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2004

 

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Miramedia

La Foto en Prensa mantiene todo su Vigor

 

Por José Manuel de Pablos
Número 40

Hace pocos años asistí a una conferencia impartida en Manizales, Colombia, sobre la muerte de la fotografía en prensa. Desde que escuché el título de ‘aquello’ me quedé muy sorprendido: que alguien que era profesor (de la universidad pública española de Bilbao) se atreviera a tal cosa, más que una provocación intelectual, que podría serlo, era una soberana bobería, como se fue quedando patente a medida que avanzaba el discurso vacío de una persona cuyo nombre no recuerdo (Ramón Esparza y ya lo olvidé de nuevo).

En los últimos tiempos hemos acudido a una serie de acontecimientos mediáticos basados precisamente en la fortaleza del mensaje fotográfico en prensa. Aquello de la muerte de la fotografía era una enorme tontería.

Este recuerdo me vino a la mente con tantos escándalos basados en fotos publicadas, desde la del torturador argentino Cavallo en ropa interior dentro de una cárcel mexicana hasta la manipulación mediática habida con las fotos de los hijos de Sadam muertos a tiros por tropas invasoras, extremos de los que hemos hablado en esta revista en su momento. Más fotos con impacto volvimos a ver tras aquella canallada fotografiada y publicada de militares yanquis en una cárcel de Irak, que se emparejaba con aquellas otras imágenes tomadas en el campo de concentración estadounidense del Guantánamo ocupado también. Y aquí el concepto ‘campo de concentración’ tiene pocas diferencias con aquellos otros campos nazis o realistas españoles, de la Alemania en los años 40 o de la fraternal Cuba, de finales del XVIII, cuando el general Weyler (¿Rottweiler?), antecesor del franquismo, ya saben.

Este mes de agosto se ha vuelto a presentar, en el ámbito español, una serie de acontecimientos mediáticos basados en la fuerza impactante de la fotografía publicada, cada uno con una significación diferente, pero todos con el denominador común de dejar de manifiesto el vigor al que venimos aludiendo. Los vemos someramente:

