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Agosto
2004

 

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Miramedia

Jueces que Desconocen el Significado de ‘Información’

 

Por José Manuel de Pablos
Número 40

Ha vuelto a suceder: unos jueces (de un tribunal de justicia, no de una pelea de gallos) han demostrado desconocer el significado de la voz ‘información’. Ya no digo del concepto ‘derecho a la información’ o ‘derecho de la información’, dicho sea por entenderse que los jueces, si saben algo, es de Derecho, aunque haya quienes lo escriben ‘derecho’, apeado de su mayúscula, aunque también haya quienes hacen que el Derecho sea derecho, aunque torcido en ocasiones….

Han vuelto a demostrar los jueces que aquí vamos a criticar su desconocimiento a lo largo de un proceso entre un empresario encarcelado y un periódico. Ese diario es el rotativo madrileño ‘El País – Diario Independiente’. Lo decimos así, para no confundirlo con ‘El País – Diario Republicano’ [que funcionó en España en el siglo XX, cuando fue posible], visto que el primero es monárquico y no republicano... ibérico. El País de hoy publica una foto del galeote comiéndose un bocadillo y lo hace a través de los barrotes de la cárcel, tomada por un elemento de la tribu de los paparazzi que recibe acogida en el ex diario de referencia. En la imagen aparece en primer término la reja de la ventana y detrás de ella el sofisticado cautivo, creo que se apellida De la Rosa, con un bocata en la mano en el momento (¿íntimo?) de llevárselo a la boca.

Una imagen poco seria, de un momento personal
Denunciado el diario monárquico de Polanco-Cebrián por el empresario retratado, afectado en su imagen, por verse fotografiado en una imagen poco seria y rayando lo ridículo, de un momento de soledad, en un sitio cerrado al público, personal y privado, cuando el asunto va a un tribunal de primera instancia (la Audiencia Provincial de Madrid), el diario todopoderoso es condenado por afectar la intimidad de un ciudadano. Parece una apreciación correcta.

Hay muchas preguntas que permanecen sin clara respuesta para quienes desconocen el significado de la voz ‘información’, para quienes no saben qué es ‘periodismo’. Algunas de esas cuestiones son éstas: ¿Hay información en la visión de una persona comiendo? ¿Qué sea un bocadillo imprime información al acto captado? ¿Hay morbo? ¿La noticia de una sentencia con prisión no va bien y suficientemente servida con la foto del encausado entrando en el recinto penitenciario? ¿Es ésa, la del bocadillo, la primera foto del penado como tal penado? ¿Es necesario insistir con sus imágenes dentro del presidio? ¿Esa foto desmiente algún rumor y es noticia por tal razón? ¿Se encuentra un recluso en una esfera íntima o se considera que se encuentra en un entorno público y publicable? ¿Tiene algún derecho a su imagen una persona desprovista de libertad por una sentencia judicial? ¿Acaso pierde el derecho a la intimidad o a la propia imagen por el hecho de haber delinquido, de haber sido condenado en un proceso ante la justicia? La lista de preguntas podría ser interminable. Las respuestas son variables, según el grado de conocimiento que cada cual tenga de los conceptos antes apuntados. La existencia de sentencias contradictorias así lo manifiesta, al menos en el ámbito de quienes han de impartir justicia.

Hagamos aquí un inciso: hay quienes, como el firmante, creen que una persona presa, a pesar de tal condición, sea condenada o sea preventiva, sea por asuntos financieros, por atentar contra otra persona o por delito de lesa humanidad, cualquiera que sea la causa que la ha llevado a prisión, aún así tiene unos derechos que el periodismo ha de respetar, siempre y cuando el periodismo desee permanecer dentro de los marcos de la información, no entrar en el resbaladizo territorio de lo amarillo, del atentado a la intimidad ajena, de afectar a derechos elementales de la persona… en fin, de no parecer y aparecer el periodismo de la misma calaña que los condenados por cualquiera que sea la circunstancia que los ha llevado a prisión. Si el periodismo entra en ese juego, estaremos entonces en la vieja jungla abandonada por el avance del conocimiento, el desarrollo del intelecto, a pesar de que hay tantos medios deseosos de volver a ella, de retroceder en la evolución de la deontología profesional y la ética periodística. En definitiva, estamos ante un asunto de civilización o barbarie.

