|
Por
Fernando Mendoza
Número 38
Los
medios habían denominado watergate a toda ocasión
donde AMLO parecía perdido. Les pasó por alto el día
que lo tuvieron frente a sí. De tiempo atrás nuestros
medios llaman watergate (Pemexgate, Niocogate…) a todo suceso
que puede significar la perdición de un personaje o partido
político. Olvidan que Watergate fue un operativo de Estado
contra un partido, descubierto por un medio, Washington Post. En
el caso mexicano los medios fueron parte del operativo de Estado,
incluso cómplices. Los hallazgos posteriores, pocos producto
de la indagación de los medios, apuntan claramente en esa
dirección.
Sin ignorar
el escándalo de ver a Salvador Ponce apostando en Las Vegas
y a René Bejarano recibiendo dinero de Carlos Ahumada, cada
día hay más claridad sobre las motivaciones y el sentido
del operativo político contra López Obrador. Hay elementos
que en tanto no los esclarezca el gobierno del cambio y la transparencia
el hecho persiste como un golpe desde el Estado contra un gobierno
legítimo, por más que los medios se resistan a investigar
esta vertiente.
René
Delgado advirtió (en Sobreaviso, Ni a cuál irle,
Reforma, 13 de marzo, p. 13A) “…ahora lo urgente se
ha dejado de atender por el escándalo que satura el ambiente.
Incluso en el escándalo en turno, cada vez es más
claro que la denuncia de la corrupción muy lejos está
del propósito de combatir la corrupción … lo
que importa a la clase política es no perder la oportunidad
de utilizar la denuncia de esa práctica para vulnerar al
contrario. Eso es todo. Protagonizan una obra de demolición.
Es el único acuerdo que han logrado.”
Ahora
sabemos que el Cisen promovió y pagó el alquiler del
lugar donde se desahogó la diligencia ministerial, en la
que con trato especial Carlos Ahumada, acompañado del delgado
del Cisen en el DF, José Luis Valles y Diego Fernández
de Cevallos ratificó una denuncia contra el Jefe de Gobierno
del Distrito Federal. La reunión especial para proteger a
Carlos Ahumada puede ser un delito por coaligarse contra un gobierno
legalmente constituido, o constitutivo de delito según el
artículo 216 del Código Penal Federal. Fernández
de Cevallos ha dado varias versiones sobre su participación,
su presencia y protagonismo en el asunto avala el argumento de López
Obrador sobre una campaña en su contra.
Otro de los implicados, el escudero Federico Döring, ofreció
presentar pruebas ante la Comisión del Distrito Federal de
la Cámara de Diputados, pero sólo logró atraer
medios sin presentar ninguna evidencia. “El espectáculo
que montó el panista en San Lázaro, motivó
también severas críticas del PRD y el diputado Alfonso
Ramírez Cuéllar, de plano le soltó: ‘presentaste
puras mamadas’. La crítica del perredista tuvo eco.
Tocado en su vanidad, Döring confesó: "Espérate
a Semana Santa, güey. Si lo que nos interesa es mantener el
escándalo". Tras la confesión, el legislador
panista se sentó a comer tranquilamente. Ramírez Cuéllar
movió la cabeza y resumió: "Es un pinche cínico".
(Enrique Méndez y Ricardo, Garduño “Lo que nos
interesa es mantener el escándalo“, admite el panista
Döring, La Jornada, 25 de marzo).
El caso promete transformarse en una caja de Pandora para todos
los implicados. Los afectados directamente y quienes pretenden quitar
el filo al posicionamiento de AMLO.
Llama la atención la disciplina con que los medios siguieron
los videoscándalos - comparado con el nivel de seguimiento
de otros similares e igualmente importantes -. proclives como son,
a abandonar pronto un tema en función del nuevo y reacios
a dar seguimiento a temas de interés público y trascendentales
para la vida del país. Ignoro si este marzo sea recordado
como el mes en que los medios tuvieron - ¿hicieron? - su
watergate. Recuerdo, en cambio, que una campaña igual de
brutal, la de TVAzteca contra Cuauhtémoc Cárdenas
por el asesinato de Stanley, y el silencio del entonces Jefe de
Gobierno sepultaron sus aspiraciones políticas.
Los medios han
insistido hasta el hartazgo sobre la corruptela del PRD. Sin reconocer
mérito alguno a las medidas tomadas por el gobierno del Distrito
Federal ni la inmediata investigación. Cuando Andrés
Manuel López Obrador ofreció una conferencia de prensa
para exponer la información que recabó sobre el caso,
los medios descalificaron con anticipación lo que podría
decir. Periodistas como Carmen Aristegui y Ciro Gómez Leyva,
entre otros, cuestionaron el atrevimiento de López Obrador
de citar a la ciudadanía la Zócalo para darles una
explicación, pero ¿cómo, sin los mediadores?
¿en contacto directo? Y al unísono lo compararon con
Hugo Chávez, como si éste tuviese los derechos reservados
de estas prácticas. La coincidencia en la comparación,
negando la historia personal de López Obrador y la pública
del país, son un hecho revelador. Persisten preguntas ¿Por
qué el tamaño de la reacción? ¿Por qué
la coincidencia en la visión de los medios? Además
de condenar el hecho condenable, reacios a aceptar los puntos de
vista de los perredistas. ¿Por qué nuestros medios
son reacios al análisis, a postergar juicios y a seguir todas
las pistas de un caso?
Respecto
a la motivación del videoescándalo ¿Cuál
es su impacto en el posicionamiento público de López
Obrador? Tomemos a una investigadora. María de la Heras (
en entrevista con Carmen Aristegui, en Hoy por hoy, el
9 de marzo) al referirse a su investigación inicial sobre
el efecto de los viedoescándalos expresó “nunca
vi una opinión pública tan golpeada”; “la
opinión pública, prosiguió no puede quedarse
sin referentes” y los escándalos están destruyendo
todos los referente. Sostuvo entonces que la opinión pública
había recibido muchos golpes – los escándalos
del niño verde y de Vamos México - y está a
la expectativa y enojada, por lo que, concluyó, es difícil
apreciar el impacto. Ella misma publicó en Milenio Diario
dos estudios sobre las preferencias electorales:
El 22 de febrero
encontró “Cae López Obrador y las preferencias
se empatan”. En esta nota sus hallazgos daban 33% de las preferencias
a Santiago Creel; otorgaba 30% a AMLO y Madrazo y curiosamente daba
6% a Castañeda. Sin embargo en una aproximación distinta
– es decir, con otra forma de producir información
- el 29 de marzo publicó que “Sin considerar los partido,
AMLO encabeza las preferencias”. En estos resultados AMLO
tiene una preferencia de 48% y Creel de 37% (en una encuesta similar,
siete meses atrás, el primero tenía 59% y el otro
36%). Además de las Heras acota las expectativas de uno de
los dos falaces candidatos independientes “Las personas que
votarían por Jorge G. Castañeda han crecido 3% durante
estos siete meses pero, ¡ojo!, cuando los que votarían
por el ex canciller tienen que escoger entre él y otros aspirantes,
la mayoría se queda con los otros”. Aunque, claro,
esta historia. La próxima.
Fernando
Mendoza Vázquez |