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EL VALOR DE LA INVESTIGACIÓN HISTÓRICA PARA LA TEORIZACIÓN SOBRE LA PRENSA 'ÉTNICA' EN LOS ESTADOS UNIDOS: EL CASO DEL PERIODISMO EN ESPAÑOL DE NUEVA ORLEANS

Por Ilia Rodríguez
Número 63


La percepción de la prensa producida por la diáspora latinoamericana en los Estados Unidos como fenómeno al margen del desarrollo de la prensa dominante ha sido producto de una orientación  académica que suele utilizar la categoría “prensa étnica” para teorizar el ejercicio periodístico de las minorías.  Desde esta perspectiva, se concibe el periodismo de los latinos y de otros grupos étnicos minoritarios como una práctica fundamentalmente distinta de la prensa en inglés por el destacado papel que juega dicha práctica en la defensa comprometida con la preservación de un legado cultural y en la asimilación o integración de las minorías dentro de la sociedad estadounidense en general.  Desde los primeros estudios de Park (1922), la investigación sociológica así como las histografías y los libros de texto sobre historia de los medios han recalcado las funciones sociales de la prensa étnica como proveedora de información de interés para el grupo en cuestión, vehículo de asimilación o aculturación, y promotora de una revigorización étnica y cultural que dista de la supuesta neutralidad u objetividad atribuida a la prensa comercial para la mayoría (p. ej., Miller, 1987; Wynar y Wynar, 1976; Vishwanath y Arora, 2000; Subervi-Velez, 1986; Emery y Emery, 1992; Sloan y Startt, 1999). 

En el caso específico de la prensa en español, tal enfoque funcionalista ha sido importante para la documentación de una larga y copiosa, aunque marginalizada, historia del periodismo producido por hispanos y latinoamericanos en Estados Unidos.  Tales estudios han dado a conocer el liderazgo social de este medio en la movilización para la defensa de los derechos civiles de las minorías, en el activismo político y en procesos de asimilación así como de preservación de las lenguas y culturas minoritarias de inmigrantes, exiliados y nativos (Chabrán, 1987; Chacón, 1977; Goff, 1995; Gutiérrez, 1977; González, 2001; Lomas, 1993; Leal, 1989; Kanellos, 2000; Meléndez, 2005; Smith, 1990; Subervi-Vélez, 1986).

Pero estas perspectivas funcionalistas plantean, por otro lado, varias limitaciones para la comprensión de la variedad y riqueza del periodismo en español en suelo estadounidense.  Por una parte, como han señalado algunos académicos, el acercamiento tradicional hacia los medios étnicos supone a menudo una conceptualización de la prensa étnica que tiende a oscurecer diferencias demográficas, culturales, regionales e ideológicas al reducirlas a una sola categoría. Como ha sostenido Kanellos (2000), algunas definiciones de la prensa étnica “confunden etnicidad con estado migratorio”, sin que correspondan cabalmente a la experiencia hispanoamericana.  Por ejemplo, en regiones como el suroeste del país, el desarrollo de la prensa en español no fue producto de la inmigración en el siglo diecinueve, sino del quehacer de comunidades hispanoparlantes cuya fundación precedió la immigracion anglosajona (Kanellos, 2000, pp. 28-29). De modo similar, la diversidad en el uso de la lengua – fuese inglés, español, o ambas – y en la demografía latinoamericana – que incluye tanto poblaciones nativas como flujos inmigratorios recientes que ponen en tela de juicio las anteriores teorías de asimilación basadas en la experiencia de la población europea en el continente norteamericano – hacen a su vez que las categorizaciones simplistas se vuelvan problemáticas.  Y aún entre los académicos que han desarrollado un concepto más abarcador de la prensa étnica, uno que diferencia entre subcategorías de periódicos de “inmigrantes” y periódicos “étnicos”, la tendencia – según argumenta Kanellos (2000) – es a ignorar su función especial como “expresión de las minorías raciales oprimidas” (p. 125).

En respuesta, Kanellos (2000) ofrece una clasificación que subraya la diversidad de la prensa en español y la importancia de la raza y la etnicidad en la perspectiva histórica.  Por ejemplo, el autor distingue a la “prensa de inmigrantes”, cuya función primaria es proveer noticias de las naciones de origen a los lectores en Estados Unidos, de la “prensa de hispanos nativos”, que se concentra en seguir de cerca los derechos civiles y el desarrollo económico, social y educativo de la comunidad – a menudo desde una postura contestataria hacia la sociedad general – y de la “prensa en el exilio”, la que, establecida por refugiados políticos, ofrece noticias y crítica sin censura para los compatriotas (pp. 5-6).

