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Por Pedro Rojo
Número
48
Introducción
Un
reciente estudio de la consultora francesa Hopscotch
(abril de 2002), titulado "Barómetro
Internacional sobre los medios y las nuevas tecnologías"1,
concluye que Internet ya se ha impuesto como
primera fuente de información para los
periodistas de todo el mundo. (Esta encuesta
fue realizada en diez países europeos,
Estados Unidos, Sudáfrica, Japón
y Australia).
De igual modo,
los estudios anuales de Don Middleberg y Steven
Ross2, que
analizan las relaciones entre el periodismo y
las nuevas tecnologías en Estados Unidos,
reflejan que la práctica totalidad de
los encuestados se conectan a diario para ver
su correo y lo hacen para buscar información.
La situación en Latinoamérica es
similar. El estudio de febrero de 2001: “Actitud
de los periodistas latinoamericanos con respecto
a Internet” realizado por Kaagan Research
y Cisco Systems3,
reveló que nueve de cada diez encuestados
utilizaba Internet a diario para su trabajo (el
estudio incluyó encuestas a periodistas
de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México,
Perú y Venezuela). Los periodistas latinoamericanos
encuestados consideraban Internet un recurso
vital para el desempeño de su profesión.
Un nuevo medio muy relacionado
con la fiabilidad de la información que
se encuentra en Internet y que ha tenido mucho
éxito en los últimos años
han sido los confidenciales. Los editores de
prensa tradicional han perdido de vista su función
principal: contar historias. Existen muchas noticias
que los editores no ofrecen a los lectores de
prensa, por lo que aparecen en Internet bajo
esta forma. De ahí el éxito de
los confidenciales, pues son una respuesta de
la Red a la falta de libertad que existe en la
prensa tradicional.
Pero, si bien los confidenciales
son buenos por un lado porque ofrecen información
que no aparece en ningún otro medio, por
otra parte son tan manipulables como los grandes
medios y, en algunos casos, cabe la sospecha
de que tienen intereses enmascarados. Es una
cuestión de praxis profesional, y lo que
sucede es que los indicadores de solvencia en
Internet son diferentes a los de los medios tradicionales
y hay que aprender a distinguir qué sitios
son fiables y cuáles no. Hay una serie
de señales que lo indican, algunas de
ellas se ven instintivamente, en el diseño
y en el estilo. Para cotillearlos están
muy bien, pero se debe hacer una comprobación
de la noticia. El arte de la rumorología
o el falso periodismo no van a dejar de aparecer
en la Red. En el fondo, Internet es un medio
libre e impredecible, pero es necesario que el
periodista de la Red empiece a profundizar en
la información, que recurra a las fuentes,
investigue o se alimente de material oficial.
Los confidenciales no son demasiado fiables.
Muchas informaciones son rumores sin contrastar
que no se publicarían en otro medio. En
ellos es difícil separar lo que realmente
es válido y lo que no.
La
burbuja de Internet llega a los usuarios
Con Internet
cualquiera puede convertirse en editor. Internet
es un medio de comunicación tan revolucionario
como lo fue en su día la aparición
de la imprenta, de la radio o de la televisión
y como toda innovación social y técnica
está produciendo una nueva cultura que
convive con la tradicional que, si bien no acepta
totalmente los valores de Internet, empieza a
utilizar de forma progresiva las posibilidades
tecnológicas que la Red ofrece. El fenómeno
Internet es una nueva Ilustración donde
a la fe en el hombre se suma la fe en el progreso
humano, a través de los avances técnicos
y científicos: el impulso de los movimientos
sociales; el fortalecimiento de las redes ciudadanas;
la creación de un canal de comunicación,
no controlado, horizontal y relativamente económico
son algunas de las innovaciones sociales que
está impulsando Internet en el ámbito
sociológico.
Un cierto optimismo preside
la valoración del fenómeno Internet
por parte de los informadores, un optimismo que
no oculta, a su vez, una rica panoplia de preocupaciones.
Hasta hace unos pocos años, el sistema
informativo estaba marcado por los medios convencionales:
los periodistas comenzaban a trabajar a media
mañana e iban acumulando a lo largo del
día informaciones contrastadas. Ahora
los medios tradicionales son viejos cuando llegan
a los receptores porque la información
ya está en la Red con unas cuantas horas
de antelación.
