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PERCEPCIÓN DE LAS RELACIONES INTERGRUPALES DEL AMBULANTAJE EN LA CIUDAD DE MÉXICO COMO FUNDAMENTO PARA LA NEGOCIACIÓN  Y EL ESTABLECIMIENTO DE POLÍTICAS PÚBLICAS.

Por: Marco Antonio González Pérez
Número 62

Introducción
El ambulantaje en la Ciudad de México, tal como lo señalan Esquivel y Cols (2008) es un fenómeno que tiene hondas raíces que se remontan hasta el establecimiento de México Tenochtitlán. No es, como en muchas ocasiones se tiende a pensar, “un problema actual” de la capital de la República.

Si ha llamado la atención en los últimos años, ha sido por el ostensible crecimiento de las personas que se dedican a esta actividad, por la manera desordenada en la que se han establecido en zonas importantes del Distrito Federal y por los conflictos que constantemente se suceden  entre las agrupaciones de ambulantes con comerciantes establecidos, el gobierno local, las fuerzas del orden y la gente que habita en las zonas en las que llevan a cabo su actividad comercial.

Aunque es prácticamente imposible establecer el número exacto de personas que se dedican al comercio ambulante tanto en México como en su capital, de acuerdo a cifras presentadas en la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2007 del INEGI, el número de trabajadores independientes en la República mexicana (que incluyen a los vendedores ambulantes) crecieron de 11,401,699 en el primer trimestre de 2005 a 11,824,542 en el tercer trimestre de 2007 y en la ciudad de México se pasó, en el mismo periodo, de 873,088 a 943,455; lo que implica un crecimiento considerable.

Para entender desde una perspectiva psicosocial la complejidad del fenómeno, se llevó a cabo una investigación de campo para identificar las diferentes representaciones sociales que comerciantes establecidos, vendedores en la vía pública y consumidores tienen acerca del fenómeno del ambulantaje en el Distrito Federal.

Los resultados que se presentan a continuación se refieren a las relaciones intergrupales existentes entre los grupos de estudio con la intención de conocer la realidad percibida del ambulantaje entre la gente que cotidianamente vive la complejidad del fenómeno. Lo anterior como fundamento para establecer políticas públicas y estrategias de negociación sustentadas en las percepciones de la gente y no en las que establecen las cúpulas o los líderes de los sectores involucrados.

La teoría de las representaciones sociales
Este estudio toma como fundamento teórico la noción de representaciones sociales desarrollada, principalmente, por el psicólogo Serge Moscovici a partir de su investigación clásica, llevada a cabo en 1961, sobre la comprensión social del psicoanálisis en Francia. A partir de ese momento, el interés en el tema por parte de psicólogos sociales, sociólogos, antropólogos y demás científicos de la conducta dio pie a la ampliación de su andamiaje teórico y a la acumulación de evidencias empíricas de las características de las representaciones sociales, en diversos aspectos de la vida cotidiana.

Las representaciones sociales deben entenderse como una forma de conocimiento particular “el saber del sentido común”, que es desarrollado por grupos sociales que comparten una misma identidad social. Moscovici (1984, 2001), Farr (2003) y Jodelet (1984) hacen particular hincapié en contraponer a las representaciones sociales con el conocimiento científico, ya que el primero -que tiene precisamente a la ciencia como uno de sus proveedores de información- el conocimiento se consensa entre los sujetos sociales a partir de la comunicación permanente entre ellos. Una vez constituidas, las representaciones sociales se emancipan en forma de imágenes, símbolos y discursos y aparecen en el mundo intersubjetivo en el que vivimos.

Cuando diferentes representaciones sociales circulan en el mundo intersubjetivo mencionado anteriormente, es relativamente fácil identificar a los grupos sociales que le dieron origen. Algunos ejemplos claros son la aceptación o rechazo al aborto, la discusión sobre si existió o no fraude electoral en las elecciones presidenciales mexicanas del 2006, el consumo o rechazo a los productos genéticamente manipulados, etcétera.
Una característica particular del mundo de la vida cotidiana es que toda la gente puede hablar sobre lo que le venga en gana sin necesidad de contar con credencial alguna o con un reconocimiento especial para que sea valorado como un experto en el tema y se le escuche y tome en cuenta. Caso contrario ocurre en el mundo de la ciencia, en el que la credencial que poseen los miembros de ese universo, llámense profesores, investigadores o especialistas es fundamental para poder dar una versión sustentada de los hechos que se analizan. La gente común no tiene autorización para participar en la comunicación y discusiones que se generan en ese universo cerrado.

