en Madrid” llevara un subtítulo donde dijera que la fuente informante era el presidente Aznar, la presidencia del gobierno, el gobierno o cualquiera que hubiera sido la fórmula para decir el origen de la noticia. No indicarlo era asumir la verdad de aquel título que resultó erróneo. Indicarlo acaso era dar protagonismo al político intoxicador.

Este error lo ventila El País con un párrafo de nada en las primeras explicaciones que dan el domingo día 14, al amparo de la defensora del lector, “Informar en medio de la confusión”5, bajo el epígrafe “Llamada del presidente”:

El titular de portada a cinco columnas es contundente: Matanza de ETA en Madrid. ¿En qué se basaba El País para afirmar tal cosa si todavía el ministro del Interior no lo había confirmado? Muy sencillo. Al margen de distintas fuentes de Interior que así lo habían asegurado, el presidente del Gobierno, José María Aznar, había llamado al director, Jesús Ceberio, para confirmar la autoría.

Está claro que este error no se puede acallar con ese “muy sencillo” del texto de la defensora del lector, que aquí es defensora del director. Esas fuentes innominadas no sirven, al menos desde la letra del Libro de estilo del periódico.

Los lectores empiezan a quejarse
Cuando llegan los comentarios de algunos lectores avisados6, la defensora Malén Aznárez, después de reseñar algunas críticas que hablan del “titular falso o cuando menos precipitado” y de reproducir preguntas que quieren saber por qué no se dijo que era Aznar la fuente, trata de aclararlo y dice:

“Por supuesto que El País contactó con numerosas fuentes para contrastar la información. Pero a esas horas de la mañana --la edición especial se cerró a la una de la tarde del mismo jueves-- poco se podía contrastar, puesto que nadie tenía dato alguno y los supuestos abundaban a la autoría de ETA. Estábamos todavía en los primeros momentos del horror, y Gobierno, instituciones, políticos y medios de comunicación trabajaban entonces con tal hipótesis, no exenta de altas posibilidades de certeza. A esas horas, el lehendakari7 Ibarretxe había atribuido la autoría a ETA, y sólo Arnaldo Otegui, portavoz de la ilegalizada Batasuna, la había rechazado y adjudicado a la “resistencia árabe”.

De las palabras anteriores se desprende con toda claridad que “poco se podía contrastar” y deja claro que “nadie tenía dato alguno”. ¿Cómo, en tales condiciones, se atreven a decir lo que nadie sabe seguro, de lo que no hay datos?

La defensora del periódico en su informe a los lectores matiza que estaba ya cerrada la portada del periódico cuando se recibió la llamada telefónica del presidente. Y que entonces se cambió el titular. Y se pregunta Malén Aznárez: “Teníamos que dudar de la palabra del presidente de un país democrático europeo?”. Bueno, pues lo más razonable es que de José María Aznar sí que podían dudar, ¿o es que habían olvidado la mentira de la existencia de armas de destrucción masiva en Irak? No son aceptables los olvidos cuando nos interesa sacarlos de la memoria. Además, ¿qué significa esa alusión a “país democrático europeo”? ¿Si fuere el presidente de un país democrático pero no europeo sí se podía desconfiar? ¿No hay aquí algo de ‘ombliguismo’?

Las disculpas del director
El propio director, Jesús Ceberio, no en la primera entrega de la defensora sino en la segunda, diez días después, por fin pide disculpas de manera pública a sus lectores y trata de aclarar lo inaclarable:

A todas luces, fue un grave error cambiar el título con el que había decidido encabezar la edición especial del jueves 11 de marzo: “Matanza terrorista en Madrid”. (Es) Un error que asumo en su totalidad.

La validez de la titulación como recurso informativo
La titulación en periodismo es un recurso para exponer en pocas palabras lo que se va a decir a continuación y siempre ha de responder a la verdad conocida y contrastada. Si el periódico hubiera titulado como tenía previsto: “Matanza terrorista en Madrid” hubiera acertado de pleno y nadie, desde ningún ámbito, le hubiera podido encarar una falsedad: era una matanza, era terrorista y era en Madrid. Sólo se exponía a ser calificado de ‘tibio’ por la derecha, capaz de discernir entre un terrorismo y otro o que deseara incrementar el desprecio hacia el terrorismo doméstico. Ése fue el error de Ceberio, su temor a ser calificado de poco patriota o algo semejante, según el vocabulario descalificatorio y españolista empleado por los pinocheros en sus últimos tiempos y en la campaña electoral. Se salió, pues, del periodismo y entró en otros terrenos.

