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AUTORES IBEROAMERICANOS EN LAS TRADICIONES Y POSTMODERNIDAD DE LA COMUNICACIÓN

Por Daniel Martí
Número 61

Introducción: mapas y comunicología
A la vista de algunos movimientos de diálogo y acercamiento entre asociaciones, instituciones e investigadores iberoamericanos, me animo a expresar una visión personal del bagaje comunicológico que podemos estar compartiendo. No va más allá de comentar si parece acertado exponer con las tres tradiciones clásicas la reflexión y docencia sobre comunicación de las cuatro últimas décadas en Iberoamérica. Para esta revisión de la comunicología enlazaré en los nombres de autores iberoamericanos, algunos webs, libros y artículos como muestra de estas tradiciones clásicas de la comunicación.

Recojo los nombres de las referencias en tres libros y diez artículos que cito en la bibliografía como fuentes de este periodo. No incluyo los enlaces en el texto entre las referencias bibliográficas para no oscurecer y alargar la bibliografía. Pido disculpas de comienzo ya que unos trazos gruesos en esta cartografía de la comunicología iberoamericana, son por limitación groseros y no pueden hacer justicia del detalle. Como recomposición o repaso coordinado de los mapas y cronologías más detallados que indico en la bibliografía y que componen diagramas regionales y nacionales de la reflexión sobre comunicación en las instituciones iberoamericanas.

Para este momento y en estas líneas sólo deseo rastrear cómo queda el esquema nocional de las principales rutas teóricas a partir de las tradiciones de la comunicación con el funcionalismo, el criticismo y el interpretativismo. Este esquema ha dominado la taxonomía estadounidense de comunicación (con intentos de integración como el de Morris Berman, blog) y parecen ser menos recordados en los últimos años en que se recogen más amplios detalles documentales por países.
En el orden práctico persigo que alguna publicación académica dirija enlaces web (links activos) hacia obras autoriales y textos destacados (yo solo no puedo llegar a todas las principales) de modo que sea más fácil ilustrar y conversar estas reflexiones básicas sobre comunicación. Si nuestros recorridos se orientan con los ejes clásicos más conocidos, puede que sea más fácil conservar, conocer y calibrar el importante recorrido reflexivo seguido en cada una de estas orientaciones pragmática, dialéctica e interpretativa por nuestros investigadores y docentes en los últimos cuarenta años. Como en la WWW los enlaces no son eternos, las horas que he dedicado a la localización y el enlace de estas bases comunicológicas se ofrecen como recurso didáctico e investigador a la espera de mejores y más matizadas expresiones en obras que preferiría fueran grupales o mejor aún colectivas y colaborativas y, a poder ser, en línea.

Además de ofrecerse como recurso web y como documento de trabajo sobre las orientaciones comunicológicas en los países iberoamericanos, escondo un último y tercer deseo en estos párrafos. Que las sugerencias, apropiaciones y recreaciones de éstos y los restantes comunicólogos iberoamericanos, permita hacer aportaciones con marca propia en proyectos internacionales. Ahora es el momento en que muchas instituciones y variadas disciplinas vuelven a preguntarse por la comunicación trasformada en los escenarios digitales y virtuales. Mencionaré algunos de ellos y sus planteamientos. De nuevo sólo una pequeña muestra. Pero espero que sea suficiente para medir nuestros recorridos de la producción bibliográfica histórica con las urgencias teóricas que nos impone el presente. Debería despertar nuestra responsabilidad en una participación más que administrativa para la orientación y desarrollo de las tecnologías y sus usos en nuestros contextos culturales y en el resto de espacios de comunicación digital. Demasiado, en definitiva, para unas pocas páginas por lo que pido paciencia si la síntesis se hace excesivamente densa o pesada.

Hitos teóricos de la historia comunicológica
Si se me permite una simplificación inicial (otras seguirán) comenzaré recordando que la comunicología admite al menos dos vertientes: para unos se trata de una ciencia propia, pero hay quienes la consideran sólo un campo de estudio, el de la comunicación, al que se accede con las formas y las orientaciones de otras ciencias. En cualquiera de ambos casos, no necesariamente contrarios, en cada uno/a, se reconoce una historia y un hacer que en los mundos iberoamericanos cuenta con medio siglo de producción práctica, docente e intelectual sobre comunicación.
A partir de las referencias finales de este artículo planteo el repaso y resumen del recorrido de la comunicación desde universidades e institutos iberoamericanos. En dichas referencias se pueden encontrar datos más concretos y las perspectivas específicas de otros autores y autoras, en un muestrario más amplio de citas. Algunas de las cuales intentaré agrupar según las tradiciones de la comunicación como explicaré en el apartado siguiente.

Considero interesante en este momento destacar cómo han representado o sintetizado los ejes, las líneas directrices, el tronco del discurso que ha dado lugar a las distintas ramas de las comunicologías sectoriales o aplicadas en el universo académico iberoamericano. El objeto para estas líneas es subrayar los abordajes, las matrices, los paradigmas, los enfoques teóricos generales (Torrico 2004) que nos han traído a una comunicología, si puede sustantivarse como propone Galindo, la reflexión iberoamericana sobre comunicación en ámbitos preferentemente académicos e institucionales.

