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Por José
Manuel de Pablos
Número 40
Hace
pocos años asistí a una conferencia impartida en Manizales,
Colombia, sobre la muerte de la fotografía en prensa. Desde
que escuché el título de ‘aquello’ me
quedé muy sorprendido: que alguien que era profesor (de la
universidad pública española de Bilbao) se atreviera
a tal cosa, más que una provocación intelectual, que
podría serlo, era una soberana bobería, como se fue
quedando patente a medida que avanzaba el discurso vacío
de una persona cuyo nombre no recuerdo (Ramón Esparza y ya
lo olvidé de nuevo).
En los últimos tiempos hemos
acudido a una serie de acontecimientos mediáticos basados
precisamente en la fortaleza del mensaje fotográfico en prensa.
Aquello de la muerte de la fotografía era una enorme tontería.
Este recuerdo me vino a la mente
con tantos escándalos basados en fotos publicadas, desde
la del torturador argentino Cavallo en ropa interior dentro de una
cárcel mexicana hasta la manipulación mediática
habida con las fotos de los hijos de Sadam muertos a tiros por tropas
invasoras, extremos de los que hemos hablado en esta revista en
su momento. Más fotos con impacto volvimos a ver tras aquella
canallada fotografiada y publicada de militares yanquis en una cárcel
de Irak, que se emparejaba con aquellas otras imágenes tomadas
en el campo de concentración estadounidense del Guantánamo
ocupado también. Y aquí el concepto ‘campo de
concentración’ tiene pocas diferencias con aquellos
otros campos nazis o realistas españoles, de la Alemania
en los años 40 o de la fraternal Cuba, de finales del XVIII,
cuando el general Weyler (¿Rottweiler?), antecesor del franquismo,
ya saben.
Este mes de agosto se ha vuelto
a presentar, en el ámbito español, una serie de acontecimientos
mediáticos basados en la fuerza impactante de la fotografía
publicada, cada uno con una significación diferente, pero
todos con el denominador común de dejar de manifiesto el
vigor al que venimos aludiendo. Los vemos someramente:
- En Internet aparece una fotografía
manipulada de una concejala del Partido Popular de un pueblo de
Extremadura, fruto de “un montaje fotográfico infame”,
en la que esta mujer es presentada en juegos sexuales que nunca
efectuó. Lo peor de este caso es el morbo que se produce
ante una infamia publicada, el eco que el morbo ofrece a este
tipo de canalladas basada en la foto publicada, aunque sea falsa
la imagen estampada1.
- En una revista española de moda, Vogue, aparece un reportaje
de las ministras españolas a las puertas del palacio de
La Moncloa, en plan modelo, con vestidos de alta costura, con
la ministra de Medio Ambiente sentada en un sillón... cubierto
con pieles de animales muertos. Ha sido el escandalillo último
del gobierno monárquico-socialista español del señor
Zapatero. Y ha ido en la línea de la tontería del
ministro de Defensa, José Bono, que de lo primero que hizo
fue condecorarse con una medallita, eso sí, más
barata que las que Aznar encargó a Washington... La vicepresidenta
del gobierno español, María Teresa Fernández
de la Vega, va y dice que la importancia del reportaje era llamar
la atención sobre la paridad de mujeres en el actual gobierno
español y, además, que respondía a la ‘demanda
informativa’2. La idea
de la paridad acabó en una parida, que es una salida sin
inteligencia a una situación de replanteo innecesario.
De paridad a parida, un paso, una foto. Como lo leen: la demanda
informativa. Según esto, si una revista amarilla pide una
determinada foto de posado, pues la política ha de atenderla...
No es que esta revista Vogue sea amarilla, pero las revistas en
papel cuché sí que suelen estar alejadas de los
cánones periodísticos. Así lo demuestra la
excusa que da la ministra de Medio Ambiente, que dice que le dijeron
que las pieles sobre las que se tumbaba en plan reinona no eran
tales cueros sino mantas pintadas como pieles... Más allá
de la simpleza de esta excusa inválida, de la gansada de
quien no es capaz de diferenciar una manta pintada de una piel
de un animal, producto de un negocio de alta peletería,
está el engaño amarillo que la revista hizo con
la señora ministra incapaz de diferenciar una piel de una
cobija. Si en tal caso lo que se trataba era de ‘demostrar’
la presencia de mujeres en un gobierno, ¿es que no hemos
visto sobradas fotografías de todo el ejecutivo en su nombramiento,
en su toma de posesión, en tantos momentos fotografiados,
para que sea precisamente una revista femenina y de modas la que
venga a hacer patente tal cosa? ¿Acaso quieren decir que
sus lectoras no leen prensa ‘normal’ o no ven la tele
(¿normal?) para necesitar de un posado producido en plan
modelitos para dejar patente tal cosa? La foto de este nuevo escandalosillo
ha vuelto a dejar patente el cuidado que se ha de tener con la
fotografía, el vigor de esta herramienta visual, tan importante.
