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Por Miguel Zaldívar
Dávalos
Número 29
La historia del desarrollo de
la industria publicitaria en la cinematografía norteamericana
describe, aunque con números y en el nivel más superficial
de las prácticas de consumo, el impacto de la publicidad
a la que estamos expuestos en las cintas hollywoodenses.
En un libro de Shirley Biagi titulado
Impacto de los medios encontramos una caricatura muy simpática
en la que se muestra a un grupo de padres de familia haciendo una
manifestación en contra de los libros escolares; los padres
sostienen pancartas con inscripciones absurdas en las que se lee:
"Protejamos a nuestros hijos", "Prohíban todos
los libros". ¡Ah!, pero lo simpático de la caricatura
es que al frente de la misma, en primer plano, un papá explica
con toda formalidad y convicción a la reportera que pretende
cubrir la noticia: "Hemos descubierto que de hecho TODOS los
libros escolares tienen palabras que, cuando las reorganizamos en
un orden distinto, pueden parecer obscenas" (Piraro,1997).
Sin ánimo de llegar a un extremo como éste y apelar
a que prohíban la exhibición del cine extranjero,
en el siguiente ensayo se platea la problemática de su influencia
en la identidad cultural de los jóvenes, apelando a todos
aquellos que disfrutamos del cine a ser concientes de su posible
efecto.
El querer medir a ciencia cierta
los efectos que los mensajes de la cinematografía tienen
en sus espectadores es una labor casi imposible. La teoría
de la aguja hipodérmica como paradigma para entender el efecto
de los medios queda descartada pues nos ha quedado claro a través
de varios años de investigación que la recepción
es un proceso más complejo que el modelo conductista causa-efecto.
Aun así, existe evidencia concreta que demuestra la posible
influencia de los mensajes en una sociedad de consumo. La historia
del desarrollo de la industria publicitaria en la cinematografía
norteamericana describe, aunque con números y en el nivel
más superficial de las prácticas de consumo, el impacto
de la publicidad a la que estamos expuestos en las cintas hollywoodenses.
En 1982 El Extraterrestre (E.T.)
marcó el inicio de la incursión de la publicidad en
la industria cinematográfica. Si bien ya podíamos
ver desde el cine de oro estadounidense que los actores fumaban
cierta marca de cigarros o bebían ciertos licores, los productos
incluidos en esas cintas no eran con fines publicitarios sino de
ambientación, para dar un contexto o características
a un personaje. Con E.T. los productores buscaron intencionalmente
el patrocinio de una compañía de golosinas que estuviera
interesada en aparecer en la película. En una secuencia,
Elliot (el niño que encuentra a E.T.) quiere lograr la confianza
del extraterrestre y, buscando que salga del closet de su cuarto,
coloca chocolates en el suelo, separados uno del otro, para que
así E.T., interesado en comerlos, se acerque poco a poco
a él. Reeses Pieces de Hershey fue la marca que tomó
la decisión de aparecer en la cinta. Era un producto nuevo
y aún sin posicionamiento en el mercado. El año del
lanzamiento de la película Reeses Pieces logró 300
millones de dólares en ventas.
Como hiciera Hershey en E.T., diversos
marcas vieron en la cinematografía un medio para aumentar
sus ventas: El cereal Wheaties se anunció en Rocky III
(1982), los lentes Ray-ban querían que los luciera Tom
Cruise y patrocinaron Negocios Riesgosos (1983) e incluso
la Coca-Cola llegó al grado de adquirir Columbia Pictures
(la cual poseyó de 1982 a 1989) para que en todas sus producciones
aparecieran sus productos.
Si la cinematografía ha demostrado
ser un medio efectivo para lograr aumentar las ventas de productos,
es decir efectivo para provocar que nos conduzcamos de una manera
determinada y seleccionemos consumir un producto, podemos pensar
que de la misma forma pueden lograr vendernos ideas, formas de pensar,
formas de ver la vida y maneras de comportarnos. ¿Se puede
convertir el cine en un medio que poco a poco logre modificarnos?,
¿estaremos comprando las ideas de los mensajes que recibimos
a través de ese medio, que alguna vez Marshall McLuhan describiera
como el medio de mayor impacto en la audiencia?
Para que el cine extranjero pueda
influir en nosotros primero tendríamos que asegurarnos que
lo estamos viendo, y parece que los mexicanos lo consumimos de más.
Marién Estrada, en una publicación para la Revista
Mexicana de la Comunicación, evidenció a través
de un estudio a nivel nacional que en nuestro país durante
el año de 1997 se habían exhibido 320 películas
estadounidenses, contra 24 nacionales. Es decir, el 68.44 por ciento
de las películas exhibidas en ese año en México
fueron norteamericanas y solo el 5.13 por ciento eran mexicanas;
por supuesto, el otro 23.43 por ciento eran también de origen
extranjero. Dos años después, aún con el supuesto
crecimiento del cine mexicano, en una investigación que realizamos
en la ciudad de Guadalajara1,
pudimos encontrar que los datos se mantenían alarmantes:
El 68.85 por ciento de las películas exhibidas provenían
de Norteamérica y únicamente el 3.27 por ciento eran
nacionales. Finalmente, en el 2002 quisimos confirmar las tendencias
y durante un mes revisamos qué se exhibía; los resultados
se mantuvieron: 73.5 por ciento provenía de Estados Unidos
y 5.88 de México2.
