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PROSPECTIVA, GEOPOLÍTICA Y GLOBALIZACIÓN.

Por Iñaki Acarregui
Número 62

 

Según el último informe de prospectiva elaborado para la Defensa británica en los próximos 30 años, se incrementarán los actos del terrorismo islámico y el desarrollo de las armas de neutrones será una realidad.

Se prevé que para el 2040 la economía China supere a la de los Estados Unidos.

El Centro de Desarrollo, Conceptos y Doctrina del Ministerio de Defensa del Reino Unido hacía público, el pasado mes de abril, su tercer informe de Prospectiva para los próximos 30 años (2007-2037) desde el primero publicado el pasado 2001. En este informe del CDCD (por sus siglas en inglés), aunque es un informe oficial, no representa la opinión del Gobierno británico, sino que es un documento de análisis prospectivo –interpretación de las tendencias desde el presente-pasado actual para el futuro mediato del año 2037- para la toma de decisiones en materia de defensa.

El informe estima que continuarán los cambios provocados por la globalización económica actual. En este contexto, los Estados Unidos continuarán siendo el poder económico y militar hegemónico, al tiempo que en el plano geopolítico internacional, seguirán ejerciendo su control sobre el actual sistema de reglas en el que se basan las relaciones internacionales; aunque en más de una ocasión, esas reglas estén en contradicción directa con los postulados y principios del Derecho Internacional, ya sea público o privado. Aunque, no cabe duda, que el actual “usacentrismo” imperante parece evolucionar hacia un progresivo nuevo “multicentrismo”, en el que la Unión Europea, Rusia –que parece no estar relegada de la escena internacional- y China, ocupan cada vez más un papel relevante.

El continente asiático es, el área del planeta, en donde se están gestando los procesos más dinámicos para la transformación del desarrollo económico –producción y distribución de bienes de consumo- y en el desarrollo de las nuevas tecnologías: nuevos microchip, el desarrollo de la nanotecnología y, sobretodo, los nuevos avances en el campo de I+D y en el desarrollo de la inteligencia artificial. El informe del CDCD prevé que para el año 2020 la economía china supere a la japonesa y que, de seguir como hasta ahora, en el año 2040 se encuentre por encima de la de los Estados Unidos.

Aunque el actual proceso de transformación económica ha permitido a China sacar de la pobreza a unos 250 millones de habitantes en los últimos 20 años y situar la renta per cápita de China en torno a los 1.000 dólares anuales, lo que ha permitido la aparición de una emergente clase media que, en opinión de muchos expertos, se espera que sean unos 200 millones de chinos en el año 2020. Pero, a pesar de que China produce y exporta el 75% de los juguetes que se venden en el mundo, el 30% de los televisores, el 25% de las lavadoras, el 20% de los teléfonos celulares, al que cada día hay que añadir un largo etcétera de productos que llevan la etiqueta “Made in China” y se consumen en el resto del mundo, son muchos los desajustes sociales y económicos que padece su población. La actual dirección política de China –PCCh- (Partido Comunista de China) está emprendiendo un proceso de modernización y desarrollo para la población rural, basado en la transformación de su agricultura para sacar del subdesarrollo –en el que actualmente se encuentran- a unos 800 millones de habitantes aproximadamente. Lo que creará un basto mercado interior, al igual que el de los Estados Unidos en la actualidad, sobre el que terminará apoyándose el futuro crecimiento de la economía china y su posterior desarrollo.

No cabe la menor duda que el desarrollo del mercado interior chino es el gran reto que tiene que afrontar los dirigentes chinos. El mercado ha sido, históricamente, el gran tabú ideológico del comunismo –según las diversas definiciones ideológicas de las corrientes más importantes que lo integran: marxismo, marxismo-leninismo y maoísmo- y de otros muchos “ismos” que en el mundo han sido y puede que, algún día, vuelvan a estar de actualidad nuevamente. China, en la actualidad, tiene la necesidad de afrontar y solucionar una serie de retos de diversa índole: medioambientales, sociales, políticos, financieros y demográficos, fundamentalmente, que de no solucionarlos positivamente “pueden provocar un colapso económico, inestabilidad política, desorden social, con graves repercusiones regionales y globales”. Tal vez por eso, tampoco, podemos olvidarnos del crecimiento económico y el desarrollo tecnológico y social que se está produciendo en la India, la otra nueva potencia emergente en el ámbito económico, tecnológico y militar. No debemos de olvidar que la India, también, es una potencia nuclear.