Aunque la reconceptualización de Kanellos ciertamente plantea la necesidad de prestar atención a la heterogeneidad y complejidad del periodismo en español, no deja de ser un enfoque funcionalista que reproduce la visión de la prensa étnica como un campo del ejercicio periodístico aislado o divorciado de las tendencias generales que han definido al periodismo estadounidense. En otras palabras, como ocurre con gran parte de los trabajos sobre prensa étnica en general, el énfasis en la función distintiva de la prensa étnica tiende a ocultar las dinámicas de producción que incorporan a dichos periódicos en una red de interacciones con la prensa metropolitana y comunitaria más amplia. Rara vez se han concentrado las investigaciones académicas en la dinámica de dichas interacciones, que pueden incluir desde el uso común de tecnologías innovadoras y la adopción de técnicas modernas de redacción; hasta la participación en tendencias estructurales generalizadas como lo han sido en su momento la identificación abierta con líneas partidistas, la comercialización de la noticia y la especialización en el reportaje; y la incorporación de modelos de propiedad y administración de los medios. El propósito principal del presente trabajo es examinar las tendencias estructurales antes citadas para destacar cómo algunas de las prácticas identificadas como movimientos que definen la trayectoria del periodismo predominante en lengua inglesa fueron en igual medida parte de la historia de los periódicos en español en el siglo diecinueve y principios del veinte.

Con casi 200 años de historia, la prensa en español y bilingüe de Nueva Orleáns brinda una valiosa oportunidad para explorar el desarrollo de los periódicos étnicos urbanos en la nación del norte.  Con la fundación de El Misisipí en 1808 y El Mensagero Luisianés en 1809, la ciudad quedó registrada como el lugar de nacimiento de los primeros periódicos bilingües en Estados Unidos.  Para efectos de esta investigación, se eligió dicha ciudad como caso de estudio en función de 1) su amplio historial de publicaciones en español, 2) su carácter e importancia urbana como ciudad portuaria y encrucijada de comercio y culturas, 3) el acceso a fuentes primarias y secundarias de análisis.  Asimismo, el texto en sus manos se nutre de una lectura crítica del ensayo A History and Bibliography of Spanish-Language Newspapers and Magazines in Louisiana 1808-1949 (Historia y bibliografía de periódicos y revistas en español en Luisiana de 1808 a 1949), publicado por Raymond McCurdy en 1951, y de un análisis textual de una selección de periódicos en español y bilingües publicados en la ciudad entre 1808 y 1926.  Retomo aquí la obra de MacCurdy, una cronología descriptiva de publicaciones en español, a la luz de una perspectiva estructuralista de tendencias periodísticas identificadas como hitos decisivos en el periodismo moderno. Además, para identificar y verificar la presencia de rasgos estructurales sobresalientes así como de contenido relevante a lo largo del periodo estudiado, revisé doce periódicos disponibles en la Biblioteca Howard-Tilton Memorial de la Universidad de Tulane  y en la Biblioteca Pública de New Orleans: El Misisipí, periódico político, literario y mercantil (15 de noviembre, 1834), El Telégrafo (8 de noviembre, 1825), La Abeja (18 de septiembre, 1830), El Porvenir del Pueblo (3 de noviembre, 1840), L’Omnibus (31 de diciembre, 1840; 25 de enero, 1841), Revista Mercantil de Nueva Orleáns (1º de febrero, 1883), El Mensajero (13 de octubre, 1894), La Revista Comercial Americana (10 de enero, 1906), Pan-American Review (marzo, 1912; junio, 1916), Latin America (marzo, 1916), El Mundo Azucarero/The Sugar World (enero-marzo, 1914) y El Mercurio (septiembre, 1911; diciembre, 1916; marzo, 1921; julio, 1927). 
Investigación académica sobre historia del periodismo: tendencias, rupturas  y lagunas.

En sus influyentes críticas de la historiografía del periodismo, Carey (1974) y Stevens y Dicken-García (1980) observan el modo en que el trabajo académico en la historia de la prensa ha privilegiado con gran consistencia las interpretaciones Whig de la historia como una progresión lineal hacia niveles más avanzados de democracia, urbanización y modernización. Dentro de dicho contexto, se ha tendido a centrar la atención en los productores (biografías de “grandes hombres” del periodismo) o en el producto (el periódico en sí, su contenido y función). Como Stevens y Dicken-García (1980) hacen notar, hasta décadas recientes se dedicó mucho menos atención a las confluencias y los procesos, y se ignoró la interacción entre producto, productores, contexto y mecanismos de persistencia o disolución de prácticas profesionales en el campo. Como señalan los autores, las historias tradicionales del periodismo estadounidense – agrupadas principalmente como síntesis descriptivas o explicativas e interpretativas – generalmente enfatizaban las eras históricas, la discusión de los desarrollos periodísticos dentro de las fronteras nacionales y culturales, y la explicación de los contenidos, naturaleza, crecimiento y evolución de los medios (pp. 16-24).