Información versus intimidad
Los primeros jueces condenaron al diario por entender que, en efecto, la libertad de información prevalece frente al derecho de la intimidad, y eso podrá ser discutible, pero es que la información es o debe ser algo tan grande para la sociedad, que se entiende perfectamente que la intimidad pueda verse en segundo plano frente al gran derecho a la información. La cuestión estriba, entonces, es saber qué es realmente información, que es evidente que no es todo lo que se lleva a un periódico o se pasa por una pantalla. La condición de ‘información’ no depende, ni mucho menos, del soporte en el que se plasme algo que puede tener o no la condición de tal información. Por eso es tan importante que los jueces, todos, no algunos, sepan qué es realmente ‘información’ y qué es ‘intromisión’ en la intimidad ajena. Tienen una gran responsabilidad, para actuar libremente y sin perjuicios o temores y para que lo que estime un tribunal no lo desestime el siguiente, porque esa situación deriva en una inseguridad ciudadana, en una falla cívica.

Aquellos primeros jueces que condenaron entendieron que en el caso que les ocupaba no había información alguna digna de ser impresa en las planas de un periódico, sino asalto a la intimidad de un personaje, más allá, o más acá, de los posibles conflictos (desconocemos si los ha habido) que en la reciente historia económica de España hubiera tenido el recluso y ese diario monárquico. Hablamos de El País, de Madrid, no se olvide.

Información sin información no es información
No es información aquello que no informa. Y un confinado zampándose un bocadillo dentro de la cárcel no es materia informativa, no es información: no es información periodística. Podemos entender que sí, que es información, porque es nuevo, pero si partiéramos de ese predicado, todo lo que hiciera una persona sería información, porque cada cosa que hacemos es nueva, es diferente de la anterior, como sucede mientras escribo este texto y voy dando a una tecla detrás de otra. Es nuevo lo que estoy haciendo porque voy creando un texto nuevo, que nunca he escrito antes, pero aunque lo hubiera escrito con anterioridad, no pondría las mismas letras en su mismo orden, de igual forma que el recluido es probable que se haya comido otros bocadillos antes, pero nunca era el mismo… se encuentra en una situación nueva. En casos como estos, la nueva, aunque nueva, no es sinónimo de información y mucho menos de información periodística.

La nueva, para ser noticia, ha de almacenar otras condiciones, entre ellas las de ser un hecho de interés público. Está claro que el concepto ‘interés público’ no es cuantificable como una sustancia física, pero es tan claro como fácil de deducir lo que realmente no es de interés público.

Cuando una emisora de televisión de Madrid (no todopoderosa ni temible) pasó unas imágenes de un accidentado dentro de un coche destrozado y después los familiares denunciaron por atentado contra la intimidad y la imagen de la persona accidentada, el juez, con buen juicio, sentenció en contra de la emisora: en las imágenes contempladas no había información, no había ninguna escena en la que se viera la actuación de los equipos de salvamento, que pudieran interpretarse como actores de la noticia del socorro prestado a aquel hombre. No había información y cuando no la hay siempre prevalece la intimidad, ese derecho tan difícil de verificar cuando se impone el morbo. En estos casos, nos encontramos entre información y morbo.

Una típica foto ‘robada’
En el episodio que nos ocupa del encarcelado ‘famoso’ comiendo un bocadillo en la cárcel, estamos ante un asunto típico de ‘foto robada’: se ha buscado la imagen, se ha hecho desde una casa situada enfrente del edificio de la cárcel. Ya esto dice mucho del desastre que supone una prisión urbana, cuyo interior puede ser fotografiada desde la vecindad. Más que fotografiado: en julio de 1984 fue asesinado un detenido francés, Raymond Vaccarizzi, por medio de un disparo efectuado desde un edificio situado enfrente de la celda con vistas a la calle a la que se asomó el presidiario confiado. Este hecho nos habla de la situación tercermundista de este presidio, situado en pleno casco urbano de Barcelona, sin unas mínimas medidas de seguridad externas, como vemos en los dos incidentes citados.

Es curioso algo que señala el periódico (página 27 / Sociedad, el 16 de julio de 2004), cuando informa de que se ha anulado la sentencia anterior: “Javier de la Rosa, en la cárcel de Barcelona, en la noche del 22 de octubre de 1994. La imagen fue publicada al día siguiente en primera página de El País”. Es extraordinario que una foto tomada por la noche aparezca al día siguiente: en el acontecer de un diario español editado en Madrid esto implica que la información publicada en estas condiciones ha recibido prioridad absoluta, porque de lo contrario no hubiera entrado en una edición que ‘en la noche’ ya está cerrada y más que cerrada. Vean, si no, cómo algunos encuentros de fútbol no entran sino con una edición por medio, porque cuando ya es de noche es muy difícil que se inserte algo en un periódico de estas características. Hay numerosos ejemplos de hechos acontecidos de noche que no aparecen al día siguiente, sino dos fechas más tarde.

