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Por Fernando Mendoza
Número 36
El año viejo se fue
sin que el gobierno del Presidente Vicente Fox lograse sus reformas
fiscales. La lucha por ellas se imbricó con la pugna por
el poder en el PRI. Algunos medios, los más oficialistas
repitieron la versión oficial, simplona por demás,
de que se trataba de un enfrentamiento entre tradicionalistas, los
malos, y reformistas, los buenos. El Presidente Fox presentó
una visión apocalíptica de la situación, votar
contra su propuesta le negaba futuro al país. El Presidente
mantuvo su estrategia comunicativa, "go public", para
apelar directamente a la población -vía mediación
electrónica-, buscando así un equilibrio de fuerzas
favorables. Como hace tres años, este camino fue infructuoso
y fue derrotado.
El "go public" presupone
obtener el apoyo público como la fuente más visible
de poder político1. Su
modelo más acabado es el del gobierno estadounidense, donde
el Presidente ha logrado atraer para La Casa Blanca la relación
con la opinión pública y el poder que implica. Las
circunstancias mexicanas son otras. El Presidente Fox no puede movilizar
a la población porque no está clara porque moverse,
en primer lugar. En segundo, las formas de movilización mexicanas
no son las del estadounidense y esto se olvida. Fox puede obtener
respaldo para sus iniciativas, pero mientras a la población
no le quede claro el sentido de ese apoyo ni el proyecto que se
persigue resultará entonces vacuo, con el consiguiente desgaste
de la relación Presidente-población, que se mantiene
en términos positivos, pero de la cual poco puede esperarse.
Cuando afirmo la posibilidad de
un eventual respaldo, no hablo necesariamente de manifestaciones
públicas, sino estrictamente en el sentido del estado de
ánimo de la población que reflejan las encuestas.
Sin olvidar que en ellas e responde lo que el encuestador pregunta
y no necesariamente lo que interesa al inquirido.
El Presidente sigue preso del espejo
de la madrastra de Blanca Nieves. Los sondeos de opinión
le siguen mostrando que las situaciones de confrontación
le favorecen; disparan las expectativas del Fox de antaño
y su popularidad sube. Debe ser así.
La interpretación es, sin
embargo, incorrecta. La gente aplaude estas circunstancias del Presidente
por la forma en que aparece el mandatario, parece Presidente; así
como la madrastra aparecía bella. El espejo de la encuesta
muestra a Vicente Fox actuando firme y decidido. No es el contenido,
la lucha por el presupuesto, en este caso, sino la figura ejecutiva
lo que se mira. Es decir, el Presidente podría arriesgar
medidas necesarias, pero que juzga impopulares y encontrará
más apoyo del que supone porque la población espera
acciones comunicativas que difundan acciones ejecutivas, no sólo
retórica.
Este año el Presidente se
juega su menguada credibilidad y aún puede hacer mucho por
ella. Si decide comunicar actuando. La comunicación es un
medio no es el fin. Su propósito primordial no es mantener
la popularidad del Presidente, sin que éste sea un fin desdeñable,
sino construir y mantener una imagen ejecutiva. Si el fin es sólo
la popularidad, el Presidente seguirá preso de sí
mismo en detrimento de la eficacia política y comunicativa
de su gobierno, dos caras del mismo poder.
Referencias:
1
Maltese, John Anthony. Spin Control: the White House Office of
Communications and the management of presidential news. The
University of North Carolina Press. Estados Unidos, 1994
Fernando
Mendoza Vázquez |