La ciencia, como se refirió antes, es un proveedor de nociones procesadas y reinterpretadas por grupos sociales con el objetivo de conducirse con más certeza en la vida diaria. Nociones complejas como el VIH, el microchip, la inflación o el Estado de derecho, son temas especializados que forman parte del mundo de las representaciones sociales y que los sujetos los interpretan conforme a los parámetros ideológicos de sus colectivos de pertenencia.

La ciencia, pues, dota a las representaciones sociales de contenidos actuales que son necesarios para que podamos entender el mundo en el que vivimos; pero es importante señalar que las representaciones sociales son en esencia productos culturales que tienen su origen en las prácticas cotidianas que grupos sociales concretos llevan a cabo día a día.

Otro elemento relevante de las representaciones sociales es que, tal como señala Mora (2002) son propias de la sociedad contemporánea en la que vivimos, la cual tiene por característica principal el cambio incesante y la poca vigencia de hechos y objetos. Vivimos en un mundo tecnológico en el que los sistemas de información y comunicación se desarrollan a una velocidad vertiginosa. Se conforman, mutan y desaparecen representaciones sociales que son transmitidas por los medios de comunicación y que se erigen como un medio de significados a los que acudimos para interpretar la realidad. Muy poco tiene permanencia en el debate mediático de las ideas y la confrontación de diversas lecturas de la realidad, ya que nuevas y sucesivas interpretaciones sociales se imponen a otras que parecían tener un consenso firme.
Las prácticas sociales son determinantes en construir representaciones sociales con mayor permanencia, toda vez que se convierten en elementos culturales que generan formas de conocimiento común. Por medio de dichas prácticas los grupos, tal como señala Tajfel (1984) y González (2001) crean identidades sociales compartidas.

Para decirlo de una manera más sencilla y aplicado al tema que nos ocupa: todos los grupos sociales -ambulantes, consumidores de productos que se venden en la vía pública y comerciantes establecidos- elaboran formas de pensamiento propias que sirven como esquemas para interpretar la realidad. Tales esquemas o representaciones sociales se comparten o entran en conflicto cuando se comparan grupos similares o antagónicos. Se podría decir, entonces, que los vendedores ambulantes y los comerciantes establecidos tienen una serie de representaciones sobre el ambulantaje, la autoridad gubernamental, la legalidad, los líderes, la calle, el trabajo, etcétera, que conforman sus propias identidades sociales.

Aquí es importante referir, ya que se podrá observar posteriormente en los resultados del estudio, que las representaciones sociales que posee un grupo no son monolíticas, ya que varían entre sus miembros; es más, las representaciones que poseen grupos antagónicos pueden contener elementos comunes para ambos.

Lo anterior se explica por medio del concepto del núcleo central y sus elementos periféricos tal como lo señala Abric (2001) y González (2006). El concepto del núcleo central sostiene que en toda representación social existen elementos periféricos o secundarios. La variación de estos últimos no hace que la representación social se modifique, es la desaparición del núcleo central la que determina la existencia de una representación social.

Estos apuntes teóricos, que no agotan la riqueza conceptual de la teoría de las representaciones sociales, nos servirán como marco de análisis para interpretar la información generada en la aplicación del instrumento de investigación.

Metodología de la investigación
Para conocer la representación social del ambulantaje en los grupos de comerciantes establecidos, vendedores en vía pública y consumidores, se diseñó un cuestionario tipo “espejo” de 26 reactivos en el que se indagó, en específico, la definición del ambulantaje; la incorporación de las personas a esa actividad; las alternativas al comercio en vía pública; las propiedades de los vendedores ambulantes; la dimensión familiar; el contexto económico; las relaciones con comerciantes establecidos, líderes de organizaciones de ambulantes, gobierno y consumidores; la identificación de enemigos y las posibles soluciones a futuro.

Los cuestionarios fueron aplicados entre los meses de abril y julio de 2007 en la zonas del Distrito Federal en las que se ha arraigado y expandido de forma más visible el comercio ambulante, tales como el primer cuadro de la ciudad de México, San Cosme, Coyoacán, la Lagunilla, San Felipe de Jesús, Henry Ford y Xochimilco. La muestra total estuvo compuesta por 466 sujetos, de los cuales 266 pertenecieron al grupo de los comerciantes informales, 100 a los consumidores y 100 a los comerciantes formalmente establecidos. Habida cuenta de que no se contó con un padrón para seleccionar al azar a los participantes del estudio, la muestra de la investigación se constituyó mediante el método incidental.

