|
Por José Manuel de
Pablos y Concha Mateos
Número 42
Cada
año vuelve por navidad en España un conocido turrón
–muy promocionado– que explota publicitariamente esa
idea sentimental de que la navidad sirve para reunir a las personas
que se quieren. Las personas que se quieren, si están unidas
o se reúnen, en realidad es gracias al amor que se tienen,
no por la navidad, pues, sin ese amor, ni la navidad ni ningún
decreto-ley podría unirlas; sin embargo, al margen del artificio
que contiene esa idea comercial de la navidad, lo cierto es que
la cita festiva (religiosa o mercantil) produce la repetición
cada año de las mismas liturgias informativas.
Al final de 2004, el titular del gobierno de España
es un partido distinto al que disfrutaba esa titularidad a finales
de 2003. El PSOE de Rodríguez Zapatero lleva nueve meses
tomando decisiones de gobierno y las presenta como garantías
de diferencia respecto a la gestión del PP de Aznar. Entre
las primeras medidas que tomó para esta diferenciación,
después de sacar a las tropas españolas de una guerra
ilegal, estuvo la de encargar a un comité de expertos que
formulara una propuesta para la reforma integral del ente público
de la radio y la televisión españolas (RTVE).
La falta de pluralidad informativa de los telediarios de la cadena
pública, especialmente los del primer canal, TVE 1, estaban
siendo objeto de denuncia desde múltiples foros: profesionales
de la propia cadena, de otros medios, partidos, sindicatos, la Unión
Europea… Esto, que puede parecer una toma de posición
crítica y subjetiva, ha quedado corroborado por una sentencia
judicial. Por primera vez en España, una televisión
era condenada por sentencia del Tribunal Supremo, acusada de censura
y falta de imparcialidad.
TVE 1 en sus telediarios se había convertido
en TVE Aznar: seguía no sólo la agenda del presidente
Aznar con detalle y gran despliegue de medios, sino también
su ideario, su argumentario, sus sesgos y sus escenificaciones vacías
de interés general.
El menú informativo de las vacaciones de
navidad de 2003 se llenó de asuntos que por no sabemos qué
criterios periodísticos parece ser que copaban las preocupaciones
y la realidad del país: anécdotas sobre los robots
que recorrían la superficie del planeta Marte, anécdotas
sobre los reyes magos de Oriente –que hablaban antes las cámaras
en directo: ¡viva el periodismo!– y anécdotas,
que no noticias, sobre un meteorito que recorrió los cielos
españoles en la tarde previa a la fantasiosa noche de reyes.
También la magia de la lotería y la magia de la cocina
navideña. Cómo se ve, asuntos clave para el ejercicio
del pensamiento democrático y la transparencia gubernamental...
Por supuesto que esas anécdotas no llenaban
por sí solas el menú informativo de navidad. Había
otros ingredientes. Básicamente de dos tipos: actuaciones
de Aznar y catástrofes sufridas por el mundo, especialmente
por el mundo pecador, preferentemente árabe o, en general,
ese mundo poblado de seres raros que son raros porque no hablan
castellano ni americano bushiano con acento aznarista, es decir,
personas sospechosas en general por ‘no hablar en cristiano’.
El terremoto de Bam (Irán) copó la
apertura de los servicios informativos durante varios días,
gracias a un equipo enviado especial que transmitía en directo
todos los días una información que no evolucionaba:
siempre centrada en el desastre, la catástrofe, la ruina,
los gritos de dolor, muchos gritos, gente descompuesta y desesperada.
Una información que se podría haber hecho sin un equipo
en directo, pues los periodistas allí desplazados se limitaron
a repetir un prejuicio teatral de catálogo de gritadores
que nunca fueron entrevistados con la mínima dignidad informativa.
Este vicio dramatizante
de los enviados por la televisión del PP a Bam es fácil
de comprender, no obstante: la desgracia ajena es un menú
informativo muy eficaz en términos de propaganda, sobre todo
si es desgracia ejemplar, desgracia del enemigo que puede servir
como escarmiento y argumento de disuasión. Desgracia ajena,
en cualquier caso, muy útil para tapar la desgracia propia.
Desgracias de mirar para otro lado, en suma.
En Irán sufría terremoto gente extraña
y en Irak el presidente de gobierno, José María Aznar,
felicitaba a las tropas españolas a las que había
visitado por sorpresa, al día siguiente de haberlas felicitado
también por videoconferencia. Los malos recibían castigos
y los buenos recibían a Aznar.
Los telespectadores de TVE, la televisión
pública de este estado parlamentario que aún no es
república, ya no reciben un menú informativo tan colmado
de adiestramiento cosmológico sobre la lógica del
castigo y el premio. Pero hay cosas de las que no se libran. El
menú de desgracias vuelve a casa por navidad, y otra vez
desgracias en el mundo no cristiano. El seísmo con epicentro
en la isla de Sumatra (Indonesia) ha afectado también a Sri
Lanka, India, Bangladesh, Tailandia, Maldivas y Malaisia. Occidente
busca a sus turistas navideños. Y Zapatero, también
ha dado videoconferencia a los militares españoles que están
en el extranjero.
Pero… el menú viene aliñado
con distinta salsa. Esta vez, al cumplirse el aniversario de la
tragedia en Bam (Irán), al menos Televisión Española
ha entrevistado a iraníes, gente que no habla castellano
ni cristiano, pero que son técnicos, que dicen cosas razonables,
que están ocupados en poner remedio y tienen conocimiento
de soluciones. La nueva salsa permite apreciar que también
en Irán hay personas así, aunque el año pasado
la televisión de Aznar sólo mostrase personas gritando
con ademanes descompuestos.
Otra novedad de la salsa es que este año
el presidente de Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero,
se ha conformado con felicitar sólo una vez a las tropas,
simplemente por videoconferencia, sin visita sorpresa –que
no cogió de sorpresa a los cámaras de TVE 1 cuando
fue Aznar, porque le siguieron por todas partes–. Además,
este año también se ha hablado de las tropas que andan
por la Antártica, en misiones científicas. Esto último
inquieta un poco, pero, al menos, el menú va variando. No
hay que perder la esperanza de que la dieta algún día
pueda ser realmente saludable.
Otra novedad de esta salsa informativa la hemos
encontrado, no en la prensa, que es inmaculada, sino en la revista
La Clave, que dirige José García Abad, autor últimamente
conocido por mucho público gracias a un libro sobre el rey
Borbón. La revista abre con una gran fotografía del
rey Juan Carlos montado en una espléndida moto Harley Davidson,
con dos banderitas a su popa (de la moto), una de España
y otra de la barra y las estrellas. El texto habla de los regalos
que recibe el rey Borbón y de la normativa que está
a punto de aprobar el Gobierno socialista para impedir que los gestores
públicas puedan recibir regalos que dobleguen su voluntad.
En ese texto se revela una salsa informativa que nunca ha estado
al alcance de los paladares del público lector: la colección
de vehículos regalados o “cedidos” al Borbón
por las empresas fabricantes.
La salsa informativa mejora, sin duda, pero aún
quedan muchos huesos que roer sobre la distribución de privilegios
a costa de lo que llamamos el pueblo. El rey, de momento, queda
fuera de esta ley.
Dr.
José Manuel de Pablos Coello
Catedrático de Periodismo,
Universidad de La Laguna, España.
director del Laboratorio de Tecnologías de la Información
y Nuevos Análisis, LATINA
Dra.
Concha Mateos Martín
Investigadora del Laboratorio
de Tecnologías de la Información y Nuevos Análisis,
LATINA, España.
|