Lamento que esa decisión equivocada haya podido contaminar el formidable esfuerzo profesional llevado a cabo desde primera hora de la mañana por una Redacción que fue capaz de superar su propia conmoción para elaborar 19 páginas de información rigurosa: textos, imágenes que han dado la vuelta al mundo, infografías y diseño (…)

Ronda lo pueril esa alabanza al ‘formidable esfuerzo profesional’ de sus redactores, que no habrá sido mayor que el del resto de los medios, de los servicios de seguridad, de los bomberos, de los servicios sanitarios, de tantos voluntarios… Lo mismo se ha de decir de la alusión a que algunas fotos ‘han dado la vuelta al mundo’. De hecho, todos los días ‘dan la vuelta al mundo’ miles de fotografías: todas las imágenes de los servicios de telefotografía de las agencias de prensa con tal oferta. Esa idea de conectar la calidad de una foto con su ‘vuelta al mundo’ es ñoña y de cuando no existía la telefotografía, ahora, digital y telemática; es obsoleta, en suma.

Poco antes de la una de la tarde decidí llamar al secretario de Estado de Comunicación, Alfredo Timmermans, para obtener un contraste directo con el Gobierno. Me anunció que en unos diez minutos iba a comparecer el ministro de Interior, Ángel Acebes, para informar de que ETA era la autora de la cadena de atentados sin ningún género de dudas. Apenas unos minutos más tarde recibí una llamada del presidente del gobierno, José María Aznar, que en una breve conversación telefónica (no más de un minuto, probablemente) me garantizó la autoría de ETA, con toda rotundidad. No se trataba de una convicción o una deducción lógica, era una aseveración en términos absolutos (…) Está claro que me equivoqué y, por ello, debo disculpas a los lectores y también a la Redacción, en cuyo descargo señalaré que las diversas informaciones incluidas no descartaban la hipótesis del terrorismo fundamentalismo islámico. El hecho de que excepcionalmente esa edición del diario no incluyera ningún texto informativo en su primera página me impidió una asignación directa de la fuente informativa.

El mensaje, marginado
De nuevo aparece el error admitido: el diseño de prensa nunca, jamás, se ha de imponer al mensaje. Si una portada se decide de lleno en el campo sensacionalista, todo titular, nada de masa gris de texto, como ésta que comentamos de El País, y a un cuerpo muy pocas veces visto, sus mentores se exponen a que algo quede fuera, por ejemplo, la autoría de la fuente que ha aconsejado semejante error.

Por eso, si la noticia ha de llevar fuente, la fuente se coloca como sea. Si persiste el error de no poner masa de texto, la fuente se pone en el titular y éste se hace menos sensacionalista, de un cuerpo más templado y no del cuerpo de una boda real…

La ‘dictadura del diseño’ nunca es recomendable y aquí el periódico se ha dejado enamorar por el esquema sensacionalista, que será amarillo si lo que se dice no es verdad, como ha sucedido: la portada de El País es una muestra de prensa amarilla, aunque con la salvedad de que ha sido motivado su director por un engaño, mentira o desinformación, que es una escala menor del diario que inserta un titular falso a sabiendas de que lo es. En todo caso, si por la sinrazón que fuera y que acabamos de ver no cabe poner la autoría en la portada, ¿qué impide que dentro se aclare la fuente? ¿Se quiso acaso dejar en la nada el contacto telefónico Aznar – Ceberio? Como no lo han explicado no lo podemos saber.

Detalles escondidos o minusvalorados
Hubo, no obstante, otros errores imperdonables en un diario que se tilda de referencia, hablamos ya de la edición normal del viernes. La rueda de prensa de Otegui se escondió en la última página dedicada a dar cuenta de lo sucedido y no se ofreció a los lectores el texto de la carta donde un primer portavoz de Al Qaeda informaba en el periódico árabe Al Quds al Arabi, de Londres, de la responsabilidad de los atentados. Esconder noticias que no gustan tampoco es periodismo, es decisión que expulsa al periodismo de nuestra actividad profesional. Esta decisión no se ha explicado en las páginas de la defensora del lector / periódico.

Recordemos que la conferencia de prensa sin preguntas de Otegui fue por la mañana y la nota de Al Qaeda en el rotativo londinense se supo por la tarde-noche del mismo jueves, de 20:30 a 21:00 horas, y a pesar de su interés informativo sólo sirvió para dar cuenta entre líneas, sin titulación individual, sin darle importancia.