Es importante referir que la composición de la muestra de vendedores ambulantes se conformó de acuerdo con el impacto que el fenómeno del comercio informal tiene en la ciudad de México, de tal suerte que de los 266 sujetos, 122 correspondieron al primer cuadro y 22 a cada una de la demás zonas. En cuanto a los comerciantes establecidos y consumidores, 40 sujetos de cada uno de los grupos provinieron del primer cuadro y 10 de cada una de las zonas restantes.

Una vez registrados los 466 cuestionarios, se les aplicó una análisis estadístico por medio del Statistical Package for the Social Sciences (SPSS) para generar estadísticas descriptivas y realizar análisis de varianza con la prueba confirmatoria de Schefeé que identificaron a los grupos que difirieron significativamente en sus actitudes y representaciones.

Resultados del estudio
Con la intención de no recargar de datos los gráficos presentados en el anexo, se decidió suprimir información que resultará irrelevante o tangencial al análisis, lo que explica que en muchas ocasiones la suma de porcentajes no alcance el 100%.

Las características sociológicas del grupo de 266 vendedores ambulantes fueron la siguientes: el 75.6% fueron hombres y el 24.4% mujeres, la edad promedio fue de 30 años y 7 meses y la antigüedad en el comercio en vía pública fue de 7 años y 9 meses. En cuanto a los 100 comerciantes establecidos la distribución por sexo fue de 55% hombres y 45% mujeres, el promedio de edad fue de 35 años y la antigüedad en sus actividades comerciales fue de 7 años y 5 meses. Finalmente en los consumidores la distribución por sexo fue de 67% hombres y 33% mujeres y la edad promedio fue de 30 años y 8 meses.

De los datos mencionados anteriormente podemos decir que la actividad del ambulantaje es mayoritariamente masculina, mientras que el comercio establecido se ve representado por una proporción más igualitaria en la participación de hombres y mujeres. Lo anterior podría fundamentarse en el hecho de que el trabajo en la calle es una actividad que se lleva a cabo en condiciones ambientales y materiales muy difíciles, lo que requiere de la participación de trabajadores del sexo masculino. Otro aspecto interesante de estos primeros datos es que el promedio en la actividad del ambulantaje y el comercio establecido es muy parecido, el cual ronda los 7 años y medio. Lo anterior nos plantea el hecho de que, con base en esta media aritmética, los grupos participantes en el estudio poseen experiencias similares y comunes en vivir el fenómeno del ambulantaje.

En las siguientes líneas se describirán las percepciones que poseen los grupos participantes en el estudio acerca de las relaciones que establecen los comerciantes ambulantes con  los grupos con los cuales interactúan día a día.

A todos los entrevistados se les planteó el reactivo: “La relación de los ambulantes con los líderes de sus organizaciones es:” y se les presentó una escala Likert. Los resultados se observan en el gráfico 9, del que se deprende que los tres grupos coinciden en que la relación se puede considerar entre buena y regular. El test de Schefeé no encontró diferencias estadísticas entre los grupos.

La siguiente interrogante se enfocó a valorar la relación que tienen los vendedores en vía pública con las autoridades delegacionales. Los resultados del gráfico 2 nos muestran que existe un acuerdo intergrupal en considerar tal relación como regular. Los ambulantes la calificaron con 3.19, los comerciantes establecidos con 3.26 y los consumidores con 3.14. La prueba estadística confirmatoria no registró diferencias significativas entre los grupos. 

En el gráfico número 3 se presenta la información correspondiente a las percepciones que tienen los grupos acerca de las relaciones entre los comerciantes en vía pública con los comerciantes formalmente establecidos. El grupo de ambulantes alcanzó un puntaje de 2.6, los comerciantes establecidos un 2.91 y los consumidores un 3.16, lo cual indica que existe una percepción social de que la relación se ubica entre buena y regular; sin embargo, al aplicar la prueba de Schefeé se encontraron diferencias significativas que nos hablan de que el grupo de comerciantes establecidos comparte una misma percepción con el grupo de consumidores que se contrapone con la que poseen los vendedores ambulantes.