Los medios están obligados
a producir información para cubrir las
demandas de las televisiones, radios y periódicos
digitales. La búsqueda de la verdad queda
muy lejana en las preocupaciones de los creadores
de información y, además, el trabajo
hay que hacerlo demasiado deprisa. Esta prisa
constituye la queja más habitual de los
periodistas. La demanda de información
lleva a un cambio en la naturaleza de la información
como servicio, que se convierte en mercancía
para su consumo.
Internet entraña
una clara promesa de libertad. Todos los internautas
se pueden convertir en editores, pero se corre
el riesgo de que el papel de equilibrio y de
responsables de una moral pública, que
tradicionalmente han jugado los medios, sea postergado
por otros intereses, que en muchas ocasiones
no tienen nada que ver con la búsqueda
de la verdad. Internet es, también, un
instrumento que sirve a una determinada política
empresarial, caracterizada en los últimos
años por la búsqueda de rentabilidad
para el accionista como objetivo último.
A esta nueva prioridad se sacrifican las demás
posibles referencias legitimadoras de su uso:
satisfacción del cliente y del empleado,
respeto al medio ambiente, calidad y legalidad.
La consecuencia
en el ámbito de los medios es el cambio
de naturaleza de los valores tradicionales de
la comunicación: los medios dejan de ser
instituciones de referencia social para convertirse
en un negocio, una inversión; dejan de
ser garantes y responsables de la libertad de
expresión y se configuran como productores
de entretenimiento. Frente a los conglomerados
empresariales -limitados por el compromiso con
el gusto fácil de la audiencia, las presiones
publicitarias y políticas y un sentido
conservador del cambio social- las nuevas tecnologías
ofrecen una alternativa posible y posibilista,
tanto para los medios como para los propios usuarios.
La tecnología
digital propicia un cambio de roles entre los
sujetos de la comunicación
Internet
está suponiendo un profundo cambio en
las relaciones entre los medios y sus audiencias.
La emergencia de los nuevos medios –basados
en sitios Web- como fuentes de referencia para
la comunicación interactiva, el crecimiento
del periodismo en línea, el nuevo periodismo
de aserción frente al periodismo de verificación,
la volatilidad de la información, etc.
constituyen una nueva problemática a la
que habrá que hacer frente con profesionalidad,
anticipación, transparencia y ética.
Internet no es sólo,
y entre otras muchas cosas, un medio de información
o de documentación, sino que también
puede utilizarse como una excelente plataforma
de trabajo que facilita, en gran medida, la labor
de los periodistas. Es una herramienta que, bien
utilizada, debe redundar en que los usuarios
disfruten de un producto final más rico,
útil y profundo.
La Red sigue siendo para la
mayoría de los periodistas y usuarios
del medio un ente abstracto, mastodóntico
y que genera desconfianza. La tradicional resistencia
al cambio lleva a algunos periodistas a cuestionar
la propia utilidad de la Red e, incluso, a estas
alturas, su viabilidad. Pero los periodistas
no sólo se encuentran ante un problema
de ignorancia o desconocimiento. En muchas ocasiones,
lo que se oculta tras este desinterés
es la incompetencia, compañera del miedo
a perder una posición de privilegio.
Las fuentes virtuales (tanto
personales como institucionales) pueden ofrecer
información y servicios útiles
y de fácil acceso a los informadores.
Respetar ese principio básico facilita
enormemente la tarea de los informadores y, aún
más, ahorra mucho dinero a las compañías
e instituciones. Para conseguirlo, la fuente
o institución debe realizar un análisis
previo -y muy barato- enumerando las necesidades
de los periodistas que se desea cubrir. ¿Se
realiza ese análisis o se trabaja en común
con los periodistas, a la hora de diseñar
una herramienta pensada para ellos? La respuesta
es no, y eso explica la presencia de filtros
y registros previos y obligatorios, la no actualización
de la información generada por la propia
fuente, la falta de imágenes en alta resolución
(obstáculo muy importante a la hora de
informar sobre determinados acontecimientos),
la escasez de agendas de enlaces a otras Web
con información de calidad, la falta de
documentación útil no mediatizada,
etc. Hay que insistir, pues, en que invertir
mucho dinero en una sala de prensa virtual no
asegura que sea útil y que no estar en
Internet, algo increíble en nuestros días,
puede llegar a ser preferible a estar de forma
inadecuada o irracional.