Al margen de lo anterior, El País entró en barrena en el terreno feo del sensacionalismo el viernes y regresó de nuevo el domingo día 14. Lo hizo con el trato dado a las fotos insertas en sus páginas. Recordemos que la diferencia entre prensa amarilla y periodismo sensacionalista es clara. Para empezar, la primera actividad es prensa (todo lo que se imprime) pero no es periodismo8. Sensacionalismo es dar un tratamiento exagerado y no habitual a una información. Entró en el sensacionalismo dando fotos a un tamaño enorme y dos páginas enteras de megainfografías.

El tamaño mayor de fotos e infos sólo significa morbo y aumentan la sensación de que lo que nos están narrando es muy importante, por si acaso nosotros, los lectores, no nos hubiéramos dado cuenta que un rosario de atentados con casi 200 muertos fuera algo de poca monta. Será, entonces, al ver grandes fotos, algunas de ellas en color y muy dramáticas, cuando nos daremos cuenta de lo sucedido… Sensacionalismo, no más: La foto de portada, a toda plana y en color, tomada a pie de tren, con víctimas tiradas por el suelo, una muestra mayor del drama. Dentro, fotos de más de media plana en las páginas 13, 14 y 15. En las dos siguientes, dos megainfos a plana entera, para seguir la colección de megafotos de víctimas en las páginas 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25, alguna de ellas a más de media plana, esto es, en un tamaño mayor que el DIN A4. [Ver 3ª reproducción]

No será hasta la página 48 cuando el lector encuentra la rueda de prensa de Otegui que fue uno de los primeros datos que apuntaban al menos hacia quien no había sido el causante de la catástrofe.

Si esto ocurría el viernes, el domingo el diario El País volvió a pisar el terreno del sensacionalismo, al dedicar las primeras nueve páginas del suplemento Domingo a la tragedia, con profusión de fotos, ahora todos en color y descarnadas, con cuerpos destrozados y muy al estilo de cierta prensa sensacionalista latinoamericana, nada que ver con el legado del bogotano El Espectador, por ejemplo. Ni qué decir que varias de estas fotos ya se habían publicado, pero, eso sí, sólo en blanco y negro. Ahora, el domingo, había que reproducirlas en todo su color: más dramáticas. Eran 29 imágenes en 9 páginas, según el mismo estilo que en Canarias se emplea para dar muchas fotos en pocas páginas, en tiempos de carnavales. Algunas de estas 29 páginas eran hartamente irrespetuosas con los muertos, sobre todo la que aparece en la página 5, a media página, en cabecera, donde observamos la cara aterrorizada de una mujer muerta, con el sello del terror establecido en su rostro. [Ver 4ª reproducción] No pasará el director Ceberio a la historia del periodismo por decisiones como las de publicar esta foto y su tratamiento.

Bajo el epígrafe “Fotos: traspasar el umbral”, la defensora del periódico se refiere al asunto en su artículo del 21 de marzo: “… la falta de sensibilidad con los familiares…” dice un lector, pero la defensora del periódico no tiembla al asegurar que es

un tema en el que existen serias discrepancias entre los propios lectores, ya que en momentos tan brutales la necesidad informativa suele rozar los límites de la sensibilidad y dignidad para las víctimas que algunos exigen.

Estas pocas líneas de Malén Aznárez pasarán a la historia de lo que no se debe hacer en un periódico, ya no digamos serio o de referencia: “… la necesidad informativa suele rozar los límites de la sensibilidad y dignidad para las víctimas…”. ¿Se entiende, pues, que la prensa fue la víctima 201? ¿Es que acaso las fotos descarnadas e irrespetuosas con el último instante de intimidad de los fallecidos eran “necesidad informativa”? ¿Hubiera sido menor la carga emotiva del periódico con fotos respetuosas con los muertos, con sus familiares, sus amigos… el público lector? Esas palabras de Aznárez se expondrán en las aulas como lo que no se puede permitir un periodista, como ejemplo de salirse de los límites del periodismo, no, como dice, de ‘rozar los límites’: si los ha rozado habrá sido por fuera…

Los lectores, que siempre son menos tontos de lo que a veces creen algunos periodistas, reaccionan ante esta mala práctica periodística. La defensora del lector (¿o del periódico?) reproduce algunas de estas críticas, todas muy sensatas:

“Jan Steensman, de Madrid, las considera ‘amarillistas’ y ‘propias de un tabloide inglés’.”
“Cristina Robles pregunta: ¿Por qué imponer esta exposición tan dolorosa a unas familias ya destrozadas? (…)”
“Y Alfonso Carlos Pérez Álvarez considera que esa imagen en concreto vulnera el derecho a la privacidad, que debe privilegiarse por encima del derecho a la información (…) Y en ese momento se vulnera el derecho a la privacidad, incluso después de muerta”.

