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Por José
Manuel de Pablos
Número 40
Ha
vuelto a suceder: unos jueces (de un tribunal de justicia, no de
una pelea de gallos) han demostrado desconocer el significado de
la voz ‘información’. Ya no digo del concepto
‘derecho a la información’ o ‘derecho de
la información’, dicho sea por entenderse que los jueces,
si saben algo, es de Derecho, aunque haya quienes lo escriben ‘derecho’,
apeado de su mayúscula, aunque también haya quienes
hacen que el Derecho sea derecho, aunque torcido en ocasiones….
Han vuelto a demostrar los jueces
que aquí vamos a criticar su desconocimiento a lo largo de
un proceso entre un empresario encarcelado y un periódico.
Ese diario es el rotativo madrileño ‘El País
– Diario Independiente’. Lo decimos así, para
no confundirlo con ‘El País – Diario Republicano’
[que funcionó en España en el siglo XX, cuando fue
posible], visto que el primero es monárquico y no republicano...
ibérico. El País de hoy publica una foto del galeote
comiéndose un bocadillo y lo hace a través de los
barrotes de la cárcel, tomada por un elemento de la tribu
de los paparazzi que recibe acogida en el ex diario de referencia.
En la imagen aparece en primer término la reja de la ventana
y detrás de ella el sofisticado cautivo, creo que se apellida
De la Rosa, con un bocata en la mano en el momento (¿íntimo?)
de llevárselo a la boca.
Una imagen poco seria,
de un momento personal
Denunciado el diario monárquico de Polanco-Cebrián
por el empresario retratado, afectado en su imagen, por verse fotografiado
en una imagen poco seria y rayando lo ridículo, de un momento
de soledad, en un sitio cerrado al público, personal y privado,
cuando el asunto va a un tribunal de primera instancia (la Audiencia
Provincial de Madrid), el diario todopoderoso es condenado por afectar
la intimidad de un ciudadano. Parece una apreciación correcta.
Hay muchas preguntas que permanecen
sin clara respuesta para quienes desconocen el significado de la
voz ‘información’, para quienes no saben qué
es ‘periodismo’. Algunas de esas cuestiones son éstas:
¿Hay información en la visión de una persona
comiendo? ¿Qué sea un bocadillo imprime información
al acto captado? ¿Hay morbo? ¿La noticia de una sentencia
con prisión no va bien y suficientemente servida con la foto
del encausado entrando en el recinto penitenciario? ¿Es ésa,
la del bocadillo, la primera foto del penado como tal penado? ¿Es
necesario insistir con sus imágenes dentro del presidio?
¿Esa foto desmiente algún rumor y es noticia por tal
razón? ¿Se encuentra un recluso en una esfera íntima
o se considera que se encuentra en un entorno público y publicable?
¿Tiene algún derecho a su imagen una persona desprovista
de libertad por una sentencia judicial? ¿Acaso pierde el
derecho a la intimidad o a la propia imagen por el hecho de haber
delinquido, de haber sido condenado en un proceso ante la justicia?
La lista de preguntas podría ser interminable. Las respuestas
son variables, según el grado de conocimiento que cada cual
tenga de los conceptos antes apuntados. La existencia de sentencias
contradictorias así lo manifiesta, al menos en el ámbito
de quienes han de impartir justicia.
Hagamos aquí un inciso: hay
quienes, como el firmante, creen que una persona presa, a pesar
de tal condición, sea condenada o sea preventiva, sea por
asuntos financieros, por atentar contra otra persona o por delito
de lesa humanidad, cualquiera que sea la causa que la ha llevado
a prisión, aún así tiene unos derechos que
el periodismo ha de respetar, siempre y cuando el periodismo desee
permanecer dentro de los marcos de la información, no entrar
en el resbaladizo territorio de lo amarillo, del atentado a la intimidad
ajena, de afectar a derechos elementales de la persona… en
fin, de no parecer y aparecer el periodismo de la misma calaña
que los condenados por cualquiera que sea la circunstancia que los
ha llevado a prisión. Si el periodismo entra en ese juego,
estaremos entonces en la vieja jungla abandonada por el avance del
conocimiento, el desarrollo del intelecto, a pesar de que hay tantos
medios deseosos de volver a ella, de retroceder en la evolución
de la deontología profesional y la ética periodística.
En definitiva, estamos ante un asunto de civilización o barbarie.