Según las previsiones del CDCD, podemos volver a vivir tiempos de “extremismo político” y quizás un nuevo resurgir del marxismo, debido en parte al deterioro que están padeciendo las clases medias en un mundo globalizado y al creciente aumento de las diferencias entre ricos y pobres. Sobre este punto hay que hacer más de una consideración. No son iguales las circunstancias que viven los ciudadanos de los países de Europa occidental –los antiguos 15 miembros de la Unión Europea (UE)- que los 10 últimos países de la ampliación de la UE, que acaban de salir de la influencia Soviética y aspiran a disfrutar de los beneficios del Estado de Bienestar, gestionado y desarrollado bajo los postulados de los partidos socialdemócratas y, a su vez, asumido por los demás partidos de la derecha conservadora europea occidental. Aunque, del análisis de estos postulados se puede deducir una explicación sobre las sucesivas victorias electorales de los partidos neocomunistas o neosocialista en los países que integraron el antiguo Comecom -área política y económica creada por la desaparecida Unión Soviética con los países que integraron su alianza político-militar a través de la que realizaban los intercambios económicos a semejanza de los de la Comunidad Europea- y el Pacto de Varsovia (antiguo pacto político-militar opuesto a la OTAN o la NATO por sus siglas en ingles).

La confrontación de occidente con el Islam será creciente. Y, con toda posibilidad, la actual propuesta para la Alianza de las Civilizaciones –propuesta al Secretario General de las Naciones Unidas (al ex secretario Kofi Anamm) por los jefes de gobierno de Turquía y España- sea para entonces un fracaso que nadie quiera recordar. Aunque, también, la confrontación con los yihadistas islámicos podrá extenderse a China, según las previsiones elaboradas en el informe para la Defensa británica. Y, aunque pueda parecer una paradoja, el Irán de los ayatholas podría transformarse “en una nueva democracia”, tal vez como consecuencia de su crecimiento demográfico. En el que un país habitado por una mayoría de jóvenes busque su incorporación al nuevo mundo globalizado, teniendo en cuenta lo difícil que puede resultar el armonizar los postulados religiosos del “chiísmo” con la laicidad y el pragmatismo que propugnan los conceptos globalizadores de la sociedad occidental que, incluso, en la mayoría de las ocasiones, más bien, están cargados de un profundo agnosticismos o inclusive carece de fundamento religioso, visto desde la concepción religiosa –ortodoxia- de cualquiera de las tres religiones monoteístas.

En el campo del desarrollo y aplicación de los nuevos avances tecnológicos, una vez más, la vanguardia del desarrollo tecnológico será a través de los avances que realice la industria de aplicación militar, con el desarrollo de una nueva generación de armas de neutrones con las que resulte más fácil la eliminación de los cualquier signo de vida, al tiempo, que evite la destrucción de las infraestructuras. Lo que, sin duda, contribuirá a abaratar los costos de guerra, principalmente en todo lo que supone inversiones para la reconstrucción de la infraestructura en los países que han sido derrotados. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta la fecha, la reconstrucción de la retaguardia enemiga ha sido el gran problema al que se han venido enfrentando los estados mayores de todas las potencias beligerantes. No hay más que echar un vistazo a lo que está ocurriendo en Iraq y en Afganistán. Así que el futuro nos depara armas más eficientes y más baratas.   

El desarrollo de las telecomunicaciones, el aumento en el uso de Internet, junto a la distribución de la información en tiempo real, contribuirán a la transformación de los medios de comunicación, tal como las concebimos actualmente. Por eso, la verticalidad o la horizontalidad de la próxima-futura sociedad globalizada o, mejor dicho aún, de las diversas sociedades globalizadas, determinará el grado de libertad y el nivel de participación de los futuros-inmediatos medios de comunicación para los próximos 30 años. Entendiendo que unos medios verticales se tienen que corresponder con una sociedad mucho más controlada –censurada y mediatizada- por el poder político-económico que la dirige y controla, configurando una sociedad menos participativa y democrática. Lo que tradicionalmente definimos como una sociedad dictatorial o totalitaria. Mientras que si los próximos medios de comunicación llegan a ser más horizontales, por supuesto que salvando todas las distancias respecto de las circunstancias que configuran la realidad política y social en que subdivide nuestro actual y primitivo mundo globalizado, tendremos una sociedad mucho más plural, participativa y democrática. De cómo evolucionen los medios actuales de comunicación, en gran medida, dependerá cómo pueda ser el futuro de la sociedad globalizada.

Se podrán implantar chips conectados directamente con el cerebro para el año 2035, según las previsiones del CDCD, abriendo paso al desarrollo de la telepatía sintética, lo que tendrá repercusión en el campo militar y de seguridad, lo que provocará un gran conflicto ético y legal, además, entrar en confrontación con los postulados morales de las tres grandes religiones monoteístas, e incluso con los preceptos religiosos del budismo, el shintoismo y el taoísmo.

