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Por José
Manuel de Pablos
Número 42
Las declaraciones
tecnocráticas del secretario de estado español de
Hacienda, Miguel Ángel Fernández Ordóñez,
en el sentido de la necesidad de privatizar –y es socialista–
parte del ente público Radio Televisión Española,
RTVE, han quedado desautorizadas con una de las primeras filtraciones
que deja escapar el comité de expertos para adecentar las
emisoras públicas españolas de radio y televisión.
Lo de ‘adecentar’
es una licencia del firmante, pero es cierto que cualquier medida
que se tome para arreglar la cara de las emisoras públicas
españolas pasa por algún tipo de filtro de recato,
económico y ético, por aquello del derroche sin límites
que se manifiesta en estas emisoras, sobre todo las televisuales.
Ya hemos hablado en
una entrega anterior de que el problema de estas emisoras no está
en la calidad profesional de quienes en ellas trabajan, sino en
los abusos que en ocasiones, muchas, se hace de la condición
de funcionario público de algunos de estos profesionales,
en una estrategia de gasto sin mesura, todo ello como una forma
de atropello a los presupuestos, como no sería posible en
una empresa privada… o en una empresa pública con plena
consciencia sus empleados del significado de ‘público’,
de ‘dinero público’. Podríamos estar ante
un exceso de uso, o sea, simple abuso, de los recursos y ofertas
del estado del bienestar y, por ello, ejemplos de atentados contra
esa situación social que tanto ha costado establecer en aquellas
sociedades privilegiadas donde gozan de esa situación, como
todavía sucede en la española.
Pongamos cuatro ejemplos,
de los muchos que puede haber:
- Las emisoras de TVE no suelen
disponer de vehículos propios para salir sus reporteros
a trabajar, como tiene la más miserable de las emisoras
locales de televisión, no. La emisora pública contrata
taxis. Pero no taxis que se llaman en el momento de una salida,
sino taxis que están estacionados a sus puertas –siempre
los mismos, claro–, a la espera de que se requieran sus
servicios. La facturación de estos vehículos ha
de ser, parece indudable, astronómica. Pero, no importa,
la tele pública española es rica…
- Cuando hace unos pocos meses un equipo de una productora privada
fue a una finca de Andalucía para grabar un reportaje,
éstos llegaron en un vehículo con todo el personal
desplazado y sus pertrechos. El propietario de la ganadería
de toros de lidia (con perdón) los recibió en la
casa, los hizo entrar, hizo que les sirvieran algo y los dejó
solos, para salir de nuevo a la puerta de la casa. Como pasaba
el tiempo y el hombre no regresaba, uno del equipo salió
para decirle que podían empezar cuando quisiera. El hombre
le respondió: “Estoy esperando a que vengan los demás”.
Extrañado, el reportero le indicó que no esperaban
a nadie más, que ellos eran todo el equipo. Ahora, el extrañado
fue el ganadero: “Hace un mes vino un equipo de TVE y eran
como una docena de personas, en tres vehículos”.
Eso, el derroche.
- Cuando tomó posesión de su puesto en TVE un directivo
que se iba a dedicar a lo suyo, a la revisión de cuentas,
en el momento de su solemne toma de posesión vio que sobre
una mesilla había una montaña de papeles. El nuevo
funcionario –hoy, profesor de Empresariales en la Universidad
Rey Juan Carlos, de Madrid– rogó a un ujier vestido
como de marqués que llamara a alguien para que se llevara
aquellos papeles. Al rato llegó un operario con sigilo,
metió las manos debajo del paquete, las sacó y se
marchó, sin llevárselos. El nuevo directivo preguntó
al asistente la causa de la desobediencia. Le contestó
con mucha claridad: “Esos papeles pesan más de 5
kilos y ese operario pertenece a un sector laboral que en el reglamento
de la casa se señala que no pueden trasladar pesos superiores
a 5 kilos. Por eso no lo ha podido hacer”. Estupefacto de
lo que escuchaba, el contador preguntó si había
algún sector de operarios capacitados por el reglamento
para llevar bultos de más de 5 kilos. “En efecto
– le contestó–. Lo llamaré”. Al
rato entró un mozo de cuerda, más tosco que el anterior,
e hizo la misma operación: metió sus manos debajo
del tocho de papeles, las retiró y empezó a marcharse,
ante el asombro de quien iba a tomar posesión. Antes de
que se alejara el subalterno, antes de tener tiempo de preguntar
al ordenanza con disfraz, éste le dio una explicación:
“El reglamento señala que estos mozos no pueden llevar
cargas de menos de 7 kilos y ésta ha calculado que tiene
6”. Irritado, el contador depositó con firmeza su
pesada cartera sobre el montón de papeles y dijo: “Ya
pesa más de 7 kilos. Que se lleve todo y me devuelve el
otro la cartera”. De esa manera, el mozo de cuerda retiró
el bulto de papeles y cartera y una hora mas tarde el primero
que no podía cargar más de 5 kilos regresó
con la cartera del nuevo contador. ¿Hará falta algún
comentario?
- El último episodio de la casa del derroche le sucedió
al mismo contador. Eran los tiempos en que TVE pasaba cada semana
un capítulo de la serie “Fortunata y Jacinta”,
de grato recuerdo. Al examinar los presupuestos de la serie, se
asombró al encontrar que uno de los gastos hacía
referencia a una gallina, con un coste de 50.000 pesetas por ‘actuación’
(algo más de 3.000 dólares-día). Al preguntar
por aquella locura, le explicaron que, en efecto, en la serie
aparecía una gallina, que correteaba de aquí para
allá, en medio de los actores, en el corral que aparecía
en pantalla. Como seguía sin entender, le explicaron con
todo detalle que ese dinero era para pagar a las 15 personas,
sí, 15, que se ocupaban de la gallina: el propietario del
ave, quien la iba a buscar a la casa del propietario, quien la
cuidaba durante el trayecto, quien se ocupaba de soltarla cuando
decía el director… Así, hasta 15 personas
vivían de la gallina. “¡Fuera la gallina!”,
dijo encolerizado. Y de ese modo, 15 personas dejaron de vivir
de la gallina de la tele de oro.