El protocolo
TCP/IP ha calmado muchas de las demandas insatisfechas
de los redactores. Ahora con Internet ya no es
tan frecuente el lamento por no disponer de un
gran departamento de documentación. Las
empresas e instituciones depositan en el área
correspondiente de su Web los gráficos,
documentos, fotos, informes, estadísticas
y recursos que el periodista demanda antes de
dar por bien concluida una buena noticia. Aún
abundan, sin embargo, las empresas que no tienen
una sala de prensa virtual. Información
y documentación son los dos grandes retos
que los departamentos de comunicación
de las empresas tienen que afrontar si quieren
llevarse bien con el periodista de medios y,
de un tiempo a esta parte, cuentan con la herramienta
más perfecta que nunca existió
para ello: las salas de prensa virtuales4.
Los departamentos de comunicación
deberían personalizar las notas de prensa
de acuerdo a los contenidos del medio al que
vayan dirigidas. La mayoría de las notas
que circulan corresponden más a promoción
que a información. Además, el interés
en publicar una información se pierde
cuando los periodistas reciben notas de prensa
que, en vez de otorgarles exclusividad, vienen
con copia a todos los correos electrónicos
de otros periodistas.
Existe poca
actualización de las Webs corporativas
(información económica sobre la
empresa demasiado desactualizada, muy a menudo).
Además es difícil la navegación
en muchas de ellas. Lo más común
es encontrar información que, ni tan siquiera
es la correcta, sedes que han cambiado, teléfonos
que ya no existen, nombres de personas que dejaron
la compañía o información
relacionada con la empresa que es tan genérica
que se podría encontrar en cualquier sector
de actividad5.
La información económica
se difunde en la Red de manera muy soterrada.
Desde el punto de vista corporativo se están
perdiendo muchas oportunidades en la Red porque
las empresas no ofrecen vía Web sus datos
económicos. El hecho de que esto ocurra
es debido a un factor cultural: se llevan muchos
años a base de fax, de notas de prensa
en papel, de correo físico, de teléfono,
etc., pero utilizar toda la tecnología
y posibilidades de Internet para trabajar en
tiempo real es algo que no todas las empresas
tienen al alcance o que, ni tan siquiera, se
han planteado. Hay empresas e instituciones que
todavía no entienden su Web como una herramienta
de trabajo para los periodistas. Sin embargo,
las fuentes (institucionales o personales) que
tienen muy claro el valor de la información
para su imagen son aquellas que practican una
cultura más transparente.
La protección
del pluralismo como garantía para asegurar
la credibilidad en los medios de comunicación
La
protección del pluralismo es, en sí
misma, competencia de los Estados. Sin embargo,
estos, deben velar para que sus actividades informativas
y las que dependen de su competencia no supongan
un perjuicio para el pluralismo informativo.
La capacidad de mantener el pluralismo mediante
la normativa nacional sobre concentraciones puede,
sin embargo, crear interferencias con los mercados
periodísticos.
Desde mediados de los años
ochenta se han promulgado distintas legislaciones
restrictivas sobre la propiedad de los medios
de comunicación. Estas restricciones no
pueden ser sustituidas por la legislación
supranacional aplicada a la competencia ya que
la legislación internacional solo puede
impedir las concentraciones que afecten a la
competencia, pero no al pluralismo. En este ámbito,
el del pluralismo frente a la competencia, los
Estados han tenido que barajar tres opciones:
1. No intervenir.
2. Proponer normas referentes a la transparencia.
3. Proponer una armonización de las restricciones
nacionales a la propiedad de los medios de comunicación
mediante legislación.
Para comprender la problemática
que supone el efecto de la concentración
en el sector de los medios de comunicación
sobre el pluralismo es necesario delimitar previamente
el sentido del término “pluralismo”.
Fuera del ámbito jurídico, el concepto
se utiliza en sentido amplio y general. A veces
se habla de pluralismo al referirse a acciones
en favor de la libertad de expresión y
la diversidad de fuentes de información.
En este caso, la utilización del término
se inscribe en el contexto general de las medidas
en favor de los medios de comunicación,
cuyos límites son difíciles de
definir.
El concepto de pluralismo
limita el alcance del principio de la libertad
de expresión: aunque en algunos Estados
el mantenimiento del pluralismo tenga un valor
constitucional, no es en sí mismo un derecho
humano ni fundamental. La función del
concepto es limitar, en determinados casos, la
aplicación del derecho a la libertad de
expresión a sus beneficiarios potenciales
(por ejemplo, en nombre del pluralismo se puede
denegar un permiso de radiodifusión, la
toma de control de un periódico, una estructura
de empresa monolítica, la participación
en un medio de comunicación, etc.). Se
considera que el pluralismo es una excepción
al principio de la libertad de expresión,
cuyo objetivo es la protección de los
derechos de los ciudadanos.