Como podemos observar, los mexicanos
continuamos viendo casi exclusivamente cine extranjero y primordialmente
norteamericano. Los porques casi están de sobra comentarlos:
La necesidad de mayor inversión en las producciones nacionales,
de un mejor y más grande esfuerzo de promoción y marketing
de las cintas, aumento de la distribución, lograr mayor apoyo
de los dueños de las salas cinematográficas, más
confianza del público en las cintas mexicanas, etc., etc.
Si aún no podemos resolver estos problemas y si como cinéfilos
continuaremos acudiendo a las salas, al menos es importante estar
concientes de que los mensajes que estamos recibiendo están
cargados precisamente de una ideología extranjera. Como lo
menciona el investigador Javier Esteinou, tenemos una "...necesidad
urgente de reflexionar sobre nuestra cultura y la acción
de los medios de comunicación (...) para conservar la esencia
nacional dentro de la dinámica del acelerado cambio modernizador
que vive nuestro país" (1994).
Ya hablamos de cómo la publicidad
ha logrado a través del cine vender productos, entonces ¿qué
posibles ideas pudiéramos estar comprando conciente o inconcientemente
del cine estadounidense? Las enuncio bajo mi experiencia: El consumismo,
el dinero como símbolo del éxito, la belleza como
sinónimo de felicidad o el nacionalismo norteamericano como
la justificación a la guerra. Es importante no únicamente
hacer un análisis a profundidad de a qué tanto cine
extranjero estamos expuestos, sino cuáles son los contenidos
de las cintas,
Son importantes los estudios de
oferta y consumo de cine extranjero, pero más urgente se
hace establecer los contenidos de estas cintas; qué discursos
se promueven en ellas y bajo qué conductas y juicios se legitiman
como normales en la sociedad. Los discursos hegemónicos negativos
que en el pasado y de manera universal hemos identificado, ahora
parecen no serlo tanto. Ejemplos de los mensajes que se manejan
en algunas cintas hollywoodenses hay muchos y, aun bajo el riesgo
de parecer moralista, quisiera mencionar algunas de esas conductas
que aparecen en las películas como "aceptables",
"positivas" y en ocasiones hasta como "el deber ser":
la prostitución, los table dance, las stripers,
los chip and dale, en muchos casos aparecen como algo positivo,
sobre todo para los jóvenes, como una forma de divertirse
y despertar a la sexualidad totalmente normal. Por otro lado el
alcoholismo, las borracheras, el "reventarse", rebasar
límites tomando y manejando a alta velocidad, beber alcohol
hasta vomitar, se presenta como algo cool. Incluso la drogadicción
que se presenta hasta cierto punto como normal, podemos observar
como aun cuando es cierto que aparecen personajes en las cintas
que por ser drogadictos sufren y mueren, también encontramos
el personaje que se droga y no pasa nada, al contrario, se divierte,
es posible incluso que termine la película y no existan consecuencias
por haberse drogado.
Preocupado particularmente por nuestra
juventud, deseo cerrar con la reflexión de Biltereyst (1991),
quien afirma: "el problema se centra en que la influencia positiva,
negativa o nula en el receptor del mensaje dependerá de él
mismo, es decir, de su capacidad y experiencias para conocer e interpretar
los mensajes recibidos (...) lo cual por supuesto es preocupante
particularmente en los jóvenes quienes precisamente pudieran
tener menor capacidad y experiencia para realizar dicha interpretación".
Notas:
1
En esta investigación se analizó la cartelera durante
3 meses, consideramos las 8 salas cinematográficas a las
que acuden más los jóvenes caso de estudio, de acuerdo
con un sondeo previo aplicado a los mismos. En esta ocasión
coincidió que se exhibía "Sexo, pudor y lágrimas"
y aún así los resultados no fueron alentadores.
2 En esta investigación
se analizó la cartelera por 1 mes, consideramos las mismas
8 salas cinematográficas. En esta ocasión coincidió
que se exhibía "El crimen del padre Amaro" y aún
así los resultados tampoco fueron alentadores.
Bibliografía:
Biagi, Shirley (1999). Impacto de
los medios (cuarta edición). México: Thomson Editores.
Biltereyst, Daniel (1991). Resisting American hegemony: a comparative
análisis of the reception of domestic and US fiction. European
Journal of Communication, 6, 469-497. London: Newbury Prk and
New Delhi.
Esteinou Madrid, Javier. Televisión nacional y globalización
cultural. En Lozano, José Carlos. Anuario de investigación
de la comunicación. México: CONEICC.
Estrada, Marién (1998, enero 1). Un año de buenos y
magros avances para el cine mexicano. Revista Mexicana de la Comunicación.
Victoria Mas, Juan Salvador (1999). Hollywood y las marcas.
España.
Para la publicación
de escritos en La seducción de la imagen, comunicarse
con Claudia Quintero cquintero@itesm.mx.
Miguel
Zaldívar
Asesor pedagógico del
Centro de Innovación y Tecnología Educativa del ITESM,
Campus Guadalajara, Jal., México |