Estos cuatro episodios son una pequeña
muestra de una emisora pública de televisión que tiene
un endeudamiento del 38,4 %, según datos de la Red de Información
y Estadística de la Unión Europea de Radio y Televisión,
correspondiente a 20021. Esos
datos europeos muestran la real situación del grupo de RTVE,
de donde parece sencillo colegir que el ente radiotelevisual público
español tiene remedio, una vez decididas fórmulas
para su saneamiento, la objetividad informativa y la autonomía
periodística del gobierno de turno.
Esos datos entre optimistas y sorprendentes
indican lo que sigue, comparado el ente español con los semejantes
de Alemania; Francia; Italia y Reino Unido:
De estos números, de una
fuente europea, no nacional, se descubren varios detalles de especial
interés:
- El coste de las emisoras públicas
del grupo RTVE son las menos costosas del conjunto de países
europeos de la estadística analizada.
- El coste por hogar es igualmente el menor, menos de la mitad
del más bajo del grupo de referencia.
- Los ingresos públicos son ridículos, comparados
con los de esos cuatro países, menos de diez veces menor
que el más bajo de los demás.
- En cambio, sus ingresos por publicidad son enormes, comparados
con las demás emisoras públicas europeas: más
alto que los de Alemania y Francia o Reino Unido juntas.
- A pesar de los datos anteriores, su audiencia no se encuentra
tan distanciada como parecerían indicar los datos comparativos
vistos hasta aquí.
- El empleo fijo generado se aproxima a los de Alemania y Reino
Unido, pero el temporal casi es inapreciable, comparado con el
alemán y más bajo que todos los demás.
De acuerdo con esta estadística,
destaca que:
1. la radiotelevisión pública
española no es cara,
2. su coste por hogar es bajo,
3. sus ingresos por publicidad son altos,
4. la aportación pública es casi inapreciable,
5. el empleo generado es bajo,
6. más bajo todavía es el empleo temporal generado,
y
7. su audiencia está en la tónica de las emisoras
públicas europeas analizadas.
Esta situación bien podría
hacer recomendar al comité de especialistas:
- el mantenimiento del carácter
público del ente radiotelevisual, como ya han manifestado
oficiosamente,
- una mayor aportación
de dinero público,
- rebajar, en consecuencia, su
fuerte dependencia de la publicidad, que genera tanto rechazo
y crítica del resto de las emisoras y, como es lógico,
se manifiesta como una fuente de menor objetividad,
- controlar el gasto, para evitar
el derroche actual, y liquidar su gran endeudamiento,
- mantener sus niveles de empleo,
tal vez con mayor entrada de trabajo temporal, ajeno a su plantilla,
- eliminar la basura de su programación,
que es otra de las grandes novedades que han empezado a verse
en las pantallas ocupadas por la televisión pública
española, donde han comenzado a programarse espacios de
mayor calidad. Y algo más importante: cuando se logra un
nuevo espacio con mayor calidad profesional, habrá que
mantenerlo y no cambiarlo de horario si su audiencia no es ‘comercial’.
Así acaba de suceder con una entrevista a dos presentada
por la periodista Julia Otero, en la que intervienen dos personajes
antagónicos, con un producto de alta calidad… que
no alcanzaba el nivel audiencia que hubiera requerido una emisora
comercial privada. Lo que se ha hecho, un error indudable, es
cambiarlo de horario de emisión y retrasarlo a una hora
más hacia la madrugada, con lo cual su audiencia será
menor y tendrán entonces un motivo para sacarlo de la parrilla,
a pesar de sus indudables cualidades y el interés de ese
espacio para una emisora pública. Se trata de una especie
de nueva versión del ’síndrome del doble cambio’:
no se trata solo de cambiar la programación, sino de aceptar,
a su vez, que los espacios de calidad hay que mantenerlos, para
que el público se habitúe a ellos… De ahí
el ‘doble cambio’: hacer el cambio en la programación
y en la mentalidad de quienes tienen potestad para mantener la
programación nueva frente a intereses de mercado.
- evitar, como ya sucede igualmente,
que sea de nuevo una televisión y radio al servicio del
gobierno, como sucedió tristemente en la etapa del gabinete
derechista sacado democráticamente del gobierno en marzo
de 2004, con nombramientos profesionales y técnicos, no
manejados políticamente, como ha sucedido hasta ahora,
y, por último,
- recomendar que de una vez se
cree formalmente, y funcione, algo que existe solo sobre el papel,
como una intención: el Consejo del Audiovisual, para controlar
todo lo anterior desde fuera de los poderes públicos.
Dentro de pocos meses podemos ver
si esto se va sucediendo y si podemos hablar de una gestión,
de una nueva realidad, que sea ejemplo para otros países
donde se desee igualmente adecentar los medios públicos de
comunicación de masas, aunque la reacción –caso
de la Venezuela de noviembre de 2004– se tense para un nuevo
golpe mediático…
Notas:
1
Datos reproducidos en el diario El País, 22 de noviembre
de 2004, página 30 / Sociedad.
2 Datos redondeados, excepto los
referidos a RTVE.
Dr.
José Manuel de Pablos Coello
Catedrático
de Periodismo, Universidad de La Laguna,
España. Del equipo de investigación Latina de Comunicación
Social. |