- En Internet aparece una fotografía manipulada de una concejala del Partido Popular de un pueblo de Extremadura, fruto de “un montaje fotográfico infame”, en la que esta mujer es presentada en juegos sexuales que nunca efectuó. Lo peor de este caso es el morbo que se produce ante una infamia publicada, el eco que el morbo ofrece a este tipo de canalladas basada en la foto publicada, aunque sea falsa la imagen estampada1.
- En una revista española de moda, Vogue, aparece un reportaje de las ministras españolas a las puertas del palacio de La Moncloa, en plan modelo, con vestidos de alta costura, con la ministra de Medio Ambiente sentada en un sillón... cubierto con pieles de animales muertos. Ha sido el escandalillo último del gobierno monárquico-socialista español del señor Zapatero. Y ha ido en la línea de la tontería del ministro de Defensa, José Bono, que de lo primero que hizo fue condecorarse con una medallita, eso sí, más barata que las que Aznar encargó a Washington... La vicepresidenta del gobierno español, María Teresa Fernández de la Vega, va y dice que la importancia del reportaje era llamar la atención sobre la paridad de mujeres en el actual gobierno español y, además, que respondía a la ‘demanda informativa’2. La idea de la paridad acabó en una parida, que es una salida sin inteligencia a una situación de replanteo innecesario. De paridad a parida, un paso, una foto. Como lo leen: la demanda informativa. Según esto, si una revista amarilla pide una determinada foto de posado, pues la política ha de atenderla... No es que esta revista Vogue sea amarilla, pero las revistas en papel cuché sí que suelen estar alejadas de los cánones periodísticos. Así lo demuestra la excusa que da la ministra de Medio Ambiente, que dice que le dijeron que las pieles sobre las que se tumbaba en plan reinona no eran tales cueros sino mantas pintadas como pieles... Más allá de la simpleza de esta excusa inválida, de la gansada de quien no es capaz de diferenciar una manta pintada de una piel de un animal, producto de un negocio de alta peletería, está el engaño amarillo que la revista hizo con la señora ministra incapaz de diferenciar una piel de una cobija. Si en tal caso lo que se trataba era de ‘demostrar’ la presencia de mujeres en un gobierno, ¿es que no hemos visto sobradas fotografías de todo el ejecutivo en su nombramiento, en su toma de posesión, en tantos momentos fotografiados, para que sea precisamente una revista femenina y de modas la que venga a hacer patente tal cosa? ¿Acaso quieren decir que sus lectoras no leen prensa ‘normal’ o no ven la tele (¿normal?) para necesitar de un posado producido en plan modelitos para dejar patente tal cosa? La foto de este nuevo escandalosillo ha vuelto a dejar patente el cuidado que se ha de tener con la fotografía, el vigor de esta herramienta visual, tan importante.
- La otra foto polémica vuelve a llevarnos a las páginas de papel cuché de una revista popular, o sea, amarillenta, ésta, titulada “Diez Minutos” y editada también en Madrid. En uno de sus números de agosto sacaron un reportaje sobre las primeras vacaciones veraniegas del presidente Zapatero y sin pensarlo mucho insertan imágenes de las niñas de 8 y 10 años hijas de Zapatero y su esposa, Sonsoles Espinosa. Se trata de una vulneración peligrosa y gratuita de unas personas protegidas por la legislación, la Ley orgánica de Protección del Derecho al Honor, Intimidad Personal y Familiar y Propia Imagen, promulgada en 1982, ya en democracia, verde, pero democracia. Una transgresión que sabe cualquier estudiante de primero de Periodismo.. y que conocen en la propia redacción de “Diez Minutos”, no en vano dice un diario al respecto: “En el mismo número, la revista publica otros reportajes fotográficos en los que los menores están de espalda o sus rostros aparecen tapados”3. Tras esa manera tan poco ética de actuar esta revista, el presidente del gobierno y su esposa se dirigieron a la revista con un requerimiento para que se abstuvieran de volver a reproducir fotos de las niñas. Lo lógico sería que esta revista popular no sólo se abstuviera de volver a cometer esa infracción, sino que dieran una disculpa, por muy pueril que fuera, para tratar de salir de ese desaguisado cometido de forma tan poco profesional. Supongo que se exponían a ser secuestradas si reincidían en el atropello mediático cometido, porque la legislación es muy clara al respecto e involucra al propio Ministerio Fiscal si no hay actuación de los padres. El diario El País recuerda en el texto señalado en la nota anterior: “La Ley de Protección Jurídica del Menor, de 1996, establece que la utilización de imágenes de los menores en los medios de comunicación que puedan implicar una intromisión ilegítima en su privacidad, o contraria a sus intereses, <determinará la intervención del Ministerio Fiscal, que instará de inmediato las medidas cautelares y de protección previstas en la ley y solicitará las indemnizaciones que correspondan por los perjuicios causados>”. O sea, la foto en prensa, del vigor como denuncia al peligro como mera existencia.
- La última foto de nuestro comentario de hoy apareció publicada en una sección veraniega firmada por Juan José Millás4. Digamos antes de proseguir que el escritor Millás es un autor digno de respeto y admiración, muy buen articulista, sin duda alguna de lo mejorcito panorama periodístico español del momento. En ese respeto y esa admiración se basa este apartado, porque en el texto que pasamos a comentar Millás ha patinado con los dos zapatos y se ha alejado de su imagen cotidiana de calidad por encima de todo. La foto es una imagen que ya apareció publicada el 29 de mayo de 2004 y fue tomada en una reunión intergubernamental latinoamericana celebrada en mayo en México. La foto corresponde a un descanso entre sesiones y en ella aparece el ministro cubano de Exteriores y la ministra paraguaya, ésta sin mención a su nombre, que el machismo es el machismo. En su texto, Millás hace un chiste de la foto y riza una tomadura de pelo a las dos personas que aparecen en la imagen. Antes, para adobar su comentario, hace chistes fáciles, impropios de Millás, como que en los congresos y en las cumbres “,,, lo interesante no sucede en la sala de conferencias, son en el bar y, por supuesto, en las habitaciones del hotel”. A partir de ahí, y después de otro chiste fácil en alusión al abanico de la ministra paraguaya de nombre escondido, el autor sin pudor alguno asegura que ambos ministros “evidentemente no están hablando del modo de hacer frente a los desafíos de la globalidad ni de los problemas del unilateralismo, no, están pelando la pava”. O sea, están ligando. Sigue: “Observen cómo el ministro cubano despliega sus habilidades cinegéticas (la sonrisa, la mirada, la inclinación del cuerpo) para seducir a su homóloga paraguaya, que repasa las varillas del abanico como si cada una de ellas incluyera una posibilidad venérea. Puro documental de la naturaleza”. Este texto en una novela, bien, pero aplicado a una fotografía de prensa de dos personas que tienen nombre y apellido y, además representan a dos repúblicas soberanas, parece una infamia periodística que en Millás, el autor de aquel libro cercano sobre la persecución de una concejala en Galicia, parece cuanto menos increíble tanta ligereza ha invertida en estos pasajes. Pero, no crean, Millás sigue: “Naturalmente, los interfectos están en su derecho a negarlo todo en el caso improbable de que este artículo les creara problemas familiares. Ello no me impediría afirmar mis sentimientos frente a esta fotografía que he conservado como un icono de la fugacidad del amor”. Y pone Millás la puntilla de prepotencia primer-mundista sobre el calzado de la ministra paraguaya: “Por cierto, señora homóloga paraguaya, cuando se haya cansado usted de esos hermosos zapatos de tacón, regálemelos. Soy fetichista”. Como admirador de Millás, no salgo del asombro ante su gran impertinencia, ante su incorrecta aplicación de posibilidades, que ni siquiera son rumores, mera basura publicada en El País madrileño.