Información versus
intimidad
Los primeros jueces condenaron al diario por entender que, en efecto,
la libertad de información prevalece frente al derecho de
la intimidad, y eso podrá ser discutible, pero es que la
información es o debe ser algo tan grande para la sociedad,
que se entiende perfectamente que la intimidad pueda verse en segundo
plano frente al gran derecho a la información. La cuestión
estriba, entonces, es saber qué es realmente información,
que es evidente que no es todo lo que se lleva a un periódico
o se pasa por una pantalla. La condición de ‘información’
no depende, ni mucho menos, del soporte en el que se plasme algo
que puede tener o no la condición de tal información.
Por eso es tan importante que los jueces, todos, no algunos, sepan
qué es realmente ‘información’ y qué
es ‘intromisión’ en la intimidad ajena. Tienen
una gran responsabilidad, para actuar libremente y sin perjuicios
o temores y para que lo que estime un tribunal no lo desestime el
siguiente, porque esa situación deriva en una inseguridad
ciudadana, en una falla cívica.
Aquellos primeros jueces que condenaron
entendieron que en el caso que les ocupaba no había información
alguna digna de ser impresa en las planas de un periódico,
sino asalto a la intimidad de un personaje, más allá,
o más acá, de los posibles conflictos (desconocemos
si los ha habido) que en la reciente historia económica de
España hubiera tenido el recluso y ese diario monárquico.
Hablamos de El País, de Madrid, no se olvide.
Información sin
información no es información
No es información aquello que no informa. Y un confinado
zampándose un bocadillo dentro de la cárcel no es
materia informativa, no es información: no es información
periodística. Podemos entender que sí, que es información,
porque es nuevo, pero si partiéramos de ese predicado, todo
lo que hiciera una persona sería información, porque
cada cosa que hacemos es nueva, es diferente de la anterior, como
sucede mientras escribo este texto y voy dando a una tecla detrás
de otra. Es nuevo lo que estoy haciendo porque voy creando un texto
nuevo, que nunca he escrito antes, pero aunque lo hubiera escrito
con anterioridad, no pondría las mismas letras en su mismo
orden, de igual forma que el recluido es probable que se haya comido
otros bocadillos antes, pero nunca era el mismo… se encuentra
en una situación nueva. En casos como estos, la nueva, aunque
nueva, no es sinónimo de información y mucho menos
de información periodística.
La nueva, para ser noticia, ha de
almacenar otras condiciones, entre ellas las de ser un hecho de
interés público. Está claro que el concepto
‘interés público’ no es cuantificable
como una sustancia física, pero es tan claro como fácil
de deducir lo que realmente no es de interés público.
Cuando una emisora de televisión
de Madrid (no todopoderosa ni temible) pasó unas imágenes
de un accidentado dentro de un coche destrozado y después
los familiares denunciaron por atentado contra la intimidad y la
imagen de la persona accidentada, el juez, con buen juicio, sentenció
en contra de la emisora: en las imágenes contempladas no
había información, no había ninguna escena
en la que se viera la actuación de los equipos de salvamento,
que pudieran interpretarse como actores de la noticia del socorro
prestado a aquel hombre. No había información y cuando
no la hay siempre prevalece la intimidad, ese derecho tan difícil
de verificar cuando se impone el morbo. En estos casos, nos encontramos
entre información y morbo.
Una típica foto
‘robada’
En el episodio que nos ocupa del encarcelado ‘famoso’
comiendo un bocadillo en la cárcel, estamos ante un asunto
típico de ‘foto robada’: se ha buscado la imagen,
se ha hecho desde una casa situada enfrente del edificio de la cárcel.
Ya esto dice mucho del desastre que supone una prisión urbana,
cuyo interior puede ser fotografiada desde la vecindad. Más
que fotografiado: en julio de 1984 fue asesinado un detenido francés,
Raymond Vaccarizzi, por medio de un disparo efectuado desde un edificio
situado enfrente de la celda con vistas a la calle a la que se asomó
el presidiario confiado. Este hecho nos habla de la situación
tercermundista de este presidio, situado en pleno casco urbano de
Barcelona, sin unas mínimas medidas de seguridad externas,
como vemos en los dos incidentes citados.
Es curioso algo que señala
el periódico (página 27 / Sociedad, el 16 de julio
de 2004), cuando informa de que se ha anulado la sentencia anterior:
“Javier de la Rosa, en la cárcel de Barcelona, en la
noche del 22 de octubre de 1994. La imagen fue publicada al día
siguiente en primera página de El País”. Es
extraordinario que una foto tomada por la noche aparezca al día
siguiente: en el acontecer de un diario español editado en
Madrid esto implica que la información publicada en estas
condiciones ha recibido prioridad absoluta, porque de lo contrario
no hubiera entrado en una edición que ‘en la noche’
ya está cerrada y más que cerrada. Vean, si no, cómo
algunos encuentros de fútbol no entran sino con una edición
por medio, porque cuando ya es de noche es muy difícil que
se inserte algo en un periódico de estas características.