Entre paréntesis digamos algo: en la noticia citada de julio de 2004 se alude al 23 de septiembre de 1994 como la fecha en que la foto comentada apareció en primera página. Es un error, pues la fecha de aparición no fue de septiembre sino en el día citado, 23, pero de octubre, un mes más tarde. Este fallo es sintomático de la situación de errores continuos a los que está sometido el diario, a pesar de que en este caso se trata de una nota editorial muy cuidada donde vitorean que el Tribunal Supremo los ha absuelto de ‘intromisión en el derecho a la intimidad y a la propia imagen’. No obstante esta segunda sentencia, su pundonor profesional es probable que les diga que nones, que un juez los podrá disculpar, pero no el Periodismo. En todo caso, lo que han hecho es poner un ladrillo más en el proyecto no declarado de diluir el carácter de diario de referencia y de calidad, de su marcha hacia un periódico de corte cada vez más popular, como hemos mantenido –y creo que demostrado– en otros escritos (Vid. ‘El periodismo, herido / Estudios que delatan divorcio entre prensa y sociedad – El País, como referente’. Madrid: Foca Investigación, Grupo Akal, 2001)

Algunas de las preguntas que antes nos hicimos podrían tener su razón de ser, capaz de bendecir la aparición de la imagen robada y publicada. Por ejemplo, si la foto fuera tomada en el despacho del director del presidio y allí come un cautivo, pudiera suceder que eso fuera síntoma de un trato de favor. Lo mismo si estuviera prohibido comer bocadillos en las propias celdas y a un arrestado alguien le sirviera comida fuera de horas y en la mazmorra. Hay algunas posibilidades de que la foto fuera una imagen-denuncia, hasta el punto de darle carácter de noticia. Habrá que verlo. Y veremos que no, que no hay nada de eso.

Un pie de foto escrito en amarillo... como la propia foto
Para salir de dudas tenemos que acudir a la edición del 23 de octubre de 1994. Allí encontramos varias cosas que llaman la atención. La foto es la única imagen de portada y aparece a 4 columnas, con un pie de foto en plan foto-noticia, aunque el título no va engatillado. O sea, no es lo menos que se sirve en foto con texto. Lo segundo que llama la atención es el sustento informativo de la presencia de la foto, o sea, el contenido del título: “Javier de la Rosa come en la celda”. Lo que leen: “Javier de la Rosa come en la celda”. ¿Dónde está la noticia? ¿Cuál es la noticia? ¿Es noticia que un internado coma o la noticia es que lo haga en la celda?

Cuando hablé de estos extremos en el curso sobre fotoperiodismo celebrado en julio de 2004 en la Escuela Complutense de Verano, en Madrid, algunos de los alumnos me aseguraron dos cosas: a) que había un mensaje semiótico en la imagen del detenido ‘famoso’ comiendo en la cárcel y b) que la noticia era que un millonario encarcelado estuviera en prisión y comiera un bocata. Parece que la idea de al menos la segunda de las interpretaciones va o parece ir por el camino de la venganza. Y sabemos que este tipo de vendetas no lleva a ninguna parte, tal vez a distraer la atención de hechos más importantes y contemporáneos. Si la cárcel, así lo dice un pasaje de la constitución monárquica española, es una herramienta para preparar a los penados para una mejor inserción en la sociedad, no parece que este sistema de ponerlos en evidencia en algunos de sus momentos de intimidad sea una ayuda, no más allá que para vender algunos diarios más entre los amantes del morbo.

Para su información, copio el pie de foto:

El financiero Javier de la Rosa fue captado anoche por el fotógrafo cuando comía un bocadillo en la celda en la que vive con otros tres reclusos. De la Rosa, encarcelado desde la madrugada del martes en la Modelo de Barcelona, recibió ayer la primera visita de su mujer, Mercedes Misol, quien declaró que su marido, con el que permaneció durante 20 minutos, echaba mucho de menos a sus hijos. Juan Piqué Vidal, abogado de Javier de la Rosa, presentó ayer un recurso contra el auto de prisión y mañana lo hará contra la fianza civil de 13.333 millones de pesetas impuesta por el juez. Páginas 49 y 50. Editorial en la página 14.