La siguiente relación evaluada es la que establecen los comerciantes en la vía pública con la gente que pasa por la calle. En el gráfico 4 se puede observar que la relación es considerada buena con cierta tendencia a ser vista como regular. El grupo de ambulantes la calificó con 2.15, los comerciantes establecidos con 2.53 y los consumidores con 2.53. La prueba estadística confirmatoria encontró diferencias significativas entre los grupos ya que interpretó que los comerciantes establecidos comparten una misma opinión con el grupo de consumidores, la cual se contrapone a la que posee los comerciantes en vía pública.

Finalmente, se buscó identificar a los grupos que podrían considerarse enemigos de los vendedores ambulantes. En el gráfico 5 se presentan los actores señalados por comerciantes en vía pública, comerciantes establecidos y consumidores. Existe coincidencia intergrupal en señalar al gobierno como el principal enemigo de los ambulantes, aunque el porcentaje es mayor entre los comerciantes en vía pública con casi un 50%, por alrededor del 40% en los comerciantes establecidos y consumidores. Llama la atención que el segundo enemigo en importancia para los ambulantes sea la policia con 14.3% y los comerciantes formales con 19%, mientras que para los consumidores sean los medios de comunicación con 21%. El tercer enemigo en importancia para consumidores y comerciantes establecidos son las mismas organizaciones de ambulantes con un 13 y 16% respectivamente, mientras que el porcentaje alcanzado en esta identificación por los comerciantes en vía pública es de apenas el 3.4%.

De este apartado sobre las relaciones entre los comerciantes en vía pública con los grupos con los que interactúan cotidianamente se puede llegar a las siguientes conclusiones: existe un acuerdo entre los tres grupos en calificar de entre buenas y regulares las relaciones ambulantes-líderes de sus organizaciones y de regulares las de ambulantes-autoridades delegacionales. Se observaron también percepciones comunes entre comerciantes establecidos y consumidores que se cotraponen a las que tienen los ambulantes en cuanto a las relaciones ambulantes-comerciantes establecidos y ambulantes-transeúntes, ya que los comerciantes en vía pública consideran esas relaciones de una manera menos negativa que la que tienen los otros dos grupos de la investigación. Finalemente, se encontró que los tres grupos coinciden en que el enemigo de los ambulantes es el gobierno, pero difieren en reconocer como enemigos a otras organizaciones de los mismos ambulantes y a los medios de comunicación.

Para finalizar el estudio se les preguntó a los encuestados si pensaban que en un futuro los comerciantes ambulantes estarían dispuestos a formalizarse. Las respuestas se presentan en el gráfico 6. Los datos que nos muestran las barras son muy interesantes ya que vuelven a señalar un consenso entre los consumidores y los comerciantes establecidos en cuanto al pesimismo que tienen sobre una posible incorporación a la formalidad por parte de los ambulantes. Los puntajes que niegan la posible formalización es, en el caso de los comerciantes establecidos, de 77% y de 76.5% en el grupos de consumidores. Tales datos contrastan con los del grupo de vendedores ambulantes ya que el 51.1% de ellos manifiestó que sí buscarían en un futuro la formalización.

Conclusiones

Esta investigación ha generado información novedosa sobre las representaciones sociales que tienen los tres grupos participantes en el estudio. La aproximación utilizada se enfocó a estudiar a los actores principales que conviven día a día en los escenarios de la ciudad de México en los que ocurre el fenómeno analizado. Sin duda la información y las conclusiones presentadas podrían orientar tanto el establecimiento gubernamental de políticas públicas socialmente sustentadas, como el diseño de estrategias de negociación política.

En cuanto al objetivo central del estudio es importante señalar que, a diferencia de lo que comúnmente se piensa, no hay posiciones extremistas ni mutuamente excluyentes en las representaciones sociales que tienen los grupos estudiados. En el escenario común en el que interactúan los tres grupos se construyen representaciones sociales compartidas entre ellos y algunas en las que coinciden dos. La que se enfrenta a la que tiene el grupo restante. Lo anterior evidencia que son las prácticas sociales las que producen las interpretaciones de la realidad que operan en la cotidianeidad.

Se identificaron varios elementos que conforman una representación social compartida del ambulantaje entre los comerciantes establecidos, los consumidores y los comerciantes en vía pública. En esta representación social los tres grupos comparten una misma representación acerca de las características económicas del comercio en vía pública la cual consideran como una actividad estable y con pocas posibilidades de convertirse a la formalidad.

