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VANGUARDIA, RETAGUARDIA Y UTOPÍA

Por Diego Juárez
Número 62

 

A los de corazón gigante, sueños inconmensurables
y acciones microscópicas… pero revolucionarias.

A Héric Hernández Ríos, utopista profesional.

 

A veces el choque entre la imagen y el texto escrito se resuelve en opacidad; otras en fuego de artificio; otras en breve llamarada. En el poema-objeto la poesía no opera únicamente como puente sino también como explosivo. Arrancados de su contexto, los objetos se desvían de sus usos y de su significación. Oscilan entre lo que son y lo que significaron. No son ya objetos y tampoco son enteramente signos. Entonces, ¿qué son? Son cosas mudas que hablan. Verlas es oírlas. ¿Qué dicen? Dicen adivinanzas, enigmas. De pronto esos enigmas se entreabren y dejan escapar, como la crisálida a la mariposa, revelaciones instantáneas.
Octavio Paz.

 

¿Quiénes mandan en este país? Cito textual la parte inicial del texto Duelo de monopolios de Jenaro Villamil publicado por el semanario Proceso en su número 1562:

La noche del 4 de septiembre, horas antes de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación declarara válidas las elecciones presidenciales del 2 de julio, el magnate mexicano Carlos Slim se reunió con Felipe Calderón y le advirtió que si el gobierno le impedía ingresar al mercado de la televisión restringida a través del Acuerdo de Convergencia, podría tomar la decisión de retirar inversiones en México y colocarlas en los países de América Latina donde ya ha realizado multimillonarias compras de empresas de telecomunicaciones.

¿Dónde está el respeto a las instituciones? ¿Qué pasa con el Estado de derecho? Continúo con la descripción del periodista:

La molestia y la amenaza del tercer hombre más rico del mundo no eran vanas. Estaba en juego su condición dominante en el jugoso negocio de 23 mil millones de dólares anuales que representan la telefonía fija y móvil, en el cual él concentra 95 y 80% del mercado a través de Telmex y América Móvil, respectivamente. También estaba pendiente su ingreso al mercado de la televisión restringida, que podría incrementar sus ventas anuales a más de 30 mil millones de dólares.

¿Y los ciudadanos? ¿Dónde está la sociedad? Finalizo esta parte de la exposición basada en el reportaje de Villamil:

Slim hizo valer su capacidad de presión. Si el gobierno federal le permitía ingresar sin demasiadas trabas al mercado de la televisión restringida, Calderón Hinojosa contaría con su apoyo…

Hemos insistido en este espacio del Afiche, respecto de la inconsistencia e incongruencia de los llamados, por parte de algunos sectores del país (curiosamente los más privilegiados), al orden, a la institucionalidad o a la aplicación del Estado de derecho. No es que estos aspectos no sean importantes, vamos, son fundamentales, pero en el marco de un conjunto de cambios políticos, sociales, económicos y culturales, necesarios para que México entre en un proceso de modernidad profundo… aquí proponemos con toda la irresponsabilidad posible: radical.

¿Radical? Es un poco fuerte la expresión en tiempos donde lo primero que se pide es moderación, sumisión, optimismo, paciencia, responsabilidad y productividad. No obstante, si no somos radicales en la construcción de una sociedad moderna, los grupos de poder seguirán haciendo con el país lo que más conviene a sus intereses. Si la experiencia no nos engaña, las decisiones político-económicas que se han tomado por lo menos en los últimos 25 años y los desarreglos institucionales, lejos de beneficiar al conjunto de los habitantes del país, ha producido un contraste brutal insoslayable: por un lado tenemos al tercer hombre más rico del mundo; por otra parte, en números redondos, 50 millones de mexicanos viven en la pobreza.

La modernidad de una sociedad es, en el fondo, improbable cuando existen procesos de: exclusión social; inequidad económica; desigualdad jurídica; discriminación racial, sexual y de cualquier tipo; de marginación y aislamiento regional. Es incompatible con la falta de oportunidades y la ausencia de condiciones estructurales que favorezcan el desarrollo humano, social y cultural.