Hay quienes confunden la libertad de expresión con la chocarrería y el manchón de amarillo en prensa, como acabamos de ver con Juan José Millás, y eso sucede cuando la prepotencia anega la razón y los que se creen importantes, porque realmente lo son, tal es el caso de Millás, en ocasiones se emborrachan ante la realidad que se les presenta y no se cortan para analizarla como mejor les parece, sin detenerse en conceptos como respeto a las personas, aunque sean paraguayas y cubanas... O sea, algo de xenofobia enmascarada como periodismo, que no dejan asomar eso que se llama ética periodística.

En ese ambiente de deterioro mediático se deslizan pequeños manchones de amarillo en prensa, como el que acabamos de ver del Millás prepotente, o el que encontramos en un reportaje sobre Luis Roldán, el ex director de la Guardia Civil que robó todo lo robable y está ahora preso. En un reportaje sobre el personaje, sobre su situación en el presidio5, el autor no duda en relatar detalles que el preso ha contado a la psiquiatra de la cárcel. Y uno se puede preguntar cómo es posible que una psiquiatra pueda narrar detalles de la intimidad de un paciente a un periodista, como se ha hecho en esta ocasión, en un manchón amarillo, aunque diferente al ‘tipo Millás’. Así, encontramos unas líneas en el mejor de los marcos del atropello: “Los doctores también señalan <una pérdida completa de apetito sexual (...) Sus relaciones interpersonales están marcadas por la cautela y la superficialidad, tendiendo a ser distantes y despegadas>”. La otra pregunta que se queda en el aire es cómo unos doctores, es de suponer que médicos, se atreven a contar a un periodista que un paciente se encuentra en esas condiciones.

Alude ese texto a la superficialidad, ¿no será, acaso, a la superficialidad de Millás o de Juan Luis Galiacho, que es quien firma el reportaje subtitulado “Los problemas psiquiátricos de Luis Roldán, el preso más incómodo del felipismo”? La superficialidad incomoda al Periodismo, sea texto o foto publicada, que mantiene todo su vigor y todos sus valores, positivos, unos; negativos, otros.


Notas:

1 Ver “Respuesta a un montaje fotográfico infame”. El Mundo del Siglo XXI, Madrid, 21 de agosto de 2004, p. 12.
2 “De la Vega dice que el posado responde a la ‘demanda informativa’”, El Mundo, Madrid, 22 de agosto de 2004, p. 13.
3 El País, “Zapatero exige a ‘Diez Minutos’ que no difunda imágenes de sus dos hijas”, 26 de agosto de 2004, p. 23.
4 “El ministro cubano y su homóloga paraguaya”, El País, Madrid, 21 de agosto de 2004, p. 32 / Revista (de verano).
5 “El derrumbe mental de Luis Roldán”. El Mundo / Crónica, 22 de agosto de 2004, pp.1, 2 y 3.


Dr. José Manuel de Pablos Coello
Catedrático de Periodismo, Universidad de La Laguna, España. Del equipo de investigación Latina de Comunicación Social.

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