El objeto de esta limitación
es garantizar al público la diversidad
informativa. Al objeto de garantizar esta diversidad
informativa, puede ser necesario, en algunos
casos limitar la aplicación del principio
de libertad de expresión cuando pueda
impedir a un beneficiario de esta libertad hacer
uso de ella (por ejemplo, en restricciones del
acceso a los medios de comunicación).
En este sentido, la información cuya diversidad
se pretende, debe entenderse como un término
genérico con un sentido amplio (no solo
informativo). La diversidad informativa se puede
alcanzar mediante dos enfoques distintos: se
puede pedir a un medio de comunicación
que presente en su actividad informativa una
diversidad de opiniones (“pluralismo interno”)
o bien poner a disposición del público
distintos medios de comunicación (“pluralismo
externo”)
Al tratarse
del pluralismo interno, las medidas adoptadas
se reflejan en la organización interna
de la empresa de comunicación, cuya estructura
de control debe representar a las diversas corrientes
de opinión, o bien en el contenido editorial
de los informativos y de las emisiones. En el
caso del pluralismo externo, las medidas tienden
a organizar las relaciones entre las distintas
empresas de comunicación con objeto de
garantizar cierto grado de autonomía entre
las empresas (medidas contra la concentración).
Así pues, el concepto de pluralismo puede
definirse tanto por su función como por
su objeto: “se trata de una noción
jurídica cuya función es limitar,
en algunos casos, el alcance del principio de
libertad de expresión con objeto de garantizar
al público la diversidad informativa”6.
Los efectos de la concentración
solo pueden ser valorados en relación
con el público y la diversidad informativa
que se le ofrece en un determinado lugar. Según
el impacto sobre dicho entorno, la concentración
puede tener un efecto positivo o negativo sobre
el pluralismo. El efecto será positivo
si la diversidad informativa ofrecida al público
se ve incrementada (concentración que
ayuda a evitar la desaparición de medios
de comunicación). En cambio, el efecto
será negativo cuando la diversidad informativa
ofrecida al público se ve disminuida (concentración
que supone la desaparición de medios de
comunicación).
Para valorar
en qué medida la concentración
puede plantear problemas de pluralismo es necesario
definir lo que se entiende por “diversidad
de la elección informativa” ofrecida
al público en un lugar determinado. La
diversidad puede valorarse de distintas maneras:
desde el punto de vista del número de
cadenas o diarios; desde el punto de vista del
número de controladores; o desde el punto
de vista de los propietarios de los medios.
La importancia
de estos tres niveles de valoración es
variable. La diversidad del contenido es el criterio
más lógico, pero también
poco manejable, dada la complejidad del análisis
que exige7.
El criterio del número de medios se puede
medir con facilidad, pero es poco fiable desde
el punto de vista de la diversidad del contenido
editorial. El criterio del número de controladores
de los medios tampoco tiene en cuenta el contenido
editorial, a pesar de hacer hincapié en
la autonomía e independencia entre los
controladores. Independientemente del contenido
editorial o del número de soportes informativos,
la concentración del control de acceso
a los medios de comunicación en beneficio
de unos pocos constituye, por su naturaleza,
un riesgo para la diversidad informativa. En
cambio, la multiplicación del número
de controles alternativos incrementa las posibilidades
de contar con una diversidad informativa aún
cuando no sea de forma automática. Por
otra parte, desde el punto de vista económico,
la competencia efectiva entre los controladores
puede dar lugar a una diferenciación cualitativa
entre los productos que cada uno de ellos ofrece,
favoreciendo así la diversidad editorial.
El “control”, en
tanto en cuanto pueda servir como criterio para
valorar la diversidad informativa es esencial,
ya que es necesario saber quién controla
qué. En este sentido, no es posible limitarse
al concepto de propietario o de participación
mayoritaria en el capital de una empresa de medios
de comunicación, dado que, a consecuencia
de las normas contra la concentración,
puede haber varios accionistas que tengan el
mismo porcentaje de participaciones. Si la noción
de controlador es más adecuada, puede
también dar lugar a dificultades a la
hora de identificar claramente quién es
el controlador que ejerce una influencia decisiva.
Para valorar la “diversidad
del control” en una zona concreta, es necesario
tener en cuenta el consumo de todos los medios
de comunicación, no solo en cada tipo
de medio (monomedia) sino en todos los tipos.