¿Existe modernidad en un país donde, por poner un ejemplo, hay personas que hurgan la basura para comer algunos desperdicios y gente, que en una cena gasta sin problema 8 mil pesos? Y seguramente a muchos lectores les consta que existen casos más extremos que éstos. Este que cito es uno que acabo de conocer hace un par de días (lo cito por lo cercano no por inédito).

Para regresar al punto. ¿Fue expresión de una sociedad moderna que un magnate hablará con el virtual presidente electo para “advertir” el eventual retiro de una parte de sus inversiones en caso de que le impidieran el ingreso al mercado de la televisión restringida?

A propósito de amenazas, de amenazas cumplidas y de cumplidas las amenazas. La poeta, compositora y cantante Ditka Death en su álbum Good morning night interpreta su canción Hill, Hill, kiss me, que es, como lo indica en el cuadernillo-poema-objeto que acompaña el disco, una especie de crónica del día de las amenazas cumplidas, cumplida la amenaza de todavía no morir por propia mano:

A veces me despierto y la primera imagen en el espejo es la mía… y me aterro. Sí, todavía estoy viva – me digo decepcionada-. No surtió efecto el exceso de barbitúricos. Otro día más –me repito con pesar-. Me arreglo, si así se le puede llamar a este ritual que hago previo a salir a la calle. Camino segura cuando al doblar la esquina siento la navaja en el bolsillo de mi chaquetilla. Ni modo, a trabajar. Me concentro, antes de subir al bus debo cumplir con mi cuota. La veo. Madura de no mal ver. Apurada cruza la acera, se dirige al parque. Será allí. Me imagino la sangre bajando de su cuello por los pechos. Soy una especie de vampiro, lo que más disfruto de esta profesión es la sangre caliente saliendo a borbotones.

El en ese momento virtual (cuando la advertencia de Slim), ahora presidente electo, Felipe Calderón acaba de presentar con un performance excesivo su Proyecto 2030, algunos analistas dicen que será la base para su Plan Nacional de Desarrollo. Al inicio de su exposición expresó, entre otras cosas: Llegó la hora de entender que en México cabemos todos. En síntesis este ambiguo proyecto nos convoca a todos los mexicanos a establecer compromisos y acuerdos para que en 2030 México forme parte de las cinco economías más importantes del mundo, cada mexicano tenga ingresos de 30 mil dólares y la pobreza extrema esté totalmente erradicada.

Lo curioso de esta mezcla de buenos deseos, de convocatoria a subirnos al jet que nos transportará a donde los países más avanzados y de prescripción moral de la senda correcta (el camino del orden y la paz), es que los aspectos significativos no quedan definidos. Al final, al margen del optimismo delirante de suyo irresponsable dado el momento histórico que vivimos, la propuesta, si entiendo bien, se reduce a un foro que se realizará en algunos estados del país (Nuevo León, Yucatán, Guadalajara y el Estado de México), donde se abordarán temáticas como estado de derecho y seguridad pública, igualdad de oportunidades, desarrollo sustentable, democracia efectiva, política exterior responsable, economía competitiva y generadora de empleos.

Supongo que de este foro saldrá el programa para convertir en estrategias y acciones el andamiaje que nos llevará directo al primer mundo.

De entrada esa sentencia de que en México cabemos todos es extraña. Depende quién y cómo la perciba, y desde qué lugar social. Algunas connotaciones:

¿Caben los que son un peligro para México? ¿Por qué primero nos llaman a aborrecerlos, perdón a castigarlos no votando por ellos, perdón una vez más… a no votar por Andrés Manuel López Obrador? ¿Calderón habla con conciencia de lo que implica caber todos? Porque hasta el momento no ha expresado nada en contra del modelo neoliberal que es, no sólo en México, un mecanismo de exclusión. La aplicación de los lineamientos del Consenso de Washington, y de las previas y sucesivas recetas del FMI, del Banco Mundial y del BID, contribuyeron a la expulsión hacia E.U. de gente en busca de trabajo (este año llegaremos a alrededor de 4 millones 800 mil personas que en el sexenio de Fox han emigrado a E.U.).