Puestos a considerar ‘noticia’, podríamos entender como tal:

a) que el encarcelado comparta la celda con otras tres personas;
b) que su mujer lo ha visitado;
c) que el fracasado echa de menos a sus hijos, y
d) las actuaciones de su abogado defensor.

Que come en su celda y que lo que ingiere es un bocadillo es una anécdota tan pequeña que no puede alcanzar la categoría de noticia.

¿Linchamiento mediático?
En un comunicado del confinado, éste se queja de ‘linchamiento mediático’. ¿Existe tal figura?, nos preguntamos. Es probable que sí, pero de presentarse, verán que siempre hay alguna razón (o sinrazón) que escolta su presencia en el diario, en la empresa editorial, en el también financiero propietario del medio. Es uno de los casos en los que los incautos redactores creen estar haciendo ejercicio de libertad de expresión, cuando son manipulados bajo mano por el enemigo del sujeto activo de la pasión mediática. No digo que éste sea el caso de El País – Javier de la Rosa. No lo digo.

Cinco días consecutivos en portada: un culebrón
En aquellos días de octubre de 1994, ¿hubo agenda mediática especial para el financiero cazado? Si consultamos los ejemplares de El País – Diario Independiente de aquellas fechas, encontramos algunos extremos curiosos:

* Domingo 23 de octubre de 1994:

- En el editorial anunciado bajo el pie de foto del presidiario que come en la cárcel, el autor hace una crítica a los protagonistas del pelotazo financiero, dos de los cuales, de los más prominentes, están encarcelados. Y dice: “Así, el que no ha sido investido honoris causa por la Universidad ha sido exhibido como prototipo de gran empresario...”. Referirse en simplicidad a Mario Conde por su doctorado honoris causa tiene dos vicios de compañeros de viaje: 1º) no decir cuál es la universidad cuestionada (la Complutense, en tiempos del rector aquel que organizaba corridas de toros...) y 2º) no informar a sus lectores por las causas reales del nombramiento de Conde como ‘doctor honoris causa realis’... Y a partir de aquí, buscar las causas, ¿escandalosas?, de aquel nombramiento tan atípico en esta España de democracia 'monarquista'. No sé si me explico.
- En la página de apertura de la sección de Economía, a toda plana, se ocupan del asunto e ilustran el texto con una fotografía sin relación con la economía: “La mujer de De la Rosa, Mercedes Misol, sale de la cárcel Modelo”. Mal está la información económica cuando el sustento fotográfico de una información que abre sección es la esposa de un financiero o ex financiero que sale de visitarlo en la cárcel.

Primero, foto en el patio de la prisión

* Sábado, 22 de octubre:
- El titular de portada a 4 columnas informa: “Un juez acusa de estafa a De la Rosa y le exige una fianza de 10.000 millones antes del lunes”.
- La foto que ilustra la portada, a 3 columnas, cuadrada, dice: “Javier de la Rosa, vestido con un pantalón claro y jersey oscuro, ayer, en el patio de la cárcel Modelo”. Omega (Omega es la firma de la foto).

[Encontramos en esta imagen de portada una primera intromisión, una primera muestra de ‘foto robada’: la de un confinado en el patio de una cárcel.]

- En la página 37 de esa edición, la información ocupa toda la plana y la foto que ilustra el texto (de un yate) vuelve a ser cuanto menos curiosa:

  • “El ‘Blue Legend’ es uno de los bienes que el juez puede embargar a Javier de la Rosa”.

    - Si se fijan, no hay noticia alguna relacionada con ese barco de recreo del financiero en prisión. Hay una especulación, un verbo en sentido condicional, esto es, un empleo verbal de espaldas al periodismo. O sea, amarillismo en toda su pureza.
    - En la página 38 se manifiesta –por si hubiera dudas– el despliegue que el diario monárquico moderno (moderno, para diferenciarlo algo del diario Abc de Madrid, que sería ‘el diario monárquico clásico’) hace del caso, cómo pone todas sus baterías al servicio de la causa de la libertad de información: publica íntegro el auto judicial por el cual el financiero ha ido a parar a la cárcel. Eso es auténtico periodismo de información, ¿o lo es ‘de recepción’?