Desde la publicación del trabajo de Stevens y Dicken-García, se han escrito muchas historias revisionistas para abordar las lagunas dentro de la obra académica. Streeter (1996) ha llamado a esta tendencia el “nuevo historicismo” en los estudios de los medios. Influenciada por las historias inductivas sociales o interpretativas, así como por las teorías y modelos críticos y feministas, la academia en las dos décadas pasadas ha dado voz a las historias marginadas de mujeres, minorías y periodistas radicales, y ha puesto de relieve la intersección de la experiencia individual con las estructuras de poder y con las luchas de identidad.  Esta nueva literatura, como señala Streeter, ha abierto el campo a nuevos cuestionamientos y enfoques teóricos para comprender el contexto estructural del desarrollo histórico de los medios.  El resultado final, como se puede argumentar, ha sido una comprensión más amplia y profunda de las fracturas, contradicciones y experiencias diversas de la vida nacional.

Un reciente análisis del contenido de una de los principales publicaciones periódicas en el campo sugiere que, en efecto, el énfasis en individuos y biografías ha disminuido, siendo más frecuente hoy día la atención a grupos, procesos y estructuras; sin embargo, persisten algunas lagunas entre los estudiosos. Cloud (2000) revela en un análisis de artículos publicados en Journalism History entre 1974 y 2000 que – entre otros hechos – se publicó una proporción igualmente baja de artículos sobre medios y minorías a lo largo del periodo estudiado – aproximadamente 10 por ciento en cada decenio. Dentro de este marco, el número de artículos sobre hispanos declinó en la última década toda vez que la cantidad de estudios sobre afroamericanos ascendió ligeramente.  De manera similar, mientras que un 36 por ciento de todos los artículos sobre mujeres en el periodismo se publicó entre 1989 y 2001, la proporción general de artículos sobre mujeres se mantuvo en un 18 por ciento en la última década, comparado con un 14 por ciento durante todo el periodo. Además, gran parte de la historia del periodismo sigue centrándose en periodistas, periódicos o contenido de las publicaciones.  Esta falta de atención a los medios hispanos en general, y a las interacciones entre los medios étnicos y los predominantes, en particular, es a nuestro entender uno de los factores que entorpece el entendimiento de la naturaleza híbrida del periodismo en español en Estados Unidos desde principios del siglo diecinueve.

Los periódicos de latinoamericanos en el contexto de las tendencias históricas del  periodismo estadounidense
Entre profesores y estudiantes de la historia del periodismo, una manera de abordar el desarrollo de la prensa moderna es a través de la identificación de una serie de tendencias—coincidentes y ocasionalmente conflictivas – en la estructura del contenido, producción y propiedad de la prensa desde principios del siglo diecinueve hasta inicios del siglo veinte.   Muy a menudo dichas tendencias se presentan, sin embargo, como movimientos lineales que van de la identificación partidista del periódico a principios de siglo al desarrollo de la comercialización y la objetividad como norma profesional hacia principios del siglo veinte; del apoyo financiero de los partidos hasta la dependencia de la publicidad como principal fuente de ingresos; de la producción para una elite de lectores a la producción para un público masivo y para grupos con intereses particulares; de la defensa de la función política de la prensa como foro de opinión a la adopción de un modelo de información regido por normas profesionales de objetividad y factualidad; y de modelos de propiedad basados en la tenencia individual y familiar al surgimiento de imperios periodísticos. En muchos libros de texto, se asume que estas tendencias cambiantes signan un movimiento hacia estadios más desarrollados y profesionales de la producción de noticias.  Como parte de este panorama general, la prensa étnica puede quedar relegada a capítulos separados en un libro de texto o incluida como sección de un capítulo en la narrativa cronológica lineal, pero siempre en el contexto de sus funciones peculiares.  Sin embargo, basta con examinar los archivos y hemerotecas para encontrar evidencia de las confluencias históricas de la prensa predominante y la prensa histórica.  En la siguiente sección, presento un esbozo general  para ilustrar cómo algunas de las principales tendencias mencionadas con anterioridad han sido también parte de la historia del periodismo en español.