En un sentido estricto es obvio que cabemos todos, ¿no? Dentro de lo que son las coordenadas y fronteras físicas del país hay lugar para todos, pero ¿cómo? ¿Polarizados política, económica, social y culturalmente? En términos de geografía física, claro que sí caben (hasta que el destino –ese amasijo de circunstancia y voluntad- los separe) en México Emilio Azcárraga Jean, principal accionista de Televisa, y don Gabriel (para sí mismo Grabiel) Jurado Cruz, analfabeta de 65 años, de la sierra de Oaxaca, cerca del municipio de Putla de Guerrero, quien forma parte de los 24.2% de personas que se encuentran en pobreza extrema o severa (de acuerdo con el documento de investigación del Comité Técnico de Medición de la Pobreza, Medición de la pobreza. Variantes metodológicas y estimación preliminar, de julio de 2002, están el 18.6% de los hogares del país; en el caso de la persona que mencionamos de Oaxaca, él vive al día con poco menos de 15.4 pesos).      

Existen niños de la región de la montaña en Guerrero que mueren a causa de enfermedades curables. Una especie de selección natural del darwinismo social les impide caber más. ¿Qué hará el 2030 por estos chicos? ¿Será como dice Felipe que sólo se superará la miseria ancestral siempre y cuando los niños tengan acceso ininterrumpido a una educación de calidad? Dudo que la educación por sí misma permita superar la miseria ancestral y… estructural. Menos si consideramos el tipo de educación que existe actualmente con profesores que paulatinamente han pasado a formar parte de las clases marginadas; si tomamos en cuenta la infraestructura educativa deteriorada en los lugares de mayor pobreza; si pensamos en la brecha que se está generando por las desigualdades culturales en materia de tecnologías de la información, comunicación y educación. Se está, se vive, se habita y se es habitado por una educación de calidad en el marco de la calidad de vida de todos sus co-participantes y en el contexto de una sociedad de bienestar en el que la educación tiene un sentido emancipador y comunitario profundo.

Lo que a un aprendiz de ciudadano como su servidor lo pone escéptico no son los deseos sino la irresponsabilidad en el planteamiento central: ¿qué haremos, cómo lo realizaremos y con qué, para que el México que exista en 24 años no esté dividido entre norte y sur, haya erradicado por completo la pobreza extrema (sin que ello signifique dejarlos a su suerte para que quepan en la tumba –en efecto una forma de acabar con la pobreza es acabando con lo pobres, ¿no?) y haya edificado tantas viviendas como las que se construyeron en el siglo XX?

Permitan amables lectores exponer de manera ligera algunos deseos para tener un país mejor. Total, si se trata de aspiraciones todos tenemos nuestra patria chica de las ilusiones en algún lugar del ánimo del que, por el momento, prefiero no acordarme.

Hola brother. ¿Cómo ves? Yo pasé de saber lo que quería pero no cómo obtenerlo. Luego, como que me dieron los aires punkientos (de mugrientos, creo que ahora les dicen punketos) y, entonces, ya no sabía lo que quería pero sí cómo obtenerlo. Más tarde, entre el tatcherismo y reaganianos aprendí que lo mejor era no saber lo que uno quería ni como obtenerlo. Ahora pasaron sobre mi cadáver Salinas, Zedillo, Fox y Calderón, fuimos saliendo en éxodo a todas partes. En efecto, Felipe tuvo razón, México ya es uno de los diez países más poderosos, gracias a que ellos dieron con la forma de sacarnos a todos. ¿Cómo lo hicieron? Fácil, no hicieron nada, dejaron que todo fuera como desde tiempo ha. ¿Qué? Ah sí, pus nada. Ahora sé qué quiero y cómo obtenerlo… pus ya p’qué.