Planteo si la percepción básica de las tradiciones sobre la comunicación es aproximada y expresiva de la realidad teórica de las cuatro últimas décadas que pretendo describir. No estoy convencido de que cada una/o de nosotros/as veamos de modo similar, quizá ni siquiera aproximado, el desarrollo y las carencias del estado comunicológico actual. Me anima una intención de revisión docente y también como formador de investigadores e investigadoras. Además me parece una parada conveniente en un momento en que parece ser más fácil el diálogo, cuando sentimos menos pesadas las barreras. Se remozan y actualizan varias publicaciones académicas; están germinando asociaciones y consorcios a ambos lados del Atlántico para sostener y potenciar la presencia hispana en otros escenarios internacionales en los que la comunicación ha dejado de ser un asunto interesante, para convertirse en un urgente reto intelectual para las sociedades y las culturas que vivimos.

Como se puede suponer, no puedo ni pretendo abarcar en un examen general lo más característico de textos y autores regionales sobre comunicación. Se trata de un somero dibujo estructural, de los hitos y las bases de lo conseguido. Me parece que poco podemos avanzar, alianzar o proyectar si no acordamos cuánto de hundidos están los barcos para esta singladura. Porque por decirlo todo, lo importante es la navegación que tenemos por delante. Pero de ninguna manera podremos llegar a puerto alguno, por fluido y volátil que sea en nuevos entornos digitales, si no somos capaces de reconocer si ya estuvimos allí, con pertrechos más antiguos, o si para el viaje nos sirven o no herramientas y utillajes en este barco institucional, cargado de bibliotecas y bases de datos a los que quizá un nuevo paradigma, bajo la metáfora de la red, pide dar suficiente y apropiada acogida.

Deseo se me entienda bien. Mi propósito es completamente actual, incluso tecnófilo si se quiere (establecer accesos y enlaces directos para entablar conversaciones digitales), por esta vez nada revolucionario. Me anima más bien cierto espíritu conservacionista, para dar una transición digna a lo que es patrimonio, algunas veces quizá sólo monumental y otras veces vital e indispensable, para la siguiente comunicología iberoamericana, para la que está en curso. Hablar de mapas, de hojas de ruta, es resaltar alguna calidad entre varias cantidades, modelos o representantes para distintas categorías, nuevos horizontes y carencias nocionales. Nada más allá unos cuantos trazos que representan todo un bagaje a unos pocos clics, a disposición desde este inicial repositorio documental y/o como fuente de inspiración para la innovación teórica de la comunicología iberoamericana.

Restauración y crítica de las tradiciones en la comunicología iberoamericana
¿Y cómo presentar los modos en los que hemos alcanzado el actual conocimiento iberoamericano de la comunicación? Tras Aristóteles, decían los griegos y otros muchos después -incluso podemos leerlo en algún físico cuántico-, que hacemos ciencia por dos conjuntos de operaciones principales: el conocimiento representativo, deductivo o simbólico, que se refiere a la necesidad interna de nuestro discurso cuando arranca o se enfoca desde tesis, postulados, axiomas.

En otros procesos partimos de vivencias, fuertes intuiciones personales, de experiencias reproducidas en laboratorios, desde costosos trabajos de cómputo y comparación por estos campos nuestros, junto a las demás formas de experiencia. En este segundo caso hablamos de ciencia hecha de un modo inductivo, vivencial, experiencial. Las denominaciones, una vez más, no lo ponen más sencillo. Pero es que a la primera dicotomía deductivo - inductivo, le salieron muchas contestaciones en estos siglos, pero sin ampliar sustancialmente las opciones alternativas a este par de formas persistentes de explicar cómo producimos nuestro conocimiento.
En primer lugar, pues, la experiencia y la lógica de la inducción. Como en otras ciencias, la comunicología del siglo pasado aprovechó las prácticas periodísticas y de otros oficios de comunicadores para escribir su saber técnico, zumo de aquellas experiencias. Partiendo de las escuelas profesionales, hasta los primeros pasos de las facultades universitarias de comunicación, el patrón experiencial ha dictado planes de estudio y modelos teóricos, alejándose cada vez más de una formación práctica y técnica de la que partió para consolidar precisamente su rango académico.

Cuatro décadas después, la experiencia vuelve a ser invocada por el modelo de docencia que se quiere para el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), acercando a portugueses y españoles hacia modelos educativos anglosajones. La renovación de la universidad europea por métodos más constructivistas y participativos, no se ve como algo regional cuando levantamos la vista hacia nuestras pantallas y reflexionamos sobre cambios en los medios de comunicación y en las tecnologías sociales. Volvemos a proponernos un conocimiento experiencial para conocer las formas en que la sociedad domestica los nuevos dispositivos y aplicaciones (Fuentes Navarro 2004). En la época anterior con los modos y conocimientos experienciales, en la comunicología internacional, se institucionalizó la mentalidad que suele acompañarlo: el espíritu de la eficacia, la primacía de la utilidad, ese punto de vista que se interesa más por los usos y funciones. Detallaré algo más con autores y áreas temáticas funcionalistas en nuestra comunidad en el apartado siguiente.

Después del conocimiento por experiencia, Aristóteles y sus continuadores se ocuparon de las deducciones. El conocimiento adquirido por nuestra comunicología ha venido impulsado por paradigmas e instituciones importadas, principalmente de la sociología. En los 60-70 marcaron una dirección y en los 70-80 otra bien distinta, que sin embargo se justifica por el predominio funcionalista y las aberraciones de la industrialización o del mercado. Desde un enfoque deductivo se puede hablar de paradigmas, uno funcional u organicista, y otro dialéctico o crítico, de acuerdo con las últimas teorías modernas y la sociología en particular.