Los Estados Unidos son y seguirán siendo el principal actor en el escenario internacional, apoyados por la Unión Europea, que se está convirtiendo en coprotagonista indispensable para los intereses de los Estados Unidos -aliados al tiempo que rivales en muchos de los escenarios que comparten, sobre todo en el plano económico y financiero, a pesar de las muchas disidencias políticas internas que hay en la Unión Europea-, compartiendo una gran parte del espacio abandonado por la Unión Soviética tras su derrota. Con la autodisolución y disolución de la URSS y la aparición de la renacida Rusia, algo parece haber cambiado, aunque una y otra no son tan diferentes. En el fondo de la actual Rusia permanece inmutable la férrea estructura del estado soviético construido por Stalin, incluida la colectivización del poder económico, ahora privatizado; aunque continúa estando controlado por la vieja nomenklatura comunista. Lo único que ocurre, es que ahora son los jóvenes discípulos de Andropov, que fueron educados en la disciplina de la KGB, son los que retiene el poder –político, económico y nuclear- en sus manos. Está es, la autentica la razón por la que Putín se esfuerza en recuperar la hegemonía política de la antigua Unión Soviética. Pero, con toda posibilidad, el mayor inconveniente que tiene Rusia para recuperar su antigua posición estriba en la perdida de su identidad, el talismán con el que conectaba con infinidad de individuos y con decenas de gobiernos en todo el planeta. El gran problema de Rusia para recuperar la hegemonía, está en la perdida de la ideología. Y finalmente China, totalmente transformada, alejada del dogmatismo maoísta y de los tiempos de la Revolución Cultura –los chinos parecen haberse olvidado de la teoría de la Revolución Permanente que propugno Mao Zhedog-, parecen estar dispuestos a desempeñar un nuevo papel en la política internacional.

Después de la conclusión de la Guerra Fría que finalizó con la derrota de la URSS, al menos sobre el tablero de las proyecciones prospectivas, en el escenario de la política internacional se han producido una serie de espacios libres, que lenta e inexorablemente los nuevos protagonistas del juego internacional han ido ocupando. La política internacional es como un teatro con muchos escenarios en los que los actores interpretan, al mismo tiempo, distintos roles o papeles que, en muchas ocasiones, resultan ser contradictorios respecto de lo que ocurre en el escenario contiguo o en otro más alejado. Pero, después del ataque perpetrado por Al Qaeda en contra de las Torres Gemelas en Nueva York, además de los sucesivos ataque y atentados que se han venido sucediendo en varios lugares del mundo. Basta recordar Madrid, Londres, Casablanca, Argel y un largo etcétera más. Fue necesario que el Consejo de Seguridad de la ONU, autorizara la intervención militar de las tropas de la OTAN en Afganistán, a pesar de no ser uno de los teatros de operaciones que se encuentran dentro de los términos que estipula el tratado sobre el que se fundamenta la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN por sus siglas en español) y el posterior desmantelamiento del régimen talibán; aunque en el escenario afgano aún quedan muchas batallas por librar hasta que podamos dar por concluida la actual intervención militar y la reconstrucción del país. Las causas del origen de esta crisis están en la intervención Soviética y el Golpe de Estado que ejecutó el Partido Comunista Afgano en contra del difunto monarca afgano. Los soviéticos calcularon mal, estaban más pendientes de la reacción china –al encontrarse Afganistán dentro del espacio geoestratégico común- que de la de los estadounidenses, ya que éstos no son una potencia beligerante en la zona. Pero, los estrategas de la CIA y el Pentágono, entendieron que si se consolidaba la intervención soviética en Afganistán, estos (los soviéticos) estaban a un paso de tener bases militares en el océano Índico. Pakistán podría ser la próxima pieza en caer dentro de la teoría del dominó que practicaban las dos superpotencias y, los estadounidenses decidieron intervenir, encubiertamente, financiando y armando a la resistencia talibán. Así nació Osama Bin Laden, fue el operador de los intereses estadounidenses durante la guerra de Afganistán contra los soviéticos. Nadie en la CIA y en el Despacho Oval, llegó a pensar que su hombre en Afganistán se saliera de control y acabara declarando una “yihjad” (guerra santa) contra occidente. Aunque, la “yihad” de Bin Laden, está relacionada con la primera Guerra del Golfo. Surge, como consecuencia directa de presencia militar estadounidense en Arabia Saudita durante la primera guerra contra Sadam Hussein. Bin Laden interpretó que los soldados estadounidenses, por el hecho de pisar el territorio saudita –su país natal-, estaban mancillando la tierra del profeta y los lugares santos del Islam –La Meca y Medina-, a pesar de que el ejército norteamericano tomó todas las precauciones posibles para que sus tropas cumplieran con la “sharía” (la ley islámica), no bebieron alcohol ni consumieron productos derivados del cerdo. La razón de la sin razón, es la causa que nos tiene sumidos en la peor crisis internacional, la del terrorismo yihjadista. Una crisis difícil de afrontar, sobre todo, porque el enemigo no localizado e identificado en un lugar concreto y determinado. El enemigo puede ser cualquier musulmán, en cualquier momento y en cualquier lugar del mundo. Circunstancia que genera muchas contradicciones, en el campo occidental, por la forma en que hay que combatirlo y, sobre todo, por las contradicciones que genera en el ejercicio de los derechos y libertades de los ciudadanos de los países de occidente.