En mi catálogo de buenos deseos no hay un orden específico con arreglo a prioridades. En realidad lo que expongo es lo que me gustaría se hiciera ya (hoy, hoy, hoy como dijo con capricho el presidente de triste memoria, destino que probablemente le corresponderá a Vicente Fox):

  • Deseo que tengamos un presidente que represente a todos con: dignidad, eficiencia, eficacia, compromiso, respeto, madurez, sensibilidad, inteligencia, cercanía, autoridad moral, flexibilidad, sencillez, visión de estadista, civilidad, tolerancia y autocrítica. Un presidente que ejerza su mandato siendo mandatario de la sociedad, pero no sólo de ésa, de los grupos de poder y la oligarquía, sino del resto, la mayoría, que sin paternalismos, queremos un presidente que usando su autoridad ponga límites, valiéndose de las herramientas jurídicas, a las clases privilegiadas beneficiarias del endeble Estado de derecho, del frágil (y pervertible) andamiaje institucional y de la corrupción en las diversas esferas del gobierno y de la sociedad, para sacar el máximo provecho con el menor esfuerzo. Un presidente legitimado con/por su pueblo para ser un interlocutor válido y autónomo respecto de los poderes supranacionales que nos han prescrito una modalidad desventajosa de inserción a la globalización. Por lo tanto, Calderón en un ejercicio de profunda autorreflexión, debe decirnos con honestidad si tiene estos atributos y está dispuesto a asumir los retos concomitantes a lo que planteamos (¿Qué límites les va a poner a los monopolios Telmex y Televisa? ¿Qué va a pasar con el castigo a los espurios del IPAB-Fobaproa? ¿De qué manera cambiará el neoliberalismo por un modelo político-económico de desarrollo equitativo?). En todo caso si no quiere cambiar este orden, lo más congruente es que renuncie al cargo que aún no asume formalmente. Si en verdad tiene la convicción de que ese 2030 vuelva realidad nuestros sueños, debe saber que si él se alía con quienes lo impiden, porque no les beneficia o porque son incompatibles con sus intereses, no sólo no habrá cumplido, habrá cometido un fraude con la esperanza de la gente, por eso, desde este momento, lo mejor es que se hiciera a un lado.

 

  • Deseo un Estado moderno que sea una real diferenciación funcional y estructural de la misma sociedad para gobernarse y ordenarse, a través de un ecosistema de instituciones eficaces y eficientes promotoras/responsables del desarrollo. Un Estado genuina expresión y representación de la sociedad para conducirla hacia el bienestar desempeñando un papel activo en la redistribución de los beneficios económicos y en el diseño e implementación de políticas públicas que sean una respuesta oportuna, concreta, sostenible y sustentable a las demandas de la sociedad. Un Estado que no sea rehén de: el presidente en turno, del partido en el poder, de una clase política amafiada, de exigencias de los poderosos para que las instituciones y las leyes les favorezcan, de presiones externas para posicionar desde una visión del mundo hasta la forma como la economía debe abrirse a la competencia, a la inversión extranjera; cómo debe ser el manejo de su moneda, el control de la deuda pública, el manejo de la inflación; o de qué manera debe atender los rezagos causados por las estrategias y acciones que dan prioridad al equilibrio de los factores macroeconómicos. Un Estado responsable de la seguridad social de sus ciudadanos. Con una burocracia experta y profesional diferenciada de la política para que no haya cada vez que cambia un presidente, la tentación de percibir el servicio público como un botín a repartir entre todos los que invirtieron en las campañas. Un Estado de derecho que comience por poner en orden a los delincuentes de cuello blanco y que aplique de manera racional y justa la ley. Un Estado de derecho que no se convierta en un espacio para hacer más distantes las diferencias de clase, suena descabellado pero es real, existe una justicia para los ricos y otra, muy distinta, para los pobres; en ambos casos la constante es la corrupción que condiciona los beneficios y/o perjuicios de la ley a la capacidad adquisitiva de la gente. La apelación y defensa del Estado de derecho per se, sin consideraciones respecto del marco social y político, es probablemente una forma de autoritarismo y de aplicación discrecional de la ley que favorece la inseguridad y desigualdad jurídica. La ley, no lo olvidemos, es una herramienta de la sociedad para normarse, por lo tanto debe ser expresión de las necesidades de justicia de los diversos grupos sociales, requiere entonces un gran consenso para su formulación, instrumentación y respeto. Si el derecho se salta todo esto y cae en la autorreferencialidad (se legitima a sí mismo y se plantea como razón única y última), será en sí mismo un espacio de disputa, en vez de ser un marco para resolver civilizadamente las disputas.
  • Deseo que el desarrollo social no se circunscriba a la aplicación de un asistencialismo emergente para administrar la pobreza creciente que deja el modelo económico restrictivo y dirigido al pago de la deuda externa. Da la impresión de que la razón de ser de dicho modelo es generar condiciones para garantizar a los acreedores que los países endeudados no dejarán de cubrir sus compromisos (pagarán los préstamos, los excesivos réditos, y los réditos de los intereses), por lo que el crecimiento y el desarrollo son postergados y, esto a su vez, mete al país en una espiral de empobrecimiento. El desarrollo social está asociado a la calidad de vida y al bienestar general, por lo que irremediablemente comprende la salud (física y mental); la nutrición; la educación; la vivienda; la información, el conocimiento, la conciencia; el esparcimiento; la relación con un hábitat limpio, funcional, estético, adecuado; las oportunidades para crecer y desarrollarse personalmente (capital humano), en las redes de afectos y apoyos (capital social), en su identidad, raíces, cosmovisiones y prácticas (capital cultural), y en todo lo que representa la naturaleza para facilitar y hacer posible la calidad de vida (capital natural). ¿Quién puede alcanzar una vida caracterizada por los aspectos señalados? ¿Acaso los desempleados, los chicos que trabajan en las tiendas de artículos de papelería y oficina del señor Slim, o los trabajadores del campo?