Muchos de los cambios en los planes de estudios, en los grupos y en las revistas de estas décadas se pueden considerar amparados por el contexto intelectual del funcionalismo y del criticismo. La diferencia de planteamiento con las categorías marxistas y críticas levantó barreras y cerró fronteras del debate científico en cotos incomunicados cumpliéndose el adagio del herrero con cuchara de palo, en nuestro caso, del comunicador incomunicado o aislado en su propio y normalmente pequeño grupo. Acompañaban el momento distintas inestabilidades políticas y faltas graves de libertad, tantas veces de justicia, que complican con una política urgente la tarea de seguir y avanzar el pensamiento comunicológico.

Unos comienzos casi contemporáneos en directrices que se enfrentan intelectual y políticamente, hacen aún más confuso un mapa o síntesis de los vectores nocionales y de los esquemas de base que se presentaban contrarios. En cierto sentido se puede decir que el eje de la tradición sociocultural, de enfoque dialéctico o de estudios críticos desmadeja o deshilvana lo que se pretende construido en el eje de las tradiciones socio-psicológicas y funcionalistas o de los estudios empíricos. Ambos campos de trabajo levantaron fronteras traídas del escenario geopolítico para dividir la naciente construcción científica, bastante compleja y polifacética.

Bien es verdad que desde el principio mismo de las tradiciones hubo relaciones y mutuas influencias intelectuales, como las de Lazarsfeld con Adorno que describe Renato Ortiz cuando habla de los orígenes de la radio. Con el tiempo, las diferencias básicas se pueden ver menores como el pragmatismo utópico que insinúa Sánchez Ruiz en el mismo artículo de esta bibliografía (2002: 30), y que selecciono entre su obra sobre comunicología iberoamericana.

La tercera tradición sociológica clásica, la interpretativa, ha sido también directriz de la comunicología, igualmente en la comunidad iberoamericana. Desde no mucho después de los arranques funcionalistas, y a partir de los años 70, o sea, en convivencia con el despegue de la comunicología crítica, que la acalla un poco. Para ser más precisos habría que decir que con la sociología interpretativa, una ciencia sociológica aparentemente ya independizada, y reconocida administrativamente entre las ciencias sociales, encuentra problemas epistemológicos, no exclusivos de la sociología, sino comunes en todas las disciplinas de la época (postmodernidad). Se abre entonces a diálogos e intercambios con disciplinas humanísticas, técnicas y con otras ciencias de la naturaleza. Explotó la veta del organicismo biológico en la sociología estructural y funcional. Pero no es la única incidencia en el funcionalismo. Otra de las grandes influencias de estos años es el cognicionismo, por mencionar alguna de impronta psicológica, entre otras relaciones con política, economía y disciplinas humanísticas también en diálogo con las formas de la comunicación.

En los textos más funcionalistas, como en los textos dialécticos más puristas, se podrían citar postulados o tesis del "sistema" o del "momento dialéctico", que actúan como impulso de ciertas reflexiones del/a comunicológo/a. Este tipo de trabajo, no exactamente deductivo, trasluce con más claridad él éxito de un marco nocional o incluso de un paradigma teórico.

En la comunicación comprensiva o interpretativista es más frecuente el ejercicio metodológico que la importación de un amplio aparato teórico. Recuperaciones más operativas, con frecuencia de tipo metodológico o simplemente como recurso a determinadas técnicas de investigación (Torrico 2004, Vasallo 1999). En la sucesión de diálogos, han sido pocas las opciones que han quedado fuera en una comunicología abierta que ha ensayado la fenomenología, la semiótica, la pragmática y el análisis del discurso, la hermenéutica, el constructivismo, la etnometodología...

Antes del recorrido por estas tradiciones y de la cuestión de sus relaciones con la reflexión académica sobre la comunicación digital, quiero repetir que el etiquetado de autor/a no se refiere a las personas biográficas individuales ni representa toda su evolución intelectual. Sólo indica cierta orientación reflexiva, quizá no siempre dominante, que permite agrupar determinada producción, principalmente bibliográfica, o de los artículos citados, en una selección de enlaces que proponemos como muestra de un tipo de comunicología iberoamericana extraída del par de libros y la docena de artículos que reviso como bibliografía para esta cartografía de las tradiciones. Construyo pues un hipertexto, fragmentario por su misma condición, con intención de introducir algunos órdenes en una red según crece complica su utilidad formativa e investigadora.

1. De la experiencia de los comunicadores al funcionalismo comunicológico
La tradición más antigua, en nuestra comunicología como en otras disciplinas ha sido la pragmática. En un principio puede tratarse sólo de un pragmatismo ingenuo, simple elaboración del sentido común sobre la experiencia y los recursos profesionales conocidos. El texto de Marques de Melo en las referencias (1999) sitúa algún estudio sobre opinión pública y otro sobre medios desde mediados de los 40 en Brasil. Casi contemporáneos de otros en Mass Communication Research. Como sus contemporáneos estadounidenses los estudios sobre la estructura de los medios y el mercado de la información presuponen una identidad y un ideal del comunicador intermediario así como unas funciones socio-comerciales preponderantes en sus clasificaciones y criterios.


