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Por
Fernando Mendoza
Número 40
Pasó un
mes de la marcha contra la inseguridad en México, 27 de junio,
y un poco más de treinta de los sesenta días en los
que el presidente Vicente Fox prometió que habría
resultados. Empero, el tema de la seguridad se movió por
otros derroteros, preocupantes y contradictorios, con la resolución
de los pagarés Fobaproa, favorable a los bancos, y contraria
a los intereses de la Nación, y la reforma inconstitucional
al Régimen de Jubilaciones y Pensiones (RJP)del Instituto
Mexicano del Seguro Social (IMSS), donde estuvo ausente el debate
de fondo sobre las condiciones y el futuro de la seguridad social,
en un país donde casi la mitad de sus habitantes carece de
ella. En ambos casos el poder económico y la tecnocracia
hacendaria se impusieron. Las decisiones despojan a la sociedad
de recursos para el desarrollo social y prescriben un futuro angosto
y precario para la seguridad social.
Los medios, particularmente los
electrónicos, mantuvieron posturas contrastantes sobre ambos
temas. Televisa y TVAzteca se cuidaron de hablar mal de los bancos,
pero en cambio descalificaron tenazmente a los trabajadores del
IMSS y a su líder fueron, Roberto Vega Galina. Poco hablaron
del significado del impacto económico y social del canje
de los pagarés Fobaproa ni mucho menos de las fallas legales
de la legitimación del Fobaproa: falta la auditoría
que ordena el artículo quinto transitorio de la ley que creó
el Instituto de Protección al Ahorro Bancario (IPAB), para
separar los créditos irregulares de los buenos. Según
el artículo, primero son las auditorías y luego el
canje, pero las autoridades federales decidieron actuar al revés.
El auditor canadiense Mackey identificó 43 mil millones de
pesos en operaciones anómalas realizadas por los bancos y
el acuerdo anunciado el 14 de julio reconoce sólo 4 mil 726
millones de pesos; es decir, apenas 11 por ciento.
El periódico Reforma hizo
un reconocimiento a los bancos, que “aceptaron (sic) absorber
el costo de de los llamados créditos relacionados por un
monto de 9 mil 477 millones de pesos y dejar “encapsulados”-
es decir, sujetos a revisión – otros 7 mil 10 millones
de pesos” (15 de julio, primera plana). El 26 de julio, al
comparecer ante la Cámara de Diputados junto con el secretario
de Hacienda, el secretario ejecutivo del IPAB, Mario Beauregard,
reveló que la deuda del rescate bancario asciende ya a casi
un billón 200 mil millones de pesos que representan 18 por
ciento del producto interno bruto (La Jornada, 27 de julio), lejos
de la dimensión que planteó el gobierno de Ernesto
Zedillo. En 1995, Eduardo Fernández García y Miguel
Mancera Aguayo, entonces presidente de la Comisión Nacional
Bancaria y de Valores y director general del Banco de México,
afirmaron que el costo del rescate bancario no superaría
5 por ciento del PIB.
La seguridad legal (¿) que
se da a los banqueros contrasta con su reticencia a equipar las
instalaciones bancarias con los mecanismos de seguridad que prevé
la ley. Este desdén por los usuarios de la banca cuenta con
el apoyo, por omisión, de las autoridades hacendarias, reacias
a exigirles el cumplimiento de la ley. La falta de personal de vigilancia,
cámaras y otras medidas facilita los robos a cuentahabientes,
al fin de cuentas ciudadanos poco importantes para los medios de
difusión, en general.
No son, pues, las víctimas
de delitos los que han visto satisfechas sus demandas por mayor
seguridad. Sin marcha, al menos no pública, pero con mayor
poder de cabildeo y presión donde debe ser, los banqueros
lograron que el rescate bancario se resolviese según sus
intereses. Las autoridades hacendarias, enclave del poder oligopólico
del país, insisten que la nueva solución es lo mejor
para el país - ¿Dónde he oído eso?
El 28 de julio La Jornada publicó
algunas equivalencias del costo del rescate bancario a la mexicana
para destacar su trascendencia: supera, dice el diario, el monto
de los recursos destinados por el Plan Marshall a la reconstrucción
de Europa. A valores actuales el Plan Marshall equivaldría
a 90 mil millones de dólares.
El costo del rescate bancario
en México es… similar a los 120 mil millones de dólares
que está desembolsando ese país (Estados Unidos)
para financiar la actual invasión a Irak. Por la venta
de los 18 bancos nacionales durante la privatización realizada
entre 1991 y 1993, durante el gobierno del ex presidente Carlos
Salinas, el Fisco mexicano recibió el equivalente a 12
mil millones de dólares, poco menos de 10 por ciento de
lo que los contribuyentes mexicanos deberán cubrir para
pagar el costo del rescate de esas instituciones. (La Jornada,
28 de julio)
En el caso de la reforma al Seguro
Social, éste y el gobierno federal responsabilizaron a los
trabajadores del IMSS de sus problemas financieros por el alto costo
de las pensiones y jubilaciones. El IMMS no tiene recursos para
fondearlas. Los medios de difusión fustigaron además
“los privilegios” del contrato colectivo de los trabajadores
del IMSS. Los medios se negaron, salvo pocas excepciones, a respaldar
una versión distinta a ésta y respaldaron en consenso
mediático la propuesta elaborada por la Coparmex (Néstor
de Buen y Arturo Alcalde Justiniani, abogados de los trabajadores,
afirman que la iniciativa de reforma fue elaborada por los asesores
legales de la Confederación Patronal de la República
Mexicana (Coparmex) por encargo de la administración del
IMSS, La Jornada, 21 de julio).