Hay numerosos ejemplos de hechos acontecidos de noche que no aparecen
al día siguiente, sino dos fechas más tarde.
Entre paréntesis digamos
algo: en la noticia citada de julio de 2004 se alude al 23 de septiembre
de 1994 como la fecha en que la foto comentada apareció en
primera página. Es un error, pues la fecha de aparición
no fue de septiembre sino en el día citado, 23, pero de octubre,
un mes más tarde. Este fallo es sintomático de la
situación de errores continuos a los que está sometido
el diario, a pesar de que en este caso se trata de una nota editorial
muy cuidada donde vitorean que el Tribunal Supremo los ha absuelto
de ‘intromisión en el derecho a la intimidad y a la
propia imagen’. No obstante esta segunda sentencia, su pundonor
profesional es probable que les diga que nones, que un juez los
podrá disculpar, pero no el Periodismo. En todo caso, lo
que han hecho es poner un ladrillo más en el proyecto no
declarado de diluir el carácter de diario de referencia y
de calidad, de su marcha hacia un periódico de corte cada
vez más popular, como hemos mantenido –y creo que demostrado–
en otros escritos (Vid. ‘El periodismo, herido / Estudios
que delatan divorcio entre prensa y sociedad – El País,
como referente’. Madrid: Foca Investigación, Grupo
Akal, 2001)
Algunas de las preguntas que antes
nos hicimos podrían tener su razón de ser, capaz de
bendecir la aparición de la imagen robada y publicada. Por
ejemplo, si la foto fuera tomada en el despacho del director del
presidio y allí come un cautivo, pudiera suceder que eso
fuera síntoma de un trato de favor. Lo mismo si estuviera
prohibido comer bocadillos en las propias celdas y a un arrestado
alguien le sirviera comida fuera de horas y en la mazmorra. Hay
algunas posibilidades de que la foto fuera una imagen-denuncia,
hasta el punto de darle carácter de noticia. Habrá
que verlo. Y veremos que no, que no hay nada de eso.
Un pie de foto escrito
en amarillo... como la propia foto
Para salir de dudas tenemos que acudir a la edición del 23
de octubre de 1994. Allí encontramos varias cosas que llaman
la atención. La foto es la única imagen de portada
y aparece a 4 columnas, con un pie de foto en plan foto-noticia,
aunque el título no va engatillado. O sea, no es lo menos
que se sirve en foto con texto. Lo segundo que llama la atención
es el sustento informativo de la presencia de la foto, o sea, el
contenido del título: “Javier de la Rosa come en la
celda”. Lo que leen: “Javier de la Rosa come en la celda”.
¿Dónde está la noticia? ¿Cuál
es la noticia? ¿Es noticia que un internado coma o la noticia
es que lo haga en la celda?
Cuando hablé de estos extremos
en el curso sobre fotoperiodismo celebrado en julio de 2004 en la
Escuela Complutense de Verano, en Madrid, algunos de los alumnos
me aseguraron dos cosas: a) que había un mensaje semiótico
en la imagen del detenido ‘famoso’ comiendo en la cárcel
y b) que la noticia era que un millonario encarcelado estuviera
en prisión y comiera un bocata. Parece que la idea de al
menos la segunda de las interpretaciones va o parece ir por el camino
de la venganza. Y sabemos que este tipo de vendetas no lleva a ninguna
parte, tal vez a distraer la atención de hechos más
importantes y contemporáneos. Si la cárcel, así
lo dice un pasaje de la constitución monárquica española,
es una herramienta para preparar a los penados para una mejor inserción
en la sociedad, no parece que este sistema de ponerlos en evidencia
en algunos de sus momentos de intimidad sea una ayuda, no más
allá que para vender algunos diarios más entre los
amantes del morbo.
Para su información, copio
el pie de foto:
El financiero Javier de la Rosa
fue captado anoche por el fotógrafo cuando comía
un bocadillo en la celda en la que vive con otros tres reclusos.
De la Rosa, encarcelado desde la madrugada del martes en la Modelo
de Barcelona, recibió ayer la primera visita de su mujer,
Mercedes Misol, quien declaró que su marido, con el que
permaneció durante 20 minutos, echaba mucho de menos a
sus hijos. Juan Piqué Vidal, abogado de Javier de la Rosa,
presentó ayer un recurso contra el auto de prisión
y mañana lo hará contra la fianza civil de 13.333
millones de pesetas impuesta por el juez. Páginas 49 y
50. Editorial en la página 14.
Puestos a considerar ‘noticia’,
podríamos entender como tal:
a) que el encarcelado comparta la
celda con otras tres personas;
b) que su mujer lo ha visitado;
c) que el fracasado echa de menos a sus hijos, y
d) las actuaciones de su abogado defensor.