En los años sesenta se comenzó a abrir el espectro de áreas de aplicación de «saberes comunicacionales» a partir de desarrollos en los campos de trabajo y de la invención de las ciencias de la comunicación. El primer período al que nos referimos fue netamente pragmático. La educación universitaria se diseñaba estrictamente para profesionalizar periodistas y otros comunicadores, usualmente empleados de los medios de comunicación. Había un acoplamiento más o menos simple y directo entre esta oferta de educación superior y las demandas del campo profesional. (Sánchez Ruiz, 2002: 27)

Estas palabras del Dr. Enrique Sánchez indican por una parte el carácter axiomático con que se toman las definiciones de los medios y de los trabajos de los profesionales en las empresas de comunicación. La segunda parte de la descripción de los comienzos universitarios de la comunicación suena igualmente actual, más en países de la Unión Europea que nos vemos instados a reformar los grados universitarios desde la experiencia, para ajustarnos a perfiles laborales en el mercado e instaurar unos modos docentes más participativos o constructivistas (entre otros objetivos de las directrices para un Espacio Europeo de Educación Superior). De nuevo una recuperación profesionalista que recuerda los orígenes iberoamericanos de las titulaciones universitarias sobre el periodismo. Aunque en Latinoamérica no se ha impuesto la movilidad y una compatibilidad interuniversitaria en un espacio común, de modo similar conviene recuperar el valor de las experiencias en las instauración de la sociedad de la información. El escenario de los comienzos se reproduce, ahora reconociendo la limitación de las antiguas definiciones de los medios de comunicación en los nuevos usos y demandas digitales.

En trabajos de Sánchez Ruíz y Fuentes Navarro anteriores a las referencias que manejo para este artículo, se destaca la orientación empírica que adoptaron los estudios de comunicación en la primera época de CIESPAL, con la llegada y orientaciones de investigadores estadounidenses a universidades latinoamericanas. Torrico Villanueva (2004: 40-44) es suficientemente claro explicando como el paradigma dominante en la sociología estadounidense, la investigación de las instituciones sociales, se traslada en nuestro campo a la investigación de los medios de comunicación como instituciones sociales. En España, como señala García Jiménez (2007: 198 y ss), es algo posterior el impulso del funcionalismo, entre otros, desde el departamento de Departamento de Periodismo III de la Universidad Complutense de Madrid. El profesor Ángel Benito (1987,1989 en particular) propone en directo una teoría general de la información que dialogará con las concepciones sistémicas y con cuestiones del mensaje y de eficacia tan características de estas perspectivas funcionalistas en el inicio de una serie de publicaciones relativamente encadenadas o matizadoras de esta propuesta (Javier del Rey Morató, Felicísimo Valbuena, Luis Núñez Ladeveze), etc.
Sin embargo el interés por los efectos de la comunicación no ha sido dominante en la producción comunicológica española como ha enseñoreado la estadounidense. Con todo mantiene relativa constancia editorial y hemerográfica, más bien centrada en cuestiones epistemológicas, teóricas o éticas de la comunicación en trabajos de Manuel Fernández Areal, López Escobar, Ubaldo Cuesta, Cándido Monzón Arribas, M. Martínez Nicolás o en Lucas, García Galera y Ruiz San Román. Otros más interesados en la dimensión metodológica que en discusiones teóricas están revisando metodología social empírica, como Juan José Igartua y María Luisa Humanes (por ejemplo, lección en InCom sobre framing periodístico) o de la recepción audiovisual en Amparo Huertas.
Como en la mayoría de los autores arriba citados, la concepción sistémica no se queda en los estrechos márgenes de un funcionalismo tópico, en desarrollos recientes como la propuesta del Dr. Luis Jesús Galindo Cáceres (sobre comunicología). Es difícil hablar de tónicas generales pero percibo que se consolidan los viejos estudios de audiencias con nuevas formas de investigación, también cualitativa o incluso axiológica, de públicos, en lo que recientemente ha pasado a llamarse estudios de recepción (en un sentido distinto al de la estética humanística de la recepción, aunque coincidan ambos en el epíteto recepcionismo). En los variables sentidos de las funciones y cada uno con sus salvedades, pueden incluirse también publicaciones recepcionistas como algunas de Valerio Fuenzalida y Ceneca, Guillermo Orozco, Lorenzo Vilches, María Immacolata Vasallo de Lopes o Isabel Ferin Cunha.

2. Comunicología interpretativa iberoamericana
Casi desde los inicios de su historia universitaria, la comunicología intenta su independencia de la sociología como un ámbito propio en las ciencias sociales. En décadas anteriores se nota una dependencia más fuerte de la sociología, de la cibernética, de la psicología...En la década de los 70 se importan otras herencias más humanísticas, quizá más en universidades privadas o eclesiásticas, pero también en otras donde se recupera un profesorado formado en las Facultades de Letras y otros centros administrativamente precedentes de la titulación en comunicación (Fuentes Navarro, 1998; García Jiménez 2007: 89-91). En la búsqueda de su justificación académica, se topa con orígenes científicos desde los más antiguos materiales retóricos clásicos, una historia posterior pero similar a la que siguió en la academia estadounidense.

Desde la perspectiva sociocultural menos crítica, en la misma sociología, con importaciones de áreas humanísticas, se constituye la tradición interpretativa. El espíritu de las ciencias comprensivas llega por estas vías a la reflexión iberoamericana, quizá también con un carácter vivencial propio como corresponde a las culturas latinas locales. Las aportaciones textuales y discursivas continúan llegando durante la década siguiente a la perspectiva interpretativa de la comunicación. Sin embargo, la aportación es más metodológica que teórica. En esta tradición se adoptan más formas de reflexión y procedimientos de investigación subjetiva, más que axiomas y postulados como los que desarrollar los sistemas funcionalista o dialéctico. Junto a las dimensiones de contenidos y de efectos que ha destacado el funcionalismo ganan relevancia aspectos cuestiones formales (no sólo estéticas) y discursivos que facilitan la investigación de la comunicación como proceso y como intercambio entre agentes. Este momento teóricamente brillante, no alcanza formulaciones tan holísticas y generales como las funcionalistas o dialécticas. Con una epistemología más fragmentaria y quizá más insegura, se recorren profundos desarrollos tras las metodologías del momento: la fenomenología antes y después de las construcción noticiosa de la realidad; las semióticas mono-medio y multi-mediales, pero también como semiología de sentidos locales y epocales; la hermenéutica de la producción cultural seriada y la crítica de la innovación y las vanguardias sociales o el constructivismo y la etnometodología de la comunicación en colectivos nacionales, urbanos...

