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Por Clara Alvarez
Número
56
“Si la Constitución
no es compatible con la Ley de Radio y Televisión,
lo que hay que cambiar es la Constitución…
hay que revisar la Constitución para que
nos permita estar a la par con el mundo porque
son tendencias internacionales”, señaló
Héctor Osuna, Presidente de la Comisión
Federal de Telecomunicaciones (Reforma) a raíz
de la resolución de la Suprema Corte que
declaró inconstitucionales los aspectos
medulares de la llamada Ley Televisa. Siguiendo
el argumento del Presidente de la Cofetel, la
Constitución sería un medio para
justificar cualquier cosa, así fuera tiránica.
Recuérdese que la Constitución
es un pacto político donde se establecen
los derechos fundamentales y los principios para
un régimen democrático, algunos
de los cuales fueron quebrantados por la Ley
Televisa.
La Constitución
Política por haberse expedido en 1917
no implica que haya perdido vigencia, ni que
se requiera modificar so pretexto de la modernidad.
La Constitución tiene principios que han
sido aplicables desde las primeras constituciones
del México independiente y –mientras
tengamos un régimen democrático-,
seguirán siendo vigentes a través
de los tiempos como son los de la igualdad, seguridad
jurídica, rectoría del Estado,
el de evitar fenómenos de concentración,
de garantizar la libertad de expresión
y el derecho a la información.
Para los que creen que
para la convergencia y evolución tecnológica
se requieren cambios a la Constitución
porque ésta es de 1917, comparémosla
con la Constitución de E.U.A. de 1789
que solamente ha tenido 27 enmiendas y ha permitido
todo avance económico y técnico.
Quizá más bien sea que los legisladores
de allá al expedir leyes en verdad respetan
los principios que ella enarbola y que no difieren
en esencia con los de nuestra Constitución.
¿Imagina usted a un senador o alto funcionario
de E.U.A. pidiendo reformas a su Constitución
sin argumentos de fondo? Yo no, porque allá
existe un respeto y una cultura constitucional.
En México ha sido costumbre modificar
la Constitución para lo que fuera, por
eso a esta fecha ha habido 444 reformas a artículos
constitucionales y no es lejano cuando nuestra
Constitución fue instrumento de dominación
corporativista y clientelar. En vez de buscar
cambiarla, respetémosla.
Felizmente esta semana
se anunció que la Universidad Nacional
Autónoma de México tendrá
su canal de televisión abierta y previamente
se había informado que el Gobierno del
Distrito Federal también tendrá
el suyo. Bienvenidos estos nuevos espacios para
la pluralidad en nuestro país, pero no
perdamos de vista que la necesidad de reformas
legales para los medios sin fines de lucro sigue
pendiente. El otorgamiento de decenas de permisos
para estaciones de radio o televisión
a instituciones públicas o gobiernos locales
no cumple con la tarea pendiente para que estos
medios tengan un marco jurídico que asegure
su existencia y permanencia. Además los
canales de la UNAM y del D.F. tienen una función
y alcance particular, no obstante, otros medios
como la radio comunitaria de Jen Poj de los habitantes
de la sierra Mixe de Oaxaca.
No habría que perder
de vista la opinión del Presidente de
la Comisión Federal de Competencia, Eduardo
Pérez Motta de 28 de noviembre de 2006
quien revela que de los 44,800 millones de pesos
de ingresos por publicidad en 2005, el 58% corresponde
a televisión abierta de los cuales 71.2%
los obtiene Grupo Televisa ($18,500 millones)
y 28.2% Grupo TV Azteca ($7,327 millones). Sin
embargo, hoy la legislación prohíbe
a los medios sin fines de lucro obtener cualquier
ingreso por publicidad. Estos medios requieren
allegarse de recursos para la construcción
y modernización de sus redes, sin que
pierdan su naturaleza no mercantil. Están
sujetos a la aprobación presupuestal de
los respectivos congresos o donantes. En cualquier
caso, si bien medios comerciales y sin fines
de lucro tienen propósitos distintos,
no puede haber una diferencia de fuentes de financiamiento
tan distinta, que hacen que, en la práctica,
los medios no comerciales tengan una presencia
marginal hasta que se reforme la ley. Por eso,
por ver un árbol no perdamos de vista
el bosque.
Clara
Luz Alvarez González de Castilla
México |