El IMSS ha pasado en los últimos
diez años por tres reformas, cada una vendida como definitiva.
Justo el día de la reforma
a la ley del IMSS en 1995, Borrego Estrada (entonces director
general) trasmitió un mensaje vía satélite
en el cual argumentaba que la enmienda era de carácter
financiero y que "por necesidades históricas y contando
con el permiso de la ley", desde hace cinco décadas
las reservas monetarias para las pensiones de los trabajadores
cotizantes se fueron transfiriendo a la construcción de
hospitales y clínicas, a la edificación de grandes
centros médicos y aun al pago de salarios y gasto corriente.
(La Jornada, Directores del IMSS desviaron dinero de jubilaciones
para obras, admite Borrego, 8 de agosto).
Los expertos coinciden que las reformas
al contrato de trabajo del seguro social, encuadradas sólo
como reformas al RJP, son inconstitucionales y no resuelven los
problemas de fondo del seguro. De hecho no parten de un marco conceptual
o proyecto integral que realmente busque mejorar la seguridad social.
Pese a eso, la Cámara de Diputados, sin mayor debate en un
asunto tan serio, las aprobó el 30 de julio; la de Senadores,
la madrugada del 5 de agosto.
Los problemas financieros del IMSS
tienen una explicación más amplia. En lo que va de
esta administración, el número de plazas de "servidores
públicos de mando y homólogos" del Instituto
Mexicano del Seguro Social (IMSS) se cuadruplicó, al pasar
de 540 a 2 mil 727. De igual forma, el costo de la nómina
de ese grupo se ubicó en mayo de 2002 en 10 mil 442.40 millones
de pesos y actualmente es de 12 mil 519.1 millones. En tanto, el
personal de base sindicalizado (médico, administrativo y
operativo) avanzó de 269 mil 338 plazas (registradas en mayo
de 1999) a 285 mil 309 en el presente año. Aquí el
costo pasó, en ese lapso, de 50 mil 355.50 millones de pesos
a 63 mil 139.8 millones. La disparidad entre ambos tipos de personal
es enorme. El costo promedio anual de una plaza de servidor público
de mando y homólogo es de 4 millones 590 795 pesos y el de
cada trabajador sindicalizado de 221 mil 303 pesos.
La opinión pública
poco pudo saber de un diagnóstico más amplio de la
situación del IMSS, simplificada y neutralizada por el tema
del costo de las pensiones y jubilaciones que, sin negar su importancia,
constituyen sólo una parte de la realidad a mostrar. El sindicato
cayó en el juego discursivo de las autoridades y no acertó
a reencuadrar el diferendo en el marco de la seguridad social y
como un problema del país; mantuvo el diferendo como un asunto
de su contrato colectivo de trabajo, dejando pasar la oportunidad
de una discusión nacional sobre la seguridad social.
La administración actual
del IMSS redujo las siete regiones a cuatro, creando unidades macrorregionales
que no aportan valor agregado y resuelven poco los problemas de
sus regiones, pero concentran, en cambio, las licitaciones y deciden
el abasto; viejo problema de la institución, marcado por
la corrupción, la ineficiencia y la inflación de costos.
En los dos últimos años los recursos para el abasto
se han incrementado 40%, pero no ha mejorado. De hecho, el servicio
del IMSS no ha mejorado significativamente.
La falta de análisis, de
información, por parte de los medios soslayó también
el incumplimiento de cuotas por parte de los patrones y los registros
de sueldos deshonestos. Las empresas suelen cotizar bajo al seguro
y merced a una doble contabilidad, pagan a trabajadores otra cantidad,
distinta a la reportada oficialmente. Se estima que este año
la evasión de pagos al IMSS equivale a cerca de 10 mil millones
de pesos, casi el costo de los sueldos de su gruesa burocracia.
La alta burocracia del IMSS cuesta 12 mil 519 millones de pesos,
62% de los 20 mil millones que “anualmente se toman de las
aportaciones obrero-patronales para financiar el Régimen
de Jubilaciones y Pensiones” (Milenio Diario 3 de agosto).
Ni Santiago Levy, director del IMSS ni el gobierno federal tienen
una propuesta para mejorar el servicio ni para afianzar la seguridad
social en el país. Al contrario la recortan, como hacía
Levy desde que era subsecretario de egresos.
A la otra seguridad, la cotidiana,
la que reclamaron 250 mil manifestantes el 27 de junio, las autoridades
han respondido con declaraciones más que con acciones en
la dirección deseable. Mientras la seguridad de las personas
y sus bienes sigue pendiente; la seguridad social pone sus barbas
a remojar. Los medios de difusión electrónica parecen
incapaces de emprender una reflexión seria sobre el asunto.
Fernando
Mendoza Vázquez |