Desde la antigua herencia humanística del diálogo, la atención interpretativista a la interacción revuelve la atonía teórica y reformula nociones tan básicas como texto, medio o género. Este enriquecimiento en la docencia y en la investigación en comunicación extiende el sentido de comunicación más allá de la comunicación a través de medios comerciales. En el horizonte toda comunicación humana. Y en los nuevos trabajos científicos experiencias con comunicación interpersonal como las de Carlos Castilla del Pino (desde la hermenéutica psiquiátrica), Miguel Roiz (1986 y 2002 la sociología de la persuasión ), María Antonia Arias Fernández (estudios de sociolingüística) como también en otras obras de Luis Núñez Ladeveze, Felicísimo Valbuena, Manuel Martín Algarra (1993) y Vázquez Medel sobre fenomenología y otras como en trabajos de Carmelo Garitaonaindía, Carmen Cafarell (sobre todo en los años ochenta) o Ángel Rodríguez Bravo.
En las definiciones que James S. Coleman (1990) o Enzensberger (1970) dan de los estudios mixtos, cuando se habla de investigación en meso-comunicación, salimos de los estudios interpersonales hacia ámbitos más indefinidos a medio camino de una hipotética interacción de masas que tratan más los autores funcionalistas y críticos.
Además se puede leer cierto tono interpretativo en alguna introducción a los estudios de recepción como la de María Corominas o los primeros trabajos de investigación de Guillermo Orozco (1992, 1996). O percibir enfoques interpretativos en trabajos sobre formación de la opinión pública en Saperas 1989, Berrio 1993-2000, López Escobar o o Victor Sampedro.
La sociosemiótica ha tenido una importante representación en la comunidad iberoamericana desde Moragas 1976, 1980, Pérez Tornero 1986, 1997 y Rodrigo Alsina 1986, 1992, 1994, 1995 hasta la numerosas comunidades de investigadores en Internet que modera Juan Magariños en Semioticians (Archivo virtual) o el grupo de Eduardo Serrano en la lista discursos con Oscar Steimberg, Lucrecia Escudero Chauvel y tantos otros.
El protagonismo del discurso, en el análisis de mensajes, semiótico o del discurso es otra de las constantes en publicaciones como las de José Luis Sánchez Noriega, Ofa Bezunartea, Mario García de Castro, Cristina Peña Marín, Héctor Borrat, Eulalio Ferrer Rodríguez, Aníbal Ford o Norberto Chaves.
En especial sobre el interaccionismo que ha ganado protagonismo en los últimos años podemos reunir textos de autores de otra tradición como el José Luis Piñuel sobre La mediación comunicativa junto a los de Marta Rizo (lección en el InCom, artículo en Razón y Palabra 56, Razón y Palabra, 40), el de Eduardo A. Vizer (pdf) junto a las introducciones al interaccionismo simbólico de Tanius Karam sobre la Escuela de Palo Alto y otras de Rosa Berganza a la de Chicago.
Aunque el enfoque etnológico ha sido invocado no ha conseguido una representación metodológica suficiente. Siempre puede rastrearse en las investigaciones nacionales como en las de Josep Gifreu 1998, Manuel Parés i Maicas o Bernat López, y en el web Jaume Soriano. Con una orientación diferente en la integración socio-técnicas se encuentran algunas líneas de trabajo de Ignacio Aguaded y Ramón Correa o de Francisco Sierra Caballero.
3. La tradición sociocultural crítica en Iberamérica
Con el apoyo de organismos internacionales, en particular de la Unesco, se dio forma y sostén a instituciones académicas nacionales que siguen la estela de CIESPAL (Melo 1999). Algunas figuras que destacan con voz propia dentro de la recuperación del paradigma dialéctico para la reflexión regional sobre comunicación son el venezolano Antonio Pasquali, los brasileños Luiz Beltrão y Paulo Freire, los argentinos Eliseo Verón y Néstor García Canclini, colombiano Jesús Martín Barbero, o los españoles Martín Serrano y Blanca Muñoz López.
Por la situación política en España llega algo más tarde, casi en los ´80 el modelo culturalista que en la década anterior ya se había consolidado en universidades e instituciones académicas. El trabajo de Martín Serrano y José Luis López Piñuel se encara en directo con la mediación dialéctica y ajusta metodologías sociológicas a la comunicación mediática sin desentenderse de los compromisos sociales y educativos (Martín Serrano 2005).
Algún tipo de salida del contexto funcionalista estaba anunciada desde que la sociología se plantea efectos socioculturales a medio y largo plazo. En este paso del tiempo, objetivos no siempre pretendidos o indeseados impactan sobre los destinatarios de la producción informativa (Enric Saperas 1987, Pablo del Río 2004). A lo largo de los años una primera línea sociocultural se interesa también, ahora desde una perspectiva crítica, por la formación de la opinión pública: Enric Saperas o Jordi Berrio hasta Guillermo López.
Al analizar la cultura de masas, la crítica natural en el investigador pasa a compartir postulados de “clase”, según se puede comprobar en textos del mismo Ángel Benito o Rey Morató, como en Vicente Romano García o en Antonio Méndez Rubio. La importancia de la cultura que se produce en la comunicación y los rasgos peculiares de su carácter urbano han interesado en este tiempo a variados investigadores como Muniz Sodré (en wikipedia), Josep Lluis Gómez Mompart, Joan Manuel Tresserras, Enric Marín, Jesús Martín Barbero así como a Néstor García Canclini, últimamente también en su aspecto inter o multicultural, asunto también recogido en piezas de Miquel Rodrigo Alsina.
Una de las corrientes críticas con más tradición se ha nutrido preferentemente de orientaciones de la economía política así como en la perspectiva de las de industrias culturales Vincent Mosco, Fernando Quirós, Marcial Murciano, Ramón Zallo, Bernat López, José María Álvarez Monzoncillo, Enrique Bustamante, Daniel E Jones, Juan Carlos Miguel de Bustos (web personal), Ana María Fadul, Sérgio Capparelli o Rafael Roncagliolo.
Con bastante fuerza han seguido también otros estilos de estudios culturales, la mayoría dentro de las categorías nacionales: Luis Ramiro Beltrán, Josep Gifreu, Manuel Parés i Maicas, Bernat López, Rossana Reguillo (web). Para los Cultural Studies ha sido más importante la producción feminista que en Iberoamérica no ha tenido tanto impacto como entre docentes e investigadores de los ámbitos de humanidades y artes (Enrique Gil Calvo, Cynthia Pech, Rosa Berganza). Otros estudios culturales y continuadores de los tratadistas de las políticas de comunicación en algunos países son Jesús María Aguirre (en dialnet, en infoamérica) y Marcelino Bisbal (dialnet en infoamérica, en Venezuela), Rafael Roncagliolo, Juan Gargurevich (blog) y Rosa María Alfaro (Perú) o Luciano Alvarez (Uruguay).

