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Agosto 2003

 

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Versiones y Diversiones

Versiones y Diversiones

 

Por Fernando Mendoza
Número 34

En los resultados electorales del pasado 6 de julio en México los medios de difusión pública destacaron la aparente victoria del PRI, la derrota del Presidente Vicente Fox y el alto nivel de abstencionismo, hasta ahora poco explicado, más allá de la afirmación repetida sobre el supuesto desencanto de los votante.

Podríamos sin embargo explorar o señalar algunas vertientes que pueden aluzar algunos caminos sobre los medios de difusión y la política; la información que proporcionan y las explicaciones que provén. Despleguemos algunos elementos para esta exploración. De tiempo atrás, al menos en los tres años recientes, los medios de difusión han hecho poco por ilustrar qué hacen o deben hacer los legisladores. En cambio han observado con enorme insistencia las irregularidades, aparentes o irreales en que incurren. Los escándalos públicos que protagonizan; las pugnas entre ellos en el Congreso (Es paradigmática la manera como la organización TVAzteca trae de encargo al senador Diego Fernández de Cevallos a través de su revista Vértigo y de los aparatosos promocionales que difunde sobre los artículos y portadas de su revista, que por supuesto tienen mayor presencia que la revista misma).

En realidad la población poco sabe del trabajo del diputado, cuya tarea principal es legislar; pero mucho conoce de su descrédito. Desprestigio extensivo a la actividad política.

A lo largo de la contienda electoral ocurrió algo notable. Los encuestólogos ocuparon, coparon cabría decirse el espacio del análisis político. Acompañaron y en muchos casos lo suplieron. Modernos pitonisos, hicieron del pronóstico el centro del desmenuzamiento de los hechos, haciendo girar éstos en torno a aquéllos. La encuesta y los encuestadores pasaron de describir la realidad y ser instrumento para la toma de decisiones, a suplantar la decisión misma y a desplazar el análisis.

Algo similar ocurrió con la mercadotecnia política. También dejó de ser instrumento y devino el todo de la comunicación política. La poca apelación de las campañas felizmente cerró el corto ciclo que había encumbrado a la mercadotecnia política; la coloca en sus límites y posibilidades y permite revisar con menos euforia su aportación en el 2000, para abrir cauce a una explicación compleja sobre el triunfo de Vicente Fox . Explicación que reintroduciría los procesos de cambio sociopolítico y el agotamiento económico del modelo de desarrollo como condiciones para la derrota del PRI.

Los medios, aunque se referían a la política, parecían estar al margen de ella. En las semanas previas a las elecciones las dos principales cadenas de televisión, Televisa y TVAzteca, parecieron actuar al margen del proceso electoral y dedicaron gran parte del tiempo de sus noticieros nocturnos a reportajes especiales sobre temas atemporales. Joaquín López-Dóriga, por ejemplo, se regocija, semana a semana, con las mangas del chaleco, sección chusca. Como chuscos son los peluches de TVAzteca, recurso para manipular la realidad y en especial a los actores políticos. De ahí la calidad de la información que se difunde.

El acotamiento de la mercadotecnia política también pone en su lugar a los imagólogos. No se trata de descalificarlos. Toda estrategia política necesita información; pertinente, bien producida y validada; requiere trabajo de construcción de imagen en torno a estereotipos, y ideales y aspiraciones con los cuales podrá identificarse el votante. Las batallas electorales las siguen ganando las promesas que hacen concurrir. Pero éstos son sólo algunos de los múltiples aspectos del quehacer político. Porque la realidad sigue presente y requiere otras aproximaciones. Los políticos tienden a acudir a la población en cada ciclo electoral, pasado el cual pueden, más o menos, subsistir sin ella.

Los análisis persisten en concebir el culto a la imagen como una actualización del mito de Narciso. La referencia es tan elocuente como imprecisa. No es un mito el que mejor permite entender el enamoramiento con la autoimagen, es un cuento de hadas. Blancanieves. A Narciso no le importa el mundo. Él es el mundo. A la madrastra de Blacanieves le importa el mundo; saber que es la más hermosa; la más popular, diría Paco Ortiz. La madrastra vive embelesada por el mensaje de popularidad que le trae la encuesta. La realidad le aparece como advertencia, hay otra más hermosa. La amenaza desencadena la acción subsecuente.

Los políticos gastan mucho en productos de belleza, encuestas, fotos, inserciones en prensa, relaciones con los medios y demás. Gastan lo que no es suyo. Como se dice ahora, hay un vacío legal que permite el gasto superfluo en cuestiones de embellecimiento. Por supuesto, no todo gasto en imagen ni todo gasto de comunicación social es superfluo ( de esto daremos otras versiones). Pero, regresando al punto, el político corre el riesgo de ver no ver la realidad y no hacerse cargo de ella, situación que puede destruirle. Nuestra modernas madrastras siempre tienen la opción de actuar sobre la realidad para ganar popularidad, aunque con algunas decisiones temporalmente la pierdan. Siempre y cuando no dejen todo en manos de la encuesta. Mucho se puede hacer mientras llega Cenicienta.


Fernando Mendoza Vázquez

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