Una cosa también está clara en la periodística: información es aquello necesario o preciso para que el lector se percate de la realidad en que vive. La foto que analizamos no era necesaria ni precisa para que los lectores llegaran a conocer la realidad que el diario estaba comunicando. Sin esa foto, de un grupo de tantas otras, el lector se hubiera enterado exactamente igual, de ahí el tinte amarillista de la elección de semejante fotografía. Además, si cupiera la disculpa del error en la primera edición confeccionada a toda prisa, esta imagen iba para la edición dominical y aunque se hubiera cerrado el mismo jueves siempre podía llevar aparejada mayor grado de sensatez y de reflexión, al menos de tiempo.

Por esto, de nuevo el infantilismo del director, Jesús Ceberio, aclarando o informando de que varias de sus fotografías aparecieron en las portadas de muchos periódicos de todo el mundo. Eso solamente es muestra de sus contactos y relaciones internacionales, de los compromisos que tienen. Por ejemplo, ¿cómo se iban a negar a facilitar imágenes al diario mexicano La Jornada, el mismo que les facilitó la foto del torturador Cavallo en calzoncillos, que sirvió para ilustrar una portada criticada de El País?9 ¿Acaso la aparición de una foto en portada en signo de su calidad? ¿No lo puede ser de las ansias amarillistas de un diario, de las ganas de dar morbo a sus lectores?

Ya con más sensatez, el propio Ceberio vuelve a reconocer el desaguisado en este mismo epígrafe:

en algún caso, hemos traspasado el umbral de sensibilidad al que está obligado el periódico en cualquier circunstancia, tanto más en una tragedia como ésta. Hay un principio que tratamos de aplicar y que en algún caso, producto también de la tremenda presión a la que trabajamos esos días, se ha rebasado. Las familias de las víctimas tienen derecho a exigir que no aparezcan en el periódico imágenes explícitas de los fallecidos, sobre todo cuando son directamente identificables. Una edición menos apresurada nos habría llevado a evitar la publicación de algunas fotografías.

Según esta confesión sincera del periodista Jesús Ceberio:

- El periódico debe no traspasar el umbral de sensibilidad al que está obligado”.
- Esto ha de suceder “en cualquier circunstancia”.
- Se trata de una cuestión de “principio” que tratan de aplicar.
- Ese principio en esta ocasión “se ha rebasado”.
- Ha sucedido “producto de la tremenda presión” a la que se vieron obligados a trabajar esos días.
- Las familias tienen derecho a que no aparezcan “imágenes explícitas de los fallecidos”.
- Algunas de tales fotografías se hubieran evitado en “una edición menos apresurada”.

Estos son siete aparentes cuestiones que se dieron o se vulneraron y originaron que el periódico “traspasara el umbral”, o sea, se echara fuera del Periodismo, entrara en el terreno pantanoso del sensacionalismo, de la prensa amarillista.

¿No será, acaso, que el periódico ha dado un paso más en su camino hacia la prensa popular, en su retroceso, su alejamiento del concepto diario de referencia?10

El 11-M, algún sector de la prensa también fue víctima.


Notas:

2 Vid. “Terrorismo y medios: juego de intereses dobles”. Razón y Palabra, 37, febrero de 2004
3 Columna “La resaca” / La defensora del lector, periódico El País, domingo 21 de marzo, p. 12 / Opinión.
4 Luego se supo que la cifra de personas muertes era inferior a 200, con la que se contó varios días. Cuando se hablaba de 200 víctimas, en realidad el muerto 201 fue un tendero de Navarra que cayó muerto por los disparos de un policía nacional libre de servicio, que acudió en defensa de su esposa, que se empeñaba en imponer al tendero un lazo de luto por los atentados. Hoy, el tendero está enterrado y el agente tan valiente ha de estar a la espera de juicio, pero vivo.
5 El País, domingo 14 de marzo, página 13.
6 “La resaca”, El País – La defensora del lector, domingo 21 de marzo, página 12.
7 Presidente del gobierno vasco.
8 Vid. Amarillo en prensa. José Manuel de Pablos, Idea, Tenerife, 1998.
9 Interesados, ver “Caballo en calzoncillos nos informa de la impunidad en que anda el periodismo de estos tiempos”, Razón y Palabra 34, agosto de 2003.
10 Vid. El periodismo, herido Estudios que delatan divorcio entre prensa y sociedad - El País, como referente. José Manuel de Pablos Coello, Madrid, Foca Investigación, 2001.


Dr. José Manuel de Pablos Coello
Catedrático de Periodismo, Universidad de La Laguna, España. Del equipo de investigación Latina de Comunicación Social.

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