 

  • Deseo, como me parece se ha expresado en otros afiches, un modelo económico enfocado al crecimiento y al desarrollo. La economía debe generar riqueza, no sólo ser un mecanismo de control de la inflación, de control de las tasas de interés, de control de la tasa de cambio de la moneda, de control de los topes salariales, de justificación de las bondades del mercado (Sé que todavía hay quien piensa que el mercado traerá bienestar y mejores niveles de vida, premisa que no comparto. El mercado impone una  competencia feroz y permanente, es donde cobra forma la capitalización, por lo que éste busca de manera inercial dejar hacer, dejar pasar, y es un espacio para la maximización de ganancias a costa de lo que sea; bien dice el doctor Rafael Serrano Partida: el mercado no tiene ética). Una economía restrictiva como la que hemos tenido ha favorecido más el empobrecimiento, esto tiene relación con el desbalance en sus prioridades: macroeconomía sobre microeconomía. Agreguemos que su aplicación ha sido el resultado de un proceso histórico de consenso entre las cúpulas políticas, empresariales, las trasnacionales, los organismos internacionales, el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, etc. Incluso no sólo en México, este intervencionismo tuvo lugar en la mayoría de los países de Latinoamérica. No es gratuito, como señala Mark Weisbrot en su artículo América Latina: El fin de una era, publicado en el volumen 36 del año 2006 de la revista académica International Journal of Health Services, que el cambio más importante y efectivamente histórico, que ha tenido lugar en América Latina a lo largo de los últimos 25 años sea: el colapso del crecimiento económico. Si ignoramos la distribución del ingreso y nos limitamos a analizar el ingreso por persona – la medida básica del progreso económico empleada por economistas – el último cuarto de siglo ha sido un desastre… De 1960 a 1980, el ingreso per cápita en América Latina creció en un 82 por ciento, en términos reales – es decir, ajustado por inflación. De 1980 a 2000, creció tan sólo 9 por ciento; y en los primeros cinco años de esta década (2000 a 2005), el crecimiento total fue de un 4 por ciento. Si queremos encontrar en América Latina un crecimiento siquiera cercano al fracaso de los últimos 25 años, tenemos que retroceder más de un siglo y escoger un periodo que incluya ambos, la Primera Guerra Mundial y el inicio de la Gran Depresión. Regresamos a nuestro radicalismo: este modelo ya mostró sus incapacidades, aferrarse a él como pretende Calderón, es una apuesta en sentido contrario a los deseos de que México esté en el primer mundo. Podemos decir con toda energía que el cambio en el rumbo económico es una condición fundamental para mejorar el desarrollo del país.