Hay también acuerdo en las percepciones que los tres grupos tienen acerca de las relaciones que mantienen los vendedores ambulantes con los líderes de sus organizaciones, las que dicen que son entre buenas y regulares y con las autoridades delegacionales las que califican como regulares. Finalmente, los tres grupos tienen una misma idea en considerar al gobierno como el principal enemigo de los ambulantes.

Pero no toda la representación social del ambulantaje es compartida entre los tres grupos estudiados. Un punto de divergencia es el que se refiere a la relación entre ambulantes y comerciantes establecidos y la que tienen los ambulantes con los transeúntes. Las dos relaciones fueron calificadas por comerciantes establecidos y consumidores como regulares y buenas por los comerciantes ambulantes. Finalmente, en lo que se refiere a un posible paso de los comerciantes en vía pública a la formalidad, los comerciantes establecidos y consumidores piensan que es prácticamente imposible que suceda ese hecho, mientras que prácticamente el 50% de los ambulantes estarían dispuestos a hacerlo.

Las representaciones sociales del ambulantaje que se encuentran en conflicto indican muchos de los puntos que deberían sopesarse para buscar solución a los problemas urbanos que se han generado por la existencia del comercio en vía pública. Uno de ellos se refiere a las percepciones de las relaciones sociales que han establecido los vendedores ambulantes con los comerciantes establecidos y los transeúntes. Si bien es cierto que las percepciones son menos positivas en los comerciantes establecidos y consumidores que la que comparten los ambulantes, dichas percepciones no son negativas ni extremistas y muestran una tolerancia que parte del trato cotidiano de los grupos.

Finalmente llama la atención el hecho de que comerciantes establecidos y consumidores han generado una representación social de desconfianza hacia los ambulantes que se aprecia en el porcentaje significativo de encuestados que piensa que los vendedores en vía pública podrían dedicarse a actividades ilícitas y también cuando señalan su pesimismo hacia una posible ingreso de los comerciantes en vía pública al comercio formal. Lo anterior contrasta con las respuestas de los ambulantes en el sentido de que podrían trabajar en un empleo formal y que piensan que en un futuro podrían incorporarse a esa economía.

Para finalizar, es importante reiterar que para la resolución de fenómenos sociales complejos como los derivados por el ambulantaje, es importante conocer las representaciones sociales de la gente que interactúa cotidianamente y que vive los problemas sociales que se generan en una situación potencialmente conflictiva. Lo anterior proporciona información relevante para, a través del diseño de políticas públicas viables y estrategias de negociación que tomen como referencia el pensamiento de la gente, se llegue a encontrar soluciones a largo plazo que garanticen el desarrollo social, económico y sustentable de la ciudad de México.


Anexos:

Relación de ambulantes y líderes

 

Relación ambulantes con delegaciones

Relación ambulantes con comerciantes establecidos

Relación ambulantes con personas que pasan por la calle

Enemigos de ambulantes
Ambulantes Formalizarse

 


Bibliografía:

Abric, J.C. (2001) Prácticas sociales y representaciones, México: Ediciones Coyoacán.
Esquivel, E. et al (2008) La república informal: el comercio ambulante en la ciudad de México. México, México: Miguel Ángel Porrúa (en proceso de publicación)
Farr, R. (2003) De las representaciones colectivas a las representaciones sociales: ida y vuelta, en Castorina, J.A., Las representaciones sociales: problemas teóricos y desafíos educativos. Barcelona, Paidós.
González, M.A. (2001) La teoría de las representaciones sociales, en González, M. A. y Mendoza, J. (coord.) Significados colectivos: procesos y reflexiones teóricas. México: Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Estado de México – CIIACSO.
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Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI). http://www.inegi.gob.mx/. Consulta realizada el 21 de enero de 2008.
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Moscovici, S. (1961) El psicoanálisis su imagen y su público, Buenos Aires: Huemul.
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Moscovici, S. (2001) Social representations. Explorations in Social Psychology. Washington: New York University Press.
Tajfel, H. (1984) Grupos humanos y categorías sociales. Barcelona: Herder.


Marco Antonio González Pérez

Doctor en psicología social por la Universidad Autónoma de Madrid. Es director del Centro de Investigación en Ciencias Sociales y Humanidades del Tecnológico de Monterrey Campus Estado de México; y miembro del Sistema Nacional de Investigadores con nivel 1, así como del Registro CONACYT de Evaluadores Acreditados (RCEA).

 

 

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