El partidismo y el respaldo político en los periódicos en español de Nueva Orleans
El periodo entre 1783 y 1833 se caracteriza como la época de la prensa partidista en Estados Unidos.  Con el desarrollo de los partidos políticos, luego de la adopción de la constitución en este país, los periódicos jugaron un papel auxiliar clave al moldear la opinión pública sobre los ideales y las orientaciones del sistema político naciente.  Para entonces, era rasgo distintivo de los periódicos era el enconado y vigoroso debate político y el rechazo a la neutralidad.  El periodo Federalista-Republicano (1789-1816) y la época Jacksoniana (1829-1837) son vistos como momentos cruciales en las primeras luchas para construir un sistema democrático. Como parte de este contexto, los historiadores de los medios han descrito el papel del periódico como “vocero” de las facciones políticas con varias funciones claves: promover los ideales políticos, dar apoyo a los principios partidistas, defender al partido y a sus políticos, proveer un foro para la expresión de las opiniones del partido, definir “veracidad” desde la perspectiva partidaria, atacar a los oponentes, aportar un método para las maniobras electorales e influir sobre la opinión pública.  Tales funciones eran, a su vez, subvencionadas por el apoyo financiero de los partidos a los periódicos.  Sin embargo, como sostiene Schudson (2001), el partidismo no desapareció de los periódicos para la década de 1840. Aunque el inicio de la comercialización de las noticias permitió a muchos diarios independizarse de los subsidios partidistas, el respaldo político y la lealtad a los partidos caracterizó a los periódicos a lo largo del siglo deiecinueve. Más que el inicio de una transición lineal del partidismo a la comercialización y objetividad a mitad del siglo, dichas tendencias coexistieron y coincidieron durante el resto del siglo (p. 55).

En lo que se refiere a contenidos, durante la primera mitad del siglo diecinueve los periódicos presentaban, en primer término, la discusión política, la cobertura de noticias del extranjero – en particular noticias de Europa – resúmenes de noticias mercantiles e información naviera, ensayos sobre temas morales, religiosos y económicos, y secciones literarias. Era común que se desatendieran las noticias locales, a excepción de contenido despolitizado tal como decesos y enlaces matrimoniales de ciudadanos prominentes, desastres y mejoras a las obras públicas (Sloan, 1999, p. 72).

El contenido de algunos de los primeros periódicos en español Nueva Orleans sugería la estructura y función híbridas de dichas publicaciones.  En efecto, se les puede analizar en el contexto de su función de “prensa de inmigrantes”, como lo propone Kanellos (2000) y otros – una prensa cuyo papel principal es proporcionar noticias de las naciones de origen a los lectores en Estados Unidos. Empero, una mirada más atenta al contenido en el contexto de las tendencias periodísticas en la nación en la primera mitad del siglo diecinueve, sugiere la influencia de patrones comunes en el enfoque político y la orientación partidista. El Misisipí (1808-1810?) fue fundado por la firma angloamericana William H. Johnson and Company para atender a los lectores hispánicos, proporcionándoles noticias de España y sus intereses coloniales en ultramar (MacCurdy, 1951, p. 8).  En la edición del 12 de octubre, 1808, tres de sus cuatro páginas se dedicaron a noticias de Europa (reimpresas de otros periódicos) centradas en la Guerra de Independencia contra Napoleón en España. De modo similar, El Mensagero Luisianés (1809-1811) del 13 de octubre, 1810, presenta noticias de la misma guerra y comenta sobre la declaración de independencia por parte de líderes floridanos que se oponían al colonialismo español (MacCurdy, 1951, p. 10). Los periódicos de este periodo también contenían una página de anuncios, noticias marítimas y comparaciones de precios corrientes. Por ejemplo, un número de una segunda edición de El Misisipí, periódico político, literario y mercantil (1834-?), cuyo contenido se enfocaba asimismo en noticias de España, enlistaba el 15 de noviembre, 1834, los precios de mercancías como azúcar de La Habana, licor de Cataluña, vinos españoles, ron jamaiquino, tabaco cubano, higos, azafrán, añil, arroz y bacalao seco.
En dichas publicaciones, la cobertura de información mercantil y asuntos europeos remarcaba el respaldo partidario para la autoridad colonial española en las Américas, así como el rechazo y la refutación de los reclamos y argumentos de las fuerzas proindependentistas. En El Mensagero Luisianés (13 de octubre, 1810), encontramos un ataque editorial parecido a los que a menudo se intercambiaban en la prensa partidaria de la época. En este caso, el editor de un periódico en francés de Nueva Orleans es duramente criticado por sus opiniones contra España. Un escritor español, identificado como El Mirón, niega vehementemente la acusación del editor LeClerc de que España se había dedicado a la piratería en el Golfo de México (MacCurdy, 1951, p. 11). Además, en El Telégrafo (1825- ?) del 8 de noviembre, 1825, un acre editorial arremetía contra la Inquisición española, que algunos años antes había intentado infructuosamente establecerse en Luisiana. Documentados por MacCurdy (1951), esos intensos ataques partidistas se hicieron aún más evidentes en 1830, en las encarnizadas rivalidades de los editores de El Español (1829-1830) y La Abeja (1829-1830, 1840) (pp. 12-13). El primero se fundó cuando una oleada de refugiados españoles procedentes de México se albergó en Nueva Orleans después de que brotara la guerra mexicana de Independencia. Apasionadamente a favor de España, el periódico vituperó a los líderes y simpatizantes de la independencia; en respuesta, los editores de La Abeja – suplemento en español del periódico bilingüe L’Abeille de la Nouvelle Orléans and The Bee – calificaron a los refugiados españoles de “enemigos de la libertad en toda América, partidarios del despotismo, la superstición y el fanatismo; hombres vomitados por reyes absolutistas e hipócritas falaces”.

