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2004

 

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Miramedia

RTVE Seguirá Siendo Pública

 

Por José Manuel de Pablos
Número 42

Las declaraciones tecnocráticas del secretario de estado español de Hacienda, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, en el sentido de la necesidad de privatizar –y es socialista– parte del ente público Radio Televisión Española, RTVE, han quedado desautorizadas con una de las primeras filtraciones que deja escapar el comité de expertos para adecentar las emisoras públicas españolas de radio y televisión.

Lo de ‘adecentar’ es una licencia del firmante, pero es cierto que cualquier medida que se tome para arreglar la cara de las emisoras públicas españolas pasa por algún tipo de filtro de recato, económico y ético, por aquello del derroche sin límites que se manifiesta en estas emisoras, sobre todo las televisuales.

Ya hemos hablado en una entrega anterior de que el problema de estas emisoras no está en la calidad profesional de quienes en ellas trabajan, sino en los abusos que en ocasiones, muchas, se hace de la condición de funcionario público de algunos de estos profesionales, en una estrategia de gasto sin mesura, todo ello como una forma de atropello a los presupuestos, como no sería posible en una empresa privada… o en una empresa pública con plena consciencia sus empleados del significado de ‘público’, de ‘dinero público’. Podríamos estar ante un exceso de uso, o sea, simple abuso, de los recursos y ofertas del estado del bienestar y, por ello, ejemplos de atentados contra esa situación social que tanto ha costado establecer en aquellas sociedades privilegiadas donde gozan de esa situación, como todavía sucede en la española.

Pongamos cuatro ejemplos, de los muchos que puede haber:

- Las emisoras de TVE no suelen disponer de vehículos propios para salir sus reporteros a trabajar, como tiene la más miserable de las emisoras locales de televisión, no. La emisora pública contrata taxis. Pero no taxis que se llaman en el momento de una salida, sino taxis que están estacionados a sus puertas –siempre los mismos, claro–, a la espera de que se requieran sus servicios. La facturación de estos vehículos ha de ser, parece indudable, astronómica. Pero, no importa, la tele pública española es rica…
- Cuando hace unos pocos meses un equipo de una productora privada fue a una finca de Andalucía para grabar un reportaje, éstos llegaron en un vehículo con todo el personal desplazado y sus pertrechos. El propietario de la ganadería de toros de lidia (con perdón) los recibió en la casa, los hizo entrar, hizo que les sirvieran algo y los dejó solos, para salir de nuevo a la puerta de la casa. Como pasaba el tiempo y el hombre no regresaba, uno del equipo salió para decirle que podían empezar cuando quisiera. El hombre le respondió: “Estoy esperando a que vengan los demás”. Extrañado, el reportero le indicó que no esperaban a nadie más, que ellos eran todo el equipo. Ahora, el extrañado fue el ganadero: “Hace un mes vino un equipo de TVE y eran como una docena de personas, en tres vehículos”. Eso, el derroche.
- Cuando tomó posesión de su puesto en TVE un directivo que se iba a dedicar a lo suyo, a la revisión de cuentas, en el momento de su solemne toma de posesión vio que sobre una mesilla había una montaña de papeles. El nuevo funcionario –hoy, profesor de Empresariales en la Universidad Rey Juan Carlos, de Madrid– rogó a un ujier vestido como de marqués que llamara a alguien para que se llevara aquellos papeles. Al rato llegó un operario con sigilo, metió las manos debajo del paquete, las sacó y se marchó, sin llevárselos. El nuevo directivo preguntó al asistente la causa de la desobediencia. Le contestó con mucha claridad: “Esos papeles pesan más de 5 kilos y ese operario pertenece a un sector laboral que en el reglamento de la casa se señala que no pueden trasladar pesos superiores a 5 kilos. Por eso no lo ha podido hacer”. Estupefacto de lo que escuchaba, el contador preguntó si había algún sector de operarios capacitados por el reglamento para llevar bultos de más de 5 kilos. “En efecto – le contestó–. Lo llamaré”. Al rato entró un mozo de cuerda, más tosco que el anterior, e hizo la misma operación: metió sus manos debajo del tocho de papeles, las retiró y empezó a marcharse, ante el asombro de quien iba a tomar posesión. Antes de que se alejara el subalterno, antes de tener tiempo de preguntar al ordenanza con disfraz, éste le dio una explicación: “El reglamento señala que estos mozos no pueden llevar cargas de menos de 7 kilos y ésta ha calculado que tiene 6”. Irritado, el contador depositó con firmeza su pesada cartera sobre el montón de papeles y dijo: “Ya pesa más de 7 kilos. Que se lleve todo y me devuelve el otro la cartera”. De esa manera, el mozo de cuerda retiró el bulto de papeles y cartera y una hora mas tarde el primero que no podía cargar más de 5 kilos regresó con la cartera del nuevo contador. ¿Hará falta algún comentario?
- El último episodio de la casa del derroche le sucedió al mismo contador. Eran los tiempos en que TVE pasaba cada semana un capítulo de la serie “Fortunata y Jacinta”, de grato recuerdo. Al examinar los presupuestos de la serie, se asombró al encontrar que uno de los gastos hacía referencia a una gallina, con un coste de 50.000 pesetas por ‘actuación’ (algo más de 3.000 dólares-día). Al preguntar por aquella locura, le explicaron que, en efecto, en la serie aparecía una gallina, que correteaba de aquí para allá, en medio de los actores, en el corral que aparecía en pantalla. Como seguía sin entender, le explicaron con todo detalle que ese dinero era para pagar a las 15 personas, sí, 15, que se ocupaban de la gallina: el propietario del ave, quien la iba a buscar a la casa del propietario, quien la cuidaba durante el trayecto, quien se ocupaba de soltarla cuando decía el director… Así, hasta 15 personas vivían de la gallina. “¡Fuera la gallina!”, dijo encolerizado. Y de ese modo, 15 personas dejaron de vivir de la gallina de la tele de oro.