¿Qué es más importante, la seguridad o la libertad para combatir al terrorismo islámico? La respuesta, cualquiera que sea de las varias posibles, nos lleva a la realización de un profundo debate. En la actualidad, gobiernos y ciudadanos de varios países se la están planteando. Lo que nos lleva a la confrontación de dos posiciones que acabaran por ser irreducibles. Los partidarios de la seguridad primero, la administración estadounidense, y luego ya veremos. En un primer momento trataba de justificarse como reacción al 11-S y a que era el único país atacado. Pero, han cambiado las y los ataques se han producido en otos muchos países. Fundamentalmente en EE.UU. y en la Unión Europea (UE), aunque
también se han producido actos terroristas en países islámicos, como: Indonesia, Marruecos y Argelia. Pero, lo difícil es, cómo podemos conjugar el legítimo derecho a la defensa y a la seguridad, con el legítimo derecho a la libertad y a la seguridad jurídica de la presunción de inocencia. En primer lugar, respecto del Derecho Privado que todas las naciones tienen y sobre el que se sustenta la legitimidad de sus respectivos “estados de derecho”. Y en segundo termino, respecto del Derecho Internacional, ya sea Público o Privado, sobre el que se sustenta nuestro actual “statu quo” internacional; desde los tiempos de la Convención de Viena – después de la derrota napoleónica-, del Tratado de Versalles –en el que se reconocieron los derechos de la mayor parte de los países centro europeos, con la desmembración del Imperio Austro-Húngaro, y sus fronteras. Lo mismo que la desaparición del Imperio Otomano, permitiendo el nacimiento de todas las naciones árabes en Oriente Medio y la península arábiga e incluso la base jurídica sobre la que se basó la Partición de Palestina y que permitió la creación del Estado de Israel, al dar por concluido el protectorado británico en Palestina-, además de todo lo pactado en Yalta y en la Conferencia de Seguridad y Cooperación Europea de Helsinki. En cierto sentido, la pax americana,que nos propone la actual administración estadounidense, acabaría liquidando la mayor parte de los principios del actual Derecho Internacional, que terminaría siendo sustituido por el derecho privado estadounidense. Un cambio difícil de que sea aceptado por la mayoría de los gobiernos europeos y, sobre todo, por la mayoría de sus ciudadanos. Aunque en este punto, tal vez, tendríamos que hacer la salvedad con los polacos y con algún otro país del Este europeo; para los que el paradigma en el que buscan encontrar su futuro se parece más al estadounidense, que al del resto de sus conciudadanos europeos.

Todas estas previsiones pueden no producirse si se altera el panorama internacional, tal vez, como consecuencia de un nuevo brutal acto provocado por los yihjadistas.

Este tercer informe sobre las tendencias estratégicas se refiere al periodo 2007-2037 y analiza las tendencias actuales en cinco aspectos fundamentales: los recursos, el cambio social, la evolución política, los avances científicos y tecnológicos y las implicaciones militares. El informe parte de la premisa de que la evolución internacional va a estar condicionada por tres factores  fundamentales: el cambio climático, la globalización y las desigualdades sociales globalizadas. Sus conclusiones, en ningún caso, se pueden expresar en términos de certeza, sino que son probabilidades que pueden llegar a producirse.

 


Notas:

1 Manuel Martín Serrano. Teoría de la Comunicación: La Comunicación, la vida y la cultura. McGraw Hill. Septiembre de  2007. 

2 La importancia que la obra de Martín Serrano concede a la comunicación humana queda evidente en la Producción Social de la Comunicación, obra que representa un hito en la investigación de los sistemas comunicativos y que desde la sistémica precisa que lo comunicativo observa la conservación/cambio de los sistemas que dependan del intercambio de información. 


Iñaki Acarregui
Profesor adscrito a la Dirección de Posgrado y Educación Continua de la Universidad de la Comunicación e investigador del Centro de Calidad y Competitividad.

 

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