El consumo de medios de comunicación demuestra
que un tipo de medio puede constituir una alternativa
y sustituir a otro tipo: dado que las personas
consumen cada día los tres tipos de medios
(radio, televisión y prensa), una persona
que es lectora y telespectadora de los medios
de un mismo controlador puede, sin embargo, ser
oyente de una radio de un controlador distinto.
La problemática de la multiplicidad de
los medios de comunicación aparece claramente
en este caso, ya que cuando un único controlador
controla los tres tipos de medios ya no hay ninguna
alternativa, ni dentro de un mismo tipo de medio
ni entre los distintos tipos.
Habría que tomar como
referencia a cada uno de los “destinatarios”
de los medios de comunicación para valorar
el número de medios independientes que
se le ofrece allí donde se encuentra.
Dado que esto es imposible, hay que considerar
la noción de “zona de difusión”
y valorar en estas zonas (de contornos indefinidos
y heterogéneos) la elección de
medios existente.
Las reglamentaciones
relativas a la propiedad de los medios son un
fenómeno bastante reciente, ya que su
adopción ha coincidido con la liberalización
del sector audiovisual. Esta puede fecharse a
partir de la segunda mitad de los años
ochenta, y continúa creciendo, dado que
algunos Estados aprovechan las modificaciones
de su normativa sobre el sector audiovisual basándose
en las normas supranacionales. Por lo que se
refiere a la prensa, no se puede decir que exista
una fase de liberalización de este sector.
Las reglamentaciones
relativas a la propiedad de los medios tienen
en común haber sido adoptadas en un contexto
político concebido en función de
la coyuntura nacional del momento. La consecuencia
de esta dimensión política es la
creación de unos marcos normativos de
aplicación vulnerables que, a menudo,
no correspondían con la realidad del sector
y, además, estos eran bastante dispares
unos de otros, como consecuencia lógica
de las distintas situaciones.
Conclusión
Una
sociedad no puede existir sin unos medios de
comunicación ampliamente disponibles y
accesibles que reflejen la naturaleza pluralista
de esta sociedad y que no estén dominados
por ningún punto de vista ni controlados
por ningún grupo de interés; que
pongan al alcance de los ciudadanos la información
para que se decanten por opciones, para sí
mismos, y para la sociedad, con pleno conocimiento
de causa; que proporcionen el soporte necesario
para que se produzca el debate público,
sostén de las sociedades libres y democráticas.
Por tanto, se puede afirmar tajantemente que
el mercado, por sí solo, no puede garantizar
estos principios.
Notas:
1
(1) Hopscotch (2002): "Barómetro
Internacional sobre los medios y las nuevas tecnologías"
<http://e-periodistas.blogspot.com/2002_04_01_e-periodistas_archive.html>
2
Estudios anuales de Don Middleberg y Steven Ross.
Annual Middleberg/Ross Media in Cyberspace study.
En <http://www.mediasource.com/>
3
Kaagan
Research & Cisco Systems (2003): “Attitudes
of Latin American Journalists Regarding the Internet”
(Actitud de los periodistas latinoamericanos
con respecto a Internet). En <http://www.ciscolatam.com/encuesta2003/index.shtml>
4
DELOITTE & TOUCHE; ACCESOGROUP (2002): Estudio
del uso de la Red en los medios de comunicación,
p. 14. En <http://www2.noticiasdot.com/publicaciones
/2002/1002/231002/noticias231002/noticias231002-6.htm>
5
Ibidem,
p. 16.
6COMISIÓN
EUROPEA: Libro Verde Pluralismo y concentración
de los medios de comunicación en el mercado
interior. Valoración de una acción
comunitaria, COM (92) 480, Bruselas, 1992, p.
95.
7
El análisis exigiría tener en cuenta
todas las características editoriales
del medio en cuestión (tales como el tipo
de medio, programas, opiniones o posturas editoriales,
frecuencia y periodo de difusión, etc.).
Pero también habría que considerar
al consumidor del medio para valorar si, habida
cuenta del consumo de medios de comunicación,
el consumidor se beneficia realmente de esta
diversidad. COM (92) 480. Libro Verde. Pluralismo
y concentración de los medios de comunicación
en el mercado interior. Valoración de
una acción comunitaria, p. 22.
Dr.
Pedro Antonio Rojo Villada
Depto.
de información y documentación,
Facultad de comunicación y documentación.Universidad
de Murcia, España. |