- La otra foto polémica vuelve a llevarnos a las páginas
de papel cuché de una revista popular, o sea, amarillenta,
ésta, titulada “Diez Minutos” y editada también
en Madrid. En uno de sus números de agosto sacaron un reportaje
sobre las primeras vacaciones veraniegas del presidente Zapatero
y sin pensarlo mucho insertan imágenes de las niñas
de 8 y 10 años hijas de Zapatero y su esposa, Sonsoles
Espinosa. Se trata de una vulneración peligrosa y gratuita
de unas personas protegidas por la legislación, la Ley
orgánica de Protección del Derecho al Honor, Intimidad
Personal y Familiar y Propia Imagen, promulgada en 1982, ya en
democracia, verde, pero democracia. Una transgresión que
sabe cualquier estudiante de primero de Periodismo.. y que conocen
en la propia redacción de “Diez Minutos”, no
en vano dice un diario al respecto: “En el mismo número,
la revista publica otros reportajes fotográficos en los
que los menores están de espalda o sus rostros aparecen
tapados”3. Tras esa manera
tan poco ética de actuar esta revista, el presidente del
gobierno y su esposa se dirigieron a la revista con un requerimiento
para que se abstuvieran de volver a reproducir fotos de las niñas.
Lo lógico sería que esta revista popular no sólo
se abstuviera de volver a cometer esa infracción, sino
que dieran una disculpa, por muy pueril que fuera, para tratar
de salir de ese desaguisado cometido de forma tan poco profesional.
Supongo que se exponían a ser secuestradas si reincidían
en el atropello mediático cometido, porque la legislación
es muy clara al respecto e involucra al propio Ministerio Fiscal
si no hay actuación de los padres. El diario El País
recuerda en el texto señalado en la nota anterior: “La
Ley de Protección Jurídica del Menor, de 1996, establece
que la utilización de imágenes de los menores en
los medios de comunicación que puedan implicar una intromisión
ilegítima en su privacidad, o contraria a sus intereses,
<determinará la intervención del Ministerio Fiscal,
que instará de inmediato las medidas cautelares y de protección
previstas en la ley y solicitará las indemnizaciones que
correspondan por los perjuicios causados>”. O sea, la
foto en prensa, del vigor como denuncia al peligro como mera existencia.
- La última foto de nuestro comentario de hoy apareció
publicada en una sección veraniega firmada por Juan José
Millás4. Digamos antes
de proseguir que el escritor Millás es un autor digno de
respeto y admiración, muy buen articulista, sin duda alguna
de lo mejorcito panorama periodístico español del
momento. En ese respeto y esa admiración se basa este apartado,
porque en el texto que pasamos a comentar Millás ha patinado
con los dos zapatos y se ha alejado de su imagen cotidiana de
calidad por encima de todo. La foto es una imagen que ya apareció
publicada el 29 de mayo de 2004 y fue tomada en una reunión
intergubernamental latinoamericana celebrada en mayo en México.
La foto corresponde a un descanso entre sesiones y en ella aparece
el ministro cubano de Exteriores y la ministra paraguaya, ésta
sin mención a su nombre, que el machismo es el machismo.
En su texto, Millás hace un chiste de la foto y riza una
tomadura de pelo a las dos personas que aparecen en la imagen.
Antes, para adobar su comentario, hace chistes fáciles,
impropios de Millás, como que en los congresos y en las
cumbres “,,, lo interesante no sucede en la sala de conferencias,
son en el bar y, por supuesto, en las habitaciones del hotel”.