4. La postmodernidad no admite tradiciones, pero la Red se ofrece como metáfora
Los años postmodernos que hemos pasado ¿no nos exoneran de enlazar con las tradiciones? Sin duda quedan relativizados los grandes relatos y las visiones panorámicas. Pero eso no desvanece los recorridos, ni el punto al que nos han traído.


El ser humano posmoderno, postneolítico o postaxial no puede seguir comprendiéndose a sí mismo según la unidad y linealidad de las categorías de sustancia y causa, porque cada cultura tiene un tiempo interno diferente, porque cada una tiene su propio futuro y ya no sabemos quién es contemporáneo de quién. Todas las tribus no van en el mismo barco (Sloterdijk). La diferencia entre comportamiento bueno y malo, que permitía en el planteamiento de Aristóteles alcanzar la unidad consigo mismo, ha dejado paso a una pluralidad de dimensiones heterogéneas de una misma biografía individual cuya integración no es simplemente asunto de la praxis ética. Por otra parte, la diferencia entre burgueses y proletarios, cuya superación daba lugar en el planteamiento de Marx a la unidad de la sociedad consigo misma, ha dejado paso a una pluralidad formada por mujeres, inmigrantes, homosexuales, pensionistas, etc., cuya integración tampoco es asunto del proceso dialéctico de supresión de clases sociales (Jacinto Choza, 2007, Fronteras, 5).

En el territorio hispano conozco más exposiciones sobre los equívocos postmodernos en Gonzalo Abril Curto, Jesús González Requena, Santos Zunzunegui o Jenaro Talens Carmona. Para unos, discursos tardomodernos (otra vuelca de tuerca de la modernidad); para otros, enunciaciones postmodernas (constatación del fin de un era). Con el objetivo de renovar las tradiciones podemos recuperar la reflexión tecnológica clásica o reciente, por ejemplo de Antonio Pasquali (que cuestiona las tecnologías actuales en su texto de 2003). Indirectamente también puede ser ilustrativa la obra práctica o docente, como la del uruguayo argentino Mario Kaplún, impulsada por el papel de la interacción ciudadana en la formación de comunicadores, sensibles e implicados con su realidad inmediata (El cerro, Montevideo; descrito entre otras en la semblanza de Virginia Silva Pintos). Algo parecido decía Llorenç Gomis de la participación en los diarios. Como los trabajos del paraguayo Juan Díaz Bordenave, sobre la radiodifusión pública y la construcción ciudadana para el desarrollo de una comunicación participativa en propuestas parecidas a las de Vicente Brunetti. O los proyectos de los bolivianos Luis Ramiro Beltrán y Erick Torrico entre tantas otras y otros.
Específicamente sobre lo digital encontramos discursos en autores como Raúl Trejo, de 2004 cito su análisis de la investigación latinoamericana sobre Internet (en uno de sus blogs y en Telos 61, 2004) de Alejandro Piscitelli (blog, 1995, 1998, 2001, 2003), Ramón Reig, Renato Ortiz, Jorge Pedro Sousa, Javier Esteinou, Antulio Sánchez, André Lemos, Susana Finquelievich, Raisa Urribarrí (su blog), Octavio Islas Carmona (blog), Lizzy Navarro Zamora, J.J. Brunner, Carlos Scolari (blog) y muchos otros. Han pasado tres años desde el trabajo de Trejo en que se quejaba, con razón, de que contamos con monografías, más de las que aquí recojo, pero faltan estudios de planteamiento, reflexiones de orientación sobre los nuevos asuntos. No estamos planteándonos cómo cuestionar esta comunicación. Ni grandes afirmaciones en defensa de las tradiciones, ni críticas demoledoras. Como esperando explicaciones que apunten nuevas vías para explicar de forma suficiente esta comunicación ahora digitalizada.