Vale recalcar que la toma de líneas partidistas en la prensa en español se hacía extensiva a las contiendas políticas de los principales partidos en los Estados Unidos.  MacCurdy hace notar que la circulación de periódicos de campaña electoral en lengua española comenzó a finales de la década de 1830, siendo todos ellos parte de esfuerzos de publicación multilingüe dirigidos por grupos políticos establecidos en la ciudad. Por ejemplo, Le Figaro (1838-1838?), periódico trilingüe en español, inglés y francés, fue fundado para apoyar a A. B. Roman, candidato del partido Whig para gobernador de Luisiana.  En 1840, El Porvenir del Pueblo (agosto-noviembre, 1840), suplemento de L’Avenir du Peuple y The Future, se constituyó en un ardiente enemigo demócrata de los Whigs, abolicionistas y nativos del país. Editado por un prominente ejecutor de campañas electorales, J. J. Regnard, el periódico presentaba el trabajo de un satírico español bajo el seudónimo de “A. Z.”, quien instaba a los lectores a rechazar las invitaciones a votar por los Whigs como intentos de engaño a los grupos minoritarios. Competidor de El Porvenir, surgió en 1840 un suplemento en español de The Bee que empleaba a escritores españoles para alabar a los candidatos Whigs. Por ejemplo, en una columna en verso  titulada “Musa Popular”, en el número del 3 de noviembre, 1840, el candidato presidencial demócrata, Van Buren, es vilipendiado como “imprudente”, “con torcidas intenciones”, “insolente” y tiránico: “Maldito pues ha querido/En pueblo servil cambiar/Con la fuerza militar/El País en que ha nacido/Y en el que quiere reinar.”  A su vez, el candidato republicano, General Harrison, es retratado como un hombre modesto y desinteresado, cuyo objetivo era servir a la nación: “Harrison sin ambición/Y sin otra pretensión/Que su objeto predilecto/De hacer feliz la nación”.  Tanto El Porvenir como The Bee en español dejaron de publicarse después de la elección de 1840 (MacCurdy, 1951, págs. 14-16).

Asimismo, durante la guerra de Estados Unidos contra México por la anexión de Tejas, algunas de las publicaciones en español también se regían por líneas editoriales partidarias. El primero y aparentemente único diario en español publicado en Nueva Orleans, La Patria (1846-1950) – que se anunciaba como “el órgano de la población española en Estados Unidos” – junto con El Pobre Diablo (1847?), estaban a favor del país del norte en la guerra contra México. Por otra parte, La Unión(enero-agosto, 1851) se publicaba en 1851 para “ser un vocero del hispanoparlante olvidado y a menudo difamado en un ambiente hostil, y para oponerse a los designios imperialistas de la Gran Bretaña y los Estados Unidos” (MacCurdy, 1951, p. 22).

Para este año, otra batalla política coloreaba las páginas de los periódicos en español cuando las facciones involucradas en el movimiento cubano por la independencia de España ganaron simpatizantes en Nueva Orleans e incitaron la reacción de los periódicos conservadores en español. Por ejemplo, cuando La Unión (21 de agosto, 1851) publicó una severa crítica de una fallida expedición de 500 cubanos y estadounidenses que zarpó hacia Cuba para luchar contra los españoles, una indignada turba de ciudadanos cubanos y estadounidenses destruyó las oficinas del periódico, saqueó seis cafeterías de españoles, dos tabaquerías y el Consulado de España. El respaldo local a la independencia cubana dio origen a dos periódicos más en el siglo diecinueve: La Libertad (1869-1870?) y El Correo de Cuba (1898-1898?), que apareció una vez comenzada la guerra hispanoamericana (págs. 26-27).  De las posturas tomadas por los periódicos en español sobre la guerra civil estadounidense, la única referencia hallada en el estudio de MacCurdy es acerca de la oposición a las políticas reconstruccionistas del Congreso republicano expresadas por los editores de El Indicador en 1868 (p. 25). Por consiguiente, ya fuese las rivalidades facciosas entre los partidarios y los opositores al dominio colonial español en las Américas o las riñas partidistas en el contexto de las elecciones estadounidenses y la guerra civil, las publicaciones en español exteriorizaron algunos de los mismos rasgos que caracterizaron a la prensa en inglés. La publicación de virulentos ataques personales, el uso del periódico para maniobras electorales, y el enfoque en la defensa de ideales políticos que trascendían la comunidad local conectaron, en efecto, al público lector en español con la nación y el mundo entero.

