Por Fernando Mendoza
Número 36
Nadie acaba de entender la
prisa - insistencia - del gobierno federal por alcanzar la reforma
eléctrica. Tampoco su negativa -¿imposibilidad?- a
informar a la población de qué se trata y cuáles
son los beneficios. Ni es posible para la ciudadanía mexicana
en construcción acercarse al tema. Vamos rozarlo, siquiera.
Los medios no la dejan. Los medios no miran la reforma energética
como un tema de importancia pública; para eso está
BB, ahora VIP - el español no se les da, ni modo - y en estos
días la esforzada liguilla del fútbol mexicano.
Tres aproximaciones: el 7 de noviembre
se difundió (La Crónica de Hoy, primera plana) que
una encuesta de Mitofsky encargada por la Secretaría de Energía
encontró que 57% de la población quiere que se apruebe
la reforma eléctrica "porque traería beneficios
para todos". Y entre las principales razones para respaldar
la reforma estaban: " habrá más inversión
para el país, mejor servicio, disminución de tarifas,
más empleos y habría competencia." Mejor imposible.
Súbitamente los ciudadanos mexicanos aparecían como
expertos en todos los beneficios de la privatización eléctrica.
Más adelante, en el cuarto párrafo, la nota informaba
que 31.5 declaró "muy a favor" y 25.2% "algo
a favor". ¿ah! De aquí el 57%.
Curiosamente estos beneficios son
los que informa un spot de la Secretaría de Energía,
ahora a cargo de Felipe Calderón. Admiro la penetración
que ha tenido histórica. El promocional termina con el convincente
lema "Un traje a la medida". La frase, su frase, le encantó
a Felipe Calderón y querrá que se le recuerde por
eso. Felipe llegó con aureola de político y le urge
lograr algo pronto, demostrar que él sí puede. A la
par que lanzaba sus 30' de persuasión mediática Calderón
advirtió de severos problemas para el país y luego
se contradijo, afirmando que no pasaría nada si no había
reforma.
El 2006 está tan cerca. Una
encuesta de Parametría (El Independiente, 27 de noviembre)
reveló más tarde que la población no está
enterada de la discusión sobre el sector eléctrico;
40%% está en contra de la privatización; 21% a favor;
25% ni a favor ni en contra y 14% no sabe o no contestó.
Según la agencia la campaña sobre los beneficios de
las reformas no ha logrado sus objetivos y la mayor parte de la
población no conoce la discusión sobre el sector energético.
Seis de cada diez no conoce la propuesta; sólo un tercio
manifiesta conocerla. La oposición a la reforma eléctrica
ha disminuido 20% en 17 meses, pero no se ha traducido en respaldo
a la medida.
Un día después, en
Milenio Diario, Ciro Gómez Leyva presentó tres datos
-captos prefería llamarles Jesús Ibáñez-
de una encuesta de GEA / ISA: sólo 27% de los entrevistados
está en contra de la reforma; 54% está a favor de
la inversión privada en la generación eléctrica
y sólo 17% cree que el servicio empeorará si se abre
la puerta a la participación de capital privado. ¿Habrá
que esperar a ver qué encuentra María de las Heras?
Sendas versiones para tres mediciones.
Llama la atención el traje a la medida que encontró
Mitofsky para su cliente el secretario de Energía. ¿con
esa información se tomarán decisiones?
El Presidente Vicente Fox no aprende.
El gobierno no informa, hace promocionales. A ellos delega el ejercicio
democrático de poner al tanto. El gobierno federal lanzó
hace dos años su primer propuesta de reforma que no prosperó.
En un ejercicio democrático debió consultarse y negociarse
con tiempo para presentar una propuesta consensada. Pero no, en
el 2001 él confió en su bono democrático; ahora
dejó todo en manos de la mayoría priísta, sin
imaginación política y con cierta ingenuidad.
Las declaraciones alarmistas y contradictorias de Calderón
y otros funcionarios sólo consiguieron generar incertidumbre
entre los inversionistas y afectar la paridad del peso. Aquí
puede aquilatarse el valor de un acto del habla expresado desde
los intereses políticos, sin noción cabal de sus implicaciones.
Algo similar recién se repitió a fines de este mes.
Las afirmaciones oficiales amenazaban con dificultades para el país
si su paquete fiscal no era aprobado. Entre ellos el secretario
de Hacienda. El peso se depreció aún más y
casi llegó a $11.50 por dólar (a principios del mes
estaba en $11.03).Francisco Gil tuvo que desmentirse a sí
mismo y al gobierno en su conjunto expresando que la estabilidad
está garantizada.
El chantaje verbal de los políticos
y sus promocionales aún no convencen, pero ya afectaron la
economía porque siguen sin entender el valor de las palabras
y el valor de los silencios; que sí hay ciudadanos y sí
podrían entender un tema tan oscuro como el de la luz eléctrica.
Tan necesaria ahora para el café.
Las cafeterías franquiciadas
portan un estilo y al parecer la intención de completar nuestra
lengua. En más de una al pedir un café le preguntarán
si lo quiere regular (regiular, en inglés plano). Cuándo
me tocó turno contesté lo exigí del bueno,
dudando sí lo tendrían.
Fernando
Mendoza Vázquez |