Desde la postmodernidad y en estos años de Internet gana visibilidad un espíritu abierto y colaborativo entre usuarios de Internet, sean nativos o inmigrantes en la Red. Por una parte, no es muy gravoso colgar nuestros activos intelectuales en repositorios digitales abiertos a cómodos accesos según las necesidades diferentes de los varios públicos académicos. Por otra parte, hay tareas de construcción que se pueden inspirar en lo disponible pero que han de estar más atentas a nuevos enfoques que vayan recomponiendo y transformando la comunicología iberoamericana en línea. De acuerdo con lo que venía apuntando sobre las tradiciones comunicológicas en Iberoamericana deseo señalar tres líneas o proyectos internacionales recientes y las estrategias de reflexión que exponen. Nada más allá de simple indicación de derroteros, como ejes a contrastar con las tradiciones y como retos vecinos a tener en cuenta en nuestras próximas consideraciones.

  • En una dirección van obras como las de Pierre Lévy (Inteligencia colectiva en castellano, blog del autor), Philippe Quéau (blog) o Howard Rheingold (blog), por seleccionar algunos autores interesados por la virtualidad y la inteligencia colectiva de las generaciones conectadas en Internet;
  • Otras línea puede ejemplificarse, con la creación de un nuevo instituto en el CNRS francés, Institut des Sciences de la Communication (ISCC) que dirige inicialmente Dominique Wolton con treinta investigadores dedicados en exclusiva a conseguir objetivos nocionales;
  • También se puede citar el proyecto de los gurús de Internet, que reúnen destacadas líneas de investigaciones estadounidenses en busca de Web Science o Netciencia.

La primera de las propuestas parece bastante acorde con la educación de la ciudadanía desde la comunicación ciudadana, como citaba con la figura de Mario Kaplún, y se pueden encontrar raíces interpretativistas en los estudios contemporáneos sobre la realidad virtual y la web semántica en los citados Quéau, Rheingold o Lévy.

Pierre Lévy en estos años se ocupa de una inteligencia colectiva semiautomática. No desde una propuesta computacional pura, ya que pretende unir humanidades, ciencias y tecnología. Lejanamente recuerda el topos noetós de Platón, el alma colectiva que compartimos según mis paisanos Avicena (Abu Ali al-Husain ibn Sina-e Balji) o Averroes (بو الوليد محمد بن أحمد بن محمد بن رشد ). Algunos existencialistas y vanguardistas utilizaron términos parecidos para referirse a mundos psíquicos colectivos. En estos apuntes de la Noosfera occidental, ampliables con referencias orientales, cabe el pancosmismo de Vladimir Vernadsky. O de los que precedieron a Yuri Lotman y sus discípulos en la Escuela de Tartu, estableciendo que es necesaria una semiosfera común anterior para que podamos plantearnos inteligencias colectivas o construcciones distribuidas. Tampoco el filósofo Lévy ha roto con estas tradiciones cuando intenta la integración tecnológica y con las ciencias naturales.

La segunda línea de propuestas puede inspirarse en una fórmula francesa. Dominique Wolton ha dirigido y colaborado con la revista Hermes en los años 90 preguntándose por las perspectivas globales y locales que afectan a los espacios públicos contemporáneos. Sin tecnoidealismo ni utopismo expuso la entrada y domesticación de las tecnologías de comunicación (Internet, petit manuel de survie, 2000). Personalmente y con otros abordó los estereotipos y las fronteras que bloquean los proyectos de apertura y colaboración. (L'autre mondialisation, 2003). En un nuevo intento de hacer investigación en grupo, proyecta y comienza a dirigir los trabajos de las treinta personas en el Institut des Sciences de la Communication (ISCC). Una fórmula que con parabienes políticos podría exportarse para las hoy necesarias instituciones de carácter comunicológico.

Y como tercera muestra, en una fórmula diferente, otra opción interdisciplinar con objetivos más funcionales: una alianza de directores universitarios de grandes líneas de investigación en y sobre Internet con Tim Berners Lee y otros gurús de la Red a la cabeza, pretenden fijar en un proyecto, más o menos público, la agenda para la siguiente investigación colectiva. Esta presentación anticipada de la ciencia web no es un calendario ni un mapa de prioridades (al uso de investigaciones en inteligencia artificial o en desarrollo de tecnologías). Se propone como ciencia para conocer los principios de la arquitectura de lo que tenemos: no sólo para dar los pasos siguientes, sino también para que puedan convivir humanamente en la Red con los valores y el espíritu de los que la crean (la creamos) y la usamos. Aunque en su manifiesto se les escape que lo que quieren es "modelarla" ("If we want to model the Web...") quizá en sentido de representarla. En palabras de sus promotores, Tim Berners-Lee, Wendy Hall, James Hendler, Nigel Shadbolt y Daniel J. Weitzner quieren hacer una ciencia de la Red similar a la física o la biología. Buscan algo así como las "leyes microscópicas de la tecnología" para comprobar si a gran escala se reproducen los patrones comunicativos esperados. Otra de sus ciencias de referencia es la informática, parcialmente analítica, dicen, en realidad es sintética, ya que crea fórmulas y lenguajes para conseguir nuevos desarrollos y aplicaciones.

Este proyecto puede quedar en una reedición de teorías sociotécnicas, si explica los usos y preferencias de los usuarios como consecuencia del diseño previo de sus arquitecturas, pero también podría seguir abierto a la socialización y domesticación que es están llevando a cabo. Un nuevo proyecto interdisciplinar, pero menos humanístico y social que los anteriores este Web Science Research Iniciative o Net Ciencia.

