Por
Fernando Mendoza
Número 42
El ejercicio de
lo que los gobiernos llaman comunicación social requiere
un cambio profundo para avanzar en tareas realmente comunicativas.
Imagino por ejemplo a los secretarios y funcionarios de primer nivel
del gobierno federal reuniéndose periódicamente con
los medios para explicar las acciones de gobierno y abrirse a sus
preguntas. Imagino al mismo Presidente activo ante las cámaras
del Congreso de la Unión explicando el propósito de
sus planes, programas y acciones; defendiéndolos y discutiendo
y escuchando planteamientos de la oposición. Este sería
un buen ejercicio informativo para la ciudadanía que necesita
y exige información, más allá de los spots
publicitarios.
El gobierno del Presidente Vicente
Fox reduce la comunicación social a promocionales de radio
y televisión y desde hace cuatro meses a inserciones diarias
en cuanto periódico y revista hay impresas, sin ton ni son
y con evidente despilfarro, de la mano de un lema vacuo y voluntarioso
que suena bien: contigo es posible. El tú, el alter receptor
aludido en el contigo no es protagonista de la historia que narran
los promocionales del gobierno. El contigo de la cobertura totalitaria
de Vicente Fox es un receptor agradecido porque el gobierno lo incluye
en sus hazañas.
No hay información para actuar.
No hay paso alguno que Tú (yo, él, nosotros) pueda
dar porque este gobierno lo hace por nosotros. Sentémonos
a oírlo y aplaudirlo.
Tras la escandalosa salida de Alfonso
Durazo como vocero presidencial, el cargo lo ocupa Rubén
Aguilar Valenzuela, acomodaticio personaje que sin ser relevado
de su cargo fue suplantado por su jefe, en un hecho insólito.
Vicente Fox se ha caracterizado por no tomar decisiones y no dar
la cara cuando ha habido remociones en su equipo de trabajo. Sin
embargo, al ejercer la prerrogativa del Presidente de la República
para destituir al Director de Seguridad de Pública del Distrito
Federal responsabilizándolo tardíamente de los hechos
de Tláhuac – dos semanas después y sin los resultados
de la investigación en marcha – el Presidente decidió
ser su propio vocero y transmitir una pretendida imagen de hombre
de acción y decisión, rasgos ausentes en su presidencia.
Al asumir la vocería de sí
mismo el Presidente anuncia la cabal descomposición de la
figura presidencial, rebajada a pleitos de segundo nivel y una precaria
capacidad comunicativa en la lectura bizca del telepronter. La destitución
de Marcelo Ebard como Secrtario de Seguridad Pública deja
muchas preguntas sin respuesta; comunica encono, más que
mando, descontrol más que firmeza y enrarece el ambiente
político. Ruido que enturbia la de por sí difícil
comprensión de los mensajes del entorno político.
Fernando
Mendoza Vázquez |