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LA CONQUISTA DE LAS PLAYAS
VÍRGENES DE LA COMUNICACIÓN

Por Xavier I. Ávila
Número 62

 

Por estos días, celebramos la llegada de un nuevo libro sobre comunicación de nuestro maestro el doctor Manuel Martín Serrano. Este texto no sólo es el último y más reciente del autor, sino que representa la obra definitiva y más acabada de teoría de la comunicación que se ha escrito.  

Teoría de la Comunicación: La comunicación, la vida y la sociedad,  editado  por McGraw Hill1, no es un libro más de comunicación, es el súmmum de una ya larga trayectoria iniciada hace más de 30 años por este eminente catedrático, decano de la Universidad Complutense de Madrid, primer español en obtener el grado de Doctor de Estado por la universidades francesas y fundador del Departamento de  Comunicación de la Facultad de Ciencias de la Información de la propia Complutense; Martín Serrano, ostentador de una formación enciclopédica, pudiendo haberse distinguido en cualquier disciplina de una basta gama de áreas del conocimiento científico, decidió concentrar sus esfuerzos en proponer una teoría de la comunicación que diera sustento a la diversidad de estudios que empezaban a proliferar y a tomar forma en el área. Esta visionaria decisión lo llevó a enfrentar uno de los más grandes retos científicos de nuestra época: fundamentar científicamente el estudio de uno de los fenómenos más complejos de los que el saber humano haya tenido idea: la comunicación.

El empeño de Manuel lo llevó a abordar un territorio al que muy pocos de los grandes autores han aceptado entrar y ninguno que conozcamos con la seriedad, profundidad, consistencia y contundencia de su obra.

Formado en la tradición del racionalismo formalista europeo, Manuel explicaba: “decidí entrar al campo de la comunicación, porque era una de las pocas playas vírgenes del conocimiento científico, donde todo estaba aún por decirse”. Así se expresaba en 1989, frente a un grupo de jóvenes maestros que tuvimos la fortuna de ser beneficiarios de su afable generosidad que nos ofrecía  las primicias de su obra en México.  Quienes compartimos esa experiencia coincidimos en recordar que no fue fácil. La lectura y relectura de La Mediación Social, (Akal, 1977)  y de la Teoría de la Comunicación: Epistemología y Análisis de la Referencia (A.Corazón, 1982) representaba un reto formidable, no sólo de comprensión, sino de cognición; significaba desaprender lo aprendido, cuestionar a fondo lo sabido, repensar  la comunicación desde otra óptica, ésta sí sustentada teórica y empíricamente.

Quizá por esto su obra ha sido tan difícilmente aceptada y reconocida en los medios nacionales.            
      
Después vino  La Producción Social de Comunicación (Alianza, 1986)
 y  el descubrimiento de la  basta obra  teórica y metodológica  que antecedía y acompañaba a las obras citadas. Madrid era toda una escuela que aportaba una extensa revisión de  los modelos y paradigmas científicos desde los cuales, alguna vez, se había intentado abordar la complejidad del comportamiento y actuar comunicativo, pero con una sistematicidad y rigor  desusados en este campo. Su obra nos abrió los ojos y nos llenó  de sed por leer a otros autores y corrientes, por adentrarnos en las profundas discusiones sobre la comunicación, su origen y naturaleza. En este sentido, Madrid ha sido una madre nutricia que nos llevó y formó en la necesidad del aprendizaje constante.

Su obra, concebida desde la curiosidad epistémica de preguntarse siempre por aquello que nadie se pregunta o que todos obvian, da respuesta contundente al problema de los orígenes de la comunicación desde una clave evolucionista. Para Manuel la comunicación es una conquista evolutiva de la vida en el planeta, antecediendo, su origen, en millones de años, a la existencia humana. Es así que la función básica de la comunicación es de orden biológico. Aceptar esta premisa, significa romper con todas las tradiciones disciplinarias antropocéntricas que ubican a la comunicación en los feudos estancos de las ciencias  humanas, sociales y culturales.

En los cursos y pláticas que hemos tenido con el autor, nos ha señalado a la comunicación como un lugar de encuentro de las ciencias, de todas aquellas que tienen algo que aportar al estudio del complejo fenómeno comunicativo. Ubicada en la más amplia teoría general de la información, Martín Serrano ha  tenido la capacidad de superar la confusión e imprecisiones en las que cayeron muchos otros autores, al no distinguir las diferencias entre información y comunicación, superando así al pancomunicacionismo en el que sucumbieron semiólogos e interaccionistas. Su obra que además apela a  las bases físicas y biológicas de la capacidad comunicativa, refuta contundente al culturalismo anglosajón.

La obra de  Manuel trasciende incluso el ámbito comunicativo y da pasos sólidos en la construcción de una ciencia inter y transdisciplinaria aprovechando la oportunidad que ofrece el abordar la complejidad propia del objeto de estudio comunicativo, cuyo enfoque, si se pretende explicar, no puede ser más que con la competencia de muchas y diversas ciencias.

Pero quizá la parte más incomprendida de su obra, tenga que ver con la idea de que minimiza o resta importancia a la comunicación humana. Nada más falso2.  En sus disertaciones el autor explica cómo es que desde esas bases físicas y biológicas necesarias para comunicar se monta: la comunicación, la sociedad y la cultura humana, y que no habrían sido posibles sin las conquistas evolutivas de cientos de especies animales que nos antecedieron y acompañan al género humano en sus proyectos civilizatorios.

Quienes asuman el reto de conocer su obra seguramente encontrarán un recorrido muy sólido,  pero también un horizonte muy sugerente que amplia enormemente el campo de la comunicación al estudio de todos los sistemas de interacción, es decir a todos los sistemas (animales, humanos o cibernéticos) cuya forma,  orden interno y acción dependa, en alguna medida, de intercambiar información (signos) con seres o instancias externas a ellos mismos.

De este modo, quienes hemos tenido la fortuna de conocer a Martín Serrano y de ser alumnos de la escuela de Madrid, aún sin haber estado nunca ahí, agradecemos el formidable bagaje teórico y metodológico que nos ha ofrecido y que nos ha formado en la necesidad de seguir indagando y construyendo desde otros ámbitos científicos, como la biología, la paleontología, la física, la etología y las ciencias cognitivas, entre otras, la moderna concepción de las ciencias de la comunicación.

Si el libro blanco de Teoría de la Comunicación que generosamente nos ofreció en los albores de los 90 nos hablaba de aportar elementos para un momento fundacional de las Ciencias de la Comunicación, creo sin temor a equivocarme  que hoy,  el libro que nos presenta  bien puede ser una obra fundacional definitiva, y si no, al tiempo, que no hay propuesta científica en el campo, que haya resistido como ésta los embates de la critica y el tiempo durante los últimos 30 años. 

La obra de Manuel Martín Serrano, está llamada a ser considerada la aportación más sólida y consistente en la fundamentación de las ciencias de la comunicación contemporáneas.

Notas:

1 Manuel Martín Serrano. Teoría de la Comunicación: La Comunicación, la vida y la cultura. McGraw Hill. Septiembre de  2007. 

2 La importancia que la obra de Martín Serrano concede a la comunicación humana queda evidente en la Producción Social de la Comunicación, obra que representa un hito en la investigación de los sistemas comunicativos y que desde la sistémica precisa que lo comunicativo observa la conservación/cambio de los sistemas que dependan del intercambio de información. 


Javier I. Ávila Guzmán
Profesor de carrera de la FES Acatlán (UNAM), investigador del Centro de Calidad y Competitividad y profesor de maestría de la Universidad de la Comunicación y experto en comunicación organizacional.

 

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