Estos cuatro episodios son una pequeña muestra de una emisora pública de televisión que tiene un endeudamiento del 38,4 %, según datos de la Red de Información y Estadística de la Unión Europea de Radio y Televisión, correspondiente a 20021. Esos datos europeos muestran la real situación del grupo de RTVE, de donde parece sencillo colegir que el ente radiotelevisual público español tiene remedio, una vez decididas fórmulas para su saneamiento, la objetividad informativa y la autonomía periodística del gobierno de turno.

Esos datos entre optimistas y sorprendentes indican lo que sigue, comparado el ente español con los semejantes de Alemania; Francia; Italia y Reino Unido:

De estos números, de una fuente europea, no nacional, se descubren varios detalles de especial interés:

- El coste de las emisoras públicas del grupo RTVE son las menos costosas del conjunto de países europeos de la estadística analizada.
- El coste por hogar es igualmente el menor, menos de la mitad del más bajo del grupo de referencia.
- Los ingresos públicos son ridículos, comparados con los de esos cuatro países, menos de diez veces menor que el más bajo de los demás.
- En cambio, sus ingresos por publicidad son enormes, comparados con las demás emisoras públicas europeas: más alto que los de Alemania y Francia o Reino Unido juntas.
- A pesar de los datos anteriores, su audiencia no se encuentra tan distanciada como parecerían indicar los datos comparativos vistos hasta aquí.
- El empleo fijo generado se aproxima a los de Alemania y Reino Unido, pero el temporal casi es inapreciable, comparado con el alemán y más bajo que todos los demás.

De acuerdo con esta estadística, destaca que:

1. la radiotelevisión pública española no es cara,
2. su coste por hogar es bajo,
3. sus ingresos por publicidad son altos,
4. la aportación pública es casi inapreciable,
5. el empleo generado es bajo,
6. más bajo todavía es el empleo temporal generado, y
7. su audiencia está en la tónica de las emisoras públicas europeas analizadas.

Esta situación bien podría hacer recomendar al comité de especialistas:

  • el mantenimiento del carácter público del ente radiotelevisual, como ya han manifestado oficiosamente,
  • una mayor aportación de dinero público,
  • rebajar, en consecuencia, su fuerte dependencia de la publicidad, que genera tanto rechazo y crítica del resto de las emisoras y, como es lógico, se manifiesta como una fuente de menor objetividad,
  • controlar el gasto, para evitar el derroche actual, y liquidar su gran endeudamiento,
  • mantener sus niveles de empleo, tal vez con mayor entrada de trabajo temporal, ajeno a su plantilla,
  • eliminar la basura de su programación, que es otra de las grandes novedades que han empezado a verse en las pantallas ocupadas por la televisión pública española, donde han comenzado a programarse espacios de mayor calidad. Y algo más importante: cuando se logra un nuevo espacio con mayor calidad profesional, habrá que mantenerlo y no cambiarlo de horario si su audiencia no es ‘comercial’. Así acaba de suceder con una entrevista a dos presentada por la periodista Julia Otero, en la que intervienen dos personajes antagónicos, con un producto de alta calidad… que no alcanzaba el nivel audiencia que hubiera requerido una emisora comercial privada. Lo que se ha hecho, un error indudable, es cambiarlo de horario de emisión y retrasarlo a una hora más hacia la madrugada, con lo cual su audiencia será menor y tendrán entonces un motivo para sacarlo de la parrilla, a pesar de sus indudables cualidades y el interés de ese espacio para una emisora pública. Se trata de una especie de nueva versión del ’síndrome del doble cambio’: no se trata solo de cambiar la programación, sino de aceptar, a su vez, que los espacios de calidad hay que mantenerlos, para que el público se habitúe a ellos… De ahí el ‘doble cambio’: hacer el cambio en la programación y en la mentalidad de quienes tienen potestad para mantener la programación nueva frente a intereses de mercado.
  • evitar, como ya sucede igualmente, que sea de nuevo una televisión y radio al servicio del gobierno, como sucedió tristemente en la etapa del gabinete derechista sacado democráticamente del gobierno en marzo de 2004, con nombramientos profesionales y técnicos, no manejados políticamente, como ha sucedido hasta ahora, y, por último,
  • recomendar que de una vez se cree formalmente, y funcione, algo que existe solo sobre el papel, como una intención: el Consejo del Audiovisual, para controlar todo lo anterior desde fuera de los poderes públicos.

Dentro de pocos meses podemos ver si esto se va sucediendo y si podemos hablar de una gestión, de una nueva realidad, que sea ejemplo para otros países donde se desee igualmente adecentar los medios públicos de comunicación de masas, aunque la reacción –caso de la Venezuela de noviembre de 2004– se tense para un nuevo golpe mediático…


Notas:

1 Datos reproducidos en el diario El País, 22 de noviembre de 2004, página 30 / Sociedad.
2 Datos redondeados, excepto los referidos a RTVE.


Dr. José Manuel de Pablos Coello
Catedrático de Periodismo, Universidad de La Laguna, España. Del equipo de investigación Latina de Comunicación Social.

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