He visto cómo sistemáticamente cerraron centros de trabajo en Inglaterra. Gracias a Margaret Tatcher (bueno, a ella y a otros de dentro y de fuera) mi padre, primero se quedó sin empleo por la edad y otras cosas (su conocido activismo y las medidas de ajuste para que las fábricas trabajaran con menos gente), ya nadie lo quiso emplear. Viajó de un lado a otro de la isla y nada. La constante era ver muchos tipos como mi padre. Luego el alcohol y sus depresiones lo convirtieron en un adicto conocido por sus disputas en los pubs. Decía que era un cobarde y luego supe que se refería a que no había podido darse un puto tiro en la sien. Quizás por eso se empeñaba en buscar la muerte. Ésta no acudió a tiempo a la cita y terminó asesinando a otro desahuciado e imbécil como él. De la cárcel sólo sale muerto, al menos ésa es la esperanza que nos queda.

  • Deseo que vivamos en una cultura que se respete a sí misma y que, por ejemplo, comience por reconocer y aceptar que somos pluriétnicos y multiculturales. Una cultura en la que algunas de sus expresiones se mantienen como la parte más olvidada y excluida: los indígenas. Requerimos reconocer la diversidad de identidades que existen y proporcionar como sociedad los insumos para la conservación de todo lo que sea necesario mantener e incorporar los valores, principios, reglas, prácticas significativas que mejoren las condiciones de vida: por ejemplo, que la situación de las mujeres y los hombres sea plenamente equitativa. La pandemia del SIDA se ha extendido debido a que no hemos dejado atrás los prejuicios, la cerrazón y los temores para hablar con libertad respecto de la sexualidad. Algunos grupos de derecha y de ultraderecha quieren controlar las conciencias por medio de una mayor intervención en la formación de las personas. La intolerancia persiste, recordemos la contienda electoral reciente donde el odio fue una capa superior de un problema significativo: el racismo, la xenofobia, el clasismo. El conocimiento se reparte desigualmente. Predomina la atomización cuando una sociedad organizada podría ser demandante y un contrapeso efectivo al gobierno. Se habla con vehemencia de que cabremos todos cuando unas partes sensibles del país están en vías de extinción, mientras el presidente electo se pasea en un vehículo Hummer con el presidente en funciones, todo en el escenario de un rancho con lago artificial que Fox no reportó en su declaración patrimonial. La cultura en sus distintas modalidades está desatendida, menos, claro está, la massmediática, a los coproductores de ésta se les hace su ley a modo (Ley Televisa). Aunque es un asunto que pasa por lo político-jurídico, no deja de ser una preocupación cultural el significado de la Nación y la Soberanía; para saber al menos si como país nos pertenecemos todos o está distribuido el patrimonio cultural en las manos que lo sabrán explotar con beneficios privados. Por otra parte, ¿qué pasa con la ciencia, la tecnología y la educación? La inversión en éstas nos coloca en desventaja respecto de otros países. Además de discutir los montos que se tendrán que invertir, es importante no dejar fuera el debate respecto de la libertad y condiciones para su acceso/uso, y su aprovechamiento en un proyecto viable de desarrollo cultural.

