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Miramedia

Prensa y Terrorismo: la Solución, en el Mercado

 

Por José Manuel de Pablos
Número 45

El Consejo de Europa ha pedido normas que regulen las noticias sobre terrorismo en los medios1. En la recomendación que hace esta cámara europea no define qué es terrorismo, al menos la prensa no lo relata, pero deja ver claramente que se refiere al ‘terrorismo de los malos’, el que va a su aire, no el que se planifica en grandes despachos y se acomete con gran aparato aeronáutico, por ejemplo, ni tampoco se refiere al terrorismo opaco o el que ejecutan servidores de un estado alimentado con el ‘fondo de reptiles’ del que se precia toda democracia.

Falta en esa recomendación del Consejo de Europa esa explicación: ¿Se refiere al terrorismo que ha lanzado bombas sobre bazares, hospitales o barrios civiles iraquíes, o ese terrorismo queda fuera de su análisis? ¿Remite a los actos terroristas de policías de paisano que han asesinado a ‘terroristas malos’ y los han sepultado bajo un palmo de yeso muy lejos del punto del asesinato o ese terrorismo no preocupa en Estrasburgo o no es terrorismo? ¿Acaso el terrorismo que preocupa al Consejo de Europa es el de esos agentes que vienen de Langley (Virginia) y han secuestrado en Italia a un imán llamado Mustafá Osama (¡llamarse Osama!) y ha aparecido meses después en una cárcel egipcia, con secuelas de tortura?2 No lo sabemos. ¿Alude acaso a la práctica de la tortura en instalaciones oficiales, al terrorismo encerrado en Guantánamo? O ¿tal vez se refiera al terrorismo capaz de dictar un bloqueo a todo un pueblo y hacerle pasar penurias, en nombre de la democracia? No, nada de eso. Igual se refiere al terrorismo bancario que da préstamos de 20 y cuando ha pasado unos años el aterrorizado ciudadano se percata de que a pesar de lo que ha pagado ya, todavía debe 30…? Y mientras tal cosa sucede, lee en la prensa que ese banco, que todos los bancos, han aumentado sus ingresos en tropecientos millones, que es dinero extraído de aterrorizados ciudadanos sometidos a esa explotación. Hay muchas formas de terrorismo. Ninguno es bueno, pero sólo se condena un tipo de ellos.

No, no parece que el Consejo de Europa se refiera a esos ‘terrorismos buenos’. Tampoco al concepto de tan reciente historia de ’víctimas dignas’ y ‘víctimas indignas’ en Centroamérica y en tantos otros lugares. ¿Se referirá acaso al terrorismo consentido y no perseguido: derribas un avión cubano con viajeros civiles y si algún día te detengo en Florida, ya verás que no haré caso al pedido de extradición de los malos.

Vistas de forma rápida algunas de las diferentes caras del fenómeno terrorista, el Consejo de Europa vemos que no se refiere al terrorismo en términos generales, a todo el terrorismo, sino a una de esas parcelas, la que para algunas personas, bien pensantes y bien nacidos, que quede claro, es el único terrorismo: el que pone bombas y asesina con su actividad. Tampoco se refiere a los terroristas que han hecho tal cosa y pocos días después eran ministros en países nuevos, como se vio en Israel. Esos acaban siendo amigos de Washington, así que con ellos no va este asunto.

Hecha esta breve introducción, ¿qué es lo que le preocupa al Consejo de Europa? ¿Será algo nuevo? ¿Algo que no se supiera? Dice el cronista: “Los terroristas ven los medios de comunicación como un instrumento más de sus actividades y de ello deben ser conscientes los periodistas, que han de evitar contribuir a los objetivos del terrorismo y negarle la plataforma de alta publicidad que busca”. Bueno, ése es el ‘terrorismo pobre’, el que no tiene medios a su disposición… o ‘trabaja’ sin necesidad de que se sepa lo que hace, porque lo suyo no es hacer propaganda (voz nacida en el Vaticano), sino producir daño, aunque ninguno de sus jefes reclame su autoría.

Pues va a ser que no: el Consejo de Europa no ha desvelado nada que no se supiera. La realidad última tiene dos aspectos que el Consejo de Europa olvida o desconoce:

1º - Quienes realizan acciones terroristas ‘cotidianas’ las preparan en un lugar y en un tiempo para que entre en los mejores telediarios, en lugares de fácil acceso, para que puedan llegar los representantes de los medios informativos. No sucede un acto de terrorismo en una montaña perdida ni en un pueblo alejado de las bases de los media. En el fondo, y así está la madre de todas las sinrazones, al terrorista no le interesa asesinar a un camarero de Comisiones Obreras o a un capitán de Intendencia, no, lo único que le interesa es acceder a los medios. Saben muy bien que la muerte violenta e inesperada tiene gran acogida en los medios de comunicación de masas y en ello ponen todos sus empeños. Hay un contrato no escrito, pero explícito. Es una lección de morbo, no de periodismo.

Recordemos unos breves apuntes sobre esto último, nada nuevo que no haya dicho en mi libro El periodismo, herido3:

- El día en que los atentados dejen de salir en los medios, los atentados acaban, porque el único interés del terrorista no es matar (eso es un medio), sino aparecer en el papel impreso, con sus siglas en mayúsculas y muchas, muchas veces dentro de todo texto; aparecer en la televisión, con imágenes de archivo, tal vez de sus líderes en una rueda de prensa clandestina, con la cara tapada, mientras llegan las imágenes del día, con sangre. Emotivas.
- Siempre habrá un majadero, como Pedro J. Ramírez, el director del diario madrileño El Mundo, de capital hispano-italiano, que defiende su postura por ‘el deber de informar’. Que el silencio cancele la actividad terrorista y muchas personas dejen de morir es menos importante que ‘el deber de informar’… y de subir ventas el día de un gran atentado: ¿se llama a eso sinergia, acaso?