Un título el plan culebrón yanqui
* Domingo, 23 de octubre:

- Junto a lo que ya vimos líneas arriba, ese día de fiesta el periódico aprovecha para dedicarle al detenido ‘famoso’ la portadilla y lo presenta como tema estrella de su suplemento ‘Domingo’, con un titular que no casa con la idea aquella perdida de ‘diario de referencia’ o ‘de calidad’: “Cayó Jotaerre’, que más bien parece el título de un culebrón yanqui o americanizado. Dentro, gran despliegue: páginas 2, 3, 4 y 5.

* Lunes, 24 de octubre:

- El asunto vuelve a la portada del diario, por tercer día consecutivo: como si se tratara de una boda real..., ahora con una crítica del presidente del gobierno catalán, que aconseja al arrestado que no amenace con tirar de la manta y que se ocupe de defenderse.
- Dentro, en página 71, vuelven a sacar una nueva foto de la esposa del encerrado, que lo ha vuelto a visitar y, claro, es noticia para la sección de Economía del diario, no vaya a ser que se la pise Hola o 10 Minutos.

El diario especula por segunda vez
* Martes, 25 de octubre:

- El tema aparece de nuevo en portada, ahora por cuarto día consecutivo: “El juez ordena al embargo de los bienes de Javier de la Rosa en España” y dentro se desarrolla en varias páginas.
- En la plana 52 aparece un suelto a 1 columna, titulado “El empresario, trasladado de celda, por motivos de seguridad” y explica que ha sido llevado “a una sin ventanas a la calle, como parece probable” (de nuevo, aparece la especulación, decir lo que no se asegura: otro pequeño golpe al periodismo). Y añade el texto: “El pasado sábado, De la Rosa fue captado por la cámara del fotógrafo comiendo un bocadillo en su celda. Este hecho ha alarmado a los responsables de la Modelo, que recuerdan...” y narran lo sucedido al francés asesinado desde la calle.

* Miércoles, 26 de octubre:

- Es el día del comunicado del recluso, donde niega que vaya a tirar de la manta y este extremo sirve para llevar el tema por quinto día consecutivo a la tapa del diario. En su texto reclama algunos de los derechos que en una democracia no pierde la persona cuando entra en prisión, al menos en una democracia (sin apellidos): el firmante habla de estar sufriendo un ‘linchamiento público’ y el final de su comunicado comenta que espera que todo lo que está sucediendo “sirva para ayudar a que la cordura se imponga sobre el escándalo fácil y, si no es mucho pedir, para que a un ciudadano se le conceda al derecho a un mínimo respeto como persona”.

Está claro que el director del periódico, Jesús Ceberio, no opina lo mismo y así lo viene demostrando con cierta frecuencia.

Recuerden lo acontecido, hace pocos meses, cuando un torturador argentino esposado en México fue trasladado a España y el periódico El País adquirió el derecho de publicación de la foto que el rotativo defeño La Jornada había publicado de aquel individuo dentro de la cárcel mexicana, en prendas interiores y ‘algo tocino’, llegó a escribir el corresponsal ético de El País en el DF.

El derecho a la información está por encima del derecho, ¿dudoso?, a la intimidad y a la propia imagen, eso que unos llaman honor y que otros pisotean porque se creen más periodistas que nadie, cuando sólo son todopoderosos y hablan de información cuando no hay tal. Ésta es otra forma de ‘acebizarse’.

Hemos visto que no todos los jueces opinan lo mismo. Es tan serio como que un médico dijera que un cáncer es un cáncer y otro dijera que un cáncer no es un cáncer. Así, mientras unos condenan la intromisión en la intimidad cuando no hay información que pueda prevalecer, otros dicen lo contrario y se apoyan, entre otros extremos, en que la foto en cuestión, inaudita en la prensa española hasta el presente marcado por El País de Polanco – Cebrián – Ceberio, “fue merecedora de tres premios de periodismo gráfico” (sic).

¡Pobre periodismo!, ¡Pobre periodismo gráfico! Mejor (peor): ¡Pobre prensa cuando se torna amarilla! ¡Pobre periodismo gráfico cuando se hace '‘paparazzismo’'! y de todo ello se alardea.

* * *

(En el fondo, todo puede ser muy bien un entrenamiento para el próximo referéndum venezolano, para volver a machacar al presidente legítimamente elegido, caso de salir victorioso del envite, para alinearse una vez más con los golpistas... ahora autodenominados opositores ‘demócratas’.)


Dr. José Manuel de Pablos Coello
Catedrático de Periodismo, Universidad de La Laguna, España. Del equipo de investigación Latina de Comunicación Social.

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