Creciente comercialización y atracción popular
En la mayoría de libros de texto e historiografías del periodismo, se habla de la importancia de la década de 1830 en el desarrollo de una tendencia “revolucionaria” – o “evolucionaria”, conforme al hisoriador Nerone (1987) – la aparición de una prensa comercial y sensacionalista (“penny press”) dirigida a las clases populares, en particular en entornos urbanos.  La prensa comercial popular surgió en Nueva York en 1830 como un nuevo modelo de producción.  Ésta no dependía de un respaldo partidista directo sino de ingresos por publicidad y circulación, daba mayor énfasis a las noticias y los asuntos locales que a la opinión política, y estaba destinada a la masa de lectores más que a una elite de políticos y comerciantes (Sloan y Startt, 1999, pp. 121-140; Emery y Emery, 1992, pp. 95-118).
 
En diciembre de 1840, los lectores en español de Nueva Orleans vieron aparecer una publicación trisemanal en francés y español, cuya misión era análoga a la de otros periódicos comerciales urbanos. El ejemplar del 31 de diciembre, 1840, de L’Omnibus (1840-1841?) anunciaba su política editorial: aclarar cuál es la causa de la miseria entre la gente y proveer respuestas con información general, humor, literatura y demás contenidos que se ajustaran a la misión de una publicación popular (“todo lo que pueda desearse en un diario popular”). Destacaban en ésta las noticias de crímenes locales, cuentos cortos seriados y cobertura de espectáculos. Por ejemplo, el 25 de enero, 1841, se dio la noticia del arresto de 20 hombres ebrios de la siguiente manera: “Desde las ocho hasta las onze ayer a la noche hubo veinte hombres arrestados por la policía de la primera municipalidad, todos borrachos, vagos, o haraganes”. En un lenguaje popular y tono humorístico que recuerda los reportes de noticias sobre cortes y delitos en el Sun de Benjamin Day, un reportaje del 10 de febrero describe el incidente en el que un joven intentó entrar a un baile sin pagar la cuota de entrada, provocando una trifulca y su arresto por la policía: “Un Joven estando un poco cargado, quieremos (sic) decir tenía más “Espíritu en su cuerpo que Agua,” quería entrar al Bayle de San Felipe sin aflojar el peso fuerte a trapo de municipalidad, una pelea se armó, y él fue arrestado.”  Además de las noticias locales, se publicaban anuncios y reseñas de funciones teatrales así como avisos clasificados  (MacCurdy, 1951, p. 17).

Aunque las orientaciones políticas de los periódicos siempre eran evidentes, fue también visible la influencia de una creciente comercialización y compraventa de mercancías hacia finales del siglo diecinueve. En periódicos como El Indicador, periódico politico, mercantil y literario (1866-69?), la cantidad de anuncios ilustrados y clasificados así como la amplia variedad de anunciantes distinguía al periódico de anteriores publicaciones; eran comunes los anuncios de importadores y exportadores, agentes de seguros, abogados, comerciantes de diamantes, relojeros, profesores de español y vendedores de ropa, muebles y medicina. Sin embargo, como con publicaciones anteriores, ésta tuvo corta vida, dejando ver las dificultades de publicar para un mercado limitado así como la naturaleza de las publicaciones producidas para servir a una causa o campaña política específica de corta duración.

Este desarrollo del comercialismo toma lugar en una época conocida como la “era dorada del periodismo”, en que a menudo se identifican tres nuevas tendencias en el periodismo comercial urbano como las más significativas: su degeneración en amarillismo, una reacción en contra del sensacionalismo y la práctica del periodismo de denuncia de escándalos (muckraking). Entre 1890 y 1910, los productores de noticias vieron los mayores incrementos de público lector y consolidaron su estatus entre las principales industrias en la naciente sociedad de consumo. En el panorama nacional, los gastos en publicidad en periódicos y revistas crecieron de 10 millones de dólares en 1867 a 80 millones en 1883 (Smythe, 1999, p. 206).  Entre 1890 y 1910, los estadounidenses también vieron el mayor incremento en el número de diarios y semanarios publicados. En algunos de los periódicos metropolitanos más prominentes, el nuevo periodismo de las décadas de 1880 y 1890 introdujo un mayor énfasis en las noticias, las cruzadas populares, las fotos de acción y abundantes ilustraciones, los encabezados en grandes tipos, las campañas para el “hombre común y corriente”, el interés humano y el entretenimiento.