Es posible, como dicen Trejo y otros, que una deficiente teorización sobre la información y sobre la comunicación sea coadyuvante de la crisis actual en que se encuentran las formas convencionales o tradicionales de medios de comunicación. Pudieron haber sido distintos. Nos encontramos en un nuevo momento eje, en el que de nuevo se nos pide un esfuerzo intelectual. Hace unas décadas nos obsesionamos con las funciones y los usos de los medios podíamos habernos preguntado otras cosas; como hoy.


Epílogo y tarea: la continuidad comunicológica
En este breve artículo no me propuse una panorámica exhaustiva por las tradiciones intelectuales que vertebraron hasta hoy la reflexión iberoamericana sobre comunicación. Los párrafos anteriores pretenden destacar las líneas principales de las tradiciones en la investigación y la docencia hispanas de la comunicación. Con la confianza de que mis palabras sean suficientemente claras y puedan ser compartidas o discutidas por lectores y lectoras. Supongo que nuestras diferencias serán mayores en el etiquetado, en la selección de obras y representantes de las vertientes de estas tradiciones comunicológicas. Pero para eso está.
Deseaba sinceramente que el texto pudiera contener los enlaces directos a las obras y la webgrafía de cada uno y de cada una, para facilitar el contraste y la discusión posterior más sencilla y fecunda. Estoy particularmente interesado en estas respuestas, en la comunicación académica en definitiva. No me preocupe de manera principal la "posición" intelectual asignada a textos, a veces amplios y complejos. En ocasiones, incluso se refieren a casi toda la obra de un autor o autora. Ahí pocas simplificaciones pueden ser justas y certeras. Creo que quedó claro que el objetivo era señalar los campos teóricos de la comunicación que hemos recorrido juntos; algunos más trillados, como dicen en España, y otros menos fecundos, o que hasta el momento han despertado menor interés. El mapa como dice Leo García Jiménez, está ahí para su revisión y retoque.

En un mundo en construcción como el que nos ha tocado vivir, no debemos darle a estas referencias más que un valor relativo de situación. Pero tampoco podemos despojarlos de todo valor. Incluso para la postmodernidad son fragmentos, restos supervivientes en las culturas fluidas y pluriformes que compartimos. Pueden ser conservados para las siguientes navegaciones y ahí quedan enlazados a disposición de quien los necesite. Pero como una propuesta de hipertexto, lista para otras versiones y composiciones. En esta forma me parecía que conservamos parte del valor didáctico con que hemos venido enseñando nuestras teorías en asignaturas de primeros cursos del grado universitario de comunicación. Siguen prestando un servicio como escenario histórico de la investigación comunicológica a quienes buscan doctorarse. Tampoco me parece mala imagen del trabajo investigador de profesores y académicos de nuestras universidades en estas cuatro décadas. Su destino es una rápida, y espero que fructífera, asimilación en otros discursos más o menos hipertextuales.

Como me suele ocurrir, me resistí a poner estas ideas por escrito, a aparecer como autor de algo en lo que apenas dejo impronta propia. Puede que a mucha/os tampoco les sugiera gran cosa. Si es por compartirlo, el tiempo lo ganamos al confirmar nuestro acuerdo. Para quienes parezca menos acertado o incorrecto les dejo la tarea de corregir, aumentar o modificar de arriba abajo. La mayor de las inutilidades sería que estas líneas desaparecieran sin ganar algo en alguna de las dos direcciones.

Analfabetos, a pesar de tanta tecnología, seríamos si desconocemos los modos de comprender y explicar la comunicación ensayados en unas pocas décadas. Poca innovación teórica resultará si no distinguimos entre nuestras ideas y lo que se defendía y experimentaba hace años. Nuestra integración en la alfabetización digital cuenta con una riqueza nocional propia que empobrecería la construcción colaborativa de las redes actuales sin las idiosincrasias y los mestizajes que nos caracterizan. Poca innovación o cuando menos diferente, si sólo responde y critica las formas globalizadas sin proponerse superar las limitaciones culturales nacionales y de la nueva cultura cercana, con las que contamos para construir para la comunicación en la Red y fuera de ella, en contacto con los que antes eran "de los nuestros" y con los que ahora quieran serlo, hablen como hablen y vengan sus palabras de dónde vengan.


Notas


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El texto se publicó anteriormente en Telos, num 61, octubre-diciembre 2004.
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articulos/pdf/56MariaVassallo.pdf
(12 pags.)
Introducción en html en: http://www.dialogosfelafacs.net/articulo_resultado.php?v_idcodigo=6, en su idioma original en la versión de 2004 de la revista RBCC de Intercom:

http://revcom2.portcom.intercom.org.br/
index.php/rbcc/article/view/850/633
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José Patricio
Doctor por la Universidad de Sevilla, licenciado en Periodismo y en Comunicación Audiovisual. Investigador del Equipo de Investigación de Historia, Lenguaje y Tecnología Audiovisuales (EIHLTA) desde 2001. Es co-autor de las publicaciones Andalucía, una civilización para el cine, Cine y publicidad y Marlon Brando: un rebelde en Hollywood, así como de diversos artículos de investigación.

Alfonso Cortés

Doctor por la Universidad de Málaga y licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas. Investigador del grupo Comunicación y Poder del Plan Andaluz de Investigación, y del Observatorio de Publicidad Institucional de la UMA desde 2001.Profesor doctor de Teoría de la Publicidad y las RR.PP en el Centro Andaluz de Estudios Empresariales. Autor del libro Cultura de paz y publicidad institucional

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