A partir de ahí, y después de otro chiste fácil
en alusión al abanico de la ministra paraguaya de nombre
escondido, el autor sin pudor alguno asegura que ambos ministros
“evidentemente no están hablando del modo de hacer
frente a los desafíos de la globalidad ni de los problemas
del unilateralismo, no, están pelando la pava”. O
sea, están ligando. Sigue: “Observen cómo
el ministro cubano despliega sus habilidades cinegéticas
(la sonrisa, la mirada, la inclinación del cuerpo) para
seducir a su homóloga paraguaya, que repasa las varillas
del abanico como si cada una de ellas incluyera una posibilidad
venérea. Puro documental de la naturaleza”. Este
texto en una novela, bien, pero aplicado a una fotografía
de prensa de dos personas que tienen nombre y apellido y, además
representan a dos repúblicas soberanas, parece una infamia
periodística que en Millás, el autor de aquel libro
cercano sobre la persecución de una concejala en Galicia,
parece cuanto menos increíble tanta ligereza ha invertida
en estos pasajes. Pero, no crean, Millás sigue: “Naturalmente,
los interfectos están en su derecho a negarlo todo en el
caso improbable de que este artículo les creara problemas
familiares. Ello no me impediría afirmar mis sentimientos
frente a esta fotografía que he conservado como un icono
de la fugacidad del amor”. Y pone Millás la puntilla
de prepotencia primer-mundista sobre el calzado de la ministra
paraguaya: “Por cierto, señora homóloga paraguaya,
cuando se haya cansado usted de esos hermosos zapatos de tacón,
regálemelos. Soy fetichista”. Como admirador de Millás,
no salgo del asombro ante su gran impertinencia, ante su incorrecta
aplicación de posibilidades, que ni siquiera son rumores,
mera basura publicada en El País madrileño.
Hay quienes confunden la libertad
de expresión con la chocarrería y el manchón
de amarillo en prensa, como acabamos de ver con Juan José
Millás, y eso sucede cuando la prepotencia anega la razón
y los que se creen importantes, porque realmente lo son, tal es
el caso de Millás, en ocasiones se emborrachan ante la realidad
que se les presenta y no se cortan para analizarla como mejor les
parece, sin detenerse en conceptos como respeto a las personas,
aunque sean paraguayas y cubanas... O sea, algo de xenofobia enmascarada
como periodismo, que no dejan asomar eso que se llama ética
periodística.
En ese ambiente de deterioro mediático
se deslizan pequeños manchones de amarillo en prensa, como
el que acabamos de ver del Millás prepotente, o el que encontramos
en un reportaje sobre Luis Roldán, el ex director de la Guardia
Civil que robó todo lo robable y está ahora preso.
En un reportaje sobre el personaje, sobre su situación en
el presidio5, el autor no duda
en relatar detalles que el preso ha contado a la psiquiatra de la
cárcel. Y uno se puede preguntar cómo es posible que
una psiquiatra pueda narrar detalles de la intimidad de un paciente
a un periodista, como se ha hecho en esta ocasión, en un
manchón amarillo, aunque diferente al ‘tipo Millás’.
Así, encontramos unas líneas en el mejor de los marcos
del atropello: “Los doctores también señalan
<una pérdida completa de apetito sexual (...) Sus relaciones
interpersonales están marcadas por la cautela y la superficialidad,
tendiendo a ser distantes y despegadas>”. La otra pregunta
que se queda en el aire es cómo unos doctores, es de suponer
que médicos, se atreven a contar a un periodista que un paciente
se encuentra en esas condiciones.
Alude ese texto a la superficialidad,
¿no será, acaso, a la superficialidad de Millás
o de Juan Luis Galiacho, que es quien firma el reportaje subtitulado
“Los problemas psiquiátricos de Luis Roldán,
el preso más incómodo del felipismo”? La superficialidad
incomoda al Periodismo, sea texto o foto publicada, que mantiene
todo su vigor y todos sus valores, positivos, unos; negativos, otros.
Notas:
1
Ver “Respuesta a un montaje fotográfico infame”.
El Mundo del Siglo XXI, Madrid, 21 de agosto de 2004, p. 12.
2 “De la Vega dice que el
posado responde a la ‘demanda informativa’”, El
Mundo, Madrid, 22 de agosto de 2004, p. 13.
3 El País, “Zapatero
exige a ‘Diez Minutos’ que no difunda imágenes
de sus dos hijas”, 26 de agosto de 2004, p. 23.
4 “El ministro cubano y
su homóloga paraguaya”, El País, Madrid, 21
de agosto de 2004, p. 32 / Revista (de verano).
5 “El derrumbe mental de
Luis Roldán”. El Mundo / Crónica, 22 de agosto
de 2004, pp.1, 2 y 3.
Dr.
José Manuel de Pablos Coello
Catedrático
de Periodismo, Universidad de La Laguna,
España. Del equipo de investigación Latina de Comunicación
Social. |