Para inicios del siglo veinte, una feroz competencia llevó a los editores a practicar el sensacionalismo extremo--conocido como periodismo amarillista--cuyo apogeo se presenció durante la Guerra Hispano-Estadounidense de 1898.  Fue en la cobertura de esa guerra que las imprecisiones, la fabricación de noticas y la propaganda belicista recalcaron los límites del sensacionalismo como fórmula comercial (Everett, 1999, p. 222).  En la publicación de revistas, los citados decenios trajeron una nueva orientación práctica y comercial, reduciendo la cobertura literaria, histórica y de viajes, y ampliando la atención a la política, la economía y los problemas sociales. A principios de siglo, los excesos de la prensa metropolitana sensacionalista pasaron a un segundo término ante un nuevo y moderador movimiento en las publicaciones comerciales para el gran público. Dirigidas por escritores y periodistas progresistas, muchas revistas de interés general fueron promotoras del reportaje de denuncia que dio origen al periodismo investigativo moderno.  Un fenómeno que se desarrolla primordialmente entre 1900 y 1910, la investigación y denuncia de escándalos expuso la corrupción y la injusticia social en la creciente sociedad industrial y dio pie a la acción del gobierno para introducir reformas sociales por medio de legislación federal.  Blanco de los ataques de los periodistas fueron los políticos corruptos, el monopolio y abuso de poder por parte de las corporaciones privadas, las miserables condiciones laborales de las masas trabajadoras, la violencia racial, la salubridad pública y la calidad de productos básicos de consumo como la carne y las medicinas (Kielbowicz, 1999, págs. 301-315).

En la prensa en español de Nueva Orleans, la era del “nuevo periodismo” no dejó una huella
consistente de sensacionalismo ni de denuncia de escándalos como se registra en la prensa para las mayorías. Entre los periódicos recuperados y archivados, la influencia no es aparente, lo que posiblemente obedezca al hecho de que los números existentes son escasos y apartados entre sí, y sugiera que hace falta contar con más por medio de búsquedas y análisis. No obstante, otras tendencias de esta era de comercialización dejaron marca: la aparición de publicaciones de interés especial con un enfoque en los negocios y el comercio, y el surgimiento de revistas ilustradas con variedad de temas.

A partir de 1883, la ciudad contempló una oleada de publicaciones periódicas (periódicos y revistas) dedicadas a la promoción de negocios, comercio, agricultura e industria. MacCurdy señala a la Revista Mercantil de Nueva Orleans, dedicada a los intereses mercantiles de Nueva Orleans e Hispano Americanos (1883-?) como la primera en una serie de publicaciones periódicas cuyo objetivo era promover la ciudad como punto central para el comercio latinoamericano. Ésta fue seguida por La Revista Comercial (1887?-?), El Mensajero, semanario dedicado a  los intereses comerciales de Nueva Orleans y de los países latino-americanos (1894-?), El Americano (¿-1905), La Revista Comercial Americana, Decenario de Intereses Generales Pan-Americanos (1906?-1907?), Pan-American Review, A Monthly Review of Central and South American Affairs (1910-1916?), Latin America; a periodical for the promotion and interchange of commerce between United Status and the Latin American republics (1911-16) y El Mundo Azucarero/The Sugar World en 1913 (MacCurdy, 1951, pp. 27-30). Estas publicaciones, en español o en ambas lenguas, proporcionaban noticias sobre negocios, comentarios políticos y algún contenido literario. Se dirigían tanto a grupos empresariales en Nueva Orleans como a lectores en América Latina. Por ejemplo, en La Revista Comercial Americana del 10 de enero, 1906, el editor asevera que su revista cuenta con una circulación de 5,000 copias entre las “clases más selectas en las cinco repúblicas de América Central, México y Cuba”. Y en la edición de marzo, 1911, de Latin America, las noticias sobre negocios son complementadas por una columna que ofrece justificación para la presencia de tropas estadounidenses en varias naciones de Latinoamérica como táctica para conservar el orden bajo la Doctrina Monroe (MacCurdy, 1951, págs. 27-30). Una lectura de la lista de editores y redactores de las mencionadas publicaciones revela que, como los periódicos publicados anteriormente, la inversión angloamericana en el periodismo en español seguía siendo una práctica corriente. Entre las ocho publicaciones sobre negocios y comercio indicadas anteriormente, tres eran publicadas por personas que no tenían origen hispano, cuatro tenían editores con nombres hispanos, y en la otra había un grupo mixto.

Otro tipo de publicación que hacía su debut a principios del siglo veinte era la revista ilustrada de temas variados, en la cual figuraba el uso abundante de fotografías y diseños gráficos.  El Mercurio: Revista mensual ilustrada de actualidades, literatura, ciencias, artes, crítica, caricatura, política, viajes, industrias, modas, etc.  (1911-1927) se identificaba como la empresa más exitosa y perdurable de su tipo. Entre 1911 y 1921, sus colaboradores incluían prominentes intelectuales de América Latina America (p. ej., Miguel de Unamuno, Jacinto Benavente, Amado Nervo, José Santos Chocano, entre muchos otros). Después de 1921, cuando la revista tomó una nueva dirección debido a cambios editoriales, El Mercurio giró su atención hacia el contenido comercial y las notas de sociedad que proyectaban las actividades de destacados líderes locales de origen latinoamericano. En ambas revistas—las ilustradas de variedades y las de negocios—el uso de los recursos visuales y un diseño más ágil sugieren el interés de los editores en participar de las tendencias dominantes en la publicación comercial durante la Edad de Oro del periodismo.