2º - Llamar a los periodistas a un examen de conciencia con motivo del problema mediático que acaba de ‘descubrir’ el Consejo de Europa indica muy a las claras el despiste que hay en Estrasburgo. ¿Se creerán, acaso, que los periodistas deciden qué entra y qué se queda fuera en los medios? Son los propietarios –algunos se denominan ‘editores’, muchos nada saben de Periodismo–, quienes ejercen su poderío con toda contundencia y quienes deciden usar el poder de su medio como mejor les viene. Y lo mejor que les viene tiene dos aspectos: ejercer influencia económica, social y política (cultural, no) y elevar sus ventas. Lo demás les preocupa poco, con salvadas excepciones.

En cualquier país que sufra el latigazo cotidiano del terrorismo organizado hay mayor número de muertes en las carreteras un fin de semana que por bombas o tiros en la nuca. Unas y otras muertes son penosas y de lamentar. Esto es indiscutible. Pero los medios le aplican un tratamiento diferente: quien muere sobre el asfalto iba a gran velocidad o fue otro quien lo atropelló. Se acepta como una fatalidad del destino, una rutina informativa sin mayor trascendencia. Distinto sería si se supiera que hay una banda dispuesta a salir a las carreteras para acabar con la vida de pacíficos conductores, de humildes funcionarios que por las carreteras cumplen con sus obligaciones del día a día, para explotar sus fechorías en los medios… momento en el cual los media se ocuparían con más detalle del fenómeno, incrementado su eco por la intencionalidad que lo hace más perverso. Estaríamos, entonces, en las mismas: he de informar por el derecho a la información, se origina expectación por la próxima muerte en la carretera… suben mis ventas, sube mi audiencia… recaudo más. La sinergia de antes, de nuevo. Dos tipos de muertos: ‘muertos rutinarios de páginas interiores’, que no suben ventas, y ‘muertos de portada‘, que incrementan audiencia. Pura matemática mediática.

(La primera de las veces que fui director de periódico, un día decidí suprimir el rubro ‘sucesos’ de una de las secciones y ordené que se dejara de usar la palabra ‘suicidio’, que no se informara de algo tan sensible y tan difícil de probar: el dueño, que empezó a autodenominarse ‘editor’, rápidamente prohibió las dos iniciativas: el negocio es el negocio.)4

El Consejo de Europa está lleno de ingenuos.

En el informe aprobado piden a los periodistas una pauta “que delimite el derecho a la información de la propaganda”. Cándidos, por no saber dos cuestiones:

1 – Cuando los medios dan propaganda por información se salen de los límites, estrechos, pero suficientes, del Periodismo, que es informar de hechos acaecidos y explicarlos, a lo sumo. Esto se sabe, no es secreto alguno. Así y todo sucede con relativa frecuencia.

2 – Los medios actuales de principios del siglo XXI están llenos de propaganda camuflada como información. No otra cosa son los centenares de despachos de gabinetes de prensa que inundan las redacciones y que son aceptados encantados de la vida, porque abarata la confección del diario, de las emisoras. Se hace cada vez más un ‘periodismo de fuentes’5, que no es otra cosa que amarrar a los redactores a las redacciones, para que no ‘pierdan el tiempo’ en la calle tras la búsqueda de la información, como siempre ha sido la actividad periodística. Ya hay entidades que incluso hacen llegar a las emisoras ‘informaciones’ grabadas con calidad profesional, para que esa vía de propaganda gratuita a veces no se limite a la nota de prensa en papel, en solo texto.

Todo lo que ha propuesto el Consejo de Europa es archisabido. No hay ni una línea novedosa. Lo mismo que la pregunta del neoescriba: ¿los pseudohechos terroristas (él no hubiera llegado a tanto, se hubiera quedado en ‘los atentados terroristas’) elevan mis ingresos? Entones, ¿quién me va a subvencionar por lo que deje de ganar? Así de simple, así de impuro.

El día en que subvencionen a los medios por ese silencio se acaba el terrorismo con reflejo mediático. Es cuestión de dinero. ¿Cómo no lo iba a ser en unos tiempos donde quien manda es el mercado? La solución al terrorismo, en el mercado.


Notas:

1 “El Consejo de Europa pide que se regulen las noticias sobre terrorismo / La Cámara insta a los medios a elaborar un código para este tipo de información”, crónica de Ricardo M. de Retuerto, desde Estrasburgo. El País, Madrid, 21 de junio de 2005, p. 3 / Sociedad.
2 “El imán secuestrado por la CIA reaparece torturado en Egipto”. Diario El País, Madrid, 28 de junio de 2005, p. 5 / Internacional.
3 El Periodismo, herido. Madrid: Foca Investigación, 2001.
4 Referencia al periódico El Día, de Tenerife (Canarias) y a su propietario, José Esteban Rodríguez Ramírez, fiel lector de la prensa de ultraderecha cuando la hubo en España en los años 70, y que trata de emular con su diario hoy, en plena democracia.
5 Vid. VV. AA, 2003: El periodismo de fuente (Eds., Ángel Losada Vázquez y Francisco Esteve Ramírez). Salamanca: Universidad Pontificia.


Dr. José Manuel de Pablos Coello
Catedrático de Periodismo, Universidad de La Laguna, España. director del Laboratorio de Tecnologías de la Información y Nuevos Análisis, LATINA

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