Que come en su celda y que lo que
ingiere es un bocadillo es una anécdota tan pequeña
que no puede alcanzar la categoría de noticia.
¿Linchamiento mediático?
En un comunicado del confinado, éste se queja de ‘linchamiento
mediático’. ¿Existe tal figura?, nos preguntamos.
Es probable que sí, pero de presentarse, verán que
siempre hay alguna razón (o sinrazón) que escolta
su presencia en el diario, en la empresa editorial, en el también
financiero propietario del medio. Es uno de los casos en los que
los incautos redactores creen estar haciendo ejercicio de libertad
de expresión, cuando son manipulados bajo mano por el enemigo
del sujeto activo de la pasión mediática. No digo
que éste sea el caso de El País – Javier de
la Rosa. No lo digo.
Cinco días consecutivos
en portada: un culebrón
En aquellos días de octubre de 1994, ¿hubo agenda
mediática especial para el financiero cazado? Si consultamos
los ejemplares de El País – Diario Independiente de
aquellas fechas, encontramos algunos extremos curiosos:
* Domingo 23 de octubre de 1994:
- En el editorial anunciado bajo
el pie de foto del presidiario que come en la cárcel, el
autor hace una crítica a los protagonistas del pelotazo
financiero, dos de los cuales, de los más prominentes,
están encarcelados. Y dice: “Así, el que no
ha sido investido honoris causa por la Universidad ha sido exhibido
como prototipo de gran empresario...”. Referirse en simplicidad
a Mario Conde por su doctorado honoris causa tiene dos vicios
de compañeros de viaje: 1º) no decir cuál es
la universidad cuestionada (la Complutense, en tiempos del rector
aquel que organizaba corridas de toros...) y 2º) no informar
a sus lectores por las causas reales del nombramiento de Conde
como ‘doctor honoris causa realis’... Y a partir de
aquí, buscar las causas, ¿escandalosas?, de aquel
nombramiento tan atípico en esta España de democracia
'monarquista'. No sé si me explico.
- En la página de apertura de la sección de Economía,
a toda plana, se ocupan del asunto e ilustran el texto con una
fotografía sin relación con la economía:
“La mujer de De la Rosa, Mercedes Misol, sale de la cárcel
Modelo”. Mal está la información económica
cuando el sustento fotográfico de una información
que abre sección es la esposa de un financiero o ex financiero
que sale de visitarlo en la cárcel.
Primero, foto en el patio de la
prisión
* Sábado, 22 de octubre:
- El titular de portada a 4 columnas informa: “Un juez acusa
de estafa a De la Rosa y le exige una fianza de 10.000 millones
antes del lunes”.
- La foto que ilustra la portada, a 3 columnas, cuadrada, dice:
“Javier de la Rosa, vestido con un pantalón claro
y jersey oscuro, ayer, en el patio de la cárcel Modelo”.
Omega (Omega es la firma de la foto).
[Encontramos en esta imagen de portada
una primera intromisión, una primera muestra de ‘foto
robada’: la de un confinado en el patio de una cárcel.]
- En la página 37 de esa
edición, la información ocupa toda la plana y la
foto que ilustra el texto (de un yate) vuelve a ser cuanto menos
curiosa:
- “El ‘Blue Legend’
es uno de los bienes que el juez puede embargar a Javier de la
Rosa”.
- Si se fijan, no hay noticia
alguna relacionada con ese barco de recreo del financiero en
prisión. Hay una especulación, un verbo en sentido
condicional, esto es, un empleo verbal de espaldas al periodismo.
O sea, amarillismo en toda su pureza.
- En la página 38 se manifiesta –por si hubiera
dudas– el despliegue que el diario monárquico moderno
(moderno, para diferenciarlo algo del diario Abc de Madrid,
que sería ‘el diario monárquico clásico’)
hace del caso, cómo pone todas sus baterías al
servicio de la causa de la libertad de información: publica
íntegro el auto judicial por el cual el financiero ha
ido a parar a la cárcel. Eso es auténtico periodismo
de información, ¿o lo es ‘de recepción’?