Como pueden percibir los amables lectores, enlistar los deseos no representa ningún problema. Después de una exposición tan simple y general como la que he hecho, es difícil que alguien no esté de acuerdo. Con los ojos cerrados se suscribe esta colección de ensoñaciones. La cosa se vuelve más compleja cuando reflexionamos respecto de los impedimentos para llevar a cabo lo señalado: ¿Cómo? Responder a esto no implica sólo un asunto de las tácticas y estrategias, de por sí complejas, sino una posición política, ideológica, ética y aun moral, respecto del uso del poder y del compromiso con la población. ¿De qué lado está uno?
En el caso de Calderón encuentro una posición que va de la incongruencia al cinismo, de allí mis dudas respecto del alcance real de su propuesta y de su capacidad para llevarla a cabo.
En un caso como el de Oaxaca, que tiene mezclados diversos problemas de los que existen en otras partes del México real, obviamente no con la coyuntura que se presenta en esa entidad del sur, pero que podría servir como una muestra de su capacidad como estadista, prefiere esconderse detrás del Fox y Abascal, dejar que ellos resuelvan la situación y manejar un perfil bajo que no le afecte su imagen antes de la toma de posesión. Es cierto que un activismo excesivo tampoco es correcto y no sería bien visto por los analistas y parte de la clase política, pero sólo pregunto: ¿Qué perspectiva inteligente, sensata, vanguardista y conciliadora ha expresado Calderón como para pensar en que dará un nuevo enfoque a la política?
Mucho se ha criticado su acercamiento con la profesora Elba Esther Gordillo, no han faltado las proyecciones que la ubican como parte del gabinete o que tendrá espacios para coparlos con gente de su confianza. ¿Acaso esta mujer no representa parte de los intereses que impiden el desarrollo del país? Entonces, ¿por qué razón el flamante presidente electo no ha tomado cartas en el asunto y establece de una vez y para siempre un deslinde con la maestra y los intereses que representa?
Cierto que de manera tibia, pero en varios momentos de su campaña se le inquirió respecto de los hijos de Marta Sahagún y él afirmó que nadie se mantendría impune en caso de que se comprobara que hubo alguna situación irregular. No obstante, las evidencias gráficas de la reunión del fin de semana pasado en el rancho de Fox, no son un buen indicador respecto de que eventualmente lleve a cabo una investigación a fondo de este caso. Seguramente esperará a que antes de que finalice el sexenio eximan a los Bribiesca de toda responsabilidad, como de alguna forma ha venido ocurriendo pese a los esfuerzos y las pruebas presentadas por los diputados encargados de investigar este asunto poco claro.  
Personalmente sigo intrigado respecto de cómo se puede rebasar a la izquierda por la izquierda desde una concepción política y negociaciones económicas para conservar el andamiaje de apoyos institucionales y extrainstitucionales, para facilitar el ejercicio de un gobierno con problemas serios de legitimidad que pretenden ahora minimizar los medios, los analistas, los grupos de poder y, particularmente, los empresarios como Carlos Slim.
Hago un paréntesis, ¿a alguien le quedó claro qué fueron hacer a Canadá los operadores de Calderón en materia de petróleo (y energía)?
Regreso al caso del ingeniero Slim, quien ahora señala enfático: por supuesto Felipe Calderón es el presidente de México. Me quedé perplejo después de leer su declaración del día en que presentó el 2030 el presidente electo, reproducida en varios medios: Necesitamos un Estado mexicano fuerte y una visión de largo plazo en la que podamos estar de acuerdo con la sociedad.
¿Necesitamos un Estado mexicano fuerte? Sí. Y una de las cosas que ese Estado vitaminado debe hacer es revisar el caso de Telmex y pensando en el bien común, es necesario que evite las prácticas monopólicas de esta empresa de telecomunicaciones en beneficio de los consumidores. Pero no sólo eso, es importante que revise críticamente y cambie los aspectos políticos y económicos que estructuralmente permitieron el amasamiento de una fortuna tan espectacular como la del ingeniero en contraste con el empobrecimiento creciente, que en estos momentos tiene a prácticamente la mitad de los compatriotas de Slim viviendo en una situación de riesgo.
En un Estado fuerte (más bien moderno) ni el presidente electo permitiría las presiones, los chantajes o las amenazas de un empresario interesado en conservar y ampliar su posición en el mercado; ni un empresario honesto y de la importancia de Slim caería en la tentación de ambicionar todo y usar su poder sobre el presidente para conseguirlo. En fin, cosas de retaguardia.
Lo que no deja de ser hasta cierto punto contradictorio es que estos mismos personajes con su 2030 y su Acuerdo de Chapultepec, sean los principales promotores de una utopía (sé que subutilizo el término): un México desarrollado que termine con sus problemas ancestrales y sus rezagos. En fin, cosas de la vanguardia.
De cualquier manera sí necesitamos un país distinto. Somos de donde somos por convicción y/o circunstancia. Queremos, me incluyo en el deseo compartido de muchos, una vida de calidad y bienestar. Con un detalle no menor: el deseo es que todos gocemos de este derecho en el sentido en el que lo definamos de manera libre, pero eso sí, que no esté al margen nadie (al menos que por alguna razón así lo decidiese). Llegar todos y a tiempo a ese bienestar, no primero y solos. En fin, revelaciones instantáneas… cosas de la utopía.


Diego Juárez Chávez

D.F., septiembre 2006.

 

 

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