Conclusión
Este bosquejo general, exploratorio y limitado en su alcance, de las publicaciones periódicas en español en Nueva Orleans entre 1808 y 1927 sugiere que dichas publicaciones constituyeron espacios de confluencia.  Aún cuando la mayoría de los periódicos encontrados en los archivos indican una breve duración – sólo un periódico publicado antes de 1850 duró más de tres años, y en la segunda mitad del siglo sólo uno duró cuatro años,  y una sola revista ilustrada fue publicada por más de diez años a principios del siglo veinte – una revisión de estos numerosos proyectos en el tiempo deja ver un diverso repertorio de prácticas periodísticas.

Por una parte, los periódicos jugaron los papeles a menudo atribuidos a los periódicos étnicos, ya fuese como prensa de inmigrantes para residentes principalmente españoles y latinoamericanos, prensa en el exilio para grupos de mexicanos, españoles y cubanos que migraban a la ciudad durante los procesos de independencia de España, o prensa minoritaria para los ciudadanos de habla hispana a lo largo del siglo. En Nueva Orleans, una ciudad portuaria con contactos comerciales históricos con otras ciudades de América Latina y el Caribe, el siglo diecinueve trajo una acelerada inmigración y refugio para los exiliados políticos hispanoamericanos.  Allí, la naturaleza del entorno urbano facilitó la publicación de publicaciones periódicas en español, en su mayor parte financiadas conjunta o principalmente por editores ingleses y franceses.
Dentro de este contexto, los periódicos en español recibieron la influencia y a la vez participaron en algunas de las tendencias generales asociadas con el desarrollo del periodismo moderno. Como se hizo notar, un viraje de la política y el partidismo hacia la comercialización de las noticias fue parte de la evolución del periodismo en español en el contexto de Nueva Orleans. Y a pesar de que ni el sensacionalismo de la prensa amarillista ni los reportajes de investigación de principios del siglo veinte dejaron marcas significativas, para finales del siglo diecinueve, el interés por atraer a los grupos de lectores populares y especializados con una publicación de mayor orientación comercial resulta evidente en las fuentes primarias examinadas.  Sin dejar de lado el papel de defensores de los intereses de ciertos grupos étnicos, los editores de las publicaciones en español se alejaron de la línea política y partidaria para volverse más atractivos a los intereses de elites empresariales o clases populares hispánicas por medio de un contenido comercial.  Este cambio de línea fue análogo al desarrollo de las publicaciones periódicas para el público mayoritario de Estados Unidos.

Sin embargo, resulta importante notar que esta exploración de la producción de periódicos en español en Nueva Orleans – con su particular composición étnica y significación histórica como ciudad portuaria – no pretende generalizar sobre la evolución del periodismo en español en otras áreas de Estados Unidos.  Si se compara este entorno con lo que Meléndez (2005) ha escrito en su historia de la prensa en español en Nuevo México desde 1834 hasta 1935, podríamos argüir que en contextos rurales con carencia de recursos y altos niveles de analfabetismo, la tardía introducción de la imprenta y el énfasis de los editores y periodistas hispanoparlantes de Nuevo México – los “periodiqueros nuevomexicanos” – en promover una cultura alfabetizada y una toma de poder comunitaria, produjo una trayectoria distinta. Más análisis comparativos de estas historias regionales del periodismo en español podrán suministrar interesantes paralelos y contrastes que enriquezcan nuestro conocimiento de la historia del periodismo y de la diversidad y riqueza de la experiencia latinoamericana en Estados Unidos.


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1Traducido del inglés bajo los auspicios del "Proyecto de Historia de la Prensa en Puebla" del DCC de la UPAEP, que dirigen conjuntamente el Dr. Miguel Ángel Sánchez de Armas y el Dr. José Antonio Meyer. Este trabajo apareció originalmente como una ponencia presentada en el congreso anual de la Association for Education in Journalism and Mass Communication en Washington, D.C., agosto del 2007.


Ilia Rodríguez

Catedrática auxiliar en el Departamento de Comunicación y Periodismo en la Universidad de Nuevo México, donde imparte cursos de redacción periodística, medios y multiculturalismo, y métodos de investigación. Sus líneas de investigación incluyen el análisis histórico y comparativo de la prensa producida por minorías étnicas y del papel cultural del periodismo en procesos de cambio social. Obtuvo un doctorado en Periodismo y Comunicación Masiva en la Universidad de Minnesota, una maestría en Estudios Latinoamericanos en la Universidad de California, y una licenciatura en Comunicación Pública en la Universidad de Puerto Rico.

 

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