Un título el plan
culebrón yanqui
* Domingo, 23 de octubre:
- Junto a lo que ya vimos líneas
arriba, ese día de fiesta el periódico aprovecha
para dedicarle al detenido ‘famoso’ la portadilla
y lo presenta como tema estrella de su suplemento ‘Domingo’,
con un titular que no casa con la idea aquella perdida de ‘diario
de referencia’ o ‘de calidad’: “Cayó
Jotaerre’, que más bien parece el título de
un culebrón yanqui o americanizado. Dentro, gran despliegue:
páginas 2, 3, 4 y 5.
* Lunes, 24 de octubre:
- El asunto vuelve a la portada
del diario, por tercer día consecutivo: como si se tratara
de una boda real..., ahora con una crítica del presidente
del gobierno catalán, que aconseja al arrestado que no
amenace con tirar de la manta y que se ocupe de defenderse.
- Dentro, en página 71, vuelven a sacar una nueva foto
de la esposa del encerrado, que lo ha vuelto a visitar y, claro,
es noticia para la sección de Economía del diario,
no vaya a ser que se la pise Hola o 10 Minutos.
El diario especula por
segunda vez
* Martes, 25 de octubre:
- El tema aparece de nuevo en
portada, ahora por cuarto día consecutivo: “El juez
ordena al embargo de los bienes de Javier de la Rosa en España”
y dentro se desarrolla en varias páginas.
- En la plana 52 aparece un suelto a 1 columna, titulado “El
empresario, trasladado de celda, por motivos de seguridad”
y explica que ha sido llevado “a una sin ventanas a la calle,
como parece probable” (de nuevo, aparece la especulación,
decir lo que no se asegura: otro pequeño golpe al periodismo).
Y añade el texto: “El pasado sábado, De la
Rosa fue captado por la cámara del fotógrafo comiendo
un bocadillo en su celda. Este hecho ha alarmado a los responsables
de la Modelo, que recuerdan...” y narran lo sucedido al
francés asesinado desde la calle.
* Miércoles, 26 de octubre:
- Es el día del comunicado
del recluso, donde niega que vaya a tirar de la manta y este extremo
sirve para llevar el tema por quinto día consecutivo a
la tapa del diario. En su texto reclama algunos de los derechos
que en una democracia no pierde la persona cuando entra en prisión,
al menos en una democracia (sin apellidos): el firmante habla
de estar sufriendo un ‘linchamiento público’
y el final de su comunicado comenta que espera que todo lo que
está sucediendo “sirva para ayudar a que la cordura
se imponga sobre el escándalo fácil y, si no es
mucho pedir, para que a un ciudadano se le conceda al derecho
a un mínimo respeto como persona”.
Está claro que el director
del periódico, Jesús Ceberio, no opina lo mismo y
así lo viene demostrando con cierta frecuencia.
Recuerden lo acontecido, hace pocos
meses, cuando un torturador argentino esposado en México
fue trasladado a España y el periódico El País
adquirió el derecho de publicación de la foto que
el rotativo defeño La Jornada había publicado de aquel
individuo dentro de la cárcel mexicana, en prendas interiores
y ‘algo tocino’, llegó a escribir el corresponsal
ético de El País en el DF.
El derecho a la información
está por encima del derecho, ¿dudoso?, a la intimidad
y a la propia imagen, eso que unos llaman honor y que otros pisotean
porque se creen más periodistas que nadie, cuando sólo
son todopoderosos y hablan de información cuando no hay tal.
Ésta es otra forma de ‘acebizarse’.
Hemos visto que no todos los jueces
opinan lo mismo. Es tan serio como que un médico dijera que
un cáncer es un cáncer y otro dijera que un cáncer
no es un cáncer. Así, mientras unos condenan la intromisión
en la intimidad cuando no hay información que pueda prevalecer,
otros dicen lo contrario y se apoyan, entre otros extremos, en que
la foto en cuestión, inaudita en la prensa española
hasta el presente marcado por El País de Polanco –
Cebrián – Ceberio, “fue merecedora de tres premios
de periodismo gráfico” (sic).
¡Pobre periodismo!, ¡Pobre
periodismo gráfico! Mejor (peor): ¡Pobre prensa cuando
se torna amarilla! ¡Pobre periodismo gráfico cuando
se hace '‘paparazzismo’'! y de todo ello se alardea.
* * *
(En el fondo, todo puede ser muy
bien un entrenamiento para el próximo referéndum venezolano,
para volver a machacar al presidente legítimamente elegido,
caso de salir victorioso del envite, para alinearse una vez más
con los golpistas... ahora autodenominados opositores ‘demócratas’.)
Dr.
José Manuel de Pablos Coello
Catedrático
de Periodismo, Universidad de La Laguna,
España